Los Efectos De La Crisis Económica Mundial Y El Ajuste Estructural Para Las Mujeres Y Las Relaciones De Género En Grecia: Primera Ola
Desempleo creciente, pensiones menguantes, impuestos en aumento, violencia doméstica y un posible retorno a los “valores tradicionales” fueron sólo algunos de los retos que las mujeres enfrentaron durante la primera ola de crisis económica y ajuste estructural en Grecia.
En 2009, AWID encargó una investigación sobre el impacto de la crisis financiera mundial sobre los derechos de las mujeres. Uno de los países cubiertos a profundidad en el estudio fue Grecia, la primera nación europea que en 2010 enfrentó la posibilidad de incumplir el pago de sus deudas extranjeras. Lois Woestman, investigadora feminista de Estados Unidos y Grecia, dirigió el estudio, que ha sido publicado por AWID en un documento sinóptico (en inglés) denominado “La crisis económica mundial y las relaciones de género: El caso griego”. En esta edición de Notas de los Viernes se resume el análisis presentado en el documento.
Woestman explica que, debido a una combinación de dinámicas nacionales e internacionales, las crisis económica y financiera que se habían estado gestando por algún tiempo en Grecia llegaron a su punto máximo a finales de 2009. Internamente, por falta de estrategias económicas coherentes, su sector productivo no había sido fuerte—y estaba debilitándose como resultado de la crisis económica mundial. Esta situación se había visto exacerbada por malos manejos del sector público. Los sobornos eran comunes y el gobierno estaba muy endeudado. Según estimaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI), a finales de 2009 la deuda pública del país fue de aproximadamente el 6 por ciento de su producto interno bruto (PIB), muy por encima del tope del 3 por ciento de la Unión Europea (UE) para miembros de la Zona Euro. Gobiernos sucesivos habían cubierto esas crecientes crisis económicas y fiscales emitiendo datos falsificados.
Cuando el Movimiento Socialista Panhelénico (PASOK) llegó al poder a finales de 2009, publicó estadísticas veraces y al hacerlo—como Woestman plantea—dio lugar a un efecto dominó. Las puntuaciones crediticias de Grecia se desplomaron y especuladores financieros incrementaron el precio de la deuda griega, exigiendo un mayor pago por lo que se vendía como inversión riesgosa. El gobierno griego tuvo que pagar más para obtener préstamos, incrementando aun más la montaña de deuda.
Imposición de medidas de ajuste estructural
Poco tiempo después, la UE y el FMI intervinieron con un “paquete de rescate” de ajuste estructural, presionando a Grecia para que desmantelara el sistema de bienestar social mediante la aplicación de duras medidas de austeridad. Durante varios años, sucesivos gobiernos griegos—conservadores y liberales—se habían resistido a implementar medidas de ajuste estructural debido a sus compromisos filosóficos con el Estado de bienestar y al hecho de que, si lo desmantelaban, se arriesgarían a perder el poder a la hora del voto. Prometiendo inyectarle dinero a la economía, incrementar el gasto social a fin de mitigar los efectos de la crisis para los grupos de menores ingresos, adoptar medidas enérgicas contra evasores de impuestos y aumentar la transparencia gubernamental, en octubre de 2009 PASOK ganó las elecciones por mayoría arrolladora. Sin embargo, a principios de 2010 el gobierno de PASOK cambió de rumbo, aceptó el programa de ajuste estructural de la UE y el FMI y empezó a introducir fuertes medidas de austeridad
Impacto sobre las mujeres griegas y las relaciones de género
La primera ola de la crisis económica y fiscal en Grecia y el programa de ajuste estructural establecido por el gobierno para afrontarla pusieron en marcha procesos que incrementaron las desigualdades de clase, el malestar social, las desigualdades de género y la crisis en la “economía del cuidado” no remunerado.
El desempleo comenzó a aumentar, con tasas que para las mujeres eran el doble de las tasas entre hombres.[1] Pese a esto, los hombres se estaban beneficiando en forma desproporcionada de las medidas gubernamentales de apoyo para el desempleo dirigidas primordialmente a sectores con predominio masculino y no a otras donde las mujeres eran mayoría.
