agosto 21, 2010

¿Cómo les va a las mujeres en la próspera nación mediterránea de Chipre?

Chipre es un país con una rica historia cultural que data de hace muchos siglos. Su historia moderna ha sido dominada por el conflicto territorial entre Turquía y Grecia. Es una nación singular, próspera en algunos sentidos y en otros enfrentando dificultades.

Niñas y niños tienen igual acceso a la educación, y en instituciones educativas superiores las jóvenes superan a los varones en número y desempeño.

Chipre accedió a la Unión Europea y, por lo tanto, tiene acceso a un marco normativo progresista para la igualdad de género. De conformidad con las normas de la UE, Chipre no sólo tiene el marco sino también la obligación para cumplir la igualdad de género, y debido a su accesión a la UE cuenta con un marco legislativo propicio.

Chipre ha adoptado varios planes de acción nacionales para afrontar la violencia doméstica (‘familiar’), la trata humana, la pobreza y la exclusión social. Sin embargo, estas políticas no suelen ir acompañadas de la voluntad política o los recursos que se requieren para su implementación, por lo que siguen siendo meras aspiraciones.

La tradición, la cultura y la religión juegan un rol importante en preservar la estructura patriarcal de la sociedad chipriota. “En la educación y la representación política, en la violencia contra las mujeres y los derechos sexuales y reproductivos, predominan los valores tradicionales y rígidos roles de género”, dice Susana Pavlou, Directora del Instituto Mediterráneo de Estudios de Género (MIGS). La violencia doméstica, la sexualidad y los derechos sexuales y reproductivos todavía son temas tabú, y en los medios de comunicación persisten los estereotipos de género. La poderosa Iglesia Ortodoxa Griega contribuye a perpetuar los estereotípicos roles de género y costumbres, incluyendo en relación con los derechos sexuales y reproductivos. Se opone al aborto bajo cualquier circunstancia y las leyes de Chipre reflejan esta filosofía.

Participación política

En el frente político, las mujeres chipriotas han tenido un lento progreso. Están críticamente subrepresentadas en las estructuras de la gobernanza nacional. Ellas conforman sólo el tres por ciento de alcaldes y son una quinta parte de trabajadores civiles de alto nivel e integrantes de los concejos municipales. En las elecciones parlamentarias del país en 2001, seis de 85 candidatas consiguieron escaños. En las elecciones de 2005, el número de escaños obtenidos por mujeres se incrementó apenas a ocho, pese a una fuerte campaña de gestoría y defensa por la Maquinaria Nacional para los Derechos de las Mujeres de Chipre. En esas elecciones hubo 128 candidatas. Dos parlamentarias fueron electas al Parlamento Europeo en 2009; aunque esto es positivo, se redujo la cantidad de mujeres en la asamblea nacional chipriota.

En general ha aumentado el número de mujeres que se involucran activamente en la política, pero la tasa de cambio no se refleja en los resultados de las encuestas. A criterio de Susana Pavlou, este hecho demuestra que la sociedad chipriota aún tiene que asimilar plenamente la idea de las mujeres como lideresas políticas, y los medios de comunicación no están ayudando a la causa, ya que no dan una cobertura equitativa a las candidatas políticas o a cuestiones de la igualdad de género y perpetúan estereotipos de género. La escasez de representación femenina en el poder significa que hay pocos modelos que chicas y mujeres con ambiciones políticas puedan imitar. Además de la subrepresentación, hay una representación distorsionada de los roles que las mujeres pueden jugar y de hecho juegan.

Por otro lado, parece haber una mayor voluntad política a nombrar mujeres a cargos clave. En años recientes se ha designado a mujeres como Comisionada Jurídica, Procuradora de los Derechos Humanos, Auditora General, Sub-Contralora General y Comisionada para la Protección de Datos Personales.

Aun así, sobre las mujeres recae una desproporcionada responsabilidad por el cuidado infantil, y la ausencia de guarderías asequibles de alta calidad impide que muchas de ellas participen más activamente en la vida política y pública.

