Emakunde 20 años impulsando políticas de igualdad entre hombres y mujeres
Veinte años después de su creación, Emakunde sigue empeñada en fortalecer estructuras políticas que trabajen a favor de la igualdad entre hombres y mujeres porque, aun siendo evidente el cambio de mentalidad social, la discriminación sigue latente.
Cuando hace veinte años se creó Emakunde y Txaro Arteaga e Itziar Fernández hablaban en las instituciones vascas de los temas de igualdad de las mujeres, aquellos temas sonaban a chino. Veinte años después, aquel venenillo de la igualdad se ha extendido hasta tal punto que forma parte consustancial de nuestra sociedad". Son palabras de Iñaki Azkuna, entonces consejero delegado de la Presidencia, a la que se adscribió orgánicamente el Instituto Vasco de la Mujer creado el 5 de febrero de 1988.
Azkuna estuvo entonces en ese lado políticamente incorrecto de los que sí creyeron que un organismo como Emakunde era necesario. Como estuvo el lehendakari José Antonio Ardanza apostando por una causa a la que pocos se apuntaban entonces.
No eran baladí estos posicionamientos en aquellos momentos cuando muchos políticos veían innecesario introducir en el organigrama administrativo un ente específico de la mujer como Emakunde. Contando además que por el otro extremo no eran pocas las organizaciones feministas que consideraban que la creación de Emakunde no era sino una domesticación institucional del feminismo combativo.
Acostumbrados a leer con demasiada frecuencia noticias sobre malos tratos y asesinatos de mujeres por violencia machista, es posible que estas situaciones no nos dejen ver el contexto general, y pensemos que todo el movimiento feminista se reduce tan sólo a una urgencia por evitar los asesinatos. Estos hechos son siempre las manifestaciones de un sustrato de desigualdad contra el que desde el principio se ha empeñado en enfrentarse Emakunde.
Precisamente por esto, Emakunde no surge en 1988 de la nada, sino de núcleos de mujeres comprometidas que luchaban por la igualdad de oportunidades hombre-mujer a todos los niveles. En este grupo inicial de mujeres defensoras de la igualdad se encontraban políticas como Begoña Amunarriz, una de las organizadoras del encuentro de Zarautz con mujeres de Euskal Herria y de todos los ámbitos sociales, donde se llegó al acuerdo de reivindicar un organismo administrativo para las mujeres.
Con desdén "Entonces era parlamentaria del PNV y el tema políticamente hablando estaba en mantillas. Recuerdo que todo lo llevábamos de forma artesanal, que nos reuníamos en el ático de mi casa, que éramos miradas con lupa y desdén dentro de nuestros propios grupos, en los que no interesaba para nada el tema de la integración hombre-mujer puesto que todo estaba gestionado por ellos", recuerda Begoña Amunarriz.
Esta ex parlamentaria, ahora retirada de la vida política, fue junto con Koro Garmendia, entonces parlamentaria de EE, una de las mayores impulsoras de la entrada del feminismo en las instituciones. "Se corría el riesgo de que para algunos el feminismo se estuviera domesticando, pero se ganaba la posibilidad del acceso directo a la elaboración de leyes de igualdad y a la posibilidad de intervenir en la vida pública por parte de la mujer".
Es sobre este segundo aspecto sobre el que Emakunde se ha volcado de manera más intensa estas dos décadas, tejiendo redes administrativas, creando y fortaleciendo estructuras y formando a las personas para que sean capaces de impulsar políticas de igualdad dentro de las administraciones. "Prueba de esta acción son los planes de acción positiva o las redes de trabajo interinstitucionales, o tal vez la más importante de todas, la ley para la Igualdad de Hombres y Mujeres del Parlamento vasco de 2005", explica Txaro Arteaga, quien fuera su primera directora general.
Aquella entrada de Emakunde en el ámbito institucional no fue medida con el mismo rasero por parte de otros ámbitos. "Al principio lo miré con bastante recelo porque en nuestras organizaciones pensábamos que Emakunde iba a institucionalizar nuestro discurso", comenta Anabel Sanz, con más de treinta años en la Asamblea de Mujeres de Bizkaia.
Con el tiempo y a la vista de la forma de actuar de Emakunde, Anabel Sanz cree que sí ha sido importante que existan recursos institucionales y que los gobiernos avalen con nuestros impuestos organismos públicos que impulsen políticas de igualdad.
La pega que pondría esta militante feminista es que, si no se mantiene viva la llama reivindicativa, desde los gobiernos se trate de utilizar organismos como Emakunde en lo que se denomina "el feminismo difuso", algo que pierde intensidad y que trata de manera suave de hacer ver en la sociedad que las mujeres ya no padecen ninguna discriminación. "Somos las feministas las que tenemos que seguir reivindicando que Emakunde y los institutos de la mujer sigan apostando de manera decisiva por esta igualdad", concluye Sanz.
El apoyo feminista Aunque veinte años podrían no ser nada, en los recuerdos de Txaro Arteaga veinte años son el paso de un universo a otro totalmente diferente. Recuerda los contactos iniciales con grupos feministas de toda índole, los posicionamientos cerradamente machistas mayoritarios en casi todos los grupos políticos, las reticencias y oposición de las feministas radicales, pero también el apoyo del lehendakari y de políticos que personalmente creyeron que el proyecto era viable. Aquel proyecto que se había ido gestado durante muchos años fue subiendo como un fermento y demandaba imperiosamente una salida.
