Reveladora historia sobre las niñas esclavas de los capos del narcotráfico en Michoacán
Niñas entre los 12 y los 15 años se han convertido en trofeos de los capos del narcotráfico en Michoacán, México; algunas de las historia de las menores que han logrado escapar fueron abordadas por la periodista mexicana Lydia Cacho, en un artículo de opinión.
En el 2007 Estéban González, alias “el M5”, fundó el primer cártel mexicano denominado La Familia, basado en principios mítico religiosos; sus lugartenientes y voceros han insistido en un discurso en el que aseguran que sólo torturan o ultiman la vida de quienes rompen las reglas morales y valores basados en un manual inspirado en la obra de John Eldrige, autor de libros cristianos que promueve la hombría amorosa.
El Operativo Conjunto Michoacano, implementado por las autoridades locales, ha permitido la captura y la muerte de varios de los miembros de esa banda y han detenido a sus principales cabecillas; a todos se les interroga respecto a la producción, trasiego y venta de drogas, sin embargo ha quedado oculto uno de los delitos que persiste entre esas células: el secuestro, violación y esclavitud de niñas y adolescentes indígenas, señala la columna publicada en la revista digital Sin Embargo.
De acuerdo con el artículo de Cacho, una joven madre aseguró que en el 2010 llegaron hombres de Nabor Pérez Chaires, uno de los líderes de La Familia y les dijeron a ella y a su esposo que la tierra ahora les pertenecía a ellos; su hija de 12 años permanecía oculta en jacal detrás de la milpa, pero la encontraron dos pistoleros.
La sacaron del pelo y le dijeron que también la niña era suya, porque Dios así lo quería; desde mayo de ese año no han sabido más de la pequeña; primero las violan y les dicen que ya arruinadas nadie las va a querer, las obligan a hacer los quehaceres, a cocinar y las hacen sus mujeres, indicó la periodista.
Juan Carlos Cruz Estrada, Jesús Pérez Chaires alias “el chango” y Francisco López Villanueva alias “el bigotes”, entre otros narcotraficantes señalados por pobladores de Michoacán cuyas hijas han sido raptadas, están encerrados en distintas cárceles de México.
Las autoridades los han interrogado sobre sus vínculos directos con La Familia y la Orden de los Templarios, les arrancaron confesiones sobre negociaciones con los Zetas, inquirieron sobre tortura, decapitación y asesinato de cientos de personas, pero ningún funcionario ha siquiera intentado averiguar cuántas niñas indígenas han esclavizado y cuál es su paradero, añadió la escritora mexicana.
La guerra contra el narcotráfico, como cualquier otra guerra, sigue la dinámica de la “muerte necesaria” y el manejo del discurso monolítico que siempre oculta la cara femenina de la tragedia; ellas son las sin voz de un país racista y sexista que olvida que solamente en Michoacán residen 250 mil indígenas cuya situación de pobreza arrebata el derecho a ser buscadas por las autoridades, concluye la comuna de Lydia Cacho.
Fuente: Cerigua