Dinero en manos de las mujeres: Financiando a sobrevivientes de VIH/sida, violencia contra las mujeres y conflictos
¿Qué pasaría si se otorgaran fondos directamente a mujeres sobrevivientes del VIH/sida, violencia y conflictos? Un proyecto de dos años emprendido por Isis-WICCE y el Fondo de Acción Urgente-África procura responder esta pregunta.
Argelia, Burundi, Chad, Eritrea, Guinea Conakry, Kenia, Liberia, Marruecos, Nigeria, la República Democrática del Congo, Ruanda, Sierra Leona, Somalia, Sudán, Uganda, Sahara Occidental, Zimbabue. Todos éstos son países del continente africano que se encuentran al borde del conflicto, en medio de un conflicto plenamente desarrollado o apenas saliendo de uno.
La necesidad de abordar la intersección entre el VIH/sida y la violencia contra las mujeres está cobrando una vigencia cada vez mayor. La violencia o la amenaza de ésta afecta la capacidad de las mujeres para negociar relaciones sexuales más seguras. Las relaciones sexuales violentas y la violación pueden aumentar el riesgo de contraer la infección por VIH debido a una mayor probabilidad de laceraciones que el virus utiliza como puntos de entrada a la corriente sanguínea. Algunas mujeres tienen miedo de someterse a la prueba del VIH o revelar su estado si resultan estar infectadas por temor a quedar abandonadas o sufrir violencia, lo cual afecta sus posibilidades de obtener tratamiento vital y atención psicosocial oportunamente.
Respondiendo a las tres dimensiones
Un proyecto concluido recientemente, ejecutado por Isis-WICCE (Isis-Intercambio Internacional Transcultural de Mujeres) y el Fondo de Acción Urgente-África (UAF-África) con el apoyo de la Fundación Ford, procuró abordar la intersección entre el VIH/sida, la violencia contra las mujeres y los conflictos, además de proporcionar el financiamiento necesario para ello. Estas organizaciones decidieron poner en marcha un experimento con el fin de determinar qué pasaría si se pusiera dinero directamente en las manos de sobrevivientes de lo que Jessica Nkuuhe, Directora Ejecutiva de UAF-África, llama las “tres feas cabezas”. El proyecto se centró en tres países: Liberia, Uganda y Zimbabue. Las beneficiarias, donantes y organizaciones de mujeres se reunieron recientemente en Nairobi para reflexionar sobre el proyecto.
Múltiples obstáculos
El conflicto exacerba las llamadas ‘pandemias gemelas’ del VIH/sida y la violencia contra las mujeres. En situaciones de conflicto se da un colapso general de la ley y el orden. Los casos de violaciones sexuales se multiplican a medida que los cuerpos de las mujeres son tratados como sitios de batalla en los que el ultraje se convierte en arma de guerra o genocidio. No son sólo los combatientes quienes violan; también civiles lo hacen, y dado que nadie cuenta con ningún recurso a la justicia formal, los violadores saben que pueden salirse con la suya.
La inseguridad afecta la movilidad de la gente, lo cual significa que muchas personas con VIH o sida no pueden viajar a centros de salud donde se suministra la terapia antirretroviral. En algunas situaciones post-conflicto donde hay una calma relativa, la deficiente infraestructura vial y la falta de dinero para pagar el autobús o un taxi pueden dificultarle a la gente ir hasta los centros de salud para obtener sus medicamentos. Esto ocurre en gran parte de Liberia y lugares afectados por el conflicto en Uganda. En Liberia, el gobierno proporciona cantidades gratuitas y suficientes de fármacos antirretrovirales a personas con VIH y sida. El estigma y el temor a quedar aisladas impiden que muchas personas se sometan a la prueba del VIH o acudan a centros de salud para conseguir medicamentos. En áreas rurales, los malos caminos y la falta de medios de transporte también son una barrera. Suelen ser bajos los niveles de conciencia acerca de la infección y de cómo prevenirla y tratarla.
En Uganda, los niveles de conciencia respecto al VIH y sida son generalmente elevados, pero en áreas afectadas por el conflicto en el norte y noreste del país hay menos conocimientos sobre cómo prevenir el VIH/sida y vivir con la infección.
En Zimbabue, una gran cantidad de médicas/os, enfermeras/os y otros/as trabajadores/as médicos/as han huido del ambiente política y económicamente volátil hacia el extranjero en busca de mejores oportunidades. Esto significa que en el débil sistema de salud hay una enorme escasez de personal médico, lo que a su vez implica que la calidad general de las respuestas al VIH y al sida esté en peligro.
