diciembre 03, 2009

El derecho a decidir puede hacer la diferencia

Frente a los indicios inequívocos de calentamiento global, el desafío actual es cómo mitigar los efectos inevitables y detener las tragedias. En este nuevo mapa, los temas de género son claves. Por el rol destacado de las mujeres como damnificadas y a la vez como reconstructoras protagónicas del medio ambiente, pero fundamentalmente por la importancia del acceso a los derechos sexuales y reproductivos en el freno del crecimiento poblacional.
En el año 2004 se difundió el IV informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) de las Naciones Unidas. Allí por primera vez se afirmó que, frente a los inequívocos indicios del calentamiento global, había más del 90% de certidumbre de que la causa principal son las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) producidos por las personas. A partir de ese momento, el cambio climático entró con potencia completa a la agenda política y pareciera que no tendrá retorno hasta que no se modifiquen las condiciones que están alterando el medio ambiente.

Las investigaciones detectan dos razones fundamentales por las que la humanidad genera más GEI: el modelo actual de consumo –desproporcionado pero a la vez apoyado en energías no renovables y contaminantes- y el enorme aumento de la población. Los dos aspectos se vinculan a la vida moderna. 'Los seres humanos éramos 500 millones en el Renacimiento, ahora somos 6500 millones, y en el 2050 vamos a ser 9000 millones –señala Vicente Barros, doctor en Ciencias Meteorológicas e investigador del Conicet-. Y esto lleva a múltiples crisis, la del clima pero también la del petróleo, la alimentaria, y otras.'

Los vaticinios científicos dan temor. Hay quienes dicen que aunque se reduzcan los GEI, hay daños que ya no se podrán detener y la vida sobre la tierra está irremediablemente mutando. ¿Qué fenómenos ya se observan y se predice que se agudizarán? Más sequías en unas zonas del planeta e inundaciones en otras, menos hielo y nieve, condiciones climáticas extremas –olas de calor, lluvias torrenciales, más cantidad e intensidad en las tormentas-, y el aumento del nivel del mar –por el deshielo de la nieve y el hielo, y por el aumento de la temperatura, que hace que las aguas se dilaten-. Otro factor fundamental que empeora las consecuencias de la emisión de GEI son las enormes zonas verdes del planeta que, al ser deforestadas, no permiten la eliminación de los gases.

Según el último informe del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), presentado en noviembre y dedicado a analizar las consecuencias del cambio climático, las modificaciones en el ecosistema generarán efectos que operarán especialmente sobre los sectores más empobrecidos de la población, por la menor cantidad de recursos y posibilidades para hacer frente a las transformaciones inevitables. En el futuro se agudizará la escasez de agua que ya genera disputas en muchos territorios, y esto redundará en un aumento de las migraciones en busca de zonas húmedas y en problemas alimentarios. A la vez, las personas que vivan en zonas costeras se verán especialmente afectadas por el alza del nivel de los mares, pero esto afectará especialmente a las poblaciones más pobres a las que les resultará más costosa la reconversión necesaria para adaptarse a la nueva situación. También está previsto el aumento de enfermedades transmitidas por vectores, como el paludismo, y el mayor estrés sanitario debido al aumento de la temperatura.

Pero estos efectos no impactarán de la misma forma en todas las poblaciones. 'Holanda está bajo el nivel del mar, con lo cual el crecimiento va a afectarla enormemente, pero nadie se preocupa por Holanda porque va a tener recursos para resolver el problema –señala con crudeza Barros-. En cambio Bangladesh es poco lo que puede hacer porque no tiene recursos. Pero lo cierto es que tampoco tiene conocimientos. En muchos países muy empobrecidos no está extendido el problema del cambio climático, y a la vez son sociedades con un nivel de institucionalidad muy bajo. Y hay otros países, como los de América Latina, en los que hay conocimiento sobre el tema dentro del ámbito científico pero el estado no lo aprovecha. Esto hace que los países pobres sean mucho más vulnerables.'

Un problema de género

Al estar especialmente afectados los sectores más empobrecidos de la sociedad, el cambio climático se transforma en un problema de género ya que las mujeres somos las más pobres entre los pobres. Si bien no hay datos científicos que permitan armar el mapa de la pobreza por sexo, hay consenso sobre que las mujeres constituyen una proporción mucho mayor entre los sectores pobres de todo el planeta.

