abril 21, 2010

México: Hablo por mi diferencia


El título del libro es una cita al Manifiesto Hablo por mi diferencia del escritor chileno Pedro Lemebel, leído en un acto político izquierdista en Santiago de Chile, en 1986, que decía:



El fútbol es otra homosexualidad tapada

Como el box, la política y el vino

Mi hombría fue morderme las burlas

Comer rabia para no matar a todo el mundo



Publicado en México por Ediciones Eón a finales de 2009, Hablo por mi diferencia analiza el sistema binario masculino-femenino, y cómo este paradigma reduccionista prevé sanciones para quienes trasgreden la heteronormatividad imperante. Para explicar el proceso de edificación de las identidades sexuales disidentes ante la sociedad, el autor muestra testimonios que ejemplifican cómo la masculinidad “tiene un sentido profundamente inestable, debido a la manera tan variable en que se le construye”.

Para Mauricio List Reyes, egresado de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH - México), la masculinidad es un concepto en constante transformación, y los imperativos para ser hombre varían en función de la clase, la etnia, las geografías y el proceso social. Así, la masculinidad del siglo XXI es producto de un devenir histórico y cultural. En entrevista con el CLAM, List comenta los detalles de su más reciente publicación y del panorama sociopolítico mexicano actual en relación a la diversidad sexual.

Cuéntenos por favor cómo se gestó este trabajo, cuáles fueron los caminos que hicieron posible Hablo por mi deferencia.

Este trabajo tiene sus antecedentes en una investigación que realicé anteriormente y que se publicó en 2005 con el titulo de Jóvenes corazones gay en la ciudad de México, en la que me interesó investigar tres cuestiones que en su momento me parecieron fundamentales: género, identidad y sociabilidad de los varones gay de clase media de la ciudad de México. A partir de una gran cantidad de entrevistas y del trabajo etnográfico, surgieron aspectos que me mostraron que en torno a estos sujetos se establecen formas normativas que pretenden determinar sus formas de expresión.

Mientras exploraba la manera en que los jóvenes se referían a sí mismos y a sus pares en relación a su orientación sexual, continuamente aparecían discursos aludiendo a formas socialmente acreditadas de expresión de la masculinidad, a partir de las cuales ellos a su vez aceptan o rechazan los comportamientos de potenciales amigos, parejas o pretendientes. En este sentido resultaba evidente que para muchos de esos jóvenes mantener una apariencia que no delatara su orientación sexual era una cuestión primordial.

También encontré cuán palpable es la homofobia que estos jóvenes enfrentan en su cotidianidad y que determina para muchos la manera de expresar su identidad. De hecho, el terror que expresan a ser descubiertos y por tanto rechazados, discriminados u hostilizados, marca la forma en la que interactúan cotidianamente.

Cuando me propuse avanzar en la discusión planteada en mi primer libro, me interesaba abordar las maneras en que se construyen esas diversas formas de expresar su orientación. Sin embargo, a medida que iba avanzando en este segundo trabajo, se hacía más claro que no podía dejar de lado las diferencias producidas por el origen socioeconómico de los sujetos con los que interactuaba. A lo largo de los años el tema de la identidad me tuvo ocupado y los aspectos que fui encontrando en el trabajo de campo junto con las discusiones planteadas desde la teoría queer me abrieron un panorama distinto, que ofrecía nuevas posibilidades para la comprensión de las dinámicas observadas.

¿Cómo está organizado el libro?

El libro tiene cinco partes. En la introducción planteo una discusión de orden metodológico en la cual reflexiono en torno al conocimiento situado. Esto es porque decidí presentar el trabajo hablando en primera persona e incluyéndome dentro del universo investigado. Con esto quise contestar a un cuestionamiento que constantemente se hace a quienes incursionamos en un campo del cual formamos parte: “¿cómo estableciste distancia con tu objeto de estudio?”.

Los capítulos del libro presentan análisis de diversos aspectos que me parecieron fundamentales a partir de mi observación en campo y de las entrevistas. Examino también materiales que resultaron significativos para mi propósito, tales como novelas y películas.

En el primer capítulo trabajo el tema de las masculinidades. Ahí abordo la cuestión de las formas normativas que tiene la masculinidad, recuperando aspectos que desde la antropología se han estudiado como los rituales de paso a partir de los cuales en diversos contextos sociales el sujeto va siendo reconocido como varón con plenos derechos. En ese sentido exploro cómo, en las sociedades contemporáneas, los sujetos van reconociendo esos aspectos que, desde mi punto de vista, son absolutamente inestables y hacen difícil poder reconocer claramente la masculinidad.

