Entrevista con dirigenta indígena Enriqueta Huanto Ticona
"El Buen Vivir es el respeto entre hombre y mujer, donde no hay violencia"
Enriqueta Huanto Ticona es aymara; nació hace 40 años en Carabuco, pueblo asentado sobre el lago Titicaca, en la denominada Zona Norte de La Paz. La región está en riesgo ante la amenaza de explotaciones petroleras, proyectos agroindustriales —por ejemplo, plantaciones de caña para producción de etanol— y la construcción de un camino que se superpone a la vía precolombina Yunga Cruz, joya del patrimonio cultural. El propio lago, ya gravemente contaminado en algunas costas, iría bajando su nivel por efecto del calentamiento global hasta convertirse en tres lagos menores en menos de 50 años.
A los 17 años Huanto Ticona era secretaria de actas de su comunidad, hoy en el pueblo ya es concejala suplente y milita activamente en la Confederación Nacional de Mujeres Campesinas Indígenas Originarias Bartolina Sisa —cuyas integrantes son conocidas como “Bartolinas”—, que figura entre las organizaciones sociales importantes de Bolivia, y es una de las cinco que firmaron el pacto de unidad, de apoyo temprano al gobierno del presidente Evo Morales. Huanto Ticona conversó con Juan Nicastro, colaborador de Noticias Aliadas, sobre la participación de la mujer indígena en el proceso de cambios que vive Bolivia.
Usted participó en la reciente Conferencia Mundial de los Pueblos sobre el Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra. ¿En qué nota el cambio climático?
A los 17 años Huanto Ticona era secretaria de actas de su comunidad, hoy en el pueblo ya es concejala suplente y milita activamente en la Confederación Nacional de Mujeres Campesinas Indígenas Originarias Bartolina Sisa —cuyas integrantes son conocidas como “Bartolinas”—, que figura entre las organizaciones sociales importantes de Bolivia, y es una de las cinco que firmaron el pacto de unidad, de apoyo temprano al gobierno del presidente Evo Morales. Huanto Ticona conversó con Juan Nicastro, colaborador de Noticias Aliadas, sobre la participación de la mujer indígena en el proceso de cambios que vive Bolivia.
Usted participó en la reciente Conferencia Mundial de los Pueblos sobre el Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra. ¿En qué nota el cambio climático?
El cambio climático se nota. En el campo no sabía hacer mucho sol fuerte, ahora sí. Y hay muchas lluvias, exceden lluvias, o mucha seca. Y nosotros necesitamos lluvias, porque nuestros campos no son a riego, porque no hay agua. Entonces nuestros abuelos van al cerro o al lugar ancestral, para pedir agua. Entonces llega granizada, o llega la helada. Ya no es lo mismo que antes. Y pescados, en nuestro lago había muchos, ya no. Había lagartos, ya no. Había sapos, ya no. A veces se ve mucha mosca, eso no se veía antes. Los sapos prevenían ciertas enfermedades al cultivo. Pero si ya no hay sapos, ¿cómo vamos a prevenir?
¿Qué plantea la mujer indígena ante esta situación?
La respuesta de la mujer viene desde su propia experiencia de vida. Esa política de conservar, de cuidar. Esa mirada de respeto y complementariedad con la naturaleza. Como mujeres somos productoras, como la tierra. Entonces aquellas mujeres líderes indígenas que estamos trabajando este tema, tratamos de defender lo que hacían nuestros abuelos y abuelas, esa armonía con la tierra, ese respeto entre la naturaleza y la vida humana, que con el sistema capitalista se rompió. Porque aquello fue visto por el capitalismo como retraso y subdesarrollo.
La naturaleza tiene tanto valor como nosotros. En nuestro mundo andino, decimos la piedra habla, el viento habla, el sol habla, los animales hablan. Eso es el Buen Vivir [o Vivir Bien], que todos vivamos con equidad y en equilibrio con la naturaleza.
Es un tema para pensar mucho, porque la sostenibilidad del Estado requiere mayor ingreso. Pero nosotras, como mujeres indígenas, no dependemos del Estado. No nos subvenciona el Estado. Por ejemplo, los maestros marchan por un salario justo. Pero la mujer indígena no tiene salario. Sus ingresos son por el trabajo agrario, o ganadero, o artesanal, o de medicina natural, o de ser comerciante de frutas, o alfarería, u otros productos que producimos.
