febrero 21, 2012

“Un asunto ruidoso. Matrimonio sin hombre”

Hay historias que merecen ser contadas incluso 111 años después de que ocurriesen, incluso 104 años después de que el sistema jurídico-social decidiese avalarlas. Esta es una historia personal, de las que hacen la Historia, una de tantas, una de las que no se cuentan en los libros canónicos.
Portada del libro 'Marcela y Elisa. Más allá de los hombres', de Narciso de Gabriel (Ed. Libros del Silencio, 2010)
Portada del libro 'Marcela y Elisa. Más allá de los hombres', de Narciso de Gabriel (Ed. Libros del Silencio, 2010)
1901 vuelve a la actualidad desde el 22 de noviembre del 2011 hasta finales de este mes en la sala NORMAL, dentro del 5º festival A Coruña Visible. La exposición de Marcela y Elisa recrea documental y artísticamente la vida de dos gallegas que deciden casarse en A Coruña sin Ley 13/2005 mediante. Puede decirse que fue el primer matrimonio lésbico de España, ya que nunca llegó a anularse.
Antes de remontarnos al 8 de junio de 1901, debemos detener el retroceso en el tiempo. El 9 de mayo de 1993, Narciso de Gabriel, catedrático de Teoría e Historia de la Educación, investiga sobre los expedientes disciplinarios en la docencia del siglo XX. Entre casos de amancebamiento y falta de dedicación descubre un recorte de La Voz de Galicia: “Un asunto ruidoso. Matrimonio sin hombre”. Unas líneas, a las que tal vez otra persona no le habría dedicado mayor atención que el simple deslizar los ojos sobre la página, desataron la curiosidad de Narciso de Gabriel: “Lo primero que me cuestioné fue qué podía llevar a dos mujeres a hacer tan pública su relación en un momento en el que resultaba inimaginable una unión romántica entre dos mujeres. La intensidad del amor que desprendía el relato me llevó a una investigación que aún a día de hoy presenta vacíos en su narración”.
Narciso de Gabriel: “Debemos organizarnos de manera que la gente no tenga impedimento para expresar sus afectos y sus preferencias sexuales”
Entre prensa sensacionalista de la época, extensa documentación social y fuentes vivas que solo habían escuchado rumores como leyendas, pero sin las voces de las protagonistas, su singladura logró materializarse en un libro publicado en gallego en 2008, ‘Elisa e Marcela. Alén dos homes’ (Libros da Brétema), reeditado en castellano en 2010, ‘Elisa y Marcela. Más allá de los hombres’ (Libros del Silencio). De los casi veinte años de fascinación por un amor que toma tanta relevancia en esa Historia de la lucha por las libertades, Narciso de Gabriel extrae como conclusión que “debemos organizarnos de manera que la gente no tenga impedimento para expresar sus afectos y sus preferencias sexuales”. Este salvoconducto no surgió en España hasta el 30 de junio de 2005, cuando ya nos creíamos inmersos en la era del progreso, tan poco hartos de comprobar que la historia no se escribe en línea recta. ¿Cómo decidieron casarse dos mujeres en una Galicia empobrecida y obligada a emigrar? La única respuesta: el amor, “ese escándalo asquerosísimo dado por dos mujeres”, según las crónicas de El País, uno de los muchos medios lapidarios.
Marcela y Elisa se conocieron en el mismo lugar donde se expone la recreación de sus vivencias. NORMAL era una escuela para maestras, donde ambas cursaban sus estudios. Aquella amistad se forjó de una manera intensa, tanto que los padres de Marcela optaron por enviarla a Madrid. Sin embargo, la distancia nunca las alejó y a su regreso decidieron marchar a Dumbría, un pueblo de la zona costera de la provincia de A Coruña. Dos maestras viviendo juntas. En aquella época, el 40% de las gallegas eran solteras, por lo que nada resultaba extraño, ni siquiera los 11 kilómetros que cada noche recorría Elisa para ver a Marcela en unos meses que vivieron en localidades distintas. Lo que sí comenzaban a alarmar eran las riñas en las que Elisa se ganó el mote ‘El Civil’ y en las que mostraba el ‘Despertador’, su inseparable revólver.
El único disparo que dio fue al patriarcado decimonónico: aquellas discusiones justificaron una falsa emigración de Elisa a Sudamérica, a partir de la cual aparecería en escena el futuro marido de Marcela. ‘El Civil’ se transformó en Mario mediante una inteligente treta con la que consiguió su identidad legal convirtiéndose al cristianismo, alegando que había pasado toda su infancia en Londres, donde le habían imbuido el protestantismo, tan temido en la España de comienzos del siglo XX. Cambió faldas por trajes de hombre. El travestismo era una práctica común entre las mujeres que querían realizar tareas exclusivas del sexo masculino, como ir a la universidad o al ejército.
Así, el 8 de junio de 1901 Elisa-Mario y Marcela lograron casarse en la iglesia de San Jorge de A Coruña, incluso a sabiendas del padrino, que aceptó el hermafroditismo como última excusa de Elisa para justificar su adopción del rol masculino al completo. “Podría justificarse esta unión en el hecho de que Marcela estaba embarazada. Ignoro si fue una estrategia para legitimar el matrimonio o bien un embarazo no deseado del que Elisa querría participar dando cobertura, pero en la época los hijos ilegítimos estaban a la orden del día. Valorando la historia en su conjunto, pienso que se trata de una estratagema para que nadie dudase de la identidad masculina de Elisa y así avalar su unión”, aclara Narciso de Gabriel.
El travestismo era una práctica común entre las mujeres de la España de comienzos del siglo XX que querían realizar tareas exclusivas del sexo masculino, como ir a la universidad o al ejército
Aquí se produce un punto de inflexión, en el que las protagonistas podrían no haber trascendido nunca. Cometieron la imprudencia de casarse como si fuese posible y de regresar a Dumbría. Poco tiempo de engaño permitió el bigote de Elisa-Mario. Tuvieron que huir a Portugal, fueron encarceladas y victimizadas por la prensa española y portuguesa para finalmente obtener el perdón por tratarse de “dos mujeres inconscientes de sus actos”, según recogen periódicos portugueses. Nuevamente otra huida. “Tuvieron que huir del amor, de esa mierda de amor, para amarse”, como apunta el escritor Manuel Rivas en una obra de la exposición.
Se establecieron en Buenos Aires, donde comienza a cortarse la retransmisión. Urdieron un plan de matrimonio de Elisa con un hombre de edad avanzada con la esperanza de poder vivir las dos bajo el mismo techo, ya que la precaria economía no les permitía hacerlo. Elisa nunca quiso mantener contacto con su marido, quien a su vez desconfiaba del afecto tan profundo que siempre expresaba por una mujer a la que presentó como su prima, Marcela, quien aparecía por el hogar con su niña en brazos.
Representación artística del camino cronológico y espacial que recorrieron Marcela y Elisa
Representación artística del camino cronológico y espacial que recorrieron Marcela y Elisa
Resulta difícil conocer lo que siempre se entendió como algo que no debería ser de dominio público, como apuntaban los periódicos que se jactaban de mayor seriedad y profesionalidad. Últimas noticias del pasado: de Marcela y su hija se pierden los pasos hasta en el listín telefónico. De Elisa se busca una maleta que portaba antes de suicidarse en Veracruz, según pudo conocer el investigador Narciso de Gabriel en 2010.
De Elisa y Marcela a Marcela y Elisa
Del libro a la exposición. NORMAL, un centro que cumplirá un año en el próximo 8 de febrero, se constituye como un espacio de intervención artística con una vocación más allá de la museística. En una sala adyacente a la exposición, la historiadora Antía Otero imparte un taller de creación artística actual. Precisamente, como creadora, toma parte de la recreación del enlace de Marcela y Elisa en una videocreación: “Esta pieza, como toda la muestra, no quiere contar la historia, ya que para eso existe el libro. Me interesa la revisión de lo que significó para ellas en un sentido profundo. Por eso, porque son las protagonistas, las obras no aparecen firmadas por sus autores”.