A la vez, tenemos roles protagónicos vinculados a los temas en juego en el calentamiento global. Las mujeres suelen ser las responsables del agua en las comunidades, con lo cual la escasez complejizará las rutinas cotidianas. Y también son responsables de la producción de un porcentaje importante de los alimentos del mundo que ya se están viendo afectados por los cambios.

Algunas investigaciones hechas en zonas de desastres naturales señalan la mayor vulnerabilidad de las mujeres por razones de género. Durante el tsunami del 2004 en Asia, muchas murieron porque estaban en las casas y no se enteraron de la llegada de la ola, otras no pudieron nadar por los saris que llevaban puestos, y otras directamente porque no sabían. Hubo nenas que se ahogaron porque no sabían trepar los árboles como sus hermanos y un padre contó que le soltó la mano a la hija en medio de la marejada porque tenía de un lado a la hija mujer y del otro al varón y 'el hijo varón debía continuar la línea de la familia'.

Teniendo en cuenta el rol central como damnificadas de las situaciones generadas por los GEI, en el informe de UNFPA, que se llama Frente a un mundo cambiante: las mujeres, la población y el clima, se destaca la necesidad de incorporar a las mujeres como protagonistas de las inevitables transformaciones que el mundo tiene por delante: darles espacio en los grupos comunitarios y en los comités políticos y científicos que están evaluando la resolución los conflictos climáticos presentes y de los que se avecinan.

El derecho a vivir

Sin embargo, las mujeres (y los varones) podrían tener un rol fundamental en el detenimiento de los efectos augurados si tuvieran acceso a los derechos sexuales y reproductivos en todos los países del mundo. Las investigaciones indican que si descendiera la tasa de crecimiento poblacional, disminuirían los GEI y por lo tanto sus efectos. Ante esta situación, el acceso a los derechos sexuales y reproductivos no es sólo el derecho a decidir y elegir libremente el tipo de sexualidad que queremos concretar, y el tipo de familia que queremos armar, sino fundamentalmente el derecho a vivir en la medida en que está en juego la supervivencia de miles de millones de personas.

'El informe trae una nueva dimensión al análisis y al abordaje sobre el cambio climático, al colocar en el centro de atención las dinámicas de población y las relaciones de género, llamando al empoderamiento de las mujeres como actoras relevantes para el cambio', señala Eleonor Faur-oficial de enlace de UNFPA en Argentina-. En el informe se señala: 'Durante varias décadas, la investigación demográfica ha demostrado que cuando las mujeres y sus compañeros pueden recibir servicios de planificación de la familia focalizados en el cliente, las tasas de fecundidad descienden. A medida que los gobiernos han ampliado los servicios de salud para posibilitar que las mujeres y sus compañeros planifiquen sus familias, la prevalencia del uso de anticonceptivos ha pasado a ser la norma en países tanto desarrollados como en desarrollo, y el tamaño de las familias ha disminuido en un 50%.'

No se trataría de 'controlar' la fecundidad de la población sino de hacer llegar a todas las mujeres y varones las posibilidades de una sexualidad responsable y conciente, como se estableció en la Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo de las Naciones Unidas que se realizó en El Cairo, de 1994. 'La experiencia está mostrando que no hace falta forzar a la población para que se controle el crecimiento. Europa está teniendo una tasa negativa de población y nadie forzó a nada. El aumento de la natalidad es un tema relacionado a la pobreza. Las mujeres tienen escaso poder de decisión en las culturas muy pobres. En las sociedades en que las mujeres tienen más poder, y el derecho de controlar y decidir la natalidad, la tasa de crecimiento es mucho menor', señala Barros.

El empoderamiento de toda la población, pero especialmente de las mujeres, vinculado al ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos aparece entonces como el desafío fundamental de los tiempos que se avecinan en la medida en que la detención del aumento poblacional podría implicar un rediseño del mapa de tragedias que la ciencia hoy augura a la humanidad.


Por Sandra Chaher
Fuente: Artemisa Noticias

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