agosto 23, 2009

¿Qué les hemos hecho a los cuerpos? Reflexiones de Wendy Harcourt sobre la política del cuerpo

AWID comparte aspectos destacados del nuevo libro de Wendy Harcourt, «Body Politics in Development» [«La política del cuerpo en el desarrollo»], y conversa con la autora sobre las implicancias de sus argumentos para activistas por los derechos de las mujeres, defensoras, personas académicas y profesionales en el ámbito del desarrollo.
En su libro «La política del cuerpo en el desarrollo», Wendy Harcourt pone de nuevo en el centro lo que se ha tornado invisible a través de procesos de gestoría, defensa y acción: los cuerpos. Cuerpos que son reproductivos, productivos y brindan cuidados, cuerpos violados, sexualizados y sometidos por medio de las tecnologías.

Tal como la autora señala, históricamente las experiencias que las mujeres han tenido de sus cuerpos, ya sea que hayan sido violados, explotados o cosificados, han transformado su participación política desde hace mucho tiempo y, en conjunto, “la política del cuerpo [ha sido] una fuerza movilizadora clave para los derechos humanos en las últimas décadas” (pág. 24).

Harcourt plantea que examinar y comprender la política del cuerpo es particularmente importante porque, en el proceso de incorporar las necesidades y preocupaciones de las mujeres al discurso del desarrollo, los cuerpos femeninos a menudo han sido esencializados y despojados de su capacidad de acción - incluso dentro del movimiento mundial de mujeres.

A fin de reducir esto en el futuro, Harcourt da una mirada tanto retrospectiva como prospectiva a las formas en que los cuerpos son considerados en los discursos y prácticas del género y el desarrollo; también recomienda enfoques auto-reflexivos alternativos que procuren volver a centrar las experiencias de los cuerpos, pero sin esencializarlas, en los procesos y la formulación de políticas de desarrollo.

En su nuevo libro, la autora organiza en cinco categorías de cuerpos sus planteamientos acerca de cómo el cuerpo femenino ha estado y está posicionado en los discursos del género y el desarrollo: cuerpos reproductivos, cuerpos productivos, cuerpos violados, cuerpos sexualizados y tecno-cuerpos. Ella rastrea, para cada categoría, tanto la manera en que el cuerpo está posicionado como lo que esto significa para activistas y defensoras en trabajan en torno a diversos asuntos.

A continuación se resaltan los argumentos de Harcourt para cada una de las cinco categorías, acompañados de una lista parcial de organizaciones* que están trabajando desde enfoques alternativos.

Cuerpos reproductivos

Históricamente, formuladores de políticas y profesionales han vinculado la acción, las experiencias y necesidades de las mujeres a sus capacidades biológicas para dar a luz y a sus roles sociales como madres. En el mundo en desarrollo, las mujeres han sido seleccionadas como sitios de intervención médica y social en políticas dirigidas a controlar el crecimiento de la población.

Tras décadas de cabildeo por parte de activistas feministas, el Programa de Acción de la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo, celebrada en El Cairo en 1994,[1] representó un giro desde el antiguo paradigma centrado en el control poblacional hasta uno que puso énfasis en los derechos reproductivos. Hubo logros en cuanto a las agendas de los derechos reproductivos, que veían a las mujeres como sujetas activas en vez de simplemente sitios de intervención, pero continuaron sin cuestionarse ni afrontarse las desigualdades sociales y económicas relacionadas con la salud y los derechos reproductivos.

En la década de 1980, las políticas neoliberales[2] estaban socavando la agenda de la salud reproductiva. Los gobiernos de los países en desarrollo, presionados por instituciones financieras internacionales a invertir más en el crecimiento de sus economías, recortaron el gasto en seguridad social, incluyendo la salud y la educación. Los recursos para asegurar la salud reproductiva se redujeron.

