Transformando El Poder Económico Para Avanzar Los Derechos De Las Mujeres Y La Justicia
El Foro Internacional de AWID 2012 busca explorar las maneras en las que el poder económico impacta a las mujeres y al planeta, así como crear vínculos entre diversos grupos que trabajan para responder a estos problemas desde una perspectiva de derechos humanos y justicia, a fin de que conjuntamente podamos contribuir a desarrollar estrategias más sólidas y eficaces para avanzar los derechos humanos de las mujeres y la justicia.
De camino al Foro, AWID está produciendo una serie de Notas de los Viernes que examina algunos de los asuntos y debates relacionados con el tema del Foro y establece conexiones entre las cuestiones de derechos de las mujeres y el poder económico. Esta primera edición de Notas de los Viernes, resalta algunas de las principales dimensiones y manifestaciones del poder económico.*
Las movilizaciones populares que comenzaron en Oriente Medio y el Norte de África y se han propagado en el mundo están inspirando a mujeres y hombres a buscar nuevas oportunidades para cuestionar las estructuras desiguales de poder que ponen la riqueza en manos de unos pocos, mientras que la gente común y el planeta sufren.
La crisis financiera y la recesión económica que comenzaron en 2008—y que son parte de una crisis sistémica más amplia que es alimentaria, energética y ambiental—han resaltado las fallas del sistema económico predominante en la actualidad.
Como activistas de los derechos de las mujeres y la justicia tenemos en este momento histórico la responsabilidad de buscar alternativas que no exploten a la gente y el planeta sino promuevan los derechos humanos, aseguren la igualdad y protejan nuestros recursos naturales y el medio ambiente.
Un poder económico desigual
Legados de la colonización, transiciones tumultuosas del comunismo y décadas de recetas de políticas neoliberales han colocado los recursos públicos en manos del sector privado, dañaron irrevocablemente el medio ambiente, fomentaron una militarización desenfrenada, erosionaron los derechos humanos y, con pocas excepciones, permitieron que los mercados capitalistas, no la experiencia humana vivida, determinaran qué tiene valor.
El actual sistema económico predominante, que promueve el recorte del gasto social y la privatización de los servicios sociales, obliga a las mujeres a asumir trabajo no remunerado y brindar servicios que deberían ser competencia del Estado—concretamente la economía del cuidado—haciéndolas responsables del cuidado, sustento y desarrollo de sus hijas e hijos y de cuidar a personas enfermas y ancianas, familias y comunidades con poco reconocimiento de los costos de este trabajo. Y mientras las mujeres continúan desempeñando la mayor parte del trabajo, se les sigue negando su derecho a tener propiedades, además de que carecen de acceso a tierra y recursos—otra manifestación de su desigual poder económico.
Más recientemente, la crisis financiera y la recesión económica han afectado profundamente a las mujeres en muchas maneras diferentes a medida que con gran dificultad afrontan los crecientes costos de los alimentos, combustible, educación, vivienda, transporte y servicios de salud, viéndose también forzadas a asumir una mayor cantidad de trabajo precario en condiciones que les plantean retos y a menudo las explotan.
A la vez, desde hace mucho tiempo las mujeres han estado franqueando las fracturas en el sistema y llenando vacíos que los recortes del gasto social han dejado. Hay muchas experiencias importantes de las cuales aprender. Mujeres indígenas, campesinas y rurales que construyen soberanía alimentaria. Mujeres de base que desarrollan estrategias de resistencia y empoderamiento frente a desastres tanto ambientales como económicos. Jóvenes y niñas que usan las nuevas tecnologías de la información y la comunicación en formas diversas y creativas para movilizarse y producir cambios sociales. Trabajadoras sexuales, trabajadoras migrantes y trabajadoras domésticas que están redefiniendo lo que significa trabajar y por qué el trabajo de cuidados debe contar. Mujeres con discapacidad, activistas trans y mujeres con VIH y sida que continúan cuestionando el énfasis desenfrenado en el crecimiento y la productividad a expensas de la dignidad humana. También las economistas feministas que están nombrando y analizando las fuerzas que moldean la producción y reproducción sociales y les asignan valor.
Creando los vínculos
El poder económico atraviesa cada dimensión de nuestras vidas, desde manejar los gastos del hogar hasta asignar presupuestos nacionales. También se entrecruza con y tiene impactos sobre todas las cuestiones y agendas de los derechos de las mujeres, desde los derechos sexuales y reproductivos hasta la educación y la salud.
