Competencias y emprendimiento: Reducir la brecha tecnológica y las desigualdades de género
¿Por qué esta brecha es tan profunda en algunas partes del mundo, y no en otras? Según la OCDE, se trata más de un tema de alicientes, del papel predominante que cumple cada género y de actitudes, más que de aptitudes. Es mucho más probable que un varón estudie ingeniería, o ciencias físicas o de la computación, que una mujer. Pese a que, en los países miembros de la OCDE, las mujeres obtienen más de la mitad de los títulos universitarios, en el área de ciencia y tecnología sólo alcanzan al 30% de los títulos otorgados. El porcentaje de mujeres con títulos de grado que incursionan en la investigación es todavía menor: menos de un 30% participan en la investigación en ciencia y tecnología en los países de la OCDE, y sólo el 12% en países tales como Japón y la República de Corea.
Cabe detenerse también ante otro elemento, el grado de acceso de las mujeres y los hombres a las tecnologías de la información y las comunicaciones. Pese a que las mujeres ocupan más del 60% de los puestos de trabajo relacionados con estas tecnologías en los países de la OCDE, sólo entre el 10% y el 20% son programadoras, ingenieras, analistas de sistemas o diseñadoras de sistemas. La gran mayoría ocupa puestos de secretaría, procesamiento de textos o ingreso de datos, que requieren la realización de tareas rutinarias, un escaso nivel de competencias o formación técnica limitada.
La educación y la formación aumentan la capacidad que tanto mujeres como hombres tienen para aplicar técnicas nuevas. De esta forma, favorecen la empleabilidad y, además, la productividad y la competitividad de las empresas. Los sistemas efectivos para el desarrollo de competencias —que vinculan la educación con la formación técnica, la formación técnica con el ingreso al mercado de trabajo, y el ingreso al mercado de trabajo con el aprendizaje permanente— pueden ayudar a mujeres y hombres a beneficiarse de las oportunidades existentes y las que se surjan en el futuro.
La compensación del retraso en materia tecnológica también respalda la transición de la economía informal a la formal. En algunos países, el crecimiento de las empresas propiedad de mujeres es mayor que el de las empresas privadas en su conjunto. Si se presta apoyo a las mujeres empresarias para que introduzcan en sus empresas nuevas tecnologías, aumenta el potencial de incrementar la productividad, generar empleo, reducir la pobreza y promover el desarrollo local. Las mujeres se incorporan al mundo empresarial de diversas formas: como trabajadoras autónomas, con pequeñas y medianas empresas, con emprendimientos sociales, cooperativas y muchas otras opciones. Para que las mujeres tomen conciencia de su potencial empresarial, es importante promover modelos para imitar que coincidan con sus realidades y aspiraciones. Es necesario también que las mujeres superen otros obstáculos al decidir si crear o no una empresa; por ejemplo, el acceso limitado a créditos, o los esquemas tradicionales que impiden a la mujer participar en actividades que generen ingresos o controlar recursos financieros.
Fuente: OIT