Argentina "Falta recorrer un largo camino muchacha"
La ley de derechos sexuales y reproductivos existe. Sin embargo, este año faltaron anticonceptivos, la mortalidad materna casi no bajó, siguen muriendo mujeres a causa de abortos clandestinos, muchos médicos obstruyen la ligadura de trompa o los abortos no punibles por objeciones de conciencia que sobrepasan su derecho a la libertad de pensamiento y constituyen una obstrucción a las leyes vigentes, el embarazo adolescente es del 15 por ciento y la posibilidad de nuevas normas para agilizar el acceso a sistemas menos cruentos ni siquiera figura en la agenda política y periodística. Además, la vasectomía por parte de los varones casi no existe (no llega al 2 por ciento, en comparación con las ligaduras tubarias que se practican las mujeres) y ante los embarazos no buscados son ellas la que siguen poniendo el cuerpo (que en el sexo no pusieron solas). En el balance 2009 hay algunos logros, pero sobre todo muchas metas por cumplir el año que viene.
La mortalidad materna no mejora: En el 2008 murieron 296 mujeres a causa de un embarazo, aborto, parto o posparto. La tasa actual es de 4,4 fallecimientos cada mil nacimientos, una cifra que sigue siendo muy alta para la región y en comparación con países de igual o menor desarrollo económico y social (como Chile, Uruguay o Costa Rica). Argentina se comprometió a bajar a 1,3 la tasa de mortalidad materna para el 2015 y Unicef ya le advirtió al Ministerio de Salud que, a este ritmo –más que lento– no se va a cumplir con el compromiso asumido con el organismo internacional.
Es cierto que hay un leve descenso, con respecto al 2007 (en el que perdieron la vida 306 mujeres), sin embargo apenas 12 muertes menos que el año anterior no puede considerarse ni un avance ni un paso adelante. Y el problema del aborto clandestino sigue siendo central en la inseguridad cotidiana de las mujeres: 64 de las 296 muertes –según datos oficiales y sin contar los que no constan en las planillas médicas de los hospitales– son a causa de interrupciones del embarazo inseguras y fuera del circuito de salud.
Las muertas no son invisibles aunque nadie las nombre: Silvana Lorena Orope tenía 22 años y murió, a fines de año, en el Hospital Vera Barros, de La Rioja. Llegó con un grave cuadro de hemorragia general, que es un sangrado que las mujeres sentimos en el centro del cuerpo, que las mujeres sabemos cuando parimos o no parimos, que es como nos sentimos como morirnos un poquito o morimos sin gotas cuando nos desangramos por falta de atención. Silvana murió por llegar tarde. Murió porque no abortó en un centro de salud seguro. Murió porque le dio miedo o vergüenza o miedo ir a un hospital y decir “Yo aborté”. Murió porque la tele la alentaba a ser sexy pero nadie la estimulaba a cuidar su vida.
Otra chica, de 27 años, falleció, el 2 de diciembre, en el Hospital San Bautista, de Catamarca, también como consecuencia de un aborto inseguro, practicado con métodos precarios. Tenía un hijo de cinco meses. Se quedó embarazada sin que nadie la ayudara a cuidarse después del parto y se introdujo un tallo de perejil en el útero. Ahora su hijo no tiene mamá. Y ella no tiene vida.
Los abortos clandestinos siguen, pero las leyes no avanzan: Este año no se avanzó en la sanción de leyes que reglamenten la concreción de abortos no punibles (ante casos de violaciones o riesgos para la salud de la madre o jóvenes discapacitadas). Hasta ahora, no hay datos oficiales. Sin embargo, el Programa de Salud Sexual y Procreación Responsable del Ministerio de Salud de la Nación promete que –el año que viene– va a empezar a contabilizar la cantidad de abortos no punibles concretados en el país.