Una vez que se aprueba la entrada en el esquema administrativo, la entonces directora recuerda que "el recién nacido organismo no tenía estructuras, no había organigrama, ni personal especializado; todo estaba por inventar; teníamos pocas referencias cercanas. Nuestros apoyos políticos eran los justos; los de los grupos más combativos de mujeres eran tan escasos como reacios. Y en aquella situación nos lanzamos con toda la ilusión del mundo para dar cuerpo a una idea que creo que veinte años después ha cuajado, porque hoy ya nadie niega que, aun existiendo la discriminación, la meta de la igualdad es posible".
Como en casi todos los proyectos de largo recorrido, tras los logotipos y la directora hay un equipo que realiza el trabajo de impulso. Durante muchos años el alma de este grupo de trabajo fue sin duda alguna Itziar Fernández, secretaria general, mano derecha durante todo el mandato de Txaro Arteaga. "Para la aprobación de Emakunde, uno de los problemas técnicos de debate más encendido fue el de la adscripción a un departamento concreto, que casi todos señalaban como Bienestar Social. Al final creo que fue todo un acierto que el ente se adscribiera directamente a la Lehendakaritza", dice Itziar Fernández.
Desconocimiento Algunas mujeres combativas de entonces quieren recordar que hubo una gran resistencia en contra de que se creara un instituto como Emakunde, pero en contra de esta opinión, Fernández cree que más que resistencia directa lo que ella pudo percibir, tanto cuando se estaba gestando como en sus primeros pasos tras su creación, fue que muchos prohombres políticos y también de la propia sociedad consideraban que Emakunde iba a ser un florero. "En realidad, más que resistencia y oposición con lo que nos topamos fue con un gran desconocimiento, con la sorpresa por nuestra forma de actuar. Incluso resaltaría que inicialmente para otros departamentos nuestras peticiones, nuestras formulaciones, demandas de estilo de lenguaje, de tratamiento, requisitos en convocatorias, más que oposición reticente pura y dura lo que suscitaban eran chanza", añade Fernández.
En todo caso, Emakunde lo que ha dejado claro es que iba mucho más lejos de lo que en principio algunos de estos hacedores de chanzas habían imaginado. "Sí, porque con nuestra concepción del organismo abierto a todos los impulsos tanto políticos como sociales, como de asociación de mujeres, el debate era continuo y la manifestación del mismo no se hizo esperar con la aprobación del I Plan de Igualdad de 1991-1994", añade Arteaga. Tanto la entonces directora como la secretaria destacan de aquella época el apoyo generoso de las mujeres feministas y la creación, por ejemplo, de revistas como Emakunde, que han ayudado y ayudan a extender de forma amplísima en la sociedad la reivindicación de los derechos de las mujeres.
Uno de los colectivos más reticentes hacia Emakunde en sus inicios fue el de la Asamblea de Mujeres. "Al principio sí lo fuimos, pero en estos momentos creemos que Emakunde se ha granjeado la simpatía de estas asociaciones porque ha hecho suyas nuestras reivindicaciones", comenta Amparo Villar. "Claro que nuestra posición a favor no limita nuestro empuje reivindicativo y que demandemos de Emakunde una posición más clara en la campaña de visibilización del lesbianismo, porque aunque en su primer Plan de Igualdad hicieron algunas aportaciones, han desarrollado muy poca concienciación sobre gays y lesbianas".
Tema político Aunque la igualdad de oportunidades hombre-mujer pueda seguir siendo durante mucho tiempo un asunto de reivindicación, es innegable que en estos veinte años se ha avanzado y de forma muy importante. Es diametralmente diferente el tratamiento que se hace hoy en día de los asesinatos de mujeres a manos de hombres del que se hacía en la década de los 80; aunque ellos sigan cobrando más por el mismo trabajo, la distancia se ha acortado; aunque ellos ocupen los mejores puestos cada vez hay más mujeres en posiciones de decisión.
Aunque aún el lenguaje nos siga traicionando con cierta frecuencia, los os/as, los genéricos, los epicenos son vistos con mayor frecuencia y mejor aceptados; aunque aún se intente conseguir el mismo objetivo de maneras diferentes en las familias, los hijos/as cada vez están en mayor igualdad en oportunidades de elegir. Todo esto y muchos más aspectos concretos son indicadores de un cambio de mentalidad.
Podríamos decir con las palabras de Itziar Fernández que Emakunde y los demás institutos de la mujer están logrando este cambio de mentalidad social y que se ha hecho porque la igualdad se ha introducido como un tema político en los discursos, en las normas, en las leyes positivas, mucho más allá de quedarse en una mera reivindicación permanente.
"Tal vez éste sea el mayor logro de Emakunde: haber sido un organismo de impulso, siempre tirando primero de los reacios, después convenciendo a los desafectos, animando a los indiferentes, incentivando a los convencidos y todo ello con pasos concretos en la acción de gobierno. El tema no es que esté cerrado porque aún queda mucho por hacer, pero nuestro planteamiento ha sido muy claro desde el principio: implicar a todos los departamentos e instituciones en los programas de igualdad y que esta igualdad se plasmara en políticas que salieran a la calle", resume Fernández.
Como en todos los cambios de calado y de largo recorrido, las personas pasan y los hechos continúan. En este tránsito, los nombres de Anabel Sanz o de Amparo Villar, Begoña Amunarriz o Koro Garmendia, Iñaki Azkuna, Jon Azua, el lehendakari Ardanza y ahora Juan José Ibarretxe han apostado por una idea a la que han dado los mejores retazos de su vida personal, y esto se puede decir muy en especial de las dos impulsoras más destacadas como fueron Itziar Fernández y Txaro Arteaga, y ahora Izaskun Moyua.
Por Nekane Lauzirika
Fuente: DEIA