La vejez desigual
La expectativa de vida se ha extendido. En Argentina en promedio las mujeres viven hasta los 78 y los varones hasta los 71. Ambos géneros transitan el envejecimiento de manera diferente. Ellos mueren más y se integran menos. Ellas cuentan con redes de relaciones, pero tienen una peor calidad de vida y se enferman más, inclusive se ven cada vez más afectadas por el VIH/Sida. Expertas en género reflexionan sobre estos procesos.
Las personas de 60 años y más constituyen 14 por ciento de la población argentina y el 59 por ciento son mujeres, índice que aumenta considerablemente con la edad. Al igual que en la mayoría de los países del mundo, en Argentina la población femenina vive más que la masculina, pero tiene una peor calidad de vida debido a las inequidades de género.
El caso de Angélica 'Queca' Lida Tropini de cuenta de este esquema cultural que impide la autonomía de la mujer y condiciona su envejecimiento. Nació en una zona rural de Entre Ríos. Siendo pequeña se mudó a la ciudad de Viale, a la casa del abuelo paterno para poder estudiar. Quería ser profesora de geografía. Cuando cumplió 15 falleció su madre y su abuela materna la llevó de nuevo al campo para que cuidara a su hermana y hermano más pequeños. También debía ordeñar, mantener la huerta y elaborar el pan. Otra hermana mayor hacía las tareas del hogar y los dos varones más grandes trabajaban en el campo. Con el tiempo los tres más grandes se fueron y Queca quedó a cargo del hogar, los hermanos pequeños y el padre.
A los 25 se casó y se mudó a la localidad de Tabosi. Tuvo dos hijos. La familia se trasladó a la capital entrerriana para que los chicos continuaran con su educación secundaria. Allí decidió retomar sus estudios, pero su marido se opuso. Intentó entonces aprender un idioma extranjero y tropezó nuevamente con la misma objeción. Luego intentó trabajar vendiendo implementos agrícolas en el local que su esposo había abierto en Paraná, pero éste sólo permitió que lo acompañara en sus viajes comerciales.
'Las adultas mayores tienen menos autonomía que los adultos mayores. Esto tiene que ver con la acumulación de prescripciones y estereotipos', reflexiona Alicia Ferreira de ADEUEM (Asociación de Especialistas Universitarias en Estudios de la Mujer).
Queca se separó a los 59 años. 'Tuve 2 años malos, creía que me había casado para toda la vida, ahora entiendo que no es así', confiesa. Primero enfrentó una depresión, pero luego comenzó a trabajar en la editorial Santillana promocionando libros en las escuelas. 'Me sentía feliz, estaba haciendo lo que siempre quise hacer', asegura. Trabajó hasta los 63 años, ya que una reducción de personal la alejó de la empresa. Decidió jubilarse.
De acuerdo a expertos, las mujeres mayores que tienen bajos niveles de instrucción, se incorporaron en forma tardía al mercado de trabajo o directamente no participaron en él. Suelen ser aquellas que tienen más de 70. Actualmente sobreviven con una pensión. Quienes tienen entre 60 y 70 años estudiaron más, inclusive se profesionalizaron, pero por lo general trabajaron en ámbitos laborales más informales debido a la presencia de los y las hijas o familiares enfermos. Este sector obtiene jubilaciones más bajas respecto de los adultos mayores que participaron en el mercado formal.
No obstante la situación de Queca es diferente de las mujeres que subsisten con ingresos mínimos, ya que obtiene más recursos a través del arrendamiento de las tierras que tenía con su marido y que ahora administran sus hijos. Cuenta además con seguridad social.
Muchas mujeres en Argentina cobran pensiones por viudez –las viudas triplican a los varones en la misma condición–, pero el varón cuenta con mejores jubilaciones. 'Si por el mismo trabajo cobraste menos, efectivamente al momento de jubilarte cobrarás menos', indica la filósofa y profesora de la UBA Raquel Gianella en relación a la brecha salarial que también impacta a las adultas mayores.
Actualmente Queca toma clases de Internet en la Universidad Nacional de Entre Ríos, a través del Departamento de la Mediana y Tercera Edad. Hace gimnasia a diario y tiene amigas con las que realiza viajes y organiza salidas en Paraná.
La integración social durante la vejez es otro aspecto que diferencia a los varones mayores de las mujeres, pero en este caso ellos la llevan peor. 'Ellas participan más en redes sociales como clubes, centros comunitarios y salas barriales, tienen más amistades y una actitud más solidaria, más de grupo', afirma la filósofa. En cambio el varón, que tiene un rol socialmente asignado, de proveedor, cuando sale del mercado de trabajo pierde ese rol, entra en un proceso de soledad y se retrae.
