Discriminación salarial entre mujeres y hombres
Todavía hay personas que cuando hablo de discriminación salarial entre mujeres y hombres me dicen que no existe. Y esto es porque piensan que hablo de discriminación salarial directa, es decir, aquella que por el mismo trabajo se cobra menos retribución.
Gracias a las legislaciones, tanto nacional como europea, la discriminación salarial directa ha menguado mucho y es fácil de detectar y denunciar. No así la indirecta, más compleja y que hace más grande la brecha de discriminación entre mujeres y hombres: a igual valor, el trabajo de las mujeres se desprecia.
Muchas son las causas de esta discriminación indirecta y una de ellas es la segregación del mercado laboral. Los sectores feminizados son precisamente los menos valorados y peor remunerados. Otra es que los lugares mejor remunerados, los de mayor responsabilidad están ocupados casi en exclusiva por hombres.
Los estereotipos culturales, la falta de corresponsabilidad en los trabajos domésticos y en la cura y crianza, también agravan esta discriminación, puesto que son las mujeres las que sufren más la precariedad laboral y tienen que reducir sus jornadas de trabajo para poder conciliar la vida familiar con la laboral, con contratos a tiempo parcial o abandonando el mercado de trabajo.
Y si antes de la crisis actual las mujeres ya estaban en una situación de desigualdad, esta no ha hecho si no agravar más las discriminaciones. En el País Valenciano las mujeres sufrimos más los efectos del paro: la tasa de actividad de las mujeres se sitúa 14 puntos por debajo de la de los hombres. Nuestros salarios son hasta un 33% menores para hacer el mismo trabajo. Y si las diferencias salariales entre los sexos se han reducido, sólo es porque el salario de los hombres ha bajado.
Esta discriminación salarial incide en las prestaciones por paro y las futuras pensiones, que en el País Valenciano, son como media un 28,2% más bajas que las de los hombres. El riesgo más alto de pobreza lo sufren las mujeres mayores que viven solas y las familias monomarentales. Una de cada cuatro mujeres mayores vive en el umbral de la pobreza.
Las políticas neoliberales y los recortes en servicios públicos y en políticas de igualdad que están adoptándose por los gobiernos, no hacen mas que agravar las discriminaciones. En el ámbito laboral, las prometidas de planes de igualdad -herramienta para trabajar la discriminación salarial- han quedado en papel mojado porque no se destinan recursos o sencillamente no se han elaborado todavía. Y en el País Valenciano estamos a la cola en cuanto a políticas de igualdad.
Aun así, a manera de burla contra nuestra inteligencia, el Presidente de la Generalitat Valenciana anunciaba hace días el IV Plan autonómico de igualdad de Oportunidades Mujeres y Hombres 2012-2014. Un anuncio enmarcado dentro de la política de recortes en igualdad del mismo gobierno autonómico, que cierra casas de acogida y oficinas de atención a víctimas. Que destruye servicios públicos y acaba con la precaria red asistencial.
El desinterés del Gobierno Valenciano, al conseguir la igualdad real y efectiva entre Mujeres y Hombres es evidente desde hace años. Hace falta implicación y compromiso, políticas públicas que reconozcan a las mujeres tomar parte activa en el mundo laboral y que acaban con la división sexual del trabajo, que las permitan acceder a la ocupación de calidad en igualdad de condiciones que los hombres.
Hace falta que la corresponsabilidad en los trabajos doméstico y la crianza y cura de las personas no sea una utopía. Por eso es necesario que madres y padres tengan los mismos permisos por nacimiento, remunerados e intransferibles. Pero también servicios públicos como escuelas y centros de día para que la conciliación de la vida personal, laboral y familiar sea posible para mujeres y hombres. Todo una utopía en una autonomía que se ha convertido en el referente vergonzoso de como derrochar recursos y cargarse servicios públicos.
El problema es que -como siempre- las mujeres son las que más pierden por la mala gestión y la corrupción del Gobierno Valenciano. Lo pagamos con la destrucción de ocupación, con el trabajo en precario, con la falta de prestaciones y red asistencial. Y en el cobro de menos salarios por el mismo trabajo.
POR MACU GIMENO
* Coordinadora del área de la Mujer de Intersindical Valenciana
Fuente: Mujer&Cia