Herramientas para la promoción de ciudades seguras desde la perspectiva de género.
En la actualidad, una de las preocupaciones fundamentales de la sociedad y de los gobiernos de las ciudades es el incremento de la delincuencia y la violencia urbana y la percepción de inseguridad experimentada por la población, como un síntoma común de la vida cotidiana. Las distintas manifestaciones de violencia constituyen un problema complejo, multicausal, que involucra a múltiples actores y que es motivo de investigaciones académicas, de debates sociales, y de diversas propuestas por parte de los gobiernos nacionales y locales.
Por otra parte, los hechos de violencia que afectan fundamentalmente a las mujeres son relevantes en todos los países de América Latina. Al mismo tiempo, es posible observar que tanto los debates públicos sobre la inseguridad en la ciudad, como las acciones y políticas públicas que intentan dar respuesta a la misma, se basan en indicadores que reducen la violencia a tipologías delictivas que por lo general excluyen la violencia que se ejerce hacia las mujeres. Esta realidad es la que motiva el presente documento que se propone centrar el análisis de la violencia urbana y la inseguridad desde la perspectiva de las mujeres y contribuir a dar respuestas a una problemática que afecta su condición de ciudadanas.
Resulta necesario precisar que cuando hablamos de seguridad o inseguridad en la ciudad lo hacemos desde un enfoque de los derechos humanos de las personas, que entiende la inseguridad como toda amenaza a la integridad y realización humana, y que está en función de la satisfacción de las necesidades humanas1. La seguridad humana significa proteger las libertades vitales. Significa proteger a las personas expuestas a amenazas y a ciertas situaciones, robusteciendo su fortaleza y aspiraciones. También significa crear sistemas que faciliten a las personas los elementos básicos de supervivencia, dignidad y medios de vida. La seguridad humana conecta diferentes tipos delibertades: libertad frente a las privaciones, libertad frente al miedo y libertad para actuar en nombre propio2. Desde esta conceptualización, las herramientas propuestas en el presente documento, centran su atención en la violencia que se ejerce contra las mujeres, entendiendo que ésta no se limita a la violencia y agresión verbal o física en el ámbito del hogar o en el espacio público, sino que es consustancial a la desigualdad y a la discriminación de género3.
El territorio de la ciudad es uno de los ámbitos donde la violencia contra las mujeres se expresa, afectando sus vidas cotidianas, limitando sus proyectos personales y derechos ciudadanos. Las mujeres han logrado, a través de su acción, a lo largo de las últimas décadas atenuar la rígida división de roles que asigna a los varones el mundo público y a las mujeres el ámbito privado; han accedido al mercado de trabajo, a lugares de poder político, y a actividades vedadas tradicionalmente a las mujeres. Sin embargo, el mundo público, en su doble acepción de espacio social y físico, continúa planteando restricciones a las mujeres. El derecho a la ciudad, el uso igualitario de ésta por parte de varones y mujeres, es uno más de los desafíos pendientes.
De igual manera que las mujeres están subrepresentadas en los ámbitos de decisión y poder político, la utilización de la calle y de los espacios públicos, en el imaginario colectivo y en el diseño de la ciudad, sigue respondiendo al dominio masculino. El urbanismo y la planificación territorial, aún no han incorporado suficientemente la diversidad de los sujetos que habitan la ciudad y entre ellos las vivencias diferenciadas de varones y mujeres, producto de las transformaciones en curso que afectan las prácticas sociales y los vínculos entre las personas. Las formas de percibir y experimentar la seguridad/inseguridad en la ciudad es una de las diferencias necesarias de priorizar.
Abordar la seguridad en la ciudad desde la perspectiva de género significa reconocer en primer lugar, la importancia de los procesos de urbanización de los países de América Latina donde la mayoría de su población vive en centros urbanos; lo que no implica desconocer las violencias en otros ámbitos no urbanos y sobre todo la que sufren las mujeres en las áreas rurales. Privilegiar las ciudades como objeto de preocupación, no sólo responde a la prevalencia de lo urbano como modo de vida de la población -donde la mayoría de esa población en América Latina son mujeres- sino que además la vida urbana continúa siendo el ámbito principal de la interacción social y cultural. Para las mujeres, la ciudad "ofrecería potencialmente, la posibilidad de liberarse de controles sociales y de tradicionales asignaciones de espacio y de rol social según el género. En este sentido el medio urbano genera la esperanza por una coexistencia tolerante y por una igualdad real de los géneros"4.
En todos los países -con diferencias de matices- y no obstante los avances en relación a la equidad de género, subsiste la desigualdad de las mujeres, social, educativa, cultural, económica, política, y la violencia contra ellas es su máxima expresión. Esto requiere, sin duda, transformaciones culturales que prioricen las relaciones equitativas entre los géneros, con igualdad de oportunidades para las mujeres en el acceso a los recursos y el poder político, y el reconocimiento de sus contribuciones a la sociedad. Requiere, asimismo, de la sensibilización de los varones, y de los jóvenes en particular, a partir de la educación y formas de socialización temprana, que permita la construcción de vínculos entre las personas, donde la violencia esté excluida de los mismos.
