Colombia: Estudio define factores de vulnerabilidad al VIH-sida en las mujeres
Las colombianas no sólo están en riesgo de adquirir el VIH causante del sida por contacto con el virus, sino por una confluencia de condiciones de desigualdad, fallas del sistema de salud y ausencia de autonomía que las ponen en situación de vulnerabilidad en algún momento de sus vidas.
Esta es una de las principales revelaciones de la recién terminada investigación “Factores de vulnerabilidad a la infección por VIH-sida en mujeres”, financiada por el Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA), y realizada por el Grupo Interdisciplinario de Estudios de Género y el Grupo de Antropología Médica, ambos de la Universidad Nacional de Colombia.
Este es el primer estudio en Colombia sobre mujeres y VIH que no se centra en los llamados grupos de riesgo, es decir en las poblaciones más expuestas al virus, sino que analiza las condiciones sociales que generan situaciones de vulnerabilidad en las colombianas.
Para ello, el estudio se centró en relaciones erótico-afectivas y en la atención en salud de las mujeres, a través de grupos de colombianas viviendo con el virus de inmunodeficiencia adquirida y mujeres sin el VIH.
“Existe un ‘deber ser’ de la sexualidad responsable como una cuestión que recae sobre el individuo y sus acciones individuales, desconociendo completamente las condiciones estructurales y sociales que influyen en el comportamiento de las personas y los grados de vulnerabilidad en los que se encuentran”, afirmó a SEMlac Ángela Facundo, directora de campo de la investigación.
Una de las condiciones sociales identificada en estudio es el que las colombianas tienen una dependencia, con su rol social de esposas y madres, que hace que continúen dando más protección a los demás que a ellas mismas.
“Esa situación no cambiará hasta que estén en condiciones de igualdad social, con empleos dignos y autonomía reproductiva, que les permita ejercer una sexualidad libre y segura para ellas”, agregó Facundo.
“Es clarísimo que las mujeres anteponen el cuidado de otros al propio”, confirmó a SEMlac Mayerline Vera, directora del colectivo de mujeres viviendo con VIH “Huellas de Arte”, que trabaja por el empoderamiento económico de su colectividad, la formación de liderezas y también por la prevención de las colombianas.
El estudio encontró que las amas de casa prácticamente no conocen un condón, ni saben cómo se usa, pese a las campañas nacionales de prevención. Esto está asociado a que las mujeres se sienten seguras en su matrimonio y ven al amor como un factor de protección contra la pandemia.
De hecho, las entrevistadas expresaron no solicitar el condón a sus maridos o compañeros permanentes, pero no dudaron en afirmar que sí lo piden en las relaciones extramatrimoniales.
“Hemos visto que las mujeres, aunque sepan que su esposo es infiel, no le piden condón, pues piensan que eso no les va a pasar a ellas. Es como si delegaran el cuidado a su marido y no asumen su autocuidado”, comentó Vera.
No obstante, las que siguen conductas monógamas y de fidelidad también adquieren el VIH.
“Cuando reparamos en la existencia de mujeres heterosexuales que viven con VIH y que han seguido las recomendaciones morales de fidelidad y monogamia, vemos que el esquema de prevención no funciona. Entonces, aparecen representaciones de las mujeres que viven con VIH-sida sólo como víctimas de estos ‘hombres malos’ bisexuales”, agrega Facundo.
Para esta especialista, hay que dejar el análisis victimizante de las mujeres, así como el moralista, que “no permiten analizar desde una perspectiva social, una ética laica y desde la salud pública”.
“No es suficiente pensar campañas para prevenir la vulnerabilidad frente a la infección teniendo en mente sólo el uso del preservativo; también es necesario pensar en el empoderamiento de las mujeres que les permita generar autonomía económica y afectiva”, puntualiza Facundo.
La investigación también reveló fallas en el sistema de protección social a través de entrevistas con representantes de las entidades oficiales de salud y de encuestas a las mujeres.
En las relaciones del personal de salud y las mujeres “hay malos tratos, es muy jerarquizada, en ocasiones se niega la prueba de Elisa, y la información que se brinda está muy enfocada a lo epidemiológico, descuidando lo referente a los derechos y la manera de acceder a los mismos”.
“Ya viviendo con el VIH, quise tener otro hijo, y cuando se lo dije al médico, él me dijo: ¿cómo se le ocurre?”, narra Vera, madre de cuatro hijos. “Es que hasta hemos perdido el derecho reproductivo”, dice. Sin embargo, Vera no sólo tuvo un hijo sano, sino que aprendió a defender sus derechos ante el personal de salud.
“También me pasaba que cuando iba a pedir cita para la citología o para odontología, me daban la última del día. Hasta que un día le pregunté a la secretaria, qué si era porque no había otra hora libre o porque yo vivía con el VIH. Desde entonces, ella me agenda más temprano”.
El estudio se realizó en Bogotá, Bucaramanga, Barranquilla, Medellín y Cali.
Su conclusión es que el modelo para las campañas nacionales de prevención del VIH no es efectivo por las enormes diferencias regionales, tanto en la prestación de los servicios de salud, como en la manera en que cada región ve temas fundamentales para analizar la vulnerabilidad de las mujeres al VIH, tales como la familia, el matrimonio, la fidelidad y el hecho de que una mujer pueda elegir estar sola o no.