En un bosque de piedras dos bailarinas se acercan esquivando los obstáculos. El arte como hilo conector del activismo LGTBQ. Maletas con fotomontajes de los escenarios de su amor, un pupitre donde escribir libremente cualquier pensamiento, un desfile de muñecas entrelazadas y, en la entrada, la imagen del fotógrafo Sellier, uno de los introductores de los métodos cinematográficos en España. Una pareja como otra cualquiera, encubiertas bajo los roles hombre-mujer de la época, como tantas otras que el colectivo A Coruña Visible muestra en el mismo espacio.
Un entramado de alambre de espinas traza su historia y sus localizaciones. Un nudo encuentra el final en Veracruz. Otro, como los buenos relatos, permanece abierto, suspendido en una aparente ingravidez a la que la directora Isabel Coixet -autora de cintas como ‘A los que aman’- le dará forma cinematográfica en 2013.
De Marcela y Elisa a Guillermina y Estela
De las primeras en casarse sin reconocimiento legal, a las primeras en hacerlo bajo la Ley 13/2005. 6 de enero de 1999, Santiago de Compostela. “Yo le pregunté si quería subir a casa, a lo que me contestó que vendría si la invitaba a un café”-, recuerda Estela y, dirigiéndose a Guillermina: “Fuiste mi mejor regalo de Reyes”.

