agosto 06, 2008

Historia de las recolectoras de fruta chilenas



Chile está orgulloso de su posición como uno de los países más abiertos del mundo. Ha firmado 47 acuerdos de libre comercio, incluido uno con EE.UU. Chile ha vivido un crecimiento global de su economía pero detrás de este éxito se esconden graves consecuencias.

Los beneficios adicionales obtenidos no son suficientes para ayudar a toda la población pobre, es más, los acuerdos han contribuido todavía más a la pobreza del país. A pesar de que ahora hay más trabajos temporales, las condiciones laborales son muy precarias.

En el sector de la agricultura, Chile exporta productos como uvas (para la elaboración de vino), fruta y salmón. Los beneficios van directamente a los bolsillos de las empresas transnacionales, mientras que las mujeres que trabajan los campos reciben una remuneración económica inferior al salario mínimo y ven incumplidos sus derechos laborales. El comercio generado en Chile ha engrosado las cuentas de las grandes empresas y ha contribuido a aumentar la inseguridad de las mujeres trabajadoras.

Rosa Palleres trabaja para un grupo temporal de mujeres agricultoras en Andacollo, Chile. Ella nos cuenta su historia…

“La situación es así: hay un contenedor lleno de uvas que se venderán por 200.000 dólares pero, ¿dónde están los dólares para los trabajadores? Nos pagan una miseria. Hay un salario mínimo pero no lo respetan en el caso de los que trabajamos en el campo. Si la gente en Europa supiera lo que ocurre aquí con los trabajadores, ¿querrían de todos modos nuestros productos? Supuestamente los acuerdos de libre comercio exigen buenas condiciones para los trabajadores y que se respeten sus derechos. Pero resulta que los acuerdos de libre comercio en Chile no han reafirmado en absoluto nuestros derechos. De hecho, cada vez somos más pobres. Mientras los empresarios se enriquecen, los trabajadores son los más pobres, en todos los sentidos: económica, espiritual y moralmente; nos aplastan por todos los frentes”.

En el sector de la recolección de fruta, el 75% de las mujeres trabajan más de 60 horas semanales con contratos puntuales o temporales, y un tercio de ellas ni siquiera percibe el salario mínimo. La mitad de estas mujeres no tienen contrato, y por lo tanto no cuentan con un sistema de seguridad social que las respalde si enferman.

“Una trabajadora del campo no puede coger vacaciones porque la despedirían al instante, y tendría que buscar otro trabajo pues no tendría con qué comprar comida. La situación es muy complicada. Una ve muchas injusticias, por todo el país… Siento como si perdiera... Todas salimos perdiendo ya que el gobierno no está siendo transparente. Si esto no cambia, lo único que nos queda es dejar que nos exploten mientras otros se llevan el pastel”.


Fuente: Intermón Oxfam

Sí a la Diversidad Familiar!
The Blood of Fish, Published in