Sobrevivir a la epopeya: de cómo afectan la estética y la ética imperantes a las vivencias del cáncer
El cáncer es un complejo de muchas enfermedades que siguen un proceso común (Guinot, 2004:24).
En términos absolutos, el cáncer es la primera causa de muerte en España, con 91.623 muertes en el año 2000 (57.382 en hombres y 34.241 en mujeres), lo que supuso el 25,6% de todas las defunciones. Por edad, sexo y causa, el cáncer es la causa de muerte más frecuente en mujeres en los grupos de edad entre 20 y 39 años y entre 40 y 79 años, siendo en hombres la causa más frecuente de muerte en los grupos de edad de entre 40 y 79 años. Para el conjunto de grupos de edad, el cáncer es la primera causa en hombres y la segunda en mujeres después de las enfermedades del corazón (Instituto de Salud Carlos III, 2005: 9).
Leyendo estas cifras no es de extrañar que conozcamos casos propios y ajenos, no es de extrañar que tengamos unas vivencias concretas, unas reservas al respecto, unas opiniones más o menos atravesadas por lo que sentimos, intuimos, tememos, esperamos o anhelamos. Cáncer, cáncer, cáncer,…Si lee la palabra cáncer, ¿qué es lo primero que acude a su mente?, probablemente las primeras imágenes sean de muerte, las segundas de dolor, sufrimiento y discapacidad, pero ¿y las terceras?...sin lugar a dudas, serán imágenes de carácter estético. Por lo cual, voy a dedicar este artículo al análisis de algunas de estas imágenes estéticas con relación a las mujeres, así como a la búsqueda del significado de ser mujeres con cáncer en nuestra sociedad.
El cabello, es lo mismo y no es lo mismo
El cabello está compuesto de queratina, es una prolongación de la piel con unas características determinadas localizada en la cabeza, pero un día esa prolongación se rompe de manera insospechada y aparece el “estigma”. La calva de las personas que padecen cáncer es como un faro que comunica a los y las demás que se padece una enfermedad mítica. Cierto es que no todas las personas que padecen cáncer pierden su cabello debido a las quimioterapias y/o radioterapias, pero hay una gran mayoría de personas que padecen cáncer que sí lo pierden.
Ante esta realidad se originan sensaciones personales atravesadas por el concepto de masculinidad y feminidad imperante, es decir, el cabello es una nota de identidad que tiene un peso mayor en las mujeres que en los hombres (con esto no quiero decir que no haya hombres que lo sientan igual, hablo de las conclusiones extraídas de mis conversaciones informales con quienes lo han padecido), basta con visionar un rato la televisión con sus correspondientes anuncios protagonizados básicamente por mujeres, para darnos cuenta de la importancia de tener un cabello sedoso, voluminoso, luminoso, agraciado y un millón de adjetivos más. Esto parece anecdótico ante una enfermedad como el cáncer, pero en cambio no lo es, de hecho hay mujeres que llegan a plantearse no someterse a un tratamiento concreto o eligen uno menos efectivo por el simple hecho de no perder el cabello
En términos absolutos, el cáncer es la primera causa de muerte en España, con 91.623 muertes en el año 2000 (57.382 en hombres y 34.241 en mujeres), lo que supuso el 25,6% de todas las defunciones. Por edad, sexo y causa, el cáncer es la causa de muerte más frecuente en mujeres en los grupos de edad entre 20 y 39 años y entre 40 y 79 años, siendo en hombres la causa más frecuente de muerte en los grupos de edad de entre 40 y 79 años. Para el conjunto de grupos de edad, el cáncer es la primera causa en hombres y la segunda en mujeres después de las enfermedades del corazón (Instituto de Salud Carlos III, 2005: 9).
Leyendo estas cifras no es de extrañar que conozcamos casos propios y ajenos, no es de extrañar que tengamos unas vivencias concretas, unas reservas al respecto, unas opiniones más o menos atravesadas por lo que sentimos, intuimos, tememos, esperamos o anhelamos. Cáncer, cáncer, cáncer,…Si lee la palabra cáncer, ¿qué es lo primero que acude a su mente?, probablemente las primeras imágenes sean de muerte, las segundas de dolor, sufrimiento y discapacidad, pero ¿y las terceras?...sin lugar a dudas, serán imágenes de carácter estético. Por lo cual, voy a dedicar este artículo al análisis de algunas de estas imágenes estéticas con relación a las mujeres, así como a la búsqueda del significado de ser mujeres con cáncer en nuestra sociedad.
El cabello, es lo mismo y no es lo mismo
El cabello está compuesto de queratina, es una prolongación de la piel con unas características determinadas localizada en la cabeza, pero un día esa prolongación se rompe de manera insospechada y aparece el “estigma”. La calva de las personas que padecen cáncer es como un faro que comunica a los y las demás que se padece una enfermedad mítica. Cierto es que no todas las personas que padecen cáncer pierden su cabello debido a las quimioterapias y/o radioterapias, pero hay una gran mayoría de personas que padecen cáncer que sí lo pierden.
Ante esta realidad se originan sensaciones personales atravesadas por el concepto de masculinidad y feminidad imperante, es decir, el cabello es una nota de identidad que tiene un peso mayor en las mujeres que en los hombres (con esto no quiero decir que no haya hombres que lo sientan igual, hablo de las conclusiones extraídas de mis conversaciones informales con quienes lo han padecido), basta con visionar un rato la televisión con sus correspondientes anuncios protagonizados básicamente por mujeres, para darnos cuenta de la importancia de tener un cabello sedoso, voluminoso, luminoso, agraciado y un millón de adjetivos más. Esto parece anecdótico ante una enfermedad como el cáncer, pero en cambio no lo es, de hecho hay mujeres que llegan a plantearse no someterse a un tratamiento concreto o eligen uno menos efectivo por el simple hecho de no perder el cabello
Por Ma Ángeles Bustamante
Doctoranda en Estudios de Género por la Universitat de València,
Master Oficial de Género y Políticas de Igualdad por la Universitat de València ,
Postgrado de Especialidad en Mainstreaming de Género, por la Universitat Jaume I y Experta Universitaria Agentes de Igualdad de Oportunidades para las Mujeres: Acciones positivas en el marco de la Cooperación, por la U.N.E.D. Así como la fundadora, coordinadora y administradora de LRM Comunidad de Conocimiento desde la Perspectiva de Género.
Doctoranda en Estudios de Género por la Universitat de València,
Master Oficial de Género y Políticas de Igualdad por la Universitat de València ,
Postgrado de Especialidad en Mainstreaming de Género, por la Universitat Jaume I y Experta Universitaria Agentes de Igualdad de Oportunidades para las Mujeres: Acciones positivas en el marco de la Cooperación, por la U.N.E.D. Así como la fundadora, coordinadora y administradora de LRM Comunidad de Conocimiento desde la Perspectiva de Género.