agosto 18, 2010

Género en las Comunidades Indígenas

Los estudios acerca de las mujeres indígenas están cumpliendo 35 años. El trabajo pionero fue el que realizó la antropóloga Lourdes Arizpe sobre las mujeres mazahuas, (llamadas marías) en la Ciudad de México en el primer lustro de los años 70. Ella afirma que lo más valioso de estos estudios, es poder aprehender de la experiencia vivida, en un entorno de exclusión, marginación, pobreza y abandono.

Se diría que la primera hipótesis de las etnólogas ha sido el temor a encontrar una contradicción tremenda: entre la melancolía y la riqueza cultural de los pueblos originarios, donde sin embargo las mujeres viven un todo mundo a parte o se viven sin propia historia.Ello dificultó, a los indigenistas, (años 30) en su pretensión de identificar líneas definidas de interpretación, sobre la vida concreta de las mujeres. Se les vió como adicionales o accesorias, en una o varias culturas que las invisibilizaron durante años y también en los estudios de caso. Muy alejada esa interpretación de la intención actual de transversa lizar la perspectiva de género.A cada pueblo correspondía una realidad. Ninguna realidad es eso, una verdadera realidad.Otro aspecto fue que los estudios ponían a la antropóloga frente a la mujer indígena y su vida.
La indígena contaba, la antropóloga interpretaba. Las acciones gubernamentales eran de apoyo, con visión distante y sin tener la intención de transformar su condición de mujeres.En un estudio inédito, denominado "Testimonio y Experiencias de las Promotoras Indígenas del Programa de Organización Productiva para Mujeres Indígenas" (POPMI), se acercó a cómo la metodología para promover la participación de las mujeres indígenas con un contenido intencional con perspectiva de género podría contribuir a su transformación.

Una polìtica pública inductiva y sin suficientes antecedentes de alguna efectividad. Ahí operó exactamente al contrario de los años 30, cuando se instaló en México la política indigenista de incorporación de las etnias al desarrollo. En este caso, las mujeres se constituyeron, en este programa, como las actoras del cambio.Se levantaron testimonios por un grupo de oidoras y escribanas lo que fue un proceso de escucha y también se indagó con un cuestionario razonado, sobre lo que la experiencia de las promotoras nos puede decir de su proceso de transformación del pensamiento.

En el fondo crear el sistema de promotoras, fue en el tiempo un proceso de transformación de su pensamiento, una política pública para hacerlas mirar su realidad desde otro lugar, se las colocó en el análisis de sus dificultades y su proceso individual de visión sobre la propuesta: productiva con los componentes de género (talleres, pláticas, foros de reflexión, auntoanálisis) y educativa.Las anécdotas, teñidas de sentimientos; sus acciones envueltas en su piel, sus triunfos o adelantos, como hilos de urdimbre de sus vasos sanguíneos, les han generado a estas promotoras indígenas, una resuelta y razonada decisión de aprender lentamente cómo se puede transformar su visión de sí mismas y cómo fue la manera en que se acercaron a los conocimientos de género.


La experiencia es el hilo conductor y no la interpelación de frente es lo que se ha hecho en esta indagación multicultural de un pequeño grupo de promotoras indígenas de la República Mexicana.La sistematización y la interpretación, jaloneada tres décadas y media después, desde que Lourdes Arizpe se acercó a la vida particular de las Mazahuas, es muy trascendente.


Primero porque se reconoce que en la sociedad indígena mexicana hubo cambios trascendentes, que han impactado toda su vida, en formas relacionales y en acciones atraídas, no imaginadas.

Ello ha impactó en sus familias, diversas, uni parentales y pluri parentales, con impactos en la colectividad. Según se pudo leer en los testimonios, las promotoras adquirieron un orgullo particular derivado de un ingreso propio; una mezcla de liderazgo tradicional occidental -como el de los caciques o líderes varones comunes- con un proceso de poderío femenino que como dijo claramente una de ellas, significa que al ir con las otras mujeres indígenas a promover los programas productivos, encuentra que ha podido “infundirles confianza”.