¿Es fuerte la influencia de las mujeres en este proceso que vive Bolivia?
No tanto, no se toma en cuenta nuestra propuesta. Hoy mismo se vio en este taller [“Revisión y transversalización de la visión de la igualdad de género en el Anteproyecto de Estatuto Autonómico del Departamento de La Paz”, realizado el 30 de abril]. Vino el representante del Ministerio de Autonomías. Las mujeres trabajan en las bases y hacen sus propuestas, pero en la parte técnica eso se saca, repiten los formatos de normativas que existen. Entonces hay que volverlas a poner una y otra vez.
¿Y están creciendo en participación?
La participación como sujeto falta mucho. Participación como objeto y figura, ahí sí. En la vida pública las que tienen más acceso son las no indígenas. Pero hemos cambiado mucho las cosas. Antes si queríamos denunciar algo a la Policía no podíamos, un hombre tenía que ir con nosotras, ejerciendo él nuestro derecho. Pero eso lo cambiamos. Y fue una herramienta para todas las mujeres. Y ahora esa libertad la utilizan las mujeres liberales, las feministas. Yo no estoy de acuerdo, porque no hubo feminismo en el ayllu, fue más por la complementariedad.
¿Se diferencian las mujeres campesinas de los hombres?
Sí, porque la mujer no ha recibido la educación. Porque el sistema educativo en Bolivia está basado en el sistema colonial, de borrar la identidad y los valores de la población indígena, y asimilarlos al sistema capitalista. Allí fueron los varones pero la mujer no, recién en las recientes generaciones las mujeres vamos a la escuela, incluso ahora hay mujeres analfabetas. Y han mantenido sus valores, y cómo manejar los bioindicadores, en qué momento hacer la rotación de la tierra, en qué momento sembrar, en qué momento dar vitalidad y fertilidad a la tierra, por la luna, por los pájaros, por los animales. Los hombres salen a buscar ingresos a las ciudades y pierden valores, pero la mujer tiene un tesoro de conocimientos. La educación del capitalismo te enseña que para sobrevivir tienes que explotar, y eso rompe lo indígena.
La mujer indígena trabaja más la paridad, la complementariedad, porque al hacer la familia, ambos tenemos que construir, el hombre y la mujer, porque ambos vamos a construir el Buen Vivir de esa familia. Pero en la ciudad es distinto, el hombre es obrero o empleado, la mujer es hogareña, y ahora la mujer allí tiene que luchar para que se le reconozca su trabajo. El Buen Vivir es el respeto entre hombre y mujer, donde no hay violencia.
¿Cómo se imagina el futuro inmediato?
Va a seguir la lucha social, y se van a modificar normas, pero las empresas van a seguir estando en contra. Entonces lo que se viene es una lucha directa contra las empresas. Se ve ahora: ¿quién es opositor al gobierno? Sólo las empresas. Necesitamos en Bolivia un nuevo sistema social, económico y político, construido entre los indígenas y los no indígenas. Porque las empresas siempre nos han visto como animales de dos patas.
¿Cuál es el aporte que hacen las “Bartolinas”?
Seguimos la tradición de nuestra abuela Bartolina Sisa. Ella fue una líder de la rebelión indígena para tomar el virreinato allá por 1781, junto a su marido Tupac Katari, luchando por un nuevo Estado, igual que lo que estamos haciendo ahora en Bolivia. Entonces la función de nuestra organización es de trabajo político y social. Pero ahora el gobierno nos pidió también que trabajemos el tema económico, para que las organizaciones se fortalezcan en el tema de producción.
El Estado tiene proyectos agrarios, de ganadería y de turismo. Cuidar el Buen Vivir depende de la orientación de las políticas productivas. El Estado no tiene que orientar la política de producción, las organizaciones sí. El Estado tiene que traer el recurso, y quien da la orientación son las organizaciones. En Bolivia siempre había sido que las líneas las marcaban las financieras. Pero eso tiene que quedar atrás, los indígenas deben orientar en temas de producción.
Por Juan Nicastro
Fuente: ALAI