El caso del matrimonio González Cerdeira corrobora la situación descripta por Gianella. Margarita Cerdeira tiene 87 años. Nació en España. Es la menor de 8 hermanos. Los dos varones terminaron el secundario y se recibieron de mecánicos dentistas. Las mujeres, en este caso seis, hicieron sólo el nivel primario y luego adquirieron un oficio. Había una sombrerera, una peluquera y también una modista y una secretaria contable. Siendo las más pequeña Margarita debía colaborar con sus hermanas. A los 23 se casó con Eugenio González y en 1950 migraron a la Argentina. Margarita intentó trabajar de costurera pero Eugenio se opuso. Por su parte él trabajó en una empresa de seguros hasta los 65 años, pero lo obligaron a jubilarse y se deprimió. Actualmente tiene 89 años y nunca pudo recuperase. Ahora ella se ocupa de la salud de ambos y de administrar el hogar. 'Antes mi marido hacía todo, pero se enfermó y tuve que aprender, me costó mucho, soy más de casa, me criaron así', dice Margarita, que tiene amigas y se comunica regularmente con ellas, ya no las ve porque se mudó junto con su marido a otra provincia para vivir cerca de su hija. Tiene otros tres hijos en la provincia que dejó atrás.
Longevidad y enfermedad
En ese contexto, la extensión de la expectativa de las mujeres igualmente es una buena noticia, según la socióloga y profesora de la Universidad Nacional de Lujan Liliana Gastron. En Argentina, dice la experta, la esperanza de vida femenina es de 78 años y la masculina de 71 años, es decir que ellas viven otros siete años. En la Ciudad de Buenos Aires, por ejemplo, por cada varón de más de 70 hay dos mujeres.
No hay una única causa para explicar esta longevidad, indica la filósofa Raquel Gianella. Uno de los argumentos con los que la especialista acuerda refiere a que las mujeres cuentan con herramientas para transitar el envejecimiento, que los varones no tienen. 'Las obtienen debido a las situaciones de marginalidad que enfrentan a lo largo de sus vidas', explica.
Para la socióloga la mujer tiene un mayor conocimiento del servicio de salud y eso impacta en su horizonte de vida. 'Ha cuidado de su marido, de sus hijos y de sí misma, ha aprendido sobre prevención y sabe utilizar los servicios sanitarios. El varón no sabe utilizarlos y no accede a la consulta secundaria, que se produce cuando las mujeres llevan a los niños al médico', señala.
Sin embargo la baja calidad de vida y la falta de autonomía impide a muchas adultas mayores disponer libremente del beneficio de la sobrevida. Por ejemplo hay familias que demandan a las mujeres mayores que se responsabilicen del cuidado de los y las nietas, en especial si hay madres que trabajan fuera del hogar. La socióloga Gastron califica esta situación de 'cuidado compulsivo' y afirma que genera estrés, afecta la salud, coarta la posibilidad de tomar decisiones independientes y desconoce el tiempo de ocio de las personas. 'Una mujer sola que puede salir y divertirse, debe quedarse en el hogar cuidando a los más pequeños', ejemplifica.
Por otra parte las mujeres están más enfermas y esa es la forma en la que transitan dicha sobrevida. El tabaquismo por ejemplo tiene mayor prevalencia entre varones, pero es más peligroso para las mujeres. El colesterol, los triglicéridos, la hipertensión arterial y la diabetes también son más riesgosas para las mujeres. A estos indicadores hay que sumar el VIH/Sida, advierte Gastron, que critica la falta de estadísticas en un tema grave. 'Sólo las mujeres en edades reproductivas están incluidas en las estadísticas sobre VIH/Sida a nivel internacional', asegura.
Esta enfermedad se está propagando entre las mujeres de 60 años y más. Según la socióloga, hay más adultos mayores utilizando viagra y cuando contraen el VIH en una relación ocasional, terminan contagiando a sus esposas o parejas. Además hay adultas mayores solas que tienen parejas ocasionales y no están preparadas para incluir el preservativo en la relación.
Al mismo tiempo, los servicios de salud no cuentan con protocolos de preguntas para detectar el VIH/Sida entre las adultas mayores. 'Se realizan diagnósticos tardíamente y se atribuyen los síntomas a otras dolencias características de la vejez', afirma la experta.
María Eugenia Guilligan, de la Red Argentina de Mujeres Viviendo con VIH/SIDA, coincide en que 'los médicos siguen asociando esta enfermedad con poblaciones de riesgo, pero hoy toda la población está expuesta. La enfermedad se ha extendido, tenemos algunas compañeras de más de 60 años que la padecen'. Aclaró igualmente que en Argentina 'hay más adultos mayores que adultas mayores viviendo con VIH/Sida. Lo relacionamos a la aparición del viagra, los varones mayores se animan a tener sexo y no se cuidan adecuadamente'.
Por A. W.
Fuente: Artemisa Noticias