Invasión y mujer en Afganistan. «Mi pueblo está cansado de perdones, quiere el fin de tanto drama»
Malalay Joya fue elegida parlamentaria en 2005, pero dos años más tarde fue expulsada y suspendida de sus funciones por «decir la verdad, que es la primera víctima en Afganistán». Pero ni los intentos por matarla han mermado su lucha para cambiar el trágico destino de su país.
Con sólo 16 años, Malalai Joya abandonó el campo de refugiados de Pakistán para crear una escuela secreta para niñas en su Afganistán natal. La tarea no fue nada fácil. La clandestinidad y los pequeños gestos solidarios de sus compatriotas fueron esenciales para mantener el proyecto. En 2005, logró ocupar el asiento número 249 en el Parlamento, pero en 2007 fue expulsada por denunciar que la Cámara estaba y está compuesta por criminales de guerra. La expulsión no fue la única sanción. A Joya han intentado matarla en cuatro ocasiones porque «nunca he hecho lo que ellos quieren y siempre digo la verdad, esos son mis delitos».
Paradójicamente, el burka se ha convertido para ella en una especie de chaleco salvavidas cuando está en Afganistán. Con voz firme, subraya que su país está atrapado por dos poderosos enemigos: «las tropas de ocupación, por un lado, y los fundamentalistas, por otro». Con la misma firmeza y seguridad, condena el régimen «misógino y de marionetas» del presidente Hamid Karzai, que «ha nombrado a dos criminales de guerra como vicepresidentes».
Uno de los «poderosos enemigos» a los que se refiere son las fuerzas extranjeras de ocupación. ¿Cómo valora el envío de más tropas anunciado por Barack Obama y Gordon Brown?
Desgraciadamente, cuando Barack Obama tomó el poder, su primera decisión con respecto a Afganistán fue la de más conflicto, más guerra. Su política exterior hacia el país y Pakistán es similar a la de la Administración Bush. Es imposible lograr una democracia con bombardeos, con bombas de racimo, con armas, con tropas extranjeras. Después del 11 de setiembre, el Gobierno de Estados Unidos y la OTAN sustituyeron a los talibán por los fundamentalistas. Sólo cambió el aspecto físico. Hablaban de democracia, de derechos de las mujeres... pero nadie les creía. Día a día, han demostrado lo cerca que están ideológicamente de los talibán.
La política de Obama no es la correcta; Afganistán es un crimen de guerra. Pero, cuanto más tiempo pasa, más se incrementa la resistencia de mi gente; están matando a inocentes, lanzando bombas del cielo. En mayo, con Obama en el poder, más de 150 civiles murieron en un bombardeo en la provincia de Farah, la mayoría mujeres y niños. El 9 de setiembre, mataron a más de 200 en Kunduz. Nos bombardean incluso cuando celebramos bodas. La Casa Blanca se disculpa y Karzai le dice «gracias». Pero, mi pueblo está cansado de perdones, quiere el fin de tanto drama. Están jugando con el destino del pueblo.
Es de risa e insultante para la paz que le hayan otorgado el Premio Nobel de la Paz a una persona como Obama, que quiere iniciar otra guerra en Pakistán, que ya mantiene una en Irak y que guarda silencio con respecto criminal régimen de Israel. ¿Qué ha hecho en estos nueves meses? Engañar.
Los talibán fueron expulsados, pero quienes ocupan ahora el poder no son mejores. ¿Cómo definiría la situación actual?
Es catastrófica. A diferencia con la época talibán, los crímenes de ahora se cometen en nombre de la democracia, de los derechos humanos y de los derechos de la mujer. Es la única diferencia.
Aunque EEUU haya mandado a cientos de soldados, el principal problema es la seguridad. Si no la tenemos, ¿cómo podemos hablar de democracia, de derechos humanos? La violencia contra las mujeres aumenta cada día. Matar a una mujer es tan fácil como matar a un pájaro. Les cortan la nariz, las orejas, en pedazos o les arrojan agua hirviendo. Es como si no tuvieran vida. La vida de la mujer hoy día es un verdadero infierno. Hace tres días, raptaron y mataron a una niña de cinco años cuando iba a la escuela. Otra de catorce fue violada por tres hombres, uno de ellos hijo de un diputado, que cambió la edad de su hijo para librarlo. ¿Cómo van a mandar a sus hijos a la escuela en esas condiciones?
Todo indica que Karzai seguirá en el poder tras unas elecciones, en las que la propia ONU ha reconocido que hubo «un fraude generalizado».
Las elecciones fueron simplemente un escaparate. Estuvieron regidas por la droga, las armas y las fuerzas de ocupación. Millones de personas no acudieron a votar porque no tenían un candidato. Tenían claro que el ganador iba a ser el elegido por la Casa Blanca. Como decimos, no importa quién vota sino quién cuenta los votos. La población no tiene para comer. ¿Cómo ir a votar con hambre? Todo está en manos de la mafia. En estos ocho años, ha aumentado el consumo y producción de droga. Incluso el hermano de Karzai es un reconocido narcotraficante, pero su nombre no sale en la prensa. El presidente ha nombrado a dos criminales de guerra, Karim Khalili y Mohamad Qasim Fahim, como vicepresidentes. Y si el mulah Omar se incorpora al Gobierno como quiere Obama, la situación aún será más sangrienta.
¿Es posible salir de esta espiral de violencia?
Ninguna nación puede liberar a otra nación. Es nuestra responsabilidad dotar a la nación de valores como los derechos humanos y la democracia. Necesitamos apoyo a la educación, que es clave para la emancipación. La primera víctima en Afganistán es la verdad. Todo aquel que la dice, sufre represalias, es ejecutado o se tiene que ir. EEUU y los países de la OTAN están gastando sangre y dinero para apoyar a una mafia. El Gobierno recibe más de 18.000 millones de dólares y gran parte de ese dinero acaba en los bolsillos de los señores de la guerra, traficantes y funcionarios. Mientras, 18 millones de afganos viven con menos de dos dólares al día.
¿Qué significa el burka?
Es el símbolo de la opresión pero no es el principal problema de las mujeres. Aunque es un insulto, también da vida. Muchas mujeres, incluida yo, lo llevamos para estar vivas. El problema no es el burka, sino el régimen no democrático de Karzai y la falta de democracia.
Ainara Lertxundi
Fuente: Gara