marzo 06, 2009

¡Que el 8 de Marzo no te encuentre indiferente!

Ante la pregunta de ¿eres feminista? la mayoría de las personas, hombres y mujeres, contestarían con un “no” rotundo. Incluso algunas de ellas añadirían algún comentario jocoso sobre este colectivo. Pero ¿por qué? Considero que el feminismo no existe. Hay múltiples feminismos. Puede que incluso tantos como personas que se cuestionan sobre las desigualdades e injusticias en nuestra sociedad. Pero creo que hay algo en común, molestamos allá donde estemos y nos manifestemos, por esto, se nos intenta desprestigiar en todas las sociedades con comentarios sobre que queremos la superioridad sobre el varón, etc.


¿Sólo las mujeres pueden ser feministas? Ser feministas es recordar que este sistema no funciona. Es recordar que hombres y mujeres somos educados para realizar diferentes funciones mermando inquietudes que se escapan de estas; que ambos tenemos que recortar parte de nuestro ser para ajustarnos a modelos inalcanzables de masculinidad y feminidad y que, en la medida que nos alejemos de estos, seremos penalizados socialmente (nos podrán decir “marimacho” o “mariquita”, “mala madre”, aislar de nuestros grupos de referencia, etc.). Ser feminista es proclamar la igualdad de oportunidades para ambos sexos, es valorar la feminidad y todo lo que rodea a esta, es hablar también de igualdad de trato.


Los hombres, al tener que responder a ideales de masculinidad (fuerza física y psíquica, independencia, racionalidad, etc.) se alejan en muchos casos del mundo femenino asociado a las emociones, la sensibilidad, los cuidados, etc. Nuestra cultura patriarcal les impide mostrar sus sentimientos, por ello se les puede hacer muy difícil cuando quieren hacerlo. Pueden tener dificultades para cuidar a las personas que quieren, porque se vea mal en el trabajo o entre sus amigos, que va él a buscar a sus hijos/as al colegio, a acompañar a su padre/madre al hospital, etc. Muchos hombres se dan cuenta muy tarde de todo lo que han estado perdiendo, a veces, cuando son ancianos intentan recuperar parte de estas experiencias ejerciendo como padres o abuelos, pero esto no siempre es así. Hay hombres que prefieren mantener una relación igualitaria con sus parejas, de modo que se compartan responsabilidades domésticas y de cuidado, se respeten tiempos de ocio también de su pareja, etc.


Vemos como las mujeres, sólo por tener ese sexo, salimos siempre peor paradas. ¿No nos dicen “ten cuidado” cuando vas a desplazarte andando por la noche? No se lo dicen a ellos en estos casos. ¿Por qué no poder desplazarnos con la misma seguridad? No es descubrir nada si aludo al uso del cuerpo de las mujeres en los conflictos bélicos, las muertes al parir, mayor posibilidad de contagio de sida en relaciones heterosexuales porque nuestras parejas piensen que no es amor si hay condón/preservativo, la obligación de ir vestida de una determinada forma (minifaldas o burkas), prohibición de acceso a algunos lugares, etc.


A las mujeres, en la mayoría de los casos, si se nos permite acceder a puestos de trabajo –otras estamos en paro- son precarios. Es decir, peor pagados, sin cotización, sin horarios estables, en ambientes o realizando actividades perjudiciales para nuestra salud y que no se contemplan –trabajos monótonos de poco esfuerzo físico que causan problemas físicos por tener la misma postura, uso de tóxicos para tareas de limpieza, ambientes donde se permite fumar tabaco, etc.). Conseguimos puestos de menor cualificación, a pesar de que muchas de nosotras tenemos una preparación mayor que nuestros compañeros; nuestros trabajos están peor remunerados aun teniendo que asumir iguales o mayores responsabilidades; tenemos mayores dificultades de ascenso. Tenemos doble o triple jornada si además asumimos las tareas de cuidados de nuestras criaturas y/o familiares ancianos/as. Además tenemos que trabajar más, demostrar un plus de profesionalidad, que a veces nos hace renunciar a proyectos de nuestra vida personal.


La crisis económica empeora la situación de las mujeres en general y se agudiza en aquellos casos en los que están mayormente desprotegidas: si además son inmigrantes, tienen alguna discapacidad, pertenecen a etnias o culturas en las cuales recaen prejuicios más negativos, etc.


Por ser mujer, soy persona con los mismos derechos y obligaciones que los hombres, ni más ni menos. Las mujeres no somos un colectivo, somos la mitad de la población. Independientemente de nuestras condiciones mantenemos esta sociedad, somos madres, somos cuidadoras, transmisoras de cultura, mantenemos la economía (tanto de nuestros países como de otros) y queremos que esto sea valorado y reconocido por toda la población, hombres y mujeres.


Considero que todos y todas tenemos que reivindicar nuestros derechos, es una cuestión de derechos humanos. Tenemos que luchar por un mundo mejor, acabar con aquellas diferencias entre sexos que dan lugar a injusticias, crear nuevas sociedades más justas con todas las personas y con nuestro medioambiente.


Que el 8 de Marzo no nos encuentre indiferentes en este trascendental objetivo común.



Fuente:Alai

Sí a la Diversidad Familiar!
The Blood of Fish, Published in