Colombia: ONG insiste en detener la ablación del clítoris entre indígenas
La ONG colombiana Fundación Mujer y Futuro reiteró su llamado a emprender un diálogo intercultural sobre la ablación genital de niñas de la etnia Embera-Chami, para que las comunidades indígenas comprendan la violencia que esta práctica implica, sus negativos efectos en la salud femenina y su carácter violatorio al derecho al placer de las mujeres. Esta propuesta ya la habían formulado en marzo de 2007, cuando se conoció que la etnia colombiana Embera-Chami practica a las niñas recién nacidas la ablación del clítoris, una de las formas de mutilación genital femenina, que hasta entonces se creía exclusiva de algunos países africanos. La convocatoria de la Fundación, que se dedica a la atención integral de las mujeres, logró algunos pronunciamientos, pero no se concretó en una reacción colectiva, y menos en un diálogo con los y las indígenas.
"El problema más serio frente a nuestra 'invitación' es el silencio de las propias mujeres de esta etnia. Las organizaciones indígenas lideradas por varones se limitan a invocar el derecho al respeto a sus tradiciones ancestrales, mientras que los y las intelectuales defensoras de estas culturas y sus prácticas guardan también un estratégico silencio", afirmó a SEMlac Doris Lamus, socióloga de la ONG con sede en la provincia colombiana de Santander.
"No sabemos si esta última actitud sea de respeto propiamente. Tampoco sabemos que tan 'ancestrales' sean en el tiempo y cómo aparecen en unas comunidades que han vivido por siempre en estas regiones de Colombia y que sólo muy recientemente conocimos de sus prácticas de mutilación del clítoris de las niñas Emberá-Chamí", se pregunta Lamus.
Los indígenas Embera-Chami son una etnia de unos 15.000 a 25.000 integrantes (estimaciones varían según fuente), que habita en diversas provincias de Colombia, principalmente Risaralda —zona cafetera— y en Valle del Cauca —suroccidente colombiano.
"Creemos que es necesario un trabajo pedagógico con los indígenas, no una confrontación. Pero parece no haber dolientes de este problema, ni quien se preocupe por estas 'chiquitas'", afirmó a SEMlac Isabel Ortiz, directora de la Fundación Mujer y Futuro.
Las organizaciones de indígenas, particularmente la Organización Nacional de Indígenas de Colombia (ONIC), le ha restado importancia al tema. "El gobierno le ha hecho mucho ruido a esto, sin prestar atención a nuestras demandas", dijo a SEMlac Higinio Obispo, miembro de esa agrupación.
Tal declaración, además de denotar la subestimación del tema de la ablación, no se corresponde con la realidad, dado que las autoridades colombianas no se han manifestado aún sobre el tema.
Recientemente, un juez local solicitó al presidente de Colombia, Álvaro Uribe, tomar medidas legales para eliminar la práctica de la ablación genital femenina, tras fallar sobre el caso de tres niñas recién nacidas de la etnia Embera-Chami, que fueron sometidas a esta mutilación genital por integrantes de su comunidad.
La petición fue hecha por el juez Marino de Jesús Arcila Alzate, del municipio del Pueblo Rico, provincia de Risaralda, quien consideró que ,si bien los grupos indígenas en Colombia tienen derecho a ejercer sus propios códigos de justicia, el Estado no puede permitir prácticas violatorias de los Derechos Humanos, como la mutilación genital femenina, que es condenada internacionalmente.
El caso de tres pequeñas de 17 días de nacidas, víctimas de mutilación genital, fue llevado al despacho judicial por el médico que atendió a las bebés en el centro médico, a donde fueron conducidas por sus madres debido a complicaciones producto de la ablación. El galeno denunció el caso ante el juzgado para que se pronunciara sobre si se trataba de violencia intrafamiliar.
Si bien el juez no levantó cargos en consideración de que no hubo dolo, por tratarse de una práctica cultural, en su fallo afirmó que constituye un hecho "bárbaro, inhumano, y violatorio de los derechos de la mujer y de las niñas de esa comunidad".
Según el médico Hugo Hernando Marsiglia, quien examinó a las bebés, con la mutilación del clítoris los indígenas buscan asegurar que las mujeres sean fieles.
"Aunque este asunto puede ser un debate muy duro con defensores/as de la ancestralidad, creo conveniente señalar que entre esta práctica de la ablación, clitoridectomía o infibulación (que creíamos se realizaban sólo en algunas regiones del África), la condena de brujas a la hoguera en la Edad Media y las múltiples formas de violencia doméstica y política que padecen las mujeres de América Latina y del mundo moderno occidental, hay un elemento de fondo en común: una determinada valoración de la vida y el cuerpo de las mujeres y un profundo y milenario miedo a la sexualidad femenina", afirma el llamado de la Fundación Mujer y Futuro.
UNICEF ha declarado que "la ablación genital femenina constituye una violación fundamental de los derechos de las niñas. Es una práctica discriminatoria que vulnera el derecho a la igualdad de oportunidades, a la salud, a la lucha contra la violencia, el daño, el maltrato, la tortura y el trato cruel, inhumano y degradante; el derecho a la protección frente a prácticas tradicionales peligrosas y el derecho a decidir acerca de la propia reproducción". Estos derechos están protegidos por el Derecho internacional.