Estos hallazgos regionales permitirán pensar en campañas preventivas específicas para cada zona del país, se informó.
Esta es una de las principales revelaciones de la recién terminada investigación “Factores de vulnerabilidad a la infección por VIH-sida en mujeres”, financiada por el Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA), y realizada por el Grupo Interdisciplinario de Estudios de Género y el Grupo de Antropología Médica, ambos de la Universidad Nacional de Colombia.
Este es el primer estudio en Colombia sobre mujeres y VIH que no se centra en los llamados grupos de riesgo, es decir en las poblaciones más expuestas al virus, sino que analiza las condiciones sociales que generan situaciones de vulnerabilidad en las colombianas.
Para ello, el estudio se centró en relaciones erótico-afectivas y en la atención en salud de las mujeres, a través de grupos de colombianas viviendo con el virus de inmunodeficiencia adquirida y mujeres sin el VIH.
“Existe un ‘deber ser’ de la sexualidad responsable como una cuestión que recae sobre el individuo y sus acciones individuales, desconociendo completamente las condiciones estructurales y sociales que influyen en el comportamiento de las personas y los grados de vulnerabilidad en los que se encuentran”, afirmó a SEMlac Ángela Facundo, directora de campo de la investigación.
Una de las condiciones sociales identificada en estudio es el que las colombianas tienen una dependencia, con su rol social de esposas y madres, que hace que continúen dando más protección a los demás que a ellas mismas.
“Esa situación no cambiará hasta que estén en condiciones de igualdad social, con empleos dignos y autonomía reproductiva, que les permita ejercer una sexualidad libre y segura para ellas”, agregó Facundo.
“Es clarísimo que las mujeres anteponen el cuidado de otros al propio”, confirmó a SEMlac Mayerline Vera, directora del colectivo de mujeres viviendo con VIH “Huellas de Arte”, que trabaja por el empoderamiento económico de su colectividad, la formación de liderezas y también por la prevención de las colombianas.
El estudio encontró que las amas de casa prácticamente no conocen un condón, ni saben cómo se usa, pese a las campañas nacionales de prevención. Esto está asociado a que las mujeres se sienten seguras en su matrimonio y ven al amor como un factor de protección contra la pandemia.
De hecho, las entrevistadas expresaron no solicitar el condón a sus maridos o compañeros permanentes, pero no dudaron en afirmar que sí lo piden en las relaciones extramatrimoniales.
“Hemos visto que las mujeres, aunque sepan que su esposo es infiel, no le piden condón, pues piensan que eso no les va a pasar a ellas. Es como si delegaran el cuidado a su marido y no asumen su autocuidado”, comentó Vera.
No obstante, las que siguen conductas monógamas y de fidelidad también adquieren el VIH.
“Cuando reparamos en la existencia de mujeres heterosexuales que viven con VIH y que han seguido las recomendaciones morales de fidelidad y monogamia, vemos que el esquema de prevención no funciona. Entonces, aparecen representaciones de las mujeres que viven con VIH-sida sólo como víctimas de estos ‘hombres malos’ bisexuales”, agrega Facundo.
Para esta especialista, hay que dejar el análisis victimizante de las mujeres, así como el moralista, que “no permiten analizar desde una perspectiva social, una ética laica y desde la salud pública”.
“No es suficiente pensar campañas para prevenir la vulnerabilidad frente a la infección teniendo en mente sólo el uso del preservativo; también es necesario pensar en el empoderamiento de las mujeres que les permita generar autonomía económica y afectiva”, puntualiza Facundo.
La investigación también reveló fallas en el sistema de protección social a través de entrevistas con representantes de las entidades oficiales de salud y de encuestas a las mujeres.
En las relaciones del personal de salud y las mujeres “hay malos tratos, es muy jerarquizada, en ocasiones se niega la prueba de Elisa, y la información que se brinda está muy enfocada a lo epidemiológico, descuidando lo referente a los derechos y la manera de acceder a los mismos”.
“Ya viviendo con el VIH, quise tener otro hijo, y cuando se lo dije al médico, él me dijo: ¿cómo se le ocurre?”, narra Vera, madre de cuatro hijos. “Es que hasta hemos perdido el derecho reproductivo”, dice. Sin embargo, Vera no sólo tuvo un hijo sano, sino que aprendió a defender sus derechos ante el personal de salud.
“También me pasaba que cuando iba a pedir cita para la citología o para odontología, me daban la última del día. Hasta que un día le pregunté a la secretaria, qué si era porque no había otra hora libre o porque yo vivía con el VIH. Desde entonces, ella me agenda más temprano”.
El estudio se realizó en Bogotá, Bucaramanga, Barranquilla, Medellín y Cali.
Su conclusión es que el modelo para las campañas nacionales de prevención del VIH no es efectivo por las enormes diferencias regionales, tanto en la prestación de los servicios de salud, como en la manera en que cada región ve temas fundamentales para analizar la vulnerabilidad de las mujeres al VIH, tales como la familia, el matrimonio, la fidelidad y el hecho de que una mujer pueda elegir estar sola o no.
Estos hallazgos regionales permitirán pensar en campañas preventivas específicas para cada zona del país, se informó.
Por Ángela Castellanos Aranguren
Fuente: Semlac