De sus experiencias podemos establecer algunos indicadores, poco sofisticados:Su vida se descompuso. Se han ubicado frente a una experiencia que las ha sacado de su antigua vida cotidiana. De su casa.

Las promotoras del POPMI, han tenido que recorrer laderas y caminos, encontrarse con sí mismas mientras, se vieron obligadas a transportarse o se enfrentaron sistemáticamente a un llano solitario.

Una segunda cuestión que las unificó es su encuentro colectivo con otras mujeres de su comunidad, para realizar cosas juntas, conocer y definir el programa productivo que mejor acomode a su realidad, y algo, fundamental, por genérico y transformador: hablar entre ellas, conocerse, compartir sus biografías y sus inquietudes.

El estudio de referencia probó que más allá de las costumbres y tradiciones, pueden verse las mujeres indígenas, así tratadas, impulsadas a tener una responsabilidad concreta, también permitió verse como espejos de múltiples reflejos, como personas íntegras. La tarea de hacer gestiones para la comunidad, las enfrentaron una y otra vez a sus familias, a sus maridos y a sus vecinos, a las autoridades y a sus socias. Es decir esta segunda cuestión les fió una nueva identidad. Ser promotora, es distinto a ser beneficiaria de una beca para sus hijos, como se hizo en el programa Oportunidades, donde ellas administran pero no tienen el poder de decisión, ni es un asunto claramente colectivo.

Ellas ahora se saben como parte de un colectivo. Su identidad ha sido trastocada en positivo. Se llama, como decíamos, empoderamiento y se construye su poderío, que no tiene que ver con la idea de poder tradicional. Y una tercera cuestión, que en la teoría de género es básica: las promotoras han podido identificar, así sea con sus propias palabras, la existencia de un malestar colectivo: la dominación y la violencia.

En palabras de Gabriela o de doña Jose, (dos indígenas) mirando hacia abajo, queriendo no rasgarse los ojos de lágrimas, han dicho que es injusta la violencia y que eso lo han aprendido, igual que en el reconocimiento de espejos, en los lugares donde están juntas: en la asamblea, en el taller y en sus encuentros diversos y variados del proceso productivo.

Un proceso semejante de crecimiento y educativo, se diría en género, es el operado durante el alzamiento Zapatista

Tal vez un rasgo común agregado a los tres que he mencionado, es que el ingreso económico que reciben -nunca suficiente- les ha infundido seguridad y esperanza, aunque las cosas no hayan cambiado de fondo, y aunque ese ingreso frecuentemente sea base de una economía por la que tienen que luchar a diario en otros frentes tradicionales como la elaboración de artesanías, la venta en los mercados tradicionales o en otras gestiones con las autoridades de su entorno.Se trata de enganches profundos que les han cambiado su vida particular, pero que también, según se lee en sus relatos, en sus historias, les ha dado una cosa central para que las mujeres puedan “empoderarse”

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La pobreza en las regiones agrestes donde se desarrollan y viven 18 promotoras rurales retratadas en el estudio, han sido, después de 35 años, impactadas por la globalización económica y el fenómeno de la migración. Los pueblos añejos, aislados, desarticulados han tocado el mundo de la modernidad.

Existen múltiples estudios de caso. No obstante ninguno de ellos ha tocado, a través de la narración de la experiencia, la sutileza del entorno donde esa experiencia se va desarrollando, de viva voz, no sobre su pueblo y su historia, la de las promotoras, sino la experiencia de vida desde su propia elaboración, como su lengua vehiculo de su pensamiento

Las experiencias narradas nos han dado un panorama, múltiple, desde distintas realidades geográficas, pero unidas por un proceso que es lento, pero que contribuye a la transformación humana. No resuelve la vida económica, ni crece la productividad o se instala una nueva productividad en los pueblos, pero se instaló ya en estas mujeres una nueva forma de vida que podrá dar muchos frutos en el futuro.