Las mujeres toman sus propias decisiones
El proyecto de Isis-WICCE y UAF-África puso a las mujeres en el centro del análisis de sus propios problemas y de la identificación de soluciones para afrontar el VIH/sida, la violencia contra las mujeres y los conflictos. En cada uno de los tres países donde el proyecto fue ejecutado se proporcionó dinero a las mujeres con el fin de que hicieran lo que consideraban más importante para abordar estos tres problemas entrecruzados. En Liberia, los fondos se destinaron a subsidios individuales para mujeres con VIH/sida y a capacitación en actividades generadoras de ingresos tales como fabricación de jabón, lo cual hizo posible que algunas mujeres iniciaran pequeños negocios. La mejorada situación financiera de las mujeres les permitió revelar su estado, unirse a grupos de apoyo y realizar trabajo de generación de conciencia, gestoría y defensa en torno al VIH y el sida. Les devolvió un nivel de autoestima que se les había arrebatado. La pandemia del VIH es relativamente reciente en Liberia y, como es típico en una pandemia joven, hay mucha negación, ignorancia y estigma respecto a la enfermedad.
Durante el conflicto en Uganda, el ganado, que era un medio de vida para numerosas mujeres, fue robado durante las redadas, lo cual empobreció más a las familias. Los fondos del proyecto se destinaron a comprar más ganado para las mujeres y a subsidios individuales. Las mujeres crearon fondos giratorios y con el tiempo un banco aldeano que concede préstamos a mujeres a una módica tasa de interés. Los fondos que ellas recibieron les han posibilitado tener suficientes alimentos y dinero para transportarse a los centros de salud donde hay terapia antirretroviral disponible.
En Zimbabue, el dinero fue utilizado para iniciar una clínica móvil que va de un lugar a otro suministrando terapia antirretroviral a mujeres cuyo acceso a ésta es difícil. La pandemia se encuentra en etapa madura en Zimbabue y hay voluntad política para afrontarla, así como un alto nivel de conocimientos sobre sus dimensiones, prevención y tratamiento. El problema es que el sistema nacional de salud más o menos ha colapsado y muchas personas no tienen acceso a los pocos servicios que aún están disponibles.
Dinero para sobrevivientes contra dinero a sobrevivientes: ¿Hay alguna diferencia?
Se ha proporcionado mucho dinero para el combate del VIH/sida y la violencia contra las mujeres y el trabajo por la paz, la reconstrucción y la justicia durante la transición. Los fondos a gobiernos africanos provenientes del Plan de Emergencia del Presidente de los Estados Unidos para el Alivio del Sida (PEPFAR), el Fondo Mundial de Lucha contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria y otros donantes han sido instrumentales para asegurar que la terapia antirretroviral esté disponible sin costo alguno a muchas personas con VIH y sida. El problema es que los medicamentos vitales no siempre son accesibles aunque hay una amplia disponibilidad de ellos. A menudo las personas deben recorrer largas distancias para obtenerlos, algo que no pueden hacer quienes están muy débiles. A fin de que la terapia antirretroviral resulte efectiva, las y los pacientes necesitan cantidades adecuadas de alimentos nutritivos. En Zimbabue ha habido una escasez extrema de alimentos. En áreas rurales, las mujeres han tenido que recurrir a recolectar frutas silvestres para dar de comer a sus familias. En Uganda y Liberia, la pobreza ha puesto en peligro la capacidad de la gente con VIH y sida para obtener alimentos nutritivos en cantidades suficientes.
El principal ‘efecto de goteo’ del dinero que se proporciona a los gobiernos es que hace disponibles los medicamentos muy necesarios. Pero no hay fondos para que las personas con VIH y sida reciban tratamiento de infecciones oportunistas, se transporten a los centros de salud o compren alimentos. El dinero no atiende de manera suficiente a las necesidades de apoyo psicosocial de quienes tienen VIH y sida. Además, las personas beneficiarias no están directamente involucradas en analizar sus problemas o en planificar e implementar las intervenciones. La falta de conocimiento y medios financieros les dificulta rastrear los fondos que se brindan para su beneficio, algo que es muy importante dada la reputación notoriamente corrupta de la mayoría de gobiernos. La burocracia es otro factor limitante que caracteriza a los grandes financiamientos para el VIH y el sida.