La historia de Guillermina y Estela enternece por la fortaleza que implica luchar contra las convenciones cuando una ley acredita la igualdad jurídica, pero no la social.
La historia de Guillermina y Estela representa la lucha contra las convenciones, cuando una ley acredita la igualdad jurídica pero no la social
Desde aquel café en casa de Estela, Guillermina, divorciada y con tres hijas, dejó de ser “madre, amiga y buena profesional” para, de repente, verse reducida a ser “la lesbiana”. “Hay una parte de mi vida profesional y personal que no está aprovechada. Esto me hizo sufrir mucho en su momento, pero quienes me rechazan por mi condición se lo pierden -resuelve Guillermina-. Estela y yo hemos aprendido a vivir sin muchas cosas”.
Tras darse cuenta de que “la que veía en el espejo” no era ella, Guillermina dejó su matrimonio, del que nacieron tres hijas, para “vivir la vida de verdad”, no aquello que les “habían vendido” y que nos les convencía: “Te casas, tienes hijos y todo va sobre ruedas, pero al amor y al desamor se llega en pareja. Tras mi separación, tuve que aceptar muchas críticas, incluso de aquellas mujeres que también sufrían otras situaciones igualmente terribles. Y es que las mujeres tenemos historias muy duras. Yo no las cuestioné jamás, siempre he luchado y lucharé por ellas”.
Enlace entre Guillermina y Estela, una de las primeras mujeres en casarse en Galicia en 2005
Enlace entre Guillermina y Estela, una de las primeras mujeres en casarse en Galicia en 2005
Enlace directo con 1901, la sorpresa de los vecinos al reconocer a Elisa en Mario. “La primera etapa, tras mi divorcio, fue sin duda la peor -recuerda Guillermina-. Mi obsesión era cuidar de mis niñas. Me di cuenta de que al menos lo había hecho bien cuando a mi pequeña, con diez años, le preguntaron si su madre era bollera y ella respondió: “No, mi madre es lesbiana y es feliz. ¿Y la tuya?”. A pesar de la valentía de su propia hija, Guillermina, profesora de secundaria y bachillerato, manifiesta que la homosexualidad es peor aceptada por gente de quince años que por personas adultas, como su madre quien, a sus ochenta años, “vio a Estela con buenos ojos por saber que hay un amor y un cuidado profundo entre ambas”.

La asignatura pendiente de la educación es repensar el amor sin el adjetivo de romántico. Puntualiza Estela: “Hay pocos referentes lésbicos. Nosotras, que ya llevábamos quince años juntas, nos casamos para reivindicar la ley. Lo hicimos para ejercer nuestros derechos, normalizando una relación que en numerosas ocasiones sigue provocando gestos airados que duelen más que los insultos”. Guillermina corta con cariño las palabras de su esposa: “No importa. No creo que nadie ponga en duda nuestro amor después de todas las críticas. Hay gente que se separa por un cuarto de baño, nosotras ya nos casamos con traje ignífugo”.

Fuente: Pikara Magazine

Sí a la Diversidad Familiar!
The Blood of Fish, Published in