Uso del tiempo: La doble carga para las mujeres
La igualdad de género y la autonomía de las mujeres, definidas como uno de los ocho objetivos fundamentales de la Declaración de Desarrollo del Milenio de las Naciones Unidas (2000), son importantes no solo en forma intrínseca, sino también como vehículos para alcanzar los demás Objetivos de Desarrollo (OPS, 2005; Gómez, 2008).
El Grupo de Trabajo sobre Educación, Igualdad de Género y Autonomía (empoderamiento) de las Mujeres que forma parte del Proyecto de Desarrollo del Milenio de las Naciones Unidas, distingue que la igualdad de género y la autonomía de las mujeres es un objetivo que consta de tres dimensiones fundamentales: i) habilidades humanas, tales como la educación y la salud; ii) oportunidades para usar o aplicar estas habilidades, a través del acceso a recursos económicos y políticos, y iii) seguridad, en el sentido de reducción de vulnerabilidad frente a la violencia (UN Millennium Project, 2005). Aunque, como lo plantea Gómez (2008), si bien estas tres dimensiones están interrelacionadas, el cambio en una no garantiza el cambio en las otras. El logro de la igualdad de género requiere de acciones coordinadas en las tres dimensiones, y el “empoderamiento” o autodeterminación de las mujeres deviene de los cambios en todas estas dimensiones. En otras palabras, para el logro de su autonomía, las mujeres necesitan alcanzar igualdad, no solo en materia de habilidades y oportunidades, sino también de voluntad para hacer uso de ellas y ejercer sus derechos.
Por otro lado, en los planteamientos de la literatura reciente se resalta que el eje central de la desigualdad de género es la división por sexo del trabajo, el que históricamente ha asignado a los hombres el trabajo remunerado, y a las mujeres el no remunerado (Gómez, 2008; Pedrero, 2005; Aguirre et. al., 2005; Arriagada, 2004 y, en particular, OIT y PNUD, 2009). Esto hace que la oportunidad de realizar actividades remuneradas esté afectada por las labores que deben realizar los miembros del hogar que están adscritos a las tareas no remuneradas (que son fundamentalmente mujeres). Es por ello que el análisis de las desigualdades de género en el uso del tiempo representa un instrumento para la formulación de políticas públicas que incidan en las familias, y la conciliación entre el trabajo remunerado y no remunerado en el que están insertos tanto hombres como mujeres.
Así pues, aún cuando en ALC predominan los hogares en donde el hombre interpreta el papel de “proveedor de sustento” y las mujeres siguen siendo las “amas de casa”, las cifras muestran la importancia de la participación de las mujeres en el trabajo extradoméstico. Por ejemplo, en Chile, alrededor del 45% de las mujeres que viven en el ámbito urbano, y con edades de 15 años y más, están activas en el mercado laboral, en tanto que 62% de las mujeres en Perú participan en actividades remuneradas o están en la búsqueda de una (ver gráfico 1).
Informe Integro: Bajar
Fuente: Informe Regional sobre Desarrollo Humano para America Latina