Pavlou plantea que “la inexorable estructura patriarcal de los partidos políticos en Chipre y las características conservadoras perdurables de la sociedad chipriota que aún no confían en que las mujeres sean capaces de ocupar cargos públicos de alto nivel” juegan un rol casi perpetuo en la falta de confianza y de redes de apoyo para mujeres que quieren entrar en la vida política. Ella señala que Chipre ha sido sumamente renuente a emplear la acción afirmativa incluso provisionalmente, tal como lo estipula la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW), que fue ratificada por el Estado en 1985.

Las mujeres y el trabajo

Cada vez más mujeres chipriotas están entrando al mercado laboral. En 2007, por lo menos el 62 por ciento de ellas tenía un empleo fuera del hogar. Sin embargo, hay una amplia brecha salarial determinada por el género: las mujeres predominan en cargos con salarios más bajos, típicamente empleadas en las áreas de salud, educación y trabajo doméstico.

Muchas mujeres interrumpen sus carreras para dedicarse a la crianza infantil, lo que les dificulta volver a ingresar en el mercado laboral. Estos asuntos contribuyen a una desventaja de más largo plazo para las mujeres: más adelante en la vida terminan con menores pensiones debido a su bajo salario inicial y también a la interrupción de sus carreras. A consecuencia de ello, dependen más de los beneficios sociales y, como Pavlou señala: “De hecho, las mujeres de la tercera edad en Chipre se enfrentan al más alto riesgo de pobreza en Europa, a una tasa del 52 por ciento”.

Con sus vínculos a la Europa continental, Chipre es cada vez más un punto de tránsito para migrantes, así como un destino para gente de Asia y África que busca una mejor vida. Las personas migrantes son vulnerables a explotación y abusos, pero las leyes y políticas chipriotas no les ofrecen una protección adecuada.

Violencia contra las mujeres

Las denuncias de violencia doméstica, violación y otras formas de violencia sexual han aumentado drásticamente en la última década, según Pavlou. El incremento en las denuncias puede atribuirse a una mayor conciencia respecto a los derechos de las mujeres y a un código legal relativamente bueno sobre la violencia familiar. Aun así, dice, la ausencia de estudios en esta área oculta el hecho de que muchos de estos delitos no se denuncian.

Uno de los mayores retos para combatir la violencia contra las mujeres en Chipre es la referencia a la ‘violencia familiar’. Las leyes y políticas prohíben este tipo de violencia pero no se refieren específicamente a la violencia contra las mujeres. La neutralidad de género de su lenguaje no reconoce a las mujeres como las principales víctimas de esa violencia, aunque más del 80 por ciento de víctimas de ‘violencia familiar’ son mujeres y esta forma de violencia obviamente está determinada por el género. Dado que los servicios gubernamentales y no gubernamentales trabajan dentro del marco de la ‘violencia familiar’, una crítica perspectiva de género se pierde. Según Pavlou, a pesar de un impactante incremento en las tasas de denuncia de violencia sexual, Chipre carece de servicios para sobrevivientes y tiene una de las tasas de sentencias más bajas para delitos sexuales en Europa.

La trata de mujeres para explotación sexual es un enorme reto en Chipre. Pavlou dice que a pesar de varias medidas políticas adoptadas para afrontar el problema, éste continúa en ascenso. MIGS aboga por medidas políticas para abordar las causas fundamentales de la trata de mujeres.

Situación del movimiento de mujeres.

El activismo por los derechos humanos en Chipre está expandiéndose y se centra principalmente en la migración, los derechos sexuales y reproductivos y la trata humana. El Lobby de Mujeres de Chipre (CWL) fue creado en 2008 para ampliar las voces de defensoras de los derechos de las mujeres y la igualdad de género. El CWL es miembro del Lobby Europeo de Mujeres, la más grande organización paraguas de asociaciones de mujeres en Europa.

Chipre no tiene una fuerte historia de organización de la sociedad civil. Pavlou dice: “La sociedad civil en Chipre es tradicionalmente débil y sufre de falta de financiamiento y pericia”. Ella atribuye esto al hecho de que el conflicto étnico domina la agenda nacional y crea un ambiente que no es propicio para el activismo por los derechos humanos. En este ambiente, los principales canales de las defensoras de los derechos de las mujeres son los partidos políticos y los sindicatos. Si bien estos canales brindan oportunidades a las mujeres, también limitan el alcance del activismo por los derechos de las mujeres. Aun así, el campo para este activismo continúa ampliándose y trae consigo mayores libertades para las mujeres.




Por