La economía del cuidado y los flujos migratorios
El cuidado de las personas recayó históricamente en las mujeres y sigue siendo así aunque hoy muchas estén insertas en el mercado laboral. Ante la ausencia del Estado en la provisión de servicios, las mujeres seguimos delegando en congéneres tareas esenciales para la reproducción de la sociedad. Especialistas de todo el continente que acaban de participar en el Seminario Políticas de Cuidado, Género y Bienestar que se realizó en Buenos Aires, advierten que la organización social del cuidado está en crisis.
Un grupo de especialistas se reunió en Argentina para compartir datos en el marco del proyecto ‘La Economía Política y Social del Cuidado’, que vienen desarrollando UNFPA , UNICEF y el IDES Participaron en el Seminario Políticas de cuidado, género y bienestar, el 14 y 15 de octubre, que incluyó seis espacios de debates. La mesa Cadenas de cuidados convocó a Fernanda Wanderley de Bolivia, Line Bareiro de Paraguay y Rosalba Todaro de Chile, que informaron sobre el funcionamiento de las cadenas de cuidados en corredores migratorios de América Latina y el Cribe.
Fernanda Wanderley, investigadora de INSTRAW dijo que 'la organización social del cuidado está en crisis. Los Estados participan secundariamente de la provisión de bienes y servicio esenciales (educación, salud, jubilación, cuidados). En tanto sigue vigente el supuesto de que hay una mujer en el hogar para gestionar el cuidado. El sistema educativo tiene dos turnos de enseñanza porque supone que hay una persona disponible para hacerse cargo del niño durante el periodo en que no asiste a la institución escolar. Pero esto no se cumple porque la mujer se ha incorporado al mercado de trabajo'.
El tema de la insuficiencia de la provisión de cuidados por parte del Estado es común a los países de origen y destino, según la experta boliviana, y en ambos casos quienes tienen recursos compran estos servicios, y quienes carecen de ellos, lo resuelven a través de sus familias. 'En países como Bolivia, Ecuador, Perú, Paraguay y Costa Rica, las mujeres que acceden al mercado de trabajo en condiciones desventajosas y no tienen suficientes recursos para resolver la gestión de cuidados del hogar, delegan estas tareas principalmente a sus madres, pero también a sus hijos, que deben velar por sí mismos. Cuando quedan a cargo de una varón adulto, aparecen los problemas de abusos', describió Wanderley.
Una de las causas de la feminización de los flujos migratorios tiene que ver justamente con la necesidad de obtener mayores recursos para resolver la provisión y gestión de cuidados en los hogares de origen. Mientras, en países receptores como España, Chile, Argentina y Nicaragua, la conciliación del trabajo remunerado y no remunerado se resuelve a través del servicio doméstico que proporcionan las migrantes.
La investigadora boliviana alertó que esta mercantilización de la organización social del cuidado impacta negativamente en la valoración del cuidado como trabajo, y también en la igualdad de oportunidades: 'En los países de origen las mujeres que asumen la tarea de cuidar a un familiar, muchas veces reciben una remuneración mínima. En los países de destino estas tareas las realizan migrantes también en condiciones precarias. Estas situaciones invisibilizan las tareas de cuidado, así como las desigualdades de género, clase social, étnicas, culturales, intrapaíses y entre países'.
Wanderley confesó que 'es limitada la viabilidad de las políticas trasnacionales para enfrentar estos problemas, debido a las enromes diferencias entre los países. Creemos que todavía la pelea está en el ámbito nacional y los desafíos son muy grandes, ya que los Estados no incluyen la provisión de cuidados como un derecho social que deben garantizar'.
Paraguay y Argentina
La experta del Comité de la CEDAW Line Bareiro, describió la dinámica del cuidado en el corredor migratorio Paraguay y Argentina. 'La migración de mujeres paraguayas con hijos e hijas hacia la Argentina, implica necesariamente un acuerdo entre ellas y sus madres, quienes toman la responsabilidad de criar a sus nietos y nietas'.
'En Paraguay, la provisión de cuidados es una cuestión familiar, tiene una fuerte raigambre cultural, sobre todo el cuidado de los nietos por parte de las abuelas maternas. Pero ellas se encuentran sobrecargadas de tareas, puesto que también deben cuidar a las personas ancianas y los enfermos', dijo Bareiro, que confesó que el relato de esas mujeres la impresionó, ya que son mayores y también requieren de cuidados. 'Estas mujeres presionan para que sus hijas retornen y las liberen de criar a los nietos', detalló.
Comparado con otros flujos, por ejemplo Paraguay y España, donde la distancia es importante y la inmigración irregular predomina, la migración entre Paraguay y Argentina tiene carácter pendular: las migrantes van y vienen. En ese sentido la experta de la CEDAW precisó que 'las migrantes retornan principalmente para solucionar conflictos con las personas que cuidaban al momento de migrar'.
Las paraguayas migran para lograr mejores oportunidades laborales y proveer a sus familias, pero también porque quieren autonomía. La mayoría se instala en Buenos Aires y participa en el servicio doméstico remunerado. Muchas se embarazan. Algunas llevan al recién nacido a Paraguay y lo dejan al cuidado de la abuela materna, pero la mayoría decide criarlo, sin descuidar por ello la provisión para el hijo, hija que quedó en el hogar de origen. 'Ellas tienen fuertes expectativas en torno a la reunificación de la familia', afirmó Bareiro.
Los varones paraguayos delegan la crianza de niños y niñas en otras mujeres, aunque ejercen igualmente una supervisión de dicha crianza. Si hay hijos varones, éstos colaboran con la crianza de las y los sobrinos hasta que se emparejan. En cambio las hijas mujeres deben ayudar inclusive después de casadas.
En Paraguay existen preceptos constitucionales y leyes progresistas en torno a las familias, según Bareiro, pero no se cumplen. 'Desde 1997 se aprobaron planes para la igualdad de oportunidades, que incluyen por ejemplo la redistribución de las tareas de cuidados entre varones y mujeres, pero falta avanzar en su instrumentación', cerró la investigadora.
Perú y Chile
Rosalba Todaro, del Centro de Estudios de la Mujer se centró en las desigualdades que caracterizan al vínculo entre la organización social del cuidado y el corredor migratorio desde Perú hacia Chile. 'En ambos países el cuidado recae sobre las familias y está naturalizado que las mujeres sean las cuidadoras. Si no equilibramos la distribución de las tareas de cuidado entre los géneros, siempre existirá el traspaso de estas obligaciones de unas mujeres a otras', aseguró.
En Chile los servicios esenciales son deficitarios y las migrantes peruanas están ocupando ese vacío. 'Cuando las peruanas llegan a Chile, necesitan un trabajo con urgencia y una vivienda. Al mismo tiempo, estas migrantes son valoradas por las familias chilenas porque hablan bien y cocinan bien. Muchas eran maestras al momento de migrar o trabajaban en el sistema de educación inicial. Un 70 por ciento de estas migrantes trabaja en casas particulares', dijo la investigadora.
No obstante hay xenofobia. Todaro precisó que la discriminación contra estas migrantes tiene vinculación con las regulaciones migratorias. 'De acuerdo a la normativa migratoria, ellas deben trabajar al menos dos años con el mismo empleador para obtener la residencia definitiva y esta condición las vulnerabiliza, terminan aguantando cosas que las mujeres originarias no aguantarían', denunció.
Por Alejandra Waigandt
Fuente: Artemisa Noticias