Como resultado de la crisis, las tasas de empleo a medio tiempo estaban incrementándose en un 25 por ciento entre hombres y casi en 20 por ciento para las mujeres. Aunque éste era un aumento significativo en el número de hombres empleados sólo a media jornada, las mujeres constituían tres cuartas partes de trabajadores a medio tiempo y típicamente tenían bajos salarios[2] y beneficios sociales limitados. La congelación de las contrataciones en el sector público, incluso en las áreas de salud y educación donde las mujeres predominaban, redujo la contratación de mujeres, lo cual significó que una mayor cantidad de ellas quedara sin protección social adecuada, tales como los beneficios por maternidad.
Hubo recortes de salarios tanto en el sector público como en el privado. Las brechas salariales entre mujeres y hombres existían en ambos sectores, siendo un 20 por ciento más altas en el sector privado. Estas brechas significaron que los recortes de salarios afectaran aun más a las mujeres, conduciendo a que una mayor cantidad de ellas se empobreciera.
Debido a brechas de género en los ingresos y a los años que muchas mujeres dejan el trabajo remunerado para cuidar a dependientes, las mujeres griegas ya recibían pensiones más bajas que los hombres. Hasta un reciente cambio de política en el sector público que elevó la edad de jubilación a 65 años para ambos sexos, las mujeres podían optar por retirarse hasta 15 años antes a fin de criar a sus hijas e hijos. En general, las mujeres en Grecia viven más que los hombres. Como resultado, muchas personas pensionistas—especialmente mujeres—tendrán que buscar un empleo para complementar sus magros beneficios de jubilación.
Algunas personas vieron el aumento de la edad de jubilación como una medida para fomentar la igualdad de género. Otras opinaron que era impráctica e injusta hasta que se establecieran centros para reducir las cargas de trabajo de cuidado de dependientes no remunerado de las mujeres, que estaban aumentando debido a los recortes del gasto gubernamental en salud y educación.
A medida que los ingresos disminuyeron, los impuestos aumentaron. Los impuestos al valor agregado ya se han incrementado dos veces. Estos impuestos generales afectan sobremanera a la gente más pobre, ya que reducen desproporcionadamente su ya limitado poder adquisitivo. En suma, debido a un enfoque parcial en la austeridad pero a falta de un plan de crecimiento establecido, la economía griega ha entrado en una seria recesión sin perspectivas de recuperación a la vista.
Como resultado de ello, la pobreza está aumentando. Previo a la crisis económica, en Grecia ya había niveles de pobreza más altos que en otros países de la Zona Euro. En 2007, al 21 por ciento de las mujeres y al 18 por ciento de los hombres se les clasificó como pobres. Ahora, muchas personas de ingresos medios están entrando a la categoría de “nuevas pobres”.
La crisis económica ha incrementado la violencia doméstica. Hombres que sienten su masculinidad amenazada por el desempleo se han vuelto cada vez más abusivos verbal y físicamente hacia las mujeres con quienes viven. Asimismo, niñas y niños están sufriendo algunas de las secuelas de la angustia que sus padres y madres sienten.
Las sombrías perspectivas profesionales para la gente joven[3] también podrían propiciar un retorno a los “valores familiares” tradicionales. Woestman cita a una psicóloga y analista griega que dice: “Si las mujeres jóvenes en particular sienten que cuentan con pocas probabilidades de tener una carrera significativa, tal vez decidan renunciar por completo a ésta y centrarse en las cosas que tienen más significado y valor, lo cual en el contexto griego podría significar enfocarse exclusivamente en un rol de madre y ama de casa”.
Alternativas propuestas
En protestas públicas, personas manifestantes griegas han exigido procesar judicialmente a políticos corruptos y aplicar más impuestos a la gente rica, principal evasora de impuestos. También ha habido propuestas para vender los activos del Estado y las privatizaciones ya iniciaron. Pero la mayoría de la población griega se opone a esto porque, como ha ocurrido en naciones donde se han introducido programas similares, los compradores extranjeros sacarán del país las ganancias. Además, ven esto como una grave pérdida de soberanía nacional.
El Primer Ministro griego, Georgios Papandreou, ha propuesto introducir medidas económicas globales de gobernanza para “corregir muchos de los excesos de la globalización”, tales como la falta de una regulación adecuada de las transacciones derivadas. Dichas medidas podrían incluir la introducción de un impuesto a las transacciones financieras.
transform!, una red europea para pensamiento alternativo y diálogo político, ha propuesto revisar todo el “proyecto europeo” que, a su criterio, se ha vuelto neoliberal. La red Mujeres en el Desarrollo Europa (WIDE) propone repensar cómo se definen los componentes de “la economía”. Según WIDE, “la economía debería centrarse en propiciar actividades que conserven la vida—humana y ambiental—, brindando así la base para la reelaboración radical de los modelos de desarrollo hacia un sistema económico más humano y sostenible para el medio ambiente”.