El Estado y los gobiernos locales tienen una responsabilidad fundamental para contribuir a estos cambios a través de políticas públicas concretas, capacitando a sus funcionarios/as técnicos y políticos para revisar sus prácticas y los modos de abordar la resolución de los problemas de la ciudad, incorporando en el ámbito de su quehacer la dimensión de género. Esto es, comprender el sistema patriarcal que sustenta el modo en que históricamente se construyen y reproducen las relaciones de género, basadas en la desigualdad y subordinación de las mujeres.
La gestión de la ciudad es sin duda cada día más compleja y no puede prescindir de todos los hombres y las mujeres que la habitan, desde sus distintas responsabilidades y pertenencias (ciudadanía, funcionarios/as políticos y técnicos, etc.). La participación ciudadana reconocida en distintas instancias donde se debate la problemática de las ciudades y el futuro de las mismas. No obstante, la efectivización de este principio, imprescindible para la construcción democrática, dista de ser logrado, no sólo a nivel de la participación real de los ciudadanos y ciudadanas -esto es, que sus demandas y propuestas se reflejen en políticas concretas- sino fundamentalmente a nivel de la redistribución de los beneficios que la ciudad produce. Las condiciones objetivas y subjetivas que se traducen en mayor o menor percepción de seguridad en la ciudad y condiciona la calidad de vida de la ciudadanía, es parte de esos beneficios. Las mujeres y sus organizaciones deben ser parte activa de las propuestas de políticas públicas que apuestan a ciudades más seguras, sus vivencias de la ciudad y problemas específicos requieren ser escuchados.
Por otra parte, los hechos de violencia que afectan fundamentalmente a las mujeres son relevantes en todos los países de América Latina. Al mismo tiempo, es posible observar que tanto los debates públicos sobre la inseguridad en la ciudad, como las acciones y políticas públicas que intentan dar respuesta a la misma, se basan en indicadores que reducen la violencia a tipologías delictivas que por lo general excluyen la violencia que se ejerce hacia las mujeres. Esta realidad es la que motiva el presente documento que se propone centrar el análisis de la violencia urbana y la inseguridad desde la perspectiva de las mujeres y contribuir a dar respuestas a una problemática que afecta su condición de ciudadanas.
Resulta necesario precisar que cuando hablamos de seguridad o inseguridad en la ciudad lo hacemos desde un enfoque de los derechos humanos de las personas, que entiende la inseguridad como toda amenaza a la integridad y realización humana, y que está en función de la satisfacción de las necesidades humanas1. La seguridad humana significa proteger las libertades vitales. Significa proteger a las personas expuestas a amenazas y a ciertas situaciones, robusteciendo su fortaleza y aspiraciones. También significa crear sistemas que faciliten a las personas los elementos básicos de supervivencia, dignidad y medios de vida. La seguridad humana conecta diferentes tipos delibertades: libertad frente a las privaciones, libertad frente al miedo y libertad para actuar en nombre propio2. Desde esta conceptualización, las herramientas propuestas en el presente documento, centran su atención en la violencia que se ejerce contra las mujeres, entendiendo que ésta no se limita a la violencia y agresión verbal o física en el ámbito del hogar o en el espacio público, sino que es consustancial a la desigualdad y a la discriminación de género3.
El territorio de la ciudad es uno de los ámbitos donde la violencia contra las mujeres se expresa, afectando sus vidas cotidianas, limitando sus proyectos personales y derechos ciudadanos. Las mujeres han logrado, a través de su acción, a lo largo de las últimas décadas atenuar la rígida división de roles que asigna a los varones el mundo público y a las mujeres el ámbito privado; han accedido al mercado de trabajo, a lugares de poder político, y a actividades vedadas tradicionalmente a las mujeres. Sin embargo, el mundo público, en su doble acepción de espacio social y físico, continúa planteando restricciones a las mujeres. El derecho a la ciudad, el uso igualitario de ésta por parte de varones y mujeres, es uno más de los desafíos pendientes.
De igual manera que las mujeres están subrepresentadas en los ámbitos de decisión y poder político, la utilización de la calle y de los espacios públicos, en el imaginario colectivo y en el diseño de la ciudad, sigue respondiendo al dominio masculino. El urbanismo y la planificación territorial, aún no han incorporado suficientemente la diversidad de los sujetos que habitan la ciudad y entre ellos las vivencias diferenciadas de varones y mujeres, producto de las transformaciones en curso que afectan las prácticas sociales y los vínculos entre las personas. Las formas de percibir y experimentar la seguridad/inseguridad en la ciudad es una de las diferencias necesarias de priorizar.
Abordar la seguridad en la ciudad desde la perspectiva de género significa reconocer en primer lugar, la importancia de los procesos de urbanización de los países de América Latina donde la mayoría de su población vive en centros urbanos; lo que no implica desconocer las violencias en otros ámbitos no urbanos y sobre todo la que sufren las mujeres en las áreas rurales. Privilegiar las ciudades como objeto de preocupación, no sólo responde a la prevalencia de lo urbano como modo de vida de la población -donde la mayoría de esa población en América Latina son mujeres- sino que además la vida urbana continúa siendo el ámbito principal de la interacción social y cultural. Para las mujeres, la ciudad "ofrecería potencialmente, la posibilidad de liberarse de controles sociales y de tradicionales asignaciones de espacio y de rol social según el género. En este sentido el medio urbano genera la esperanza por una coexistencia tolerante y por una igualdad real de los géneros"4.
