Cinco Preguntas para Jean d’Cunha
El 11 de noviembre, cuando más de 140 Estados Miembros de la ONU se reúnan en el Foro Mundial sobre Migración y Desarrollo que se celebra anualmente, el género será un punto de discusión importante. En todo el mundo, las mujeres conforman actualmente la mitad de los 200 millones de personas que se estima son migrantes, y la mitad de quienes migran en pos de un trabajo mejor. Ellas hacen grandes contribuciones a las economías nacionales y sus propios hogares y pueden adquirir un nuevo sentido de independencia y autosuficiencia. Pero los problemas son innumerables también, incluyendo la trata de personas para fines sexuales y las violaciones contra las trabajadoras domésticas. Jean D’Cunha, la Asesora Global en Género y Migración de UNIFEM (parte de ONU Mujeres), explora los temas con Di NO.
¿Cómo es la migración de las mujeres hoy?
Son muchas más las mujeres que se trasladan por su cuenta como trabajadoras independientes, lo que muestra un cambio desde los primeros flujos cuando mayormente acompañaban a sus esposos. También son reclutadas para empleos "específicos para mujeres" sin protección y bajos salarios. Muchas mujeres terminan desempeñándose en el trabajo doméstico donde sufren abusos flagrantes.
Dicho esto, las mujeres migrantes también hacen importantes contribuciones al desarrollo social y económico. La información de Nepal sugiere que las remesas de las mujeres conforman aproximadamente el 23 por ciento del producto bruto interno, aunque a ellas se les paga salarios inferiores que a los varones y predominan en el sector informal. Las mujeres también contribuyen al país de destino con trabajo, destrezas y consumo.
¿Por qué las mujeres migrantes son vulnerables a la violencia?
Debido a la discriminación de género, así como a la marginación por motivos de clase, origen étnico y nacionalidad, que afectan a las mujeres en todas las etapas de la migración.
Las mujeres gozan de menos acceso a la información y capacitación sobre migración y sus oportunidades de conseguir trabajos legales y decentes son más limitadas. Muchas se desempeñan como trabajadoras domésticas, en puestos que habitualmente carecen de protección legal y social y que a menudo involucran acuerdos cama adentro en la casa del empleador. Esto resulta en un gran control sobre sus movimientos, la interacción social y la comunicación personal, también en la falta de privacidad y seguridad y en vulnerabilidad al abuso sexual.
Puesto que las mujeres carecen de un patrimonio y fondos para migrar, generalmente toman préstamos a tasas de usura con prestamistas o utilizan esquemas del tipo “vuele ahora, pague después”, con lo que quedan atrapadas en el trabajo esclavizante desde el inicio. Esto las lleva a sucumbir a las peores formas de maltrato.
Cuando las mujeres y las niñas son deportadas, pueden ser enviadas de regreso bajo la custodia de su familia, sin importar cuál sea la situación en el hogar. Muchas son obligadas a someterse a pruebas de detección del VIH. O pueden ser estigmatizadas por la familia y la comunidad cuando regresan antes de lo previsto, abusadas y sin ahorros. Los esposos pueden haber gastado o invertido las remesas a nombre propio y puede no haber garantía de que las esposas accedan a su patrimonio en caso de abandono o divorcio.
Existe un conjunto de países, incluso aquellos altamente desarrollados, que tratan al trabajo doméstico como categoría separada que no goza de las mismas protecciones legales que se aplican a otros empleos. Algunas leyes no satisfacen los principios mínimos para los derechos de las mujeres. ¿Por qué?
El trabajo doméstico y de cuidados que desempeñan las mujeres en el hogar mantiene en funcionamiento el motor de la sociedad. Pero no se lo cuenta como parte de la economía o no es considerado trabajo “verdadero”, porque es no remunerado, privatizado o se lo considera parte de la habilidad “natural” de las mujeres. Cuando es realizado en otro hogar a cambio de un salario, arrastra consigo el escaso valor del trabajo no remunerado de cuidados que efectúan las mujeres y por ello permanece fuera del alcance de la protección legal y social.
¿De qué manera el Foro Mundial sobre Migración y Desarrollo puede ayudar a mejorar la situación de las mujeres migrantes?
La agenda de género del foro ha evolucionado considerablemente. Este año, una de las mesas redondas del foro se enfoca en género, familia, migración y desarrollo e incluye temas como derechos laborales de las mujeres y servicios sensibles al género para la familia y la comunidad. Está la propuesta de establecer un grupo de trabajo sobre género específicamente para implementar medidas y programas de apoyo a las mujeres migrantes, que se basa la demanda creciente para abordar sus preocupaciones.
¿Qué se puede hacer en lo individual y en lo colectivo para lograr un mundo más seguro para las mujeres migrantes?
Podemos poner en cuestión nuestros propios prejuicios hacia las trabajadoras migrantes, tratar a nuestras propias empleadas domésticas con dignidad y respeto y apoyar campañas para obtener protecciones legales y sociales para las trabajadoras domésticas.
Los gobiernos y las defensoras de las mujeres que trabajan alrededor de diversos temas, incluyendo seguridad y derechos económicos, cambio climático, violencia contra las mujeres y migración de las mujeres, deben discutir de qué modo se vinculan estas cuestiones y cómo se pueden adoptar medidas colectivas sobre migración y mujeres. Un grupo más grande será capaz de hacer más en nombre de las trabajadoras migrantes.
Fuente: Unifem