Cristianas de base alertan de una cruzada contra la igualdad
Representan la voz feminista y discordante frente a una jerarquía eclesiástica que se ha propuesto frenar el avance de sus derechos. En febrero se cumplirán 20 años de la Carta Apostólica de Juan Pablo II, Mulieris Dignitatem (Dignidad de la Mujer). El Vaticano celebrará un Consejo Pontificio sobre el papel de la mujer en la Iglesia a la que la Conferencia Episcopal de cada país mandará un representante. Ellas no han sido invitadas a participar. Dones en l’Esglèsia (Mujeres en la Iglesia) reivindica la paridad de las mujeres en la institución y la teología vista “con ojos de mujer”. Según manifiesta a DIAGONAL su presidenta, María Dolors Figueras, “la jerarquía eclesiástica no nos tiene mucha simpatía”. Aunque en el grupo hay diferentes posturas frente al aborto, Figueras cree que coinciden en el “respeto total a la voluntad de la mujer y lo que ella decida para su cuerpo”. No están de acuerdo con las opiniones de la jerarquía católica española respecto a la familia, un concepto válido “para cualquier grupo de personas que compartan un mismo techo”.
Otro grupo disidente del ultracatolicismo es Católicas por el Derecho a Decidir (CDD), afincadas en Latinoamérica y Estados Unidos desde los años ‘70. Desde hace diez años promueven la salud sexual y reproductiva en el Estado español. Según Paloma Alfonso, vicepresidenta de CDD, “ la autonomía de las mujeres pasa por el control de su vida sexual y reproductiva, y el aborto es un tema más que abordar desde esa ética”. Según Alfonso, “no se afronta con represión, sino dando derechos, información y acceso al control de su capacidad reproductiva a las mujeres, así como derechos civiles, económicos... Seguramente tomarían otras opciones si tuvieran un mundo de posibilidades a su alcance, pero las cosas no son fáciles para las mujeres”.
- ‘Capitanes de la reacción’
A su juicio, la Iglesia lucha contra el aborto porque la libertad de las mujeres les perjudica, ya que “el feminismo da en la raíz de su estructura jerárquica” y, por tanto, “es el enemigo de todos los ultraconservadores”. Según CDD, “la Conferencia Episcopal y la jerarquía eclesiástica impulsan la ofensiva antiaborto diciéndole al laicado que actúe políticamente, se comprometa e incordie con ese tema”. Alfonso sostiene que “esta campaña se viene gestando desde las Conferencias Internacionales de Población de El Cairo (1994) y Pekín (1995), donde el Vaticano y otros representantes de las estructuras patriarcales entendieron que el avance de las mujeres se les puede venir encima, y se asustaron”.
Así, se convirtieron en “capitanes de la reacción. Hicieron lobby para que los Acuerdos finales de las Conferencias no mencionaran los derechos sexuales ni reproductivos o el concepto de género” (ver DIAGONAL nº 64). En EE UU “los sectores más conservadores de la Iglesia Evangélica empezaron a intervenir en política. El movimiento ‘neocon’ también se explica por esta coyuntura”.
En Latinoamérica, Ratzinger dio a los obispos y cardenales más conservadores el control de las Conferencias Episcopales “para no perder terreno frente al evangelismo y arrinconar la Teología de la Liberación”. En el continente europeo, tras “intentar el reconocimiento de las raíces cristianas en la Constitución de la UE, se apoyan en los países ex comunistas”. Y aunque el Estado español “está echado a perder, para la Iglesia, tras la involución que supone la desaparición de los Centros de Planificación en Madrid, por ejemplo, están los obispos. Dentro del PP de la Comunidad hay un sector tan agresivo como los ‘neocon’: Ana Botella y los Legionarios de Cristo.
Hacen su trabajo soterradamente, cada vez más empoderados”. Alfonso afirma que la disidencia católica está formada por millones de personas: “¡Este país es católico y el 99% de las mujeres usa anticonceptivos!”. Ellas, por su parte, se han sumado a la campaña del movimiento feminista por la despenalización del aborto y su normalización en la sanidad pública.
Por Joana García Grenzner
Fuente: Diagonal