Mientras tanto, en la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, por ejemplo, Diana Maffía no logró que el PRO dejara pasar un proyecto para que en la Capital Federal no haya que judicializar cada caso de aborto permitido por el artículo 86 del Código Penal y la iniciativa –por ahora– fue frenada por el PRO. Aunque una buena noticia, publicada por Mariana Carbajal, en Página/12, es que la Corte Suprema de Justicia de la Nación podrá expedirse sobre los abortos permitidos en el Código Penal “a partir de la presentación de un recurso extraordinario que demanda la inconstitucionalidad del veto del gobernador de La Pampa, el justicialista y ex funcionario de la última dictadura militar Oscar Mario Jorge, a la ley que reglamentaba la atención en la provincia de los abortos no punibles. La defensa de la ley –la primera del país en su tipo– la lleva adelante el constitucionalista Andrés Gil Domínguez, en representación del Partido Socialista pampeano, cuyo diputado, Adrián Peppino, fue autor e impulsor de la iniciativa. ¿Cuál es la discusión de fondo? Cómo debe interpretarse el concepto de salud a la hora de decidir un aborto terapéutico, considerado legal, en el país. La ley pampeana hablaba de “salud integral” y la definía como un “estado de bienestar físico, psíquico y social”, del mismo modo que lo hace la Organización Mundial de la Salud”, describe Carbajal.
No hay hospitales amigables ni la suficiente atención postaborto: Tampoco se avanzó en la creación (o adaptación) de hospitales señalados como amigables para las mujeres que deseen interrumpir su embarazo según contempla la ley (como se hace en Brasil) y, a pesar de los anuncios, de la ex funcionaria del Ministerio de Salud, Ana Ferraroti, tampoco hubo un crecimiento de los servicios de atención pre y postaborto para evitar las muertes por interrupción del embarazo (como se hace en Brasil). Los últimos datos disponibles del Ministerio de Salud, del 2006, muestran que no sólo las muertes son las consecuencias de los abortos. También las mujeres que terminan con lesiones, hemorragias o problemas de fertilidad. Ese año hubo 67.922 pacientes que tuvieron que ir a un hospital después de un aborto clandestino mal hecho o sin asesoramiento posterior para un aborto fuera del sistema de salud pública.
El embarazo adolescente non stop: En el 2008 nacieron 746.460 bebés, de los cuales 112.034 son de madres de entre 15 y 19 años. Por lo que el 15 por ciento de los niños y niñas que nacen tienen mamás menores de 20 años. La maternidad adolescente en la Argentina –más allá de si tomar un camino de condena o de amparo hacia ellas– está un 10 por ciento por encima de la media internacional, que es del 5 por ciento, según el Population Referente Bureau. Las niñas madres también son un sector olvidado de meriendas y escondidas y obligado a cambiar pañales (si tienen para pañales) y dar la teta en vez de jugar a construir casas, arrastrar muñecas o pensar en qué van a ser cuando sean grandes porque tienen que ser grandes –o madres– cuando todavía no cumplieron los 15 años. Las madres sub 15 son 2937 en la Argentina, según datos del Ministerio de Salud, lo que representa un 0,4 por ciento del total de mujeres que crían hijos en el país.
¿Dónde hay hombres? Las vasectomías son ínfimas: A veces porque los hombres no aceptan pisar el consultorio o poner en juego su fertilidad, a veces porque los médicos no quieren tomarse el trabajo de efectuar una intervención gratuita, a veces porque nadie los cita a las consultas anticonceptivas y no les informa ni de la posibilidad (ni de su derecho) a acceder a una vasectomía. Pero esta práctica –que más allá del preservativo es la única opción actual de los varones de decidir en su propio cuerpo no tener hijos– es ínfima y refleja la enorme desigualdad en la responsabilidad y la puesta del cuerpo en el cuidado anticonceptivo. Por ejemplo, la proporción de ligaduras es muy superior a la de vasectomías. En la Capital Federal –por citar un caso que se reproduce en el resto del país– se realizaron 341 ligaduras de trompa (un método especialmente importante para mujeres que ya no quieren parir más hijos, que corren peligro si tienen más cesáreas o que no pueden manejarse bien con otros métodos) durante el 2009. Mientras que, en el mismo período, se registraron sólo seis vasectomías. Por lo que un mínimo 2 por ciento de varones pide, acepta o reclama un método definitivo para no tener más hijos, en relación a la cantidad de mujeres que se someten a un tratamiento similar en la Ciudad de Buenos Aires.
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Fuente: Página/12