Las Trampas De Los Microcréditos: Experiencias De Las Mujeres Dalit En La India
A menudo se piensa que las microfinanzas tienen un potencial significativo para aliviar la pobreza. Sin embargo, pese a algunas historias de éxito, los arreglos de microcréditos con prestamistas inescrupulosos frecuentemente contribuyen a empeorar situaciones malas pues sumen aun más a las mujeres en la pobreza y desesperación. Muchas mujeres dalit han sufrido las desventajas del microcrédito, la forma más común de las microfinanzas. Las personas dalit en el sur de Asia son un grupo desfavorecido.[1] Históricamente han enfrentado discriminación por considerárseles de casta baja. Vistas como ‘intocables’, han desempeñado tareas ‘sucias’: labraban el cuero, limpiaban cloacas, desechaban cadáveres de animales, barrían las calles y realizaban otros trabajos que se veían como ‘contaminados’. Hoy día, las personas dalit a menudo siguen siendo consideradas parias y su estatus de ‘impuras’ se deriva ya sea de su ocupación real o de su ascendencia. Discriminación contra las personas dalit La Constitución de la India procura proteger a las personas dalit contra la discriminación y prescribe medidas para mejorar su condición social y económica. Sin embargo, las disposiciones constitucionales pertinentes conciben a estas personas como hindúes, lo cual significa que quienes no son hindúes sufren aun más desventajas de las que su condición de parias implica. A pesar de la protección legal, persisten tabúes sociales que perpetúan la discriminación contra las personas dalit, en particular las que todavía viven en áreas rurales. Enfrentan exclusión social e incluso son amenazadas con abuso físico por no brindar servicios considerados de su dominio. Son discriminadas en múltiples formas que a su vez tienen mayores implicancias para su bienestar. En lugares donde no hay agua por cañería, su acceso a los pozos es limitado. Comúnmente se les prohíbe comer junto a otras personas, beben de vasos separados en los salones de té de las aldeas y comen con cubiertos y en platos diferentes en restaurantes que tienen arreglos discriminatorios para la disposición de los asientos. La situación de las mujeres dalit La mayoría de las mujeres dalit sufre triple opresión “por ser dalit, mujeres y pobres”.[2] Además de que su casta y sexo convergen para desfavorecerlas, es probable que ellas también sean pobres y tengan poca o ninguna educación formal. Alrededor del 76 por ciento[3] de las mujeres dalit no pueden leer ni escribir, una elevada tasa de analfabetismo que tiene tremendas repercusiones negativas para el progreso de sus comunidades. La condición social y económica de las mujeres dalit les impide tomar decisiones que mejorarían su situación. Con el incremento de la mecanización de los procesos agrícolas, junto a un énfasis en la siembra de cultivos económicos a expensas de los cultivos alimenticios, a ellas se les ha privado de empleos. Es más, las áreas de recursos comunales en las aldeas, donde las mujeres solían conseguir pescados y cosechar vegetales, han sido convertidas para la producción de cultivos económicos comerciales. Las mujeres dalit son vulnerables a violencia sexual, incluyendo violación por varios hombres,[4] y enfrentan numerosos obstáculos al buscar compensación por las injusticias cometidas contra ellas. Según el sistema devadasi, las niñas dalit son frecuentemente dedicadas a una deidad o templo, una práctica que viola múltiples derechos, incluyendo sus derechos sexuales y reproductivos. Las duras condiciones económicas han obligado a hombres dalit a migrar hacia pueblos y ciudades, dejando atrás hogares liderados por mujeres. Las condiciones sociales y económicas significan que ellas y sus hijas e hijos se empobrecen aun más. La promesa del microcrédito El término microfinanzas se refiere a servicios financieros disponibles a personas en situación de pobreza y abarca créditos, transferencias de fondos, seguro y ahorros. La forma más común de las microfinanzas es el microcrédito. En 2006, el Dr. Muhammad Yunus, economista bangladesí y fundador del Banco Grameen, una institución de microfinanzas, recibió el Premio Nobel de la Paz por su trabajo pionero de poner financiamiento a disposición de las personas pobres en Bangladés. La filosofía de Yunus es que los préstamos muy pequeños pueden marcar una enorme diferencia en las vidas de estas personas y que el apoyo del empresariado es clave para la erradicación de la pobreza. Por lo general, los bancos son reacios a proporcionar préstamos pequeños a la gente, no sólo porque es improbable que sus reembolsos sean altos, sino también porque las personas pobres a menudo no poseen propiedades con las cuales garantizar esos préstamos. El microcrédito brinda capital a muchas personas pobres que, de lo contrario, no podrían acceder al modesto capital semilla que necesitan para iniciar negocios a pequeña escala. Sólo en la India, según un reportaje de Noticias de la BBC,[5] 30 millones de personas han obtenido microcréditos desde que este concepto fue establecido. Las microfinanzas han sido consideradas una solución óptima para brindar capital a mujeres pobres que de otra manera no podrían acceder a los créditos. En su mayoría, la clientela del Banco Grameen son mujeres y Yunus ha dicho que a menudo las mujeres pobres son las administradoras más eficientes de recursos escasos.[6] Ellas enfrentan numerosos retos en su acceso a créditos de instituciones financieras tradicionales. Con frecuencia no tienen tierra que ofrecer como garantía para los préstamos, ni fianzas con las cuales garantizar el reembolso. Las instituciones de microfinanzas no exigen las condiciones onerosas que los bancos regulares imponen a sus receptores de créditos. En muchos casos, todo lo que requieren es que las mujeres formen grupos de autogestión cuyas integrantes se constituyan en garantía para las demás. El éxito del sistema de microfinanzas se basa en la observación de que las personas pobres raras veces dejan de efectuar los pagos y que si alguna no paga sus socias del grupo de autogestión conseguirán el dinero para su colega. Las mujeres suelen usar los microcréditos para comprar máquinas de coser, iniciar ventas de comida o adquirir animales cuyos productos puedan venderse con ganancias; muchas también los han utilizado para cubrir necesidades financieras inmediatas tales como las cuotas escolares.