agosto 29, 2008

Perú: Mujeres prefieren parto por cesárea

Las limeñas de los sectores económicamente más favorecidos prefieren dar a luz por cesárea y no por parto normal y eso se refleja en las estadísticas, que hacen de la capital peruana una de las ciudades de América latina con los porcentajes más altos de cesáreas, reveló un estudio.

Mientras en América Latina el promedio de partos por cesárea es de 33 por ciento, de acuerdo con cifras de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), en Lima el promedio es de 58 por ciento (unos 13.000 casos anuales).

Sin embargo, por lo menos un 30 por ciento de esas cesáreas no están justificadas clínicamente y se hacen atendiendo a otras razones.

Así lo revela una investigación del economista Alejandro Arrieta para el Instituto de Salud de Ritgens, Estados Unidos, dado a conocer recientemente por el diario El Comercio. Para sus conclusiones, se basó en las encuestas nacionales demográficas y de salud familiar que periódicamente se realizan en el Perú.

Las cesáreas injustificadas representan un gasto de 6,7 millones de dólares anuales, que son trasladados a los propios pacientes a través de primas de seguro más caras, menores coberturas de seguros y encarecimiento de los servicios de salud en general, asevera la investigación.

La mayor parte de las cesáreas injustificadas se realiza en las clínicas privadas donde, sin embargo, se atiende tan sólo a siete por ciento de parturientas, reveló el estudio.

Cuando el texto fue difundido, a mediados de enero, causó revuelo en los círculos médicos y hospitalarios. Muchos especialistas en salud reproductiva salieron a desmentir la información en diversos medios, aunque sin ir a las cifras de fondo, sino aduciendo que “cada caso es especial y no se puede generalizar”.

Una de las advertencias del estudio de Arrieta es que las cesáreas injustificadas aumentan el riesgo de muerte de la madre, por tratarse de un procedimiento de alta cirugía, y condicionan el uso de tratamientos con antibióticos.

Hoy, con el correr de las semanas, muchos médicos están dispuestos a aceptar que, en efecto, se practican muchas cesáreas a pedido de las propias parturientas, especialmente primerizas, que sienten pánico a dar a luz de manera natural.

“Son mujeres que pueden pagar el alto costo de una césarea (que oscila entre 1.500 y 3.000 dólares) las que exigen este tipo de procedimiento. Obviamente, las posibilidades de que una mujer cesareada pueda dar a luz posteriormente de parto natural son mínimas, todo lo cual tiende a aumentar el porcentaje de cesáreas practicadas en Lima”, dijo a SEMlac el jefe de Obstetricia y Ginecología de una clínica de primer nivel de Lima.

El especialista, sin embargo, pidió mantener su nombre en reserva, “porque estas no son cosas que se comparten fácilmente con la prensa ni se admiten en voz alta”, reconoció.

Mariela Saco-Vértiz admite haberle pedido a su ginecólogo una cesárea para dar a luz a su bebé. “¿Qué quieres?, una crece escuchando historias escalofriantes sobre el momento del parto, que si fulana se rasgó, que si la otra estuvo 12 horas sin dilatar, que el bebé era muy grande... yo no quería pasar por eso y le dije a mi médico: ‘pago lo que sea, pero no doy a luz natural’. Menos mal que me hizo caso...”

El caso de Jeanette Aguirre es al revés: “yo hubiera querido tener el dinero suficiente para dar a luz en una clínica, con cesárea, pero no fue así y tuve que ir al Rebagliati (el hospital de la seguridad social), me hicieron sufrir horas, me gritaron, me trataron pésimo. Definitivamente, si tengo otro hijo, ahorraré para ir a una clínica y que me hagan cesárea”, dice con convicción.

En Lima es un secreto a voces que en las clínicas es mucho más fácil dar a luz con cesárea a la primera complicación, mientras que en los hospitales públicos muchas veces esta decisión es tomada demasiado tarde, cuando la vida de la madre y del bebé –especialmente de este último– ya está en serio riesgo.

Periódicamente, los medios de comunicación dan cuenta de denuncias de madres que perdieron a sus criaturas al dar a luz en un hospital público, aparentemente porque la decisión de practicar una cesárea se habría tomado demasiado tarde. En esa situación ¿cómo hallar el justo medio?

“Cada caso es un mundo particular. No podemos apegarnos tanto al protocolo, hasta poner en riesgo la vida de la madre y de su hijo; hay que ser flexibles”, dice nuestro entrevistado.

Sin embargo, le hacemos notar que, a juzgar por los rumores y por los propios testimonios de muchas parturientas, las clínicas privadas sí son bastante flexibles en practicar cesáreas a pedido de la paciente.

“Esos son los casos que yo llamo ‘humanos’, que no están protocolizados, pero si viene una paciente y me dice que no está preparada, que se muere de miedo de dar a luz, es mi deber explicarle los riesgos de una cesárea, si ella persiste, pues ¿quién soy yo para oponerme a su voluntad? Es ella la que va a parir, yo no; es a ella a la que le va a doler, no a mí”, responde.

“Es cierto que las mujeres están optando exageradamente por las cesáreas, sin que haya una justificación clínica”, señala la decana del Colegio de Obstetrices, Tula Zegarra.

En su opinión, las futuras madres parecen haber olvidado que la mejor manera de traer una nueva vida al mundo es por la vía natural, que el embarazo y el parto deben ser vistos como un proceso fisiológico para el cual es necesario prepararse física y emocionalmente.

La solución, para algunos especialistas en salud pública, estaría en una supervisión más eficaz de la Superintendencia de Entidades Prestadoras de Salud. Actualmente la ley prohíbe a esa entidad intervenir en las clínicas privadas. Su accionar se limita a supervisar el funcionamiento de los hospitales públicos y pertenecientes a la seguridad social.

En declaraciones a la prensa local, su presidente, Martín Tantaleán, admitió que la Superintendencia sí es consciente del elevado número de cesáreas que se practican en la actividad privada, pero que de momento no pueden hacer nada porque la ley se los impide.

“Creo que hay otros problemas de salud pública más importantes que atender --por ejemplo, los niños desnutridos--, que el número de mujeres que optamos por hacernos una cesárea, ¿por qué se meten?, ¡es nuestro cuerpo! y si tenemos, felizmente, los medios para eso, pues qué bien”, opina Mariela cuando le comentamos estas declaraciones.

Pero en este, como en otros casos de salud pública, no siempre tener dinero es garantía de estar procediendo adecuadamente. La Decana del Colegio de Obstetrices cree que, para poder desterrar ideas erróneas en torno al parto y las cesáreas, se requiere una sostenida campaña de información y divulgación pública.

“Una cesárea es un procedimiento mayor, que conlleva más riesgo de muerte para la madre que el parto natural. Es importante informar debidamente a las parturientas para que desmitifiquen algunas ideas erróneas sobre el parto natural”, señaló.
Por Zoraida Portillo
Fuente: Semlac

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