agosto 27, 2011

Conectarse en forma local y global

"Denles a las mujeres el apoyo que necesitan, y véanlas hacer grandes cambios". Masum Momaya, Curator


Se ha dicho que las mujeres que están más cerca de las problemáticas más acuciantes del mundo son las que están mejor posicionadas para resolverlas. En muchos países, las mujeres están ajustándose a cambios económicos a gran escala a través de iniciativas de organización de base y comunitaria. ¿Pero se puede esperar que las mujeres usen soluciones locales para limpiar, compensar y reparar problemas económicos mayores sin que se les permita también influir en las decisiones mayores?

El poder de pocos versus el poder de muchos

La actual crisis económica muestra el peligro de concentrar el poder de decisión en unas pocas manos. Muy frecuentemente, las decisiones las toman expertos en salas de directorio y en las mesas de operaciones de grandes ciudades como Nueva York, Londres o Tokio sin preocuparse por su impacto sobre las mujeres y las familias de todo el mundo.

Los proyectos de base dirigidos por mujeres son el ejemplo de un modo diferente de resolver problemas económicos. Las iniciativas y organizaciones basadas en la comunidad local existen casi en todo el mundo, desde centros urbanos a aldeas rurales. Trabajan para identificar las necesidades de quienes las conforman, defienden derechos y recursos, empoderan a los miembros y amplían el diálogo sobre cómo usar los recursos de la región.

Soluciones locales

Las mujeres resolvieron numerosos problemas comunitarios a través de medidas de base. Crearon formas para que ellas y otras mujeres se ganen la vida, especialmente cuando la agricultura tradicional, la minería y el trabajo fabril ya no están disponibles. Las líderes de estos proyectos reconocen que los ingresos solamente no son suficientes para aliviar la pobreza, por eso ofrecen capacitación laboral y educación, enseñan finanzas básicas e informan a las mujeres sobre sus derechos legales y problemáticas sociales, incluyendo protección contra la violencia y explotación.

Además de los proyectos generadores de ingresos, las mujeres también influyen en las economías locales de otras maneras. En el sur de México, tienen roles de liderazgo en el movimiento revolucionario zapatista, una lucha de agricultores indígenas por el control de sus recursos, incluyendo la tierra. El movimiento Zapatista es un experimento local de cooperación equitativa; a los participantes se les da un terreno de entrenamiento en activismo social y gobernanza mientras luchan por la justicia económica. Las mujeres están redefiniendo los roles de género al mismo tiempo que ayudan a crear sistemas políticos y económicos que funcionan mejor tanto para los hombres como para las mujeres en su comunidad.

En las comunidades agrícolas de la India, las mujeres están al frente del movimiento para guardar semillas, una forma de resistencia contra las multinacionales que están tratando de patentar semillas y beneficiarse vendiéndoselas a los granjeros a altos precios. Basándose en su conocimiento de las plantas nativas y las técnicas agrícolas, las mujeres desde hace mucho clasifican y guardan las mejores semillas para pasarlas de generación en generación. Cuando las grandes corporaciones amenazaron con monopolizar las semillas usando las leyes de propiedad intelectual, ellas se organizaron para protestar contra las leyes y proteger el sustento de los granjeros locales.

En países tan diversos como Argentina, Canadá, Dinamarca y Japón, las mujeres crearon cooperativas obreras que dirigen pequeñas empresas y fábricas. En estos modelos, los mismos trabajadores son dueños de la mayoría de la empresa, y todos tienen voto en las decisiones. Esos sistemas promueven empleo sostenible y crean una riqueza compartida, lo cual mejora la calidad de vida de los trabajadores y contribuye al desarrollo local y de la comunidad. Estas últimas mejoras son particularmente fuertes en cooperativas lideradas por mujeres, ya que ellas presionan por un equilibrio entre trabajo y familia y entre derechos individuales y necesidades comunitarias.

Incluso entre corporaciones más tradicionales que no son cooperativas, algunas empresas están allanando el camino para que las mujeres asuman roles de liderazgo y cambien la cultura de la compañía. Esto incluye programas de mentores y de creación de habilidades; políticas y prácticas orientadas a la familia, como horario flexible y guardería en las instalaciones de la empresa; oportunidades de desarrollo de liderazgo; y procesos transparentes para que las mujeres participen en el establecimiento de políticas para guías de empleados, prácticas de la compañía, ética comercial y responsabilidad social corporativa.

