junio 15, 2009

CUMBRES INDÍGENAS: Desde este subjetivo rincón feminista

La imagen potente de Warmi pachakuti, grupo de músicas feministas indígenas y bolivianas, tocando y bailando sicureadas* entre mujeres, en medio de los jardines de la Universidad de Puno, contrastaba radicalmente con lo dicho en las mesas de la I Cumbre de Mujeres. Y es que, en dicha “cumbre”, no faltó la que se atrevió a justificar la violencia contra las mujeres (como una joven con atuendo de Cuzco que se apuró en decir públicamente que “si el hombre es borracho y golpea a la mujer es que la mujer está mal”)…

Claramente, este encuentro de mujeres indígenas no tuvo espacios oficialmente feministas y tampoco fue de solamente mujeres, ya que muchísimos hombres se pasearon por las mesas, moderaron, opinaron, y la apertura estuvo a cargo de un varón: un hombre indígena, al parecer muy religioso, que ordenó en la ceremonia de apertura a las mujeres que estaban arriba del escenario, arrodillarse… Entonces esta observadora - parte de un pueblo invadido con la cruz- no logró encontrar distancia entre este rito y cualquier misa católica a la que hubiese asistido alguna vez…

Más tarde en la IV Cumbre de los Pueblos Indígenas, que siguió a la de mujeres, la mesa completa de Cosmovisión e Identidad hizo lo propio, pero al aire libre. El segundo día de dicha mesa, cuando, justamente, venía el turno de palabras de las feministas aymaras y bolivianas de La Paz y de Cochabamba, los dirigentes de la mesa decidieron, en vez de seguir la discusión, que nos arrodilláramos en los jardines de la Universidad para un ritual en el que un hombre oraba a la tierra y una mujer a su lado, silenciosa, volvía su mirada al cielo.

DISCULPAS POR HABLAR EN FEMENINO

Volviendo a la cumbre de las mujeres, una buena parte de las participantes en sus intervenciones, le sonaron a esta observadora, disculpándose por una cumbre de mujeres. Es decir, por esta ocurrencia de un evento “en femenino”. Aunque (piensa esta feminista) que no había de qué preocuparse pues la cumbre de los pueblos se mostró bastante masculina -como cualquier encuentro público político que no necesita autonombrarse “de hombres” porque sabe que ya lo es-.

Desde este rincón subjetivo entonces, se afirma que sólo aquellas y aquellos que han sido invisibilizadas, negados por siglos, invadidas, adquieren estas manías de autonombrarse obsesivamente cada vez (de mujeres, de feministas, de pueblos originarios, de lesbianas…) y que quienes son la norma legitimada por los sistemas opresores, no lo requieren ya que todos los espacios son del poder –sólo las fisuras son de las marginadas-.

Igualmente, numerosas hermanas indígenas declaraban que “hay que ser incluyentes con los hombres”. Pero los hombres indígenas, organizadores de la IV Cumbre de los Pueblos, no parecen disculparse con las mujeres por nada. De hecho el día que se inició su IV Cumbre –de las mujeres fue sólo la I- costó una larga discusión que la Organización asumiera las credenciales que las mujeres obtuvieron el primer día de su propia cumbre, ya que, en principio, nos ordenaban volver a inscribirnos con algún documento que acredite pertenencia a un pueblo determinado…

¿VAN A NEGAR LA VIOLENCIA MACHISTA EN LAS COMUNIDADES?

En la mesa de Cosmovisión e Identidad de la cumbre de mujeres, se oye decir que identidad sería que las mujeres sepan cocinar los productos originarios, que cuiden a sus ancianos, que oigan a sus ancianas suegras, que vistan los trajes típicos… Pero esta observadora se alivia con la voz disidente de una mapuche argentina que interroga a viva voz al público mixto: “¡Ahora me van a negar la violencia contra las mujeres en nuestras comunidades!”.

Es Andrea Despo Cañuqueo, a quien la organización de la IV Cumbre de los pueblos, unos días después de esta denuncia, no le cumplió el ofrecimiento de una sala para presentar su obra de teatro sobre el pueblo mapuche de Argentina, “Sueños de agua”.

La segunda voz disidente, por su puesto, la de Julieta Paredes de Bolivia, aymara feminista comunitaria que se dirige a sus hermanas con la idea de que la cosmovisión hasta el momento ha sido rescatada y desarrollada por hombres, “lo que no está mal ni envidiamos”, explica, “pero”, prosigue: “las mujeres no hemos desarrollado nuestro propio pensamiento de cosmovisión, si no que nos encontramos repitiendo lo que ellos nos han dicho que es, y ninguna comunidad puede fortalecerse con la mirada de sólo la mitad de un pueblo”…

MADRE, ESPOSA HETEROSEXUAL Y SAGRADA…

En la mesa de cosmovisión e identidad de la IV Cumbre de los Pueblos, los hombres hablan distinto; y así mismo, lucen distintos: la mayoría van atractivamente ataviados con sus trajes originarios, cuerpos semidesnudos, y los cabellos largos. Toda su presencia desafía la visión estética -y por ende ética- de varones morenos encorbatados y trajeados (occidentalizados, acartonados) en las calles de nuestras ciudades colonizadas.

La postura digna de los varones que sí se asumen originarios, los hace lucir libres con sus plumas, sus faldones, sus pinturas en los rostros. Son amazónicos, incas, mayas. Contrastan con los atuendos coloniales –los precoloniales, parecen ya perdidos- de mujeres ataviadas con muchas polleras largas, tapadas casi enteramente, sin huellas de sus seguramente hermosos cuerpos desnudos, con pequeños zapatitos que parece que no salvan de pozas de agua o del frío.

Más allá de las vestiduras, pero junto con ellas, la mayoría de los exponentes varones se esfuerzan por respetar a la pachamama en sus discursos, hablan de la abuela luna, de los 28 días de su ciclo coincidente con el nuestro –menstrual de las mujeres-, destacan a diosas sagradas, subrayan que si un varón es agresivo con su mujer se podría llegar a reencarnar en una mujer, y sin ningún complejo confiesan que hay culturas en que “el hombre que no sabe tejer o cocinar, no se puede casar”.

Es de destacar también el reconocimiento sobre el hecho de que el varón que se deja el pelo largo con una trenza, desarrolla su intuición y el que se abre un hueco en la oreja para los aros, está fortaleciendo “un tercer ojo”… O sea, para ellos no están vedadas las –supuestamente femeninas - belleza e intuición…

Ninguno habla sin embargo, de que las mujeres pudieran desarrollar la fuerza, la libertad, la autodefensa-. Las mujeres parecen seguir siendo, aunque claramente más respetadas que en culturas winkas** y blancas, igualmente madres, parejas heterosexuales de los hombres y algo así como la energía vital y sagrada -aquella que sirve de soporte a la humanidad, esa que carga en sus espaldas el rol de Ser para otros-…
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Por Victoria Aldunate Morales,
Feminista autónoma
La Ciudad de las Diosas

* Ritmos autóctonos andinos
** Winka: asesino, ladrón y violador: el invasor (en mapudungun).

Sí a la Diversidad Familiar!
The Blood of Fish, Published in