El segundo capítulo lo dedico a la discusión en torno al cuerpo, temática que me ha parecido cada vez más relevante en la investigación con sujetos gay. Parto de planteamientos sobre la forma como se materializa ese cuerpo en relación al género y a la identidad, teniendo como relevante el establecimiento de diferencias entre los llamados cuerpos abyectos y los cuerpos que importan según el planteamiento de Judith Butler.

En el tercer capítulo abordé la manera en que se gesta y expresa la homofobia, cuáles son los elementos que la detonan y cuáles las formas en que los sujetos se enfrentan a ella.

Finalmente, el cuarto capítulo habla sobre la diversidad sexual. Intento definirla a partir de los datos de mi propia investigación y de discusiones provenientes de la teoría queer localizándola en el campo de estudio de la sexualidad en el contexto mexicano.

¿Cómo se construyen las masculinidades hegemónicas en México y cuáles son los avatares sociales en los cuales se gestan la diversidad sexual y las masculinidades disidentes en su país?

Las masculinidades hegemónicas estarían respondiendo a aspectos culturales locales marcados por diversas dimensiones socioculturales. Lo que yo he encontrado es que en realidad las expectativas sociales en torno a la masculinidad suelen ser tan altas que los sujetos se hallan en una permanente lucha por cumplirlas y por demostrar que observan los imperativos que les son impuestos y que establecen la distinción con lo femenino o con la feminidad.

En este sentido, considero que son diversas y complejas las maneras de construir la masculinidad que se espera que refleje el sexo de los sujetos. No obstante, como ya se ha hecho evidente, la masculinidad –o las masculinidades– van más allá de ser la forma cultural de una característica sexual. En el caso de la diversidad sexual, me parece que existe una serie de expresiones de la masculinidad que va desde ciertos sectores gay que recuperan los modelos hipermasculinos, pasando por quienes persiguen los modelos más estereotipados de la belleza masculina, hasta las expresiones lésbicas que igualmente emulan muchas de las expresiones de la masculinidad, y los trans, que construyen otras formas no hegemónicas de lo masculino.

En fin, la sociedad exige que los varones cumplan con un determinado patrón. Todo mundo te está diciendo: “¡A ver, compórtate como hombre!”. Pero los imperativos de la masculinidad nunca se cumplen por completo. Siempre estamos en falta frente a la masculinidad. Sea quien sea el sujeto, siempre hay algo en lo que no podrá cumplir al cien por ciento. En diversos contextos de investigación que he observado aparecen maneras de expresión de la masculinidad sumamente contrastantes e incluso contradictorias por momentos. Estos aspectos tienen que ver con dimensiones de clase, edad y etnia, entre otros.

Un ejemplo del contraste lo vemos entre los jóvenes que asisten al gimnasio y han puesto su atención en construir un cuerpo musculoso, definido y, firme, un cuerpo que definen como masculino. Por otro lado, encontramos chicos que consideran que el cuerpo masculino es relajado, incluso con sobrepeso y hasta desaliñado. Son dos maneras opuestas de pensar la masculinidad, para unos lo importante está en la fortaleza, para los otros se halla en el “descuido” de la apariencia.

¿Cómo ha percibido la experiencia de la salida del clóset en los varones que ha investigado?

En los testimonios que he recogido siempre aparecen historias complicadas sobre el momento de salida del clóset. Muchas experiencias reflejan las dificultades que han tenido que enfrentar con sus familias. Pese a que con el desarrollo de las sociedades contemporáneas hay una presencia cada vez mayor de imágenes positivas sobre la homosexualidad, el tema de la salida del closet sigue siendo complicado en muchos contextos y para muchos individuos. Para los jóvenes suele representar un gran reto enfrentar a la familia, pues es donde se encuentra su mayor vínculo afectivo y por tanto donde el temor al rechazo es mayor.

La escuela y el trabajo son los segundos ámbitos en los que enfrentan dificultades, muchos sienten que ahí pagan un precio muy alto de rechazo y desprecio. D ahí que yo me refiero a un “closet estratégico”, es decir, hay sujetos que participan de muchas actividades públicas asociadas a lo gay, como asistir a sitios de encuentro o a la marcha anual, pero que en su casa y en su trabajo mantienen o intentan mantener oculta su orientación sexual.

De hecho, las grandes ciudades permiten mantener esta clase de dinámicas cotidianamente y, para muchos jóvenes que viven en localidades medianas o pequeñas, internet se ha convertido en una herramienta poderosa a través de la cual pueden mantener la sociabilidad con gran cantidad de sujetos y a la vez mantener oculta su orientación.

¿Usted afirma que actualmente existe una mayor visibilidad de la diversidad sexual en la sociedad y al mismo tiempo una reiteración de la masculinidad hegemónica?