A finales de la década de 1990, las activistas por los derechos de las mujeres quedaron, en gran medida, fuera de la construcción de los Objetivos de Desarrollo del Milenio,[3] una serie de prioridades adoptadas por los Estados miembros de las Naciones Unidas para estimular el desarrollo. El lenguaje del Programa de Acción de El Cairo, basado en la autonomía y los derechos, fue reemplazado por un lenguaje tecnocrático centrado en la prestación de servicios. Un ejemplo de ello es el énfasis en la reducción de la mortalidad materna.[4]

Actualmente, en vista de la escasez de fondos gubernamentales disponibles para prestación de servicios casi en todas partes del mundo, la mayoría de los servicios se ha privatizado, abriendo un mercado comercial para productos y servicios biomédicos y la explotación potencial de los cuerpos de las mujeres. Esto incluye, por ejemplo, la provisión de información relacionada con la salud por parte de corporaciones en vez de gobiernos u organizaciones de la sociedad civil, así como los ensayos clínicos y el comercio desleal de fármacos y vacunas para prevención y tratamiento de enfermedades.

Algunas organizaciones feministas y dedicadas a los derechos de las mujeres están luchando por un enfoque basado en la autonomía y los derechos en el cual se consideren y afronten las desigualdades estructurales, así como los legados del racismo, la homofobia, el fundamentalismo y el militarismo.

Ejemplos de organizaciones que trabajan desde enfoques alternativos:



Cuerpos productivos


Históricamente, profesionales del desarrollo y formuladores de políticas resaltaron las contribuciones económicas de las mujeres a fin de posicionarlas como sujetas activas en los procesos del desarrollo y no simplemente receptoras pasivas de ayuda. Instituciones financieras internacionales como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial empezaron a darse cuenta de que era importante “invertir en las mujeres” para promover el desarrollo y lograr retornos sobre préstamos e inversiones. Es interesante que el lenguaje reciente de las Naciones Unidas, gobiernos e incluso organizaciones no gubernamentales (ONG) refleja una postura similar, al enfatizar que las mujeres son “buenas inversiones” en proyectos empresariales, gubernamentales y de desarrollo.

En algunos casos, esta retórica reafirma que “las mujeres pobres del Sur son una fuente de trabajo globalmente flexible, dócil y barato” (pág. 69), además de que las mujeres son valiosas como fuentes de trabajo gratuito y productoras de bienes que inyectan dinero a las economías, pero no necesariamente como seres humanas por sí mismas y con derechos humanos.

Las alternativas a esta retórica incluyen un enfoque basado en los derechos, en el que las mujeres y todas las personas sean sujetas de derechos y se les reconozca su valor intrínseco. Asimismo, las economías comunitarias, en las cuales productores y consumidores son locales y los medios de intercambio pueden vigilarse más estrechamente, ofrecen alternativas a las explotadoras cadenas de producción globales en las que las mujeres están atrapadas en una “carrera hacia el fondo”. Adicionalmente, las solidaridades feministas internacionales, sobre todo entre trabajadoras que se organizan atravesando fronteras y economías, sirven para resistir esta retórica y las prácticas explotadoras que la acompañan.

Ejemplos de organizaciones que brindan alternativas a la retórica de “invertir en las mujeres”:

Cuerpos violados


En el último medio siglo, la violencia sexual y por motivos de género ha sido incorporada al discurso del género y el desarrollo enmarcándola como un asunto de salud, lo que ha conducido a que entidades como la Organización Mundial de la Salud y ministerios de salud gubernamentales le presten atención como parte de lograr resultados en materia de salud.

El hecho de haberla enmarcado así elevó la visibilidad de múltiples formas de violencia sexual y por motivos de género - incluyendo la violencia doméstica, la violación, el femicidio y los asesinatos por honor - entre organizaciones y el público general, en ocasiones a través de fuertes impresiones. También catalizó un enfoque caritativo en el cual la gente actuaba y donaba dinero para “ayudar a las pobres y desafortunadas víctimas allá en esa remota y primitiva parte del mundo”. Este enfoque a menudo reemplazó a otro que responsabilice a perpetradores, gobiernos y sistemas legales por violaciones a los derechos humanos o que propicie o reconozca la capacidad de actuar de las personas cuyos derechos han sido violados.