En años recientes, por ejemplo, ha habido cambios importantes en la organización del trabajodentro de muchos contextos. Al mismo tiempo hay un reconocimiento creciente de las diversas maneras en que las mujeres participan en las relaciones económicas y de cómo se ganan la vida. Las nuevas tecnologías están facilitando una mayor flexibilidad de las relaciones laborales, a veces contribuyendo a una creciente precariedad de las situaciones de trabajo de las mujeres. La falta de tiempo y recursos, así como las demandas de la vida laboral ‘productiva’, han coadyuvado a una ‘crisis del cuidado’ en numerosos contextos. Los cambios en las tendencias de la migración de las mujeres también están teniendo un impacto significativo en los patrones de trabajo.
A la vez, en todos los países del mundo existen prácticas culturales que obstaculizan y en algunos casos impiden que las mujeres y comunidades enteras disfruten plenamente sus derechos humanos. Comúnmente se justifican diferentes formas de violencia de género en nombre de la cultura, tradición o religión. El militarismo y conflicto crecientes también tienen varios impactos específicos de género. En contextos militarizados, donde es cada vez mayor la presencia de grupos paramilitares y del crimen organizado (con su alcance de control y poder en aumento), el femicidio y los ataques contra defensoras de los derechos humanos de las mujeres se han vuelto cotidianos y están normalizándose progresivamente.
El rol del Estado también cambia constantemente. Pese a la atención que algunos gobiernos han dado a las demandas de igualdad por parte de las mujeres, la falta de políticas integrales (incluyendo una política fiscal apropiada para apoyar el gasto social o un reconocimiento adecuado de las contribuciones de las mujeres a los ingresos nacionales) ha impedido a muchos países lograr la participación plena e igualitaria de las mujeres, así como su autonomía económica y social.
Asimismo, el actual sistema económico predominante tiene impactos profundos sobre los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres y las personas LGBTQI. Las épocas de crisis económica también suelen conducir a intentos aun mayores de controlar la sexualidad y limitar todavía más el acceso a los servicios y derechos de salud sexual y reproductiva, especialmente los de mujeres en situación de pobreza y otros grupos marginados.
Además, actualmente estamos viendo el impacto de políticas económicas que promueven patrones no sustentables de producción y consumo, los cuales han conducido a la explotación masiva de los recursos de nuestro planeta, incrementando los conflictos y exacerbando las desigualdades entre las comunidades más pobres y vulnerables. Al mismo tiempo, debido a la división sexual del trabajo, a normas culturales y leyes patriarcales y a las desigualdades económicas, se sigue denegando a las mujeres el acceso a los recursos y control sobre éstos, incluyendo tierra, educación, servicios de salud, crédito y tecnologías.
Los flujos financieros (políticas monetarias, regulación financiera, ayuda, cooperación para el desarrollo, inversión extranjera directa, etc.) también tienen un impacto directo sobre las mujeres y sus derechos. Con suma frecuencia, las corporaciones y representantes del sector privado son actores influyentes en la definición de las agendas económicas nacionales y mundiales. La creciente importancia de las corporaciones transnacionales a nivel global, y en una amplia gama de sectores clave de las economías nacionales, plantea numerosos retos en todo el mundo.
Y todos estos debates se dan en el contexto de una gobernabilidad global y geopolítica cambiantes, impulsados en parte por las crisis sistémicas, Junto al poder omnipresente de actores del sector privado, están surgiendo nuevos poderes gracias al debilitamiento de las Naciones Unidas como organismo multilateral clave, socavando su capacidad de defender los derechos humanos e influir en las políticas económicas y de desarrollo globales.
En vista de los cambios y complejidades del contexto global y con tanto que aprender de las experiencias de diversos movimientos, AWID espera que su Foro Internacional 2012 sea un espacio clave para profundizar nuestra comprensión de la injusticia económica, preparándonos tanto para participar en debates económicos como para diseñar estrategias y construir alianzas que crucen fronteras, a fin de que juntas podamos transformar el poder económico.
Más información sobre el Foro Internacional de AWID 2012 está disponible en el sitio web del Foro.
Esperamos que esta serie de Notas de los Viernes te resulte útil y agradeceremos tus comentarios.
* Este artículo se basa en información proveniente de la convocatoria a presentar propuestas para el Foro de AWID 2012.
Fuente: Notas de los Viernes de AWID, 3 de febrero de 2012. Título original: ‘Transforming Economic Power to Advance Women’s Rights and Justice’. Traducción: Laura E. Asturias (www.transwiz.org)
Por Susan Tolmay
Fuente: AWID