DEBATES TIREN, TIREN PAPELITOS
Un culo, dos, tres, trescientos, mil, miles de culos. No son culos que se posan en la playa porque quieren mostrarse. Ni siquiera que posan en las revistas porque dicen que a las chicas les gusta mostrarse. Tampoco los que deja la televisión descubierta de polleras y límites que pueden cortar con una tijera como a una pollera que ose apenas tapar un culo. Son culos que se replican como una plaga para vender, para ganar, para que ganen y vendan culos otros que –casi nunca– son los dueños de los culos.
Los culos rodean un tacho de basura como si se tratara de una calesita en donde la sortija es tener sexo impuesto. Un giro en donde el sexo se desviste de deseo y se mueve a través del poder del dinero, de la opresión, de la necesidad, del sometimiento o la simulación. Todo por veinte pesitos. Los culos son como hormigas que circulan de espaldas a la sutileza y apuestan al marketing del rebase. Se trepan a los teléfonos públicos que ya casi no se usan y se convirtieron en sostén de los culos que muestran las chicas vestidas de colegialas para incendiar el morbo, pero con la aclaración de que la portadora es mayor de 22, no vaya a ser que por una vez alguien dé la alerta y el delito federal de prostituir a una persona menor de edad sea perseguido.
“Fotos reales” certifica la promoción de culos de chicas que se rozan. Puede ser que algunas de las chicas o de las travestis que se promocionan en los papeles de promoción elijan trabajar con su cuerpo o denominarse trabajadoras sexuales o sin ni siquiera pensarlo ejercer la prostitución. Los pibes pasan por Corrientes o Córdoba y colocan la oferta de culos. La gente los ve, los kiosqueros se hacen amigos, la policía pasa como si los culos fueran solo un paisaje, al lado de los carteles de las calles, debajo de la cartelera de vidrio que está a cargo del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires –tan clara en sus letras de moldes como los cartelitos que ofrecen sexo por mucho menos que un menú ejecutivo para oficinistas del centro– y al lado de la Comisaría del Turista, en Riobamba y Corrientes, tan cerca de las mujeres como postal de viaje como de una degradación a la vista de todos pero que nadie ve.
Casi nadie ve. Casi. “Tu indiferencia no tiene perdón. No a la trata”, escribió alguien sobre el azul de una empresa de telefonía en marcador negro. Es una forma de resistencia como arrancar los carteles, juntar en un banco de datos los teléfonos, frenar a un colocador de comercio sexual con la mirada o la palabra en la calle o interpelar a quienes pueden dejar de mirar para otro lado. O darle la espalda al comercio sexual, la explotación de mujeres, gays y travestis y el secuestro y tortura de jóvenes y mujeres para ser esclavas del siglo XXI.
EL DEBATE
El 11 de mayo se realizó en la Legislatura porteña el Segundo Diálogo Intersectorial sobre Prostitución, organizado por la Comisión Mujer, Infancia, Adolescencia y Juventud de la Legislatura porteña, presidida por la diputada Diana Maffía. Allí se proyectaron las fotos que se publican en esta edición de Las/12. “Aquí tenemos papeles pegados en un anuncio del Gobierno en los que se ofrece prostitución. Es de esta alianza que queremos hablar para que al menos no ocurra tan explícitamente”, subrayó la filósofa y legisladora.
“El informe es absolutamente gráfico –admitió Matías López, en representación del Ministerio de Ambiente y Espacio Público–. La idea no es venir a dar excusas, sino a tratar de encontrar en conjunto una solución porque el ministerio multa la cartelería puesta en infracción, sin apuntar al contenido de los papelitos; vale tanto para ese cartel como para el que da clases de guitarra, inglés o lo que fuere. Nuestro poder de policía llega a la realización de una multa, que podría ser la misma para aquel que pegó otro papelito que no tenga que ver con la prostitución. Pero no creo que la multa sea el arma proporcional para atacar todo esto. Creo que debe ser algo diferenciado y con un mayor grado de importancia y de compromiso.”
En oposición a meter a todos los papelitos en la misma bolsa, la legisladora María José Lubertino presentó un proyecto –junto a Julio Raffo– para que se tipifique como una contravención la difusión en la vía pública de prostíbulos, departamentos privados u otros sinónimos de cabarets. Para que la prostitución deje de ser una que sabemos –y miramos– todos.
“Me preguntaba qué injerencia tenía la Dirección de Limpieza y veo que es bastante”, reconoció, casi con asombro, Silvina Monestina, de ese organismo del gobierno porteño. En tanto Susana Pagliaminuta, integrante de la Subsecretaría de Uso del Espacio Público del Ministerio de Ambiente y Espacio Público, también se refirió a las postales de la naturalización del comercio de mujeres que se reflejan en esta nota. “Estamos concientizados en este tema, pero las imágenes nos hacen ver que está naturalizado algo que no debe dejar de asombrarnos cada día”, reflexionó.
