Violaciones sexuales pueden ser arma arrojadiza en Libia
El ejemplo de Iman al Obeidi, la libia que denunció ante la prensa internacional presuntos abusos sexuales cometidos por fuerzas del régimen de Muammar Gadafi, desató alarmas sobre la posibilidad de que la violencia sexual esté siendo usada como arma de guerra.
Esto podría estar ocurriendo tanto en el oeste de Libia, que las tropas gubernamentales mantienen bajo control, como en el territorio oriental en manos de la oposición rebelde, donde se sitúa el principal frente de batalla.
El 15 de febrero comenzaron en varias ciudades manifestaciones contra el régimen de Gadafi, en el poder desde hace casi 42 años. Ante la respuesta represiva de las autoridades, la situación evolucionó a un enfrentamiento armado entre los rebeldes y las fuerzas de seguridad.
La situación en el oeste es especialmente preocupante, ya que hay denuncias de que el régimen de Gadafi estaría silenciando a toda voz disidente.
La organización internacional Human Rights Watch (HRW) documentó una serie de casos de violencia sexual en Trípoli y sus alrededores, como el de una mujer presuntamente violada por agentes del gobierno que irrumpieron en la casa donde ésta trabajaba como empleada doméstica.
Otro fue el de Al Obeidi, quien ingresó el 26 de marzo a un hotel de Trípoli, donde se alojan periodistas extranjeros, y denunció ante ellos que 15 hombres, supuestamente agentes del gobierno, la retuvieron durante varios días y la violaron, precisamente en la capital del país.
"El caso de Obeidi ha demostrado lo que siempre hemos sospechado", dijo a IPS Salwa Bugaighis, una representante del Consejo Nacional Transitorio, que se ha erigido como el nuevo gobierno revolucionario con sede en esta nororiental ciudad de Bengasi.
Los que abusaron de ella, después de haberla detenido en un puesto de control en Trípoli, "sabían que le harían mucho daño, porque esta cuestión es muy sensible en nuestra cultura y nuestra religión", explicó Bugaighis.
Ella se refería a las normas que rigen en las sociedades árabes y musulmanas, en las que una mujer violada pierde su honor y suele ser rechazada por su familia y marginada por la sociedad.
Por eso la violencia sexual es un arma todavía más potente en esta guerra, también a nivel propagandístico.
Después de que las tropas gubernamentales lanzaron su contraofensiva sobre el este de Libia y llegaron a las puertas de Bengasi, empezaron a circularon rumores de que las tropas de Gadafi venían con viagra y preservativos en los bolsillos, dispuestos a abusar de las mujeres en las zonas liberadas.
"No es algo nuevo: los hombres del régimen siempre han podido apropiarse de las mujeres que deseaban", dijo Bugaighis.
Sin embargo, Amnistía Internacional asegura que por el momento no ha encontrado casos de violaciones en el este de Libia a manos de las tropas de Gadafi, que a mediados de marzo recuperaron el control de las localidades que se encuentran entre Ras Lanuf y Ajdabiya, sobre el mar Mediterráneo, donde se concentraron desde el principio los combates entre los dos bandos.
"Afortunadamente", según Peter Bouckaert, director de emergencias de HRW, las tropas de Gadafi no pudieron entrar en contacto con gran número de civiles cuando lanzaron su contraataque ya que esa zona reconquistada es desértica y las pocas localidades que se encuentran en ese tramo de unos 200 kilómetros son básicamente puertos petrolíferos.
La situación más peligrosa para los civiles se dio en Ajdabiya, una población de más de 100.000 habitantes que estuvo asediada unas dos semanas por los tanques del gobierno, que bombardearon con artillería pesada el centro urbano y penetraron en él.
La investigadora de Amnistía Internacional, Donatella Rovera, dijo a IPS haber recogido acusaciones de abusos sexuales en ese contexto, pero ninguna pudo ser comprobada.
También en esa ocasión, la mayor parte de las mujeres habían abandonado la ciudad huyendo de los combates.
Aun así, algunas familias permanecieron en Ajdabiya o quedaron atrapadas en los combates, como la de Fátima Abdelsalam, sorprendida por disparos de francotiradores cuando salía de casa a comprar con unos primos.
Los francotiradores apuntaban desde los tejados y ella y los familiares que la acompañaban tuvieron suerte porque no fueron alcanzados por los proyectiles, según relató. Ahora se encuentra ingresada en la unidad psiquiátrica del hospital Hawary de Bengasi, y teme que los hombres del coronel vengan por ella y le corten las manos.
Abdelsalam y otras dos mujeres que llegaron traumatizadas al hospital Hawary representan a las víctimas indirectas de esta guerra, que no es sólo aquello que tiene lugar en el campo de batalla.
La situación humanitaria en Libia, incluyendo los crímenes como violaciones sexuales, será estudiada desde este domingo 10 por una comisión internacional de investigación creada por el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.
La comisión invertirá el resto del mes de abril investigando esas denuncias, para lo cual viajará a Libia, Egipto y Túnez, y presentará su informe final al Consejo el 17 de junio.
Sus integrantes aseguraron a la prensa en Ginebra que su mandato les permite investigar toda violación a los derechos humanos fundamentales de todas las partes en conflicto, inclusive de las potencias extranjeras que efectúan operaciones armadas contra el régimen libio.
La violencia e inseguridad afectan en este momento la vida de todos los libios, en especial de los más vulnerables.
Además de los dos bandos en conflicto, rebeldes y gobierno, hay un "tercer bando", como lo define Rovera, delincuentes comunes que pueden aprovecharse de la situación para cometer todo tipo de crímenes, inclusive violaciones.
HRW documentó varios casos de asaltos sexuales en el este, cometidos por hombres armados --no necesariamente rebeldes ni soldados de Gadafi--, ya que hoy cualquiera puede disponer de un arma y, en una situación de guerra, reina la impunidad.
Por Francesca Cicardi
Foto Mujeres caminan en una aldea libia casi desierta, cerca de la frontera con Egipto
Crédito: UN Photo/OCHA/David Ohana
Fuente: Ips