Adicionalmente, celebridades hicieron visible esta problemática por medio de películas y campañas para ONG. Al considerar esas campañas, Harcourt se pregunta si existe el “riesgo de confundir la miseria y tragedia de la vida real con las vidas glamorosas y ficticias de las estrechas de cine” (pág. 103) y pregunta: “¿Estamos sólo agregando una historia más a una industria multimillonaria basada en la violencia y el sexismo?” (pág. 106).

Por otra parte, recientemente la agresión militar ha sido justificada bajo el “disfraz de proteger a mujeres subyugadas y llevar civilización y prosperidad a personas nativas que no son capaces de gobernarse en forma autónoma” (pág. 115), como es el caso de la intervención militar de los Estados Unidos en Afganistán.

Las alternativas a enfoques en materia de violencia sexual y por motivos de género basados exclusivamente en la salud, impulsados por celebridades y de naturaleza caritativa incluyen enfoques basados en los derechos que reconocen los añejos legados de poder y dominación que atraviesan líneas de género, situación socioeconómica, afiliación a comunidades religiosas, nacionalidad y posicionamiento global.

Ejemplos de organizaciones que utilizan un enfoque basado en los derechos para contrarrestar la violencia por motivos de género:


Continue leyendo: http://www.awid.org/esl/Temas-y-Analisis/Temas-y-Analisis2/Que-les-hemos-hecho-a-los-cuerpos-Reflexiones-de-Wendy-Harcourt-sobre-la-politica-del-cuerpo

Para obtener más información sobre el libro «La política del cuerpo en el desarrollo», visitar el sitio de Wendy Harcourt.


Nota:


* En este artículo hemos proporcionado sólo una lista parcial de organizaciones que trabajan desde enfoques alternativos. Si eres parte de una organización que trabaja desde los enfoques alternativos mencionados pero no figura aquí, por favor escribe a contact@awid.org si quieres que sea incluida en nuestro directorio de enlaces en awid.org.

Por Masum Momaya

Fuente:AWID

Traducción del inglés: Laura E. Asturias

Título original: What have we done to Bodies? Wendy Harcourt’s Reflections on Body Politics


Referencias:


1. Naciones Unidas, Programa de Acción de la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo (A/CONF.171/13).2. Obando, Ana Elena, ‘Las mujeres ante la globalización: El impacto de la globalización neoliberal en los derechos económicos, sociales y culturales de las mujeres’, AWID / WHRnet, febrero de 2003,.3. Objetivos de Desarrollo del Milenio.4. Objetivo de Desarrollo del Milenio 5: Mejorar la salud materna.5. Population Action International, ‘Access Denied - U.S. Restrictions on International Family Planning’ [‘Acceso denegado - Restricciones de los Estados Unidos a la planificación familiar internacional’], 3 de enero de 2005. Ver también: Centro de Derechos Reproductivos, ‘The Bush Global Gag Rule: Endangering Women’s Health, Free Speech and Democracy’ [‘La Regla de Obstrucción Global de Bush: Poniendo en peligro la salud de las mujeres, la libertad de expresión y la democracia’], 1 de julio de 2003 ; Mollmann, Marianne, ‘¿El acceso a los anticonceptivos promueve el aborto?’, Human Rights Watch, 24 de junio de 2007; Coalición Internacional por la Salud de las Mujeres, “Regla de Obstrucción Global: Represión de la libre expresión”, en ‘La otra guerra de Bush: Ataque a la salud y los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres’, 2004, .6. Mujeres en el Desarrollo en Europa (WIDE), Conferencia Anual 2009, ‘Economía del cuidado y crisis de los cuidados’, 18 a 20 de junio de 2009, Basilea, Suiza.

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