El Trabajo o la ResponsabilidadCada una de las 18 promotoras, con diferentes expresiones y explicaciones, ha podido definir qué les ha pasado desde dentro. Cómo han ido reelaborando un horizonte que parecía, en tiempos de la antropología de observación, distante. Hoy pueden sentarse a platicar frente al fogón y definir por sí mismas cómo es que han hecho lo que reconocen como un trabajo, como una obligación, como un desempeño que les significa así mismas y les significa a las otras, las de su entorno, sus compañeras, con vidas y procesos semejantes y diferentes.

Las visitadoras/escribanas, periodistas, consiguieron retratos elocuentes de esas experiencias. Se han fundido lenta y plenamente entre ellas, lo que muestra también un proceso de aprendizaje entre mujeres. Cuentan las entrevistadoras, oidoras de historias que conocer la zona, recorrerla y estar ahí, fue un factor fundamental para precisar los testimonios y dar una mirada rápida pero precisa de un cambio. Todo fue preguntas. No había una hipótesis definida. Se trataba en este recorrido de establecer algunas respuestas, sobre el implante del programa de Organización Productiva para Mujeres Indígenas. ¿Qué Podemos Concluir?


La política cúbica ubicada en el Programa de Organización Productiva para Mujeres Indígenas, les ha dado nuevos motivos de vida. Se trata de un proceso que tiene que ver más con una comunidad de prácticas y vivencias que exceden a las fronteras de la propia etnicidad y se remontan, más bien a la esfera de lo bio-social, a antiguas pertenencias orgánicas en las que vida y cultura (la invención de la vida) se entrelazan en intrincados y brumosos tejidos. Sin afirmar que hay éxito del programa, se analiza que se sitúa en una frontera concreta, más que en actos voluntariosos de aplicar un enfoque occidental de cambio y nueva educación.


Una dificultad añadida es si esta política puede ser permanente o si puede formar parte de un proceso de crecimiento institucional, en tiempos de grave crisis del campo -2 millones de hombres y mujeres han emigrado a los Estados Unidos en los últimos 5 años-, y de crisis alimentaria y ambiental. No se sabe si en los sitios de mayor marginalidad donde se desarrolló el PROPMI, podrá repetirse o mantenerse la esperanza y la vida.Testimonios y Experiencias de las Promotoras Rurales, también aporta elementos para estudios precisos, antropológicos, de género y sociológicos ulteriores:


Se podrán analizar las unidades familiares en que viven las mujeres indígenas en cuanto a su tamaño, ciclo de desarrollo y relaciones de parentesco a su interior, en procesos de cambio genérico.


Si la perspectiva de género en una experiencia concreta puede redefinir su trabajo domestico y productivo en función de las características de cada proceso productivo y los cambios dentro de sus familias, comunidades y entre ellas.


Se podrá distinguir, en el contexto parcial, o de comunidad, en qué unidad domótica (agricultura de subsistencia, para el mercado y/o capitalista) se encuentra inmersa cada una de las mujeres que participaron en el POPMI.


Los Testimonios y las Experiencias apenas nos dan una mirada muy rápida sobre la disponibilidad limitada que tienen como medios de producción, pero significan un retrato hablado, muy elocuente, de una estrategia de reproducción, de producción y sobrevivencia en dos planos: el de la vida comunitaria y el de la forma como se pueden transformar las relaciones de género.


Mientras tanto la indagación en el campo, desde otra mirada, fresca diríamos, de periodistas, logró un aporte sustantivo a los estudios de género y alteró los enfoques de corte biologicista que asumen una “naturalización” de la división de trabajo por sexo. También, los relatos, derriban la corta idea de que las mujeres no participan, y por tanto están condenadas a la marginalidad, el oprobio y la exclusión.

Por Sara Lovera
Periodista mexicana que participó en el levantamiento testimonial de esta experiencia productiva/educativa, en 2009.

Sí a la Diversidad Familiar!
The Blood of Fish, Published in