Derechos, empleos y seguridad social: Una nueva visión para hombres y mujeres de edad avanzada
Las mujeres viven más que los hombres; es por ello que constituyen la mayoría de las personas de edad avanzada (55%). Actualmente, el número de mujeres de 60 años o más supera al grupo de hombres de esa edad en 70 millones. En los últimos 50 años y en todo el mundo, la esperanza de vida de las mujeres se ha extendido de 48 a 67 años, en tanto que la de los hombres se ha incrementado de 45 a 63. En los países más desarrollados, la proporción de mujeres de edad avanzada es mayor que en los menos desarrollados.
A lo largo del ciclo de vida, las mujeres van sumando desventajas las cuales se acumulan en las últimas etapas de la vida. La discriminación doble o triple suele aumentar a medida que las mujeres envejecen. Las mujeres además, son particularmente vulnerables, pues muchas se vuelcan a realizar trabajos no remunerados o con salarios muy bajos, a tiempo parcial o esporádicos, o en la economía informal. Por todas estas razones, son pocas las veces que pueden acceder a prestaciones de pensión contributiva por propio derecho. Y, cuando lo logran, las pensiones son significativamente más bajas que las de los hombres, debido a que los ingresos han sido inferiores y los períodos de contribución, más cortos.
Pensar en una sociedad para todas las edades implica hacer un replanteamiento del curso convencional de la vida laboral; implica también introducir modelos de trabajo más flexibles y personalizados que garanticen a las personas el derecho a seguir trabajando si desean hacerlo, y al mismo tiempo el derecho a jubilarse con una pensión rentable en términos económicos, si optan por retirarse de la vida económicamente activa. Es necesario pasar de la competencia a la solidaridad entre los grupos de población en edad de trabajar, y eliminar los obstáculos para el empleo que enfrentan las personas de edad.
Fuente: OIT