¿Un lugar en la mesa?

Si bien las soluciones comunitarias de las mujeres son efectivas, para poder crear un cambio duradero, necesitan estar acompañadas de una voz en la mesa de decisiones y políticas mayores. Por ejemplo, aunque las mujeres en la India están luchando para salvar las semillas y usando el peso de las comunidades agrícolas para protestar, están limitadas en su educación básica y legal, y enfrentan enormes desventajas al pelear contra corporaciones con muchísimos recursos legales. Su propio gobierno incluso es renuente a molestar a sus socios corporativos, así que ofrece poco o ningún apoyo. Sin la capacidad de afectar las decisiones que se toman a nivel estatal o en los directorios de las corporaciones, los esfuerzos locales de las mujeres no pueden hacer más.

Aunque las cooperativas obreras creadas por mujeres aportan soluciones positivas dentro de sus organizaciones, los miembros todavía tienen que vivir dentro de la realidad de sus países, cuyas oportunidades económicas suelen estar desbalanceadas a favor de grandes empresas, los hombres y quienes están en el poder. Y, a pesar de los esfuerzos en pos de la igualdad en el ámbito laboral, las mujeres todavía cobran menos por el mismo trabajo y tienen más responsabilidades en la casa que los hombres.

Generalmente, las soluciones de base pueden abordar necesidades inmediatas y brindan respuestas a corto plazo. Pero solo pueden ser verdaderamente transformadoras si además brindan un campo de capacitación para las mujeres y les dan un lugar en las tomas de decisiones mayores.

A veces, las mujeres sí quiebran estas barreras con importantes consecuencias. Por ejemplo, Wangari Maathai pasó años organizando a las mujeres contra la deforestación masiva en Kenia. En el proceso, construyó una fuerte base de apoyo comunitario para las causas ambientales. Alentó a las mujeres a plantar árboles como una forma de resistencia, y esas mujeres aprendieron de qué manera la deforestación está relacionada con el aumento del militarismo, la corrupción gubernamental y las oportunidades económicas limitadas. Las mujeres se manifestaron para expulsar a los líderes represivos de Kenia, y Maathai fue electa para el Parlamento y, más tarde, designada viceministra de Ambiente, Recursos Naturales y Vida Silvestre. Su experiencia de organización de base la ayudó a ganar una posición clave como una influyente tomadora de decisiones a nivel nacional.

De forma similar, en años recientes, en el estado de Kerala, en la India, las mujeres jugaron papeles fundamentales en determinar cómo se iban a gastar los ingresos por impuestos. Allí, los partidos de izquierda organizaron un proceso presupuestario participativo, en el cual el 10 por ciento de los tres millones de personas del estado están directamente involucrados en decidir cómo asignar cerca del 40 por ciento del presupuesto estatal. Las mujeres se organizaron a nivel local para asegurarse de que más personas tengan participación en el proceso, y después de los aportes del público, el gobierno dio dinero para construir casas, letrinas, pozos de agua y grifos públicos. El proceso incluyó también un plan de componente femenino, que asegura que cada proyecto sea evaluado según su impacto de género y que el 10 por ciento de los proyectos beneficien exclusivamente a las mujeres. Queda por verse si estas distribuciones son una excepción de corta vida o si indican un verdadero cambio en las estructuras de toma de decisión que excluyeron en el pasado a las mujeres y grupos marginales.

Estos esfuerzos indican progreso: quienes están más cerca de los problemas más acuciantes del mundo tienen el poder de resolverlos, mientras ganan respeto, reclaman recursos para su comunidad y trabajan en alianzas con otros miembros influyentes de la sociedad.

Al final, las mujeres no dependen solamente de conseguir acceso a los mercados de valores o las salas de directorio del mundo para realizar el cambio. Pueden hacerlo en una miríada de formas, siempre y cuando se les dé el respeto y la influencia que merecen en los lugares -locales, nacionales y globales- que importan para su vida.

Fuente: IMOW

Sí a la Diversidad Familiar!
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