Exactamente, hay más visibilidad de la diversidad pero también hay más homofobia. Frente a un proceso de mayor visibilización, han recrudecido también muchas formas de homofobia. Y en México eso no puede perderse de vista, especialmente por el avance de la derecha. En los meses recientes, por ejemplo, se dio un importante debate a raíz de la legislación del matrimonio entre personas del mismo sexo. Esto llevó el tema a las primeras planas de los diarios de circulación nacional, donde se expresaron posturas sumamente contrastantes, desde la de los activistas que apoyaron la modificación legislativa hasta la de la Iglesia Católica que se expresó incluso de forma insultante. De hecho, la visibilidad que este proceso generó ha sido mucho más amplia que cualquier otra acción llevada a cabo en el país en los últimos años. Esto por supuesto ha traído importantes reacciones de diversos sectores que están en contra de esas modificaciones.

¿Cómo se habla en México de las minorías y en específico de las minorías sexuales?

Me parece que en este punto habría que matizar el asunto. Desde el campo de la política, se maneja una serie de discursos supuestamente democráticos, que en lo esencial lo que han producido es la invisibilización de las minorías. El caso del movimiento zapatista demuestra que hay diferencias en la percepción de las minorías. En México las minorías indígenas suelen ser blanco de todo tipo de agresiones a pesar de que en ocasiones se use un lenguaje políticamente correcto para referirse a ellas e incluso se “promuevan” acciones a su favor.

En el caso de las minorías sexuales es interesante observar que en los debates legislativos en torno al matrimonio civil para parejas del mismo sexo, los diputados de derecha, a pesar de que se encontraban totalmente en contra de la legislación y de que hicieron todo lo posible por evitar que se llegara a un acuerdo –utilizando incluso argumentos decimonónicos para ello– en todo momento lo hicieron refiriéndose respetuosamente a esos sectores. Efectivamente se ha incorporado un lenguaje distinto para referirse a esos sectores, pero ello no modifica de fondo la manera en que se expresan las relaciones de poder en el contexto social.

La lucha más compleja se da en dirección del reconocimiento de los derechos de los sectores que no se ajustan al modelo heterosexual hegemónico. El avance en la lucha por esos derechos siempre es lenta y complicada, pues se trata de evitar que se reconozcan los plenos derechos civiles de estas comunidades. De ahí la necesidad de insistir en la lucha por dichos reconocimientos en todos los ámbitos de la sociedad.

Si el estado asume su responsabilidad con la comunidad lésbica, gay, bisexual, travesti, transgénero, transexual e intersexual ¿cree usted que podrá comenzar a cambiar la perspectiva en torno al estigma y a la discriminación?

Desde mi punto de vista el compromiso del estado tiene que ver en primer lugar con la educación. En este sentido, las políticas educativas en el tema de la sexualidad han sido erráticas y han respondido a las pugnas políticas recientes en México. Así, mientras en el contexto de la capital del país se han editado textos escolares con una visión más o menos amplia de la sexualidad, en otras entidades de la república se ha llegado al extremo de quemar públicamente los textos que el gobierno mexicano ofrece gratuitamente a los estudiantes y que contienen información mínima y elemental acerca de la sexualidad.

Considero que en buena medida el estigma y la discriminación provienen del desconocimiento y de la ignorancia que existe en torno a la sexualidad. Mucha gente no tiene idea de qué implica una orientación sexual diferente de la heterosexual, simplemente se le mira con horror o con desconfianza, como si fuera un mal que estuviera acechando.

Inclusive en el contexto universitario el desconocimiento de ello es enorme y lleva a asumir posturas discriminatorias que tienen como punto de partida una gran cantidad de prejuicios que se han visto alimentados recientemente por la Iglesia Católica. Me parece, en ese sentido, que los cambios sólo podrán darse a partir de un mayor conocimiento al respecto, y ese conocimiento tiene que venir desde la enseñanza básica. La cultura del respeto, la educación sexual y el reconocimiento de la pluralidad cultural se tiene que dar permanentemente en el ámbito educativo. Es ahí donde hay que empezar el proyecto de superar situaciones de discriminación y de homofobia existentes.

¿Cuáles son sus proyectos futuros de investigación?

Actualmente están en pauta dos libros, uno de mi autoría titulado El amor imberbe, dedicado al estudio de las relaciones intergeneracionales entre varones gay, y otro libro colectivo titulado Florilegio de deseos. Nuevos enfoques, estudios y escenarios de la disidencia sexual y genérica, que coordino junto con el profesor Alberto Teutle y en el que participan diversos investigadores de México, Brasil y Estados Unidos.


Fuente: Clam

Sí a la Diversidad Familiar!
The Blood of Fish, Published in