De acuerdo con la Organización Mundial de Salud (OMS), la mutilación genital femenina no tiene beneficios para la salud, y por el contrario, perjudica a las mujeres y a las niñas de muchas maneras.
"Algunas complicaciones inmediatas pueden ser dolor severo, trauma, hemorragias, tétanos e infecciones bacteriales, retención urinaria, laceraciones abiertas en la región de los genitales y daño en el tejido genital. Y consecuencias a largo plazo pueden incluir infecciones urinarias y de la vejiga recurrentes, cistitis, infertilidad y eventualmente la necesidad de cirugías posteriores", asegura la OMS.
"No sabemos si esta última actitud sea de respeto propiamente. Tampoco sabemos que tan 'ancestrales' sean en el tiempo y cómo aparecen en unas comunidades que han vivido por siempre en estas regiones de Colombia y que sólo muy recientemente conocimos de sus prácticas de mutilación del clítoris de las niñas Emberá-Chamí", se pregunta Lamus.
Los indígenas Embera-Chami son una etnia de unos 15.000 a 25.000 integrantes (estimaciones varían según fuente), que habita en diversas provincias de Colombia, principalmente Risaralda —zona cafetera— y en Valle del Cauca —suroccidente colombiano.
"Creemos que es necesario un trabajo pedagógico con los indígenas, no una confrontación. Pero parece no haber dolientes de este problema, ni quien se preocupe por estas 'chiquitas'", afirmó a SEMlac Isabel Ortiz, directora de la Fundación Mujer y Futuro.
Las organizaciones de indígenas, particularmente la Organización Nacional de Indígenas de Colombia (ONIC), le ha restado importancia al tema. "El gobierno le ha hecho mucho ruido a esto, sin prestar atención a nuestras demandas", dijo a SEMlac Higinio Obispo, miembro de esa agrupación.
Tal declaración, además de denotar la subestimación del tema de la ablación, no se corresponde con la realidad, dado que las autoridades colombianas no se han manifestado aún sobre el tema.
Recientemente, un juez local solicitó al presidente de Colombia, Álvaro Uribe, tomar medidas legales para eliminar la práctica de la ablación genital femenina, tras fallar sobre el caso de tres niñas recién nacidas de la etnia Embera-Chami, que fueron sometidas a esta mutilación genital por integrantes de su comunidad.
La petición fue hecha por el juez Marino de Jesús Arcila Alzate, del municipio del Pueblo Rico, provincia de Risaralda, quien consideró que ,si bien los grupos indígenas en Colombia tienen derecho a ejercer sus propios códigos de justicia, el Estado no puede permitir prácticas violatorias de los Derechos Humanos, como la mutilación genital femenina, que es condenada internacionalmente.
El caso de tres pequeñas de 17 días de nacidas, víctimas de mutilación genital, fue llevado al despacho judicial por el médico que atendió a las bebés en el centro médico, a donde fueron conducidas por sus madres debido a complicaciones producto de la ablación. El galeno denunció el caso ante el juzgado para que se pronunciara sobre si se trataba de violencia intrafamiliar.
Si bien el juez no levantó cargos en consideración de que no hubo dolo, por tratarse de una práctica cultural, en su fallo afirmó que constituye un hecho "bárbaro, inhumano, y violatorio de los derechos de la mujer y de las niñas de esa comunidad".
Según el médico Hugo Hernando Marsiglia, quien examinó a las bebés, con la mutilación del clítoris los indígenas buscan asegurar que las mujeres sean fieles.
"Aunque este asunto puede ser un debate muy duro con defensores/as de la ancestralidad, creo conveniente señalar que entre esta práctica de la ablación, clitoridectomía o infibulación (que creíamos se realizaban sólo en algunas regiones del África), la condena de brujas a la hoguera en la Edad Media y las múltiples formas de violencia doméstica y política que padecen las mujeres de América Latina y del mundo moderno occidental, hay un elemento de fondo en común: una determinada valoración de la vida y el cuerpo de las mujeres y un profundo y milenario miedo a la sexualidad femenina", afirma el llamado de la Fundación Mujer y Futuro.
UNICEF ha declarado que "la ablación genital femenina constituye una violación fundamental de los derechos de las niñas. Es una práctica discriminatoria que vulnera el derecho a la igualdad de oportunidades, a la salud, a la lucha contra la violencia, el daño, el maltrato, la tortura y el trato cruel, inhumano y degradante; el derecho a la protección frente a prácticas tradicionales peligrosas y el derecho a decidir acerca de la propia reproducción". Estos derechos están protegidos por el Derecho internacional.
De acuerdo con la Organización Mundial de Salud (OMS), la mutilación genital femenina no tiene beneficios para la salud, y por el contrario, perjudica a las mujeres y a las niñas de muchas maneras.
"Algunas complicaciones inmediatas pueden ser dolor severo, trauma, hemorragias, tétanos e infecciones bacteriales, retención urinaria, laceraciones abiertas en la región de los genitales y daño en el tejido genital. Y consecuencias a largo plazo pueden incluir infecciones urinarias y de la vejiga recurrentes, cistitis, infertilidad y eventualmente la necesidad de cirugías posteriores", asegura la OMS.
Fuente: SEMLAC