Woestman observa que durante los primeros días de crisis y ajuste estructural había pocas alternativas específicamente feministas propuestas por feministas griegas. El movimiento feminista en Grecia es pequeño y tradicionalmente se ha ubicado dentro de la política partidista y sindicalista. Las feministas en los sindicatos han tenido más recursos y espacio para organizarse que aquéllas que están fuera de la estructura, pero su organización se ha dado dentro de los confines de la política sindicalista, lo que significa que a menudo los asuntos de género han sido tratados como secundarios. Woestman entrevistó a una feminista griega, quien dijo que pese al aumento en la tasa de desempleo femenino, en vista de que los hombres también están perdiendo empleos muchas mujeres no consideran que en estos momentos sea estratégico resaltar “asuntos de las mujeres”.
Sin embargo, como Woestman señala, dado que la política partidista tradicional parece haber decepcionado a la gran mayoría de la población griega, esto ha abierto oportunidades para un movimiento feminista independiente más fuerte y refrendado la urgencia de su acción en muchos frentes.
Uno de esos asuntos urgentes es el cuidado de dependientes. El gobierno griego debería incrementar, no recortar, los servicios para cuidado de dependientes, sobre todo debido a los cambios en las edades para jubilación, que ya no permiten a las mujeres mayores desempeñar este trabajo no remunerado. El gobierno ya tiene el plan de usar fondos de la UE para subsidiar centros privados de cuidado diario, pero sindicalistas feministas han enfatizado que sería mejor utilizar los fondos para crear nuevos centros públicos. El trabajo de cuidados de dependientes también debería ser reconocido en el sistema de pensiones, de modo que las mujeres que toman años de sus empleos remunerados para cuidar a dependientes no enfrenten desventajas a la hora de jubilarse. Esto ayudaría a revertir la tendencia a que la crisis fiscal pase del Estado a los hogares—y particularmente a las mujeres.
Feministas y otras personas también plantean que se pueden hacer recortes en otras áreas, en vez de reducir el gasto social. Debido a tensiones perdurables con Turquía, en comparación con otros países de la UE, Grecia invierte una cantidad desproporcionada de su PIB en gasto militar. Feministas griegas y otros actores consideran que esa inversión debería reducirse a favor del gasto social. El gobierno griego le ha propuesto a Turquía que ambos gobiernos reduzcan el gasto militar en un 25 por ciento, pero aún no ha obtenido una respuesta .
La falta de datos desglosados por sexo—como también de evaluaciones de impacto de género y presupuestación sensible al género—dificulta llevar a cabo un análisis integral de las alternativas propuestas y hacer recomendaciones a favor de la equidad de género. Es necesario que las feministas griegas exijan una mejor recolección de datos por parte de los gobiernos central y locales, además de que se usen estos datos para orientar la presupuestación y las evaluaciones de impacto.
Grecia tiene una Secretaría General para la Igualdad y un Centro para la Igualdad de Género. Estas organizaciones solían promover activamente la igualdad de género, pero fueron debilitadas y reducidas por el gobierno conservador previo. Las feministas necesitan hacer campañas para que se destine un mayor financiamiento a ambos órganos y éstos sean más independientes.
Fuente: Notas de los Viernes de AWID, 15 de abril de 2011. Traducción del inglés: Laura E. Asturias. Título original: ‘The Effects of the Global Economic Crisis and Structural Adjustment on Women and Gender Relations in Greece: First Wave’.
Notas:
- Ver: Unión General de Trabajadores, ‘El empleo y desempleo de las mujeres: Cifras que reflejan la situación actual’. Madrid: UGT, 8 de marzo de 2009. Ver también: tasas de desempleo de mujeres y hombres en Grecia.
- Ver Cuadro 4, “Diferentes razones por las que las mujeres son más vulnerables a los bajos salarios” (pág. 54) en: Organización Internacional del Trabajo, Informe Mundial Sobre Salarios 2010/2011. Políticas salariales en tiempos de crisis. Santiago de Chile: OIT, 2010.
- La tasa actual de desempleo juvenil en Grecia es de 29.5 por ciento. Ver también: Oficina Internacional del Trabajo, Tendencias mundiales del empleo juvenil, edición especial sobre las repercusiones de la crisis económica mundial en los jóvenes. Ginebra: OIT, agosto de 2010.