marzo 01, 2009

Frágil memoria

Tan sólo han pasado dos meses desde que se iniciara la ofensiva de Israel en Gaza y ya parece que a casi todo el mundo se le haya olvidado que perdieron la vida mil cuatrocientas personas palestinas y más de cinco mil quinientas resultaron heridas.

Si, también perdieron la vida personas de Israel, fueron once de las cuales solamente tres eran civiles. La relación es más que evidente.

Esta semana desde una alta institución de las Cortes Valencianas se organizaron unas mesas redondas en Valencia y Alicante en las que tuve el honor y el placer de participar para explicar, (o al menos intentarlo en la medida de mis posibilidades) la situación de las mujeres palestinas.

Fue triste comprobar cómo a pesar del esfuerzo realizado por parte de una de las máximas responsables de la Sindicatura de Greuges, Emilia Caballero, la asistencia de público fue mínima. En Valencia acudieron unas quince personas y en Alicante unas diez. Y digo que es triste, porque en los días de los bombardeos era un tema que aparecía a todas horas en los medios de comunicación, pero con el paso de los días por mucho que busques ya apenas encuentras alguna una noticia residual en los medios.

Ya parece no importar el sufrimiento de tantas personas, la muerte de otras tantas como consecuencia de la falta de medios y el estado de destrucción en que deben haber quedado las infraestructuras de la zona.

Nuestra memoria flaquea cuando dejamos de recordar que las niñas y niños del pueblo palestino tienen derechos y se los estamos negando con nuestro silencio y nuestro olvido. Esas niñas y niños serán los adultos de mañana y los que deberán encargarse de buscar y encontrar vías de diálogo para la paz. Pero creo que se lo estamos poniendo muy difícil al olvidarnos de sus necesidades.

Con nuestro olvido actual y con todos los olvidos anteriores hacemos el juego a quienes ejercen como colonos cada día, despreciando la vida y lo bienes del pueblo palestino y, con esa misma falta de memoria, ponemos piedras para encontrar el camino de la paz entre los pueblos.

Afortunadamente existen personas bienintencionadas a ambos lados de los muros de la vergüenza que siguen buscando vías para la paz y la convivencia de los dos pueblos. Y esas personas están dentro y fuera de las fronteras de Israel y Palestina. Sin esos esfuerzos que no siempre vienen de la mano de las altas instituciones como la ONU, el pesimismo ante la evidencia de lo que ha ocurrido y lo que ocurre cada día sería insoportable.

Así las cosas, no llegan buenas noticias para la formación de un nuevo gobierno en Israel después de las últimas elecciones en donde la izquierda ha sido prácticamente arrasada y los ortodoxos van a ser los encargaos de formar gobierno. Y la derecha nunca ha sido amiga de buscar vías pacíficas para la resolución del conflicto con Palestina.

Pero más allá de cuestiones políticas y estratégicas que obviamente son importantes, mi curiosidad se centra en saber cómo se encontrarán las miles de personas heridas durante los últimos bombardeos, en cómo las niñas y niños que fueron heridos físicamente sanarán sus heridas emocionales y podrán afrontar un futuro sin demasiadas alternativas después de lo vivido, en definitiva, ¿quién les educará para la construcción de la paz?

Nosotros seguimos viviendo nuestras cómodas vidas después del viaje o los viajes, pero ¿Cómo se encontrarán esas mujeres que han perdido hijos, maridos, hermanos, etc… y ahora tienen que hacerse cargo del cuidado de las personas que hayan quedado con vida dentro de la más absoluta de las miserias?

No ceo que el olvido sea un buen aliado de la búsqueda de la paz y quizás por eso no me permito olvidar la mirada de aquella niña descalza, sentada en una silla de paseo en un frío día de finales de diciembre que la vida puso en mi camino en el campo de refugiados de Amaary, en Ramallha.

Duele mucho cada vez que la recuerdo, pero aquella mirada me impone el deber de recordar la situación y de hacerla recordar a quienes lean estas líneas.

Teresa Mollá Castells
tmolla@teremolla.net
La Ciudad de las Diosas

Sí a la Diversidad Familiar!
The Blood of Fish, Published in