[7] Los microcréditos no siempre benefician a las mujeres El microcrédito consiste de pequeñas cantidades de dinero prestadas a una persona. A menudo, las mujeres reciben préstamos pequeños por una sola vez que alivian alguna necesidad inicial pero no las ayudan a crecer más allá de un negocio a pequeña escala. Esto significa que las beneficiarias no necesariamente ven una mejora en su condición financiera a largo plazo. Aunque sin duda alguna las microfinanzas han beneficiado a numerosas mujeres, muchas otras se han visto afectadas de manera adversa. Según el reportaje de Noticias de la BBC ya mencionado, en una comunidad rural del estado de Andhra Pradesh en la India hubo una ola de suicidios vinculados a que las personas receptoras de microcréditos no pudieron pagar estas deudas. Se dice que, como resultado de ello, el gobierno estatal ha tomado medidas enérgicas contra las operaciones de prestamistas explotadores.[8] Varias de las personas que se suicidaron eran mujeres dalit. Según Fatima Burnad, del Foro de Mujeres de Tamil Nadu, originalmente el microcrédito fue dominio del gobierno y organizaciones sin fines de lucro. El gobierno indio alentó a las mujeres a que formaran grupos para ahorrar y obtener crédito de su esquema de micropréstamos, la Corporación para el Desarrollo de las Mujeres.[9] Estos tipos de esquemas incentivaron el ahorro y ofrecían tasas de interés y condiciones de pago razonables. Los modelos gubernamentales y los basados en ONG no tenían fines de lucro. Sin embargo, estas oportunidades han sido opacadas por el aumento de prestamistas explotadores que buscan ganancias y sólo dan créditos: no ofrecen seguros, ahorros, transferencias de dinero, inversión ni otras opciones. Aceptan la garantía de los grupos de mujeres pero les imponen tasas de interés exorbitantes. Los grupos de mujeres que los prestamistas insisten en que deben formarse no tienen un beneficio real para ellas, afirma Burnad. Son primordialmente un mecanismo para asegurar que la institución de microcréditos pueda exigirles pago a varias otras personas, en caso de que la principal deudora no efectuara su abono al préstamo. Estas entidades de microfinanzas son instituciones no bancarias. Están registradas por el gobierno, pero no existe un marco regulatorio apropiado que rija sus operaciones. “No están reguladas ni son monitorizadas”, dice Burnad. Ella agrega que hay pocos canales a través de los cuales las mujeres puedan expresar sus preocupaciones, ya que esas instituciones a menudo corrompen a la policía para poder actuar con impunidad. Burnad afirma que cuando casos de explotación son denunciados ante las autoridades, es común que a las víctimas se les cuestione acerca de por qué pidieron dinero prestado para empezar. Las mujeres dalit suelen quedar atrapadas en un ciclo de deuda como consecuencia de haberse involucrado con instituciones de microfinanzas. Éstas exigen pagos semanales e imponen otras fuertes condiciones de las cuales las mujeres no son conscientes antes de solicitar los micropréstamos. Es más, ellas no reciben una sólida asesoría financiera al entrar en acuerdos de préstamo con las instituciones. A criterio de Burnad, las mujeres deberían poder acceder a créditos del gobierno estatal sin ninguna tasa de interés para iniciar negocios. Ella quisiera que los microcréditos estatales estuvieran disponibles a mujeres individuales sin el requisito de que sean parte de un grupo de mujeres. “Usualmente, la membrecía en estos tipos de grupos de mujeres no beneficia a las integrantes del grupo”, señala Burnad. “La formación de grupos simplemente facilita que las instituciones de microfinanzas recuperen la deuda, ya que si una integrante del grupo no abona un pago las demás deben efectuarlo”. Las organizaciones de mujeres dalit están abogando activamente por la regulación del sector de microfinanzas. Burnad dice que en algunas localidades de la India las mujeres han ahuyentado de sus aldeas a las instituciones de microcréditos debido a los riesgos que otras mujeres en todo el país han enfrentado luego de haberse involucrado con dichas entidades. Burnad dice que el Foro de Mujeres de Tamil Nadu, el Movimiento de Mujeres Dalit[10] de Tamil Nadu y la Asociación de Mujeres Democráticas de Toda la India realizaron audiencias públicas para discutir la conducta de las instituciones de microfinanzas a raíz del suicidio de una mujer dalit en el pueblo de Vellore en Tamil Nadu. Solicitaron que las autoridades gubernamentales actuaran y exigieron compensación para la familia de la mujer. Cinco miembros de instituciones de microcréditos en el distrito fueron arrestados. Según Burnad, sin embargo, el gobierno no toma con gran seriedad la regulación del sector de las microfinanzas. Dice que hay mucho por hacer en los meses y años venideros. El colectivo de organizaciones defensoras de los derechos de las mujeres que han sido parte de estas acciones de gestoría y defensa presentará un caso de litigio de interés público contra el gobierno de la India. También luchará por obtener compensación para las familias de personas que se suicidaron como consecuencia de las exorbitantes condiciones impuestas por las instituciones de microfinanzas. Notas: Fuente: Notas de los Viernes de AWID, 25 de marzo de 2011. Traducción del inglés: Laura E. Asturias. Título original: ‘Microcredit Pitfalls: The Experience of dalit Women in India’.