En todos los países -con diferencias de matices- y no obstante los avances en relación a la equidad de género, subsiste la desigualdad de las mujeres, social, educativa, cultural, económica, política, y la violencia contra ellas es su máxima expresión. Esto requiere, sin duda, transformaciones culturales que prioricen las relaciones equitativas entre los géneros, con igualdad de oportunidades para las mujeres en el acceso a los recursos y el poder político, y el reconocimiento de sus contribuciones a la sociedad. Requiere, asimismo, de la sensibilización de los varones, y de los jóvenes en particular, a partir de la educación y formas de socialización temprana, que permita la construcción de vínculos entre las personas, donde la violencia esté excluida de los mismos.
El Estado y los gobiernos locales tienen una responsabilidad fundamental para contribuir a estos cambios a través de políticas públicas concretas, capacitando a sus funcionarios/as técnicos y políticos para revisar sus prácticas y los modos de abordar la resolución de los problemas de la ciudad, incorporando en el ámbito de su quehacer la dimensión de género. Esto es, comprender el sistema patriarcal que sustenta el modo en que históricamente se construyen y reproducen las relaciones de género, basadas en la desigualdad y subordinación de las mujeres.
La gestión de la ciudad es sin duda cada día más compleja y no puede prescindir de todos los hombres y las mujeres que la habitan, desde sus distintas responsabilidades y pertenencias (ciudadanía, funcionarios/as políticos y técnicos, etc.). La participación ciudadana reconocida en distintas instancias donde se debate la problemática de las ciudades y el futuro de las mismas. No obstante, la efectivización de este principio, imprescindible para la construcción democrática, dista de ser logrado, no sólo a nivel de la participación real de los ciudadanos y ciudadanas -esto es, que sus demandas y propuestas se reflejen en políticas concretas- sino fundamentalmente a nivel de la redistribución de los beneficios que la ciudad produce. Las condiciones objetivas y subjetivas que se traducen en mayor o menor percepción de seguridad en la ciudad y condiciona la calidad de vida de la ciudadanía, es parte de esos beneficios. Las mujeres y sus organizaciones deben ser parte activa de las propuestas de políticas públicas que apuestan a ciudades más seguras, sus vivencias de la ciudad y problemas específicos requieren ser escuchados.
- Documento "Herramientas para la promoción de ciudades seguras desde la perspectiva de género".
http://www.redmujer.org.ar/pdf_publicaciones/art_17.pdf
Elaboración del documento:
Liliana Rainero, Maite Rodigou y Soledad Pérez
CISCSA Coordinación Red Mujer y Hábitat-LAC
CISCSA Centro de Intercambio y Servicios Cono Sur, Argentina
Córdoba, Argentina. E-mail: ciscsa@ciscsa.org.ar
1 Giorgi, Víctor (2001) "La seguridad como necesidad humana: una perspectiva desde la psicología comunitaria". Ponencia presentada en el Congreso
Interamericano de Psicología (SIP), Chile.
2 Informe de la Comisión de Seguridad Humana (2003) "La Seguridad Humana Ahora", presentado en FLACSO-Chile, en el Seminario "Seguridad Internacional
Contemporánea: consecuencias para la seguridad humana en América Latina".
3 El concepto género refiere a las construcciones culturales basadas en las diferencias atribuidas a los sexos, y a la jerarquía social creada a partir de aquellas, que adjudica la dominación y el poder a los varones y la subordinación a las mujeres. En cada sociedad esta construcción cultural se traduce en el acceso desigual de las mujeres respecto a los varones, a la riqueza, el poder político, status y prestigio.
4 Becker, Neusel 1997; Rodenstein 1997; citado en Ursula Paravicini "Rol y uso social de espacios públicos en una perspectiva de género", Universidad de Hannover, http://www.iap.uni hannover.de/iap/apt/$40~Personen/$10~Professorin/
Interamericano de Psicología (SIP), Chile.
2 Informe de la Comisión de Seguridad Humana (2003) "La Seguridad Humana Ahora", presentado en FLACSO-Chile, en el Seminario "Seguridad Internacional
Contemporánea: consecuencias para la seguridad humana en América Latina".
3 El concepto género refiere a las construcciones culturales basadas en las diferencias atribuidas a los sexos, y a la jerarquía social creada a partir de aquellas, que adjudica la dominación y el poder a los varones y la subordinación a las mujeres. En cada sociedad esta construcción cultural se traduce en el acceso desigual de las mujeres respecto a los varones, a la riqueza, el poder político, status y prestigio.
4 Becker, Neusel 1997; Rodenstein 1997; citado en Ursula Paravicini "Rol y uso social de espacios públicos en una perspectiva de género", Universidad de Hannover, http://www.iap.uni hannover.de/iap/apt/$40~Personen/$10~Professorin/