Obra de Elena Arizmendi, fundamental en la visión feminista en México
Durante las primeras décadas del siglo XX, Elena Arizmendi destacó por su activismo feminista y su participación en la Revolución Mexicana. Nació en la Ciudad de México en 1884, fue conocida en los círculos políticos, sociales y culturales, más por sostener una relación extramarital con José Vasconcelos que por su participación como promotora del feminismo y defensora de sus derechos.
La doctora Gabriela Cano, profesora e investigadora de El Colegio de México, es la autora del prólogo del libro Vida incompleta. Ligeros apuntes sobre mujeres en la vida real, autobiografía novelada de Arizmendi que aparece por primera ocasión disponible al público, pues originalmente sólo circuló en el medio intelectual hispano de Nueva York, en los años 20. La edición corrió a cargo del Conaculta, a través de la Dirección General de Publicaciones, dentro de la colección Singulares.
Para la investigadora, el texto encuentra en dicha serie el mejor ámbito para su publicación pues el perfil de la misma establece que se incluyan obras creadas fuera de los cánones de la literatura en español.
Esta obra constituye una manera de ofrecer al lector –dijo la especialista-, una visión distinta de la que ofreció José Vasconcelos de Elena Arizmendi, quien inspiró los personajes femeninos y centrales de dos libros fundamentales en su producción, El Ulises criollo y La tormenta, en las que su autor la retrata como una mujer fatal que seduce a los hombres para luego envenenarlos.
Incluso la contribución a la Revolución Mexicana por parte de Arizmendi ha sido soslayada, pues fue la creadora de la Cruz Blanca Neutral, esto ante la decisión de la Cruz Roja de no involucrarse en el conflicto. Así, la aparición de esta autobiografía novelada supone una justa revaloración de sus capacidades intelectuales, así como la de otras tantas mujeres de la época que años recientes han sido rescatadas del olvido.
Cano señaló que uno de los aspectos más interesantes de la vida de Arizmendi, y que da vigencia a su autobiografía novelada, es el hecho de que fue una mujer que se reconstruyó a sí misma y se armó una vida completamente independiente luego de la dura ruptura sentimental con Vasconcelos.
En otro sentido, la especialista dijo que Arizmendi se caracterizó por ser una mujer que no acostumbraba quedarse callada, que mantuvo firmes sus ideales, adelantados para su época, como su dura crítica a las relaciones matrimoniales en el sentido de que para muchas mujeres representaban sólo un seguro económico y de vida.
En la relación que sostuvo durante varios años con José Vasconcelos, un hombre que nunca dejó de asumir su responsabilidad como padre de familia, incluso luego de haberse divorciado, fue Arizmendi quien decidió darla por terminada.
La decisión hirió profundamente a Vasconcelos, quien guiado por el rencor proyectó sus emociones en el personaje de Adriana tanto en El Ulises criollo como en La tormenta. Vasconcelos otorgó al personaje un perfil de mujer fatal, que seduce a los hombres para luego despreciarlos; una imagen que luce más como una caricatura burlona de lo que en realidad era Arizmendi.
Uno de los momentos decisivos en la vida de Arizmendi ocurre en 1913, cuando en plena Revolución salió de México al lado de Vasconcelos para instalarse en la ciudad de Nueva York. Fue allí a donde el escritor decidió exiliarse y para Arizmendi representó la oportunidad de alejarse del ambiente hostil que la rodeaba. Todos la señalaban por sostener una relación adultera con un hombre público y muy poco discreto.
“Las dos obras de Vasconcelos son centrales en la narrativa mexicana del siglo XX; pero la autobiografía de Elena Arizmendi –quien desdobla su vida a través de dos personajes femeninos, Elsa de Baralt y Alicia, así sin apellido-, arroja nuevas luces respecto a la relación que ambos tuvieron, al tiempo de hacer algunos apuntes a las referencias que él hace de ella en esas novelas.
“Considero que ese es un aspecto muy interesante de señalar en ocasión de la aparición de esta obra, puesEl Ulises criollo y La tormentason lectura frecuente en las actuales generaciones, por lo que ahora se completa un cuadro muy interesante de la relación amorosa entre ambos, pero sobre todo de cómo esta mujer se adelantó a su época”.
La etapa vivida en Nueva York fue la más fructífera para Arizmendi, pues pudo desarrollarse con mayor libertad en campos creativos, de convivencia social, altruista y política, de un modo que en México le hubiera sido imposible tener. Este volumen se erige también como una manera de conocer el modo en que los hispanos se desarrollaron en Estados Unidos durante esa época.
Para Cano resulta de particular interés el hecho de que Vida incompleta se haya publicado en esa ciudad, en español, en una imprenta perteneciente a un grupo de intelectuales provenientes de Centro América, porque es una muestra de cómo los migrantes de clase media del sur del continente se unían para continuar desarrollando su actividades.
Otra faceta de Arizmendi que se generó durante su estancia en esa ciudad es su labor como periodista y su actividad política, puntos que la profesora e investigadora de El Colegio de México señala como claves en el desarrollo del feminismo en las primeras décadas del siglo XX.
“En nuestros días es posible ver a través de esta obra la parcialidad con que José Vasconcelos trató a Elena Arizmendi, no por razones machistas, sino porque esa era la manera en que los hombres de la época actuaban; él se refiere a ella de un modo un tanto burlón guiado por el dolor que le causó su decisión de terminar la relación amorosa que sostenían, algo que ni siquiera se atrevió a mencionar, incluso llegó a ridiculizar sus ambiciones literarias”.
Cano consideró que la aparición de Vida incompleta es un llamado de atención respecto a cómo se ha soslayado la vida y aportes de las mujeres durante las primeras décadas del siglo XX, en el ámbito intelectual, social o político, pues las mujeres de la época tuvieron una interesante producción literaria.
“Encontramos autobiografías por lo general que son el surgimiento del ‘yo literario’ en la mujeres de habla hispana; este libro es la otra cara de la moneda respecto a cómo la representó Vasconcelos en las obras ya mencionadas, pues lejos de ser una mujer fatal Arizmendi estuvo comprometida con su época, desarrolló ideas religiosas y políticas propias, y se preocupó por aportar algo al feminismo de su época”.
Fuente: Ciudadanía Express