Sin embargo, Lubertino cuestionó que del asombro el gobierno macrista no pasó a la acción: “En esta reunión de la Mesa de Trabajo quedó en claro que el PRO no tiene política para prevenir, erradicar ni castigar la explotación sexual, ni para la inclusión educativa y laboral de las mujeres en situación de prostitución. Tampoco existen políticas activas de empleo que permitan la capacitación e inclusión laboral de las mujeres en situación de prostitución”, fustigó.
Más allá de las distintas posiciones sobre la prostitución que existe en las organizaciones que luchan contra la trata o a favor de los derechos de las autodenominadas trabajadoras sexuales, hubo lugar para acuerdos: el reclamo de mayores oportunidades. En la línea del reclamo de nuevas ventanas, Helena Reynaga, secretaria de la Red Latinoamericana de Trabajadoras Sexuales, contó que aprendió a leer y a escribir en 1997, en la Central de Trabajadores Argentinos, y –a partir de su propia experiencia para salir de la calle– reclamó capacitación y oportunidades para elegir. “Todas las compañeras somos esas mujeres que muchas veces se cree que somos incapaces”, reivindicó a las muchas que –para algunos–- sólo parecen hablar cuando para un auto en alguna esquina.
¿TAPAR O CAPACITAR?
Mientras que Laura García Tuñón abrió otro debate: ¿Y si sacar los papelitos de la calle es peor? ¿Si tapa a las mujeres en vez de destapar a los proxenetas? “Sé que hay muchas organizaciones que están trabajando para que no existan los papelitos, pero también quiero señalar –y esto puede caer mal o no ser políticamente correcto– que si nosotros perseguimos los papelitos, también estamos haciendo que las trabajadoras sexuales, prostitutas o mujeres en situación de prostitución estén obligadas a estar cada vez más perseguidas y en un lugar mucho más difícil de salir de la explotación; es invisibilizarlas, es ponerlas en un lugar en donde las obliguemos a que estén insertas en un lugar en el que otra persona mande por ellas y esté lucrando por ellas”, remarcó. También Jorgelina Sosa, de la Asociación de Mujeres Meretrices de la Argentina (Ammar, sede Capital) defendió la posibilidad de autodenominarse trabajadoras sexuales y tener derecho a estar en la calle. “Hay que entender que hay compañeras para quienes los papelitos son la única manera que tienen de hacer un aviso para poder trabajar”, explicó.
Aunque Lohana Berkins, coordinadora de la Cooperativa Nadia Echazú, replicó: “No hay que olvidar que el 98 por ciento de nuestra comunidad travesti y transexual somos obligadas a prostituirnos y una gran franja no queremos ser prostitutas”. También Diana Maffía dimensionó la industria de los papelitos y los avisos clasificados (como el Rubro 59) en los diarios desde la perspectiva de los que ganan. “Que exista alguien que imprima papelitos y cuelga papelitos cobrando por eso es parte de una cadena de explotación. Ese dinero no va a la persona que ejerce la prostitución en un convenio particular, sino a mucha gente que lucra”, subrayó.
En el contexto de darles oportunidades a las distintas áreas de la gestión macrista de mostrar su trabajo sobre prostitución –que resultó muy escaso– el mayor avance que mostró el gobierno porteño es la creación de un Refugio de Trata, dependiente de la Dirección de la Mujer, que comenzó a funcionar en septiembre del 2010 y en que las víctimas de explotación residen alrededor de tres meses hasta que deciden si quedarse en Buenos Aires o trasladarse al interior o exterior del país y, supuestamente, se les realiza un seguimiento.
Aunque no alcanza. “Necesitamos tener un programa integral de asistencia a mujeres que quieren dejar la prostitución”, pidió Graciela Collantes, de la Asociación de Mujeres Argentinas por los Derechos Humanos. Y resaltó: “Necesitamos cupos y lugares específicos en los que se pueda contener a las mujeres o a las personas transexuales que quieran dejar la prostitución”.
Fuente: Página/12
Dónde buscar información y ayuda
Oficina de rescate del Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos de la Nación: 5300-4014/12 / oficinarescate@jus.gov.ar
Dirección de la Mujer del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires: 0800-666-8537 (línea gratuita) / Carlos Pellegrini 211 / dgmuj@buenosaires.gov.ar o al 0800 FISCAL: 0800-333-47225.
La Casa del Encuentro: asesoramiento, orientación y asistencia a víctimas de trata y a familias, amigxs o personas que se encuentren en la búsqueda de mujeres y niñxs desaparecidxs o secuestradxs por trata con fines de prostitución.
Atención de lunes a viernes, de 15 a 19, sin aranceles, en Avenida Rivadavia 3917 (Ciudad de Buenos Aires) / Tel: 4982-2550 / caopicentrodeasistencia@yahoo.com.ar / www.lacasadelencuentro.com
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