Este proyecto proporcionó pequeñas cantidades de dinero directamente a mujeres afectadas por la triple epidemia y les hizo posible diseñar sus propias intervenciones sin la imposición de ideas o condicionalidades por parte de sus donantes. Las mujeres dijeron haber tenido una mayor sensación de poder sobre sus situaciones y los resultados inmediatos. El modelo demuestra que se necesitan pequeños y grandes subsidios, así como enfoques de arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba, para remediar el VIH/sida, la violencia contra las mujeres y los conflictos.
La necesidad de abordar la intersección entre el VIH/sida y la violencia contra las mujeres está cobrando una vigencia cada vez mayor. La violencia o la amenaza de ésta afecta la capacidad de las mujeres para negociar relaciones sexuales más seguras. Las relaciones sexuales violentas y la violación pueden aumentar el riesgo de contraer la infección por VIH debido a una mayor probabilidad de laceraciones que el virus utiliza como puntos de entrada a la corriente sanguínea. Algunas mujeres tienen miedo de someterse a la prueba del VIH o revelar su estado si resultan estar infectadas por temor a quedar abandonadas o sufrir violencia, lo cual afecta sus posibilidades de obtener tratamiento vital y atención psicosocial oportunamente.
Respondiendo a las tres dimensiones
Un proyecto concluido recientemente, ejecutado por Isis-WICCE (Isis-Intercambio Internacional Transcultural de Mujeres) y el Fondo de Acción Urgente-África (UAF-África) con el apoyo de la Fundación Ford, procuró abordar la intersección entre el VIH/sida, la violencia contra las mujeres y los conflictos, además de proporcionar el financiamiento necesario para ello. Estas organizaciones decidieron poner en marcha un experimento con el fin de determinar qué pasaría si se pusiera dinero directamente en las manos de sobrevivientes de lo que Jessica Nkuuhe, Directora Ejecutiva de UAF-África, llama las “tres feas cabezas”. El proyecto se centró en tres países: Liberia, Uganda y Zimbabue. Las beneficiarias, donantes y organizaciones de mujeres se reunieron recientemente en Nairobi para reflexionar sobre el proyecto.
Múltiples obstáculos
El conflicto exacerba las llamadas ‘pandemias gemelas’ del VIH/sida y la violencia contra las mujeres. En situaciones de conflicto se da un colapso general de la ley y el orden. Los casos de violaciones sexuales se multiplican a medida que los cuerpos de las mujeres son tratados como sitios de batalla en los que el ultraje se convierte en arma de guerra o genocidio. No son sólo los combatientes quienes violan; también civiles lo hacen, y dado que nadie cuenta con ningún recurso a la justicia formal, los violadores saben que pueden salirse con la suya.
La inseguridad afecta la movilidad de la gente, lo cual significa que muchas personas con VIH o sida no pueden viajar a centros de salud donde se suministra la terapia antirretroviral. En algunas situaciones post-conflicto donde hay una calma relativa, la deficiente infraestructura vial y la falta de dinero para pagar el autobús o un taxi pueden dificultarle a la gente ir hasta los centros de salud para obtener sus medicamentos. Esto ocurre en gran parte de Liberia y lugares afectados por el conflicto en Uganda. En Liberia, el gobierno proporciona cantidades gratuitas y suficientes de fármacos antirretrovirales a personas con VIH y sida. El estigma y el temor a quedar aisladas impiden que muchas personas se sometan a la prueba del VIH o acudan a centros de salud para conseguir medicamentos. En áreas rurales, los malos caminos y la falta de medios de transporte también son una barrera. Suelen ser bajos los niveles de conciencia acerca de la infección y de cómo prevenirla y tratarla.
En Uganda, los niveles de conciencia respecto al VIH y sida son generalmente elevados, pero en áreas afectadas por el conflicto en el norte y noreste del país hay menos conocimientos sobre cómo prevenir el VIH/sida y vivir con la infección.
En Zimbabue, una gran cantidad de médicas/os, enfermeras/os y otros/as trabajadores/as médicos/as han huido del ambiente política y económicamente volátil hacia el extranjero en busca de mejores oportunidades. Esto significa que en el débil sistema de salud hay una enorme escasez de personal médico, lo que a su vez implica que la calidad general de las respuestas al VIH y al sida esté en peligro.
Las mujeres toman sus propias decisiones
El proyecto de Isis-WICCE y UAF-África puso a las mujeres en el centro del análisis de sus propios problemas y de la identificación de soluciones para afrontar el VIH/sida, la violencia contra las mujeres y los conflictos. En cada uno de los tres países donde el proyecto fue ejecutado se proporcionó dinero a las mujeres con el fin de que hicieran lo que consideraban más importante para abordar estos tres problemas entrecruzados. En Liberia, los fondos se destinaron a subsidios individuales para mujeres con VIH/sida y a capacitación en actividades generadoras de ingresos tales como fabricación de jabón, lo cual hizo posible que algunas mujeres iniciaran pequeños negocios. La mejorada situación financiera de las mujeres les permitió revelar su estado, unirse a grupos de apoyo y realizar trabajo de generación de conciencia, gestoría y defensa en torno al VIH y el sida. Les devolvió un nivel de autoestima que se les había arrebatado. La pandemia del VIH es relativamente reciente en Liberia y, como es típico en una pandemia joven, hay mucha negación, ignorancia y estigma respecto a la enfermedad.
Durante el conflicto en Uganda, el ganado, que era un medio de vida para numerosas mujeres, fue robado durante las redadas, lo cual empobreció más a las familias. Los fondos del proyecto se destinaron a comprar más ganado para las mujeres y a subsidios individuales. Las mujeres crearon fondos giratorios y con el tiempo un banco aldeano que concede préstamos a mujeres a una módica tasa de interés. Los fondos que ellas recibieron les han posibilitado tener suficientes alimentos y dinero para transportarse a los centros de salud donde hay terapia antirretroviral disponible.
En Zimbabue, el dinero fue utilizado para iniciar una clínica móvil que va de un lugar a otro suministrando terapia antirretroviral a mujeres cuyo acceso a ésta es difícil. La pandemia se encuentra en etapa madura en Zimbabue y hay voluntad política para afrontarla, así como un alto nivel de conocimientos sobre sus dimensiones, prevención y tratamiento. El problema es que el sistema nacional de salud más o menos ha colapsado y muchas personas no tienen acceso a los pocos servicios que aún están disponibles.
Dinero para sobrevivientes contra dinero a sobrevivientes: ¿Hay alguna diferencia?
Se ha proporcionado mucho dinero para el combate del VIH/sida y la violencia contra las mujeres y el trabajo por la paz, la reconstrucción y la justicia durante la transición. Los fondos a gobiernos africanos provenientes del Plan de Emergencia del Presidente de los Estados Unidos para el Alivio del Sida (PEPFAR), el Fondo Mundial de Lucha contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria y otros donantes han sido instrumentales para asegurar que la terapia antirretroviral esté disponible sin costo alguno a muchas personas con VIH y sida. El problema es que los medicamentos vitales no siempre son accesibles aunque hay una amplia disponibilidad de ellos. A menudo las personas deben recorrer largas distancias para obtenerlos, algo que no pueden hacer quienes están muy débiles. A fin de que la terapia antirretroviral resulte efectiva, las y los pacientes necesitan cantidades adecuadas de alimentos nutritivos. En Zimbabue ha habido una escasez extrema de alimentos. En áreas rurales, las mujeres han tenido que recurrir a recolectar frutas silvestres para dar de comer a sus familias. En Uganda y Liberia, la pobreza ha puesto en peligro la capacidad de la gente con VIH y sida para obtener alimentos nutritivos en cantidades suficientes.
El principal ‘efecto de goteo’ del dinero que se proporciona a los gobiernos es que hace disponibles los medicamentos muy necesarios. Pero no hay fondos para que las personas con VIH y sida reciban tratamiento de infecciones oportunistas, se transporten a los centros de salud o compren alimentos. El dinero no atiende de manera suficiente a las necesidades de apoyo psicosocial de quienes tienen VIH y sida. Además, las personas beneficiarias no están directamente involucradas en analizar sus problemas o en planificar e implementar las intervenciones. La falta de conocimiento y medios financieros les dificulta rastrear los fondos que se brindan para su beneficio, algo que es muy importante dada la reputación notoriamente corrupta de la mayoría de gobiernos. La burocracia es otro factor limitante que caracteriza a los grandes financiamientos para el VIH y el sida.
Este proyecto proporcionó pequeñas cantidades de dinero directamente a mujeres afectadas por la triple epidemia y les hizo posible diseñar sus propias intervenciones sin la imposición de ideas o condicionalidades por parte de sus donantes. Las mujeres dijeron haber tenido una mayor sensación de poder sobre sus situaciones y los resultados inmediatos. El modelo demuestra que se necesitan pequeños y grandes subsidios, así como enfoques de arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba, para remediar el VIH/sida, la violencia contra las mujeres y los conflictos.
Traducción del inglés: Laura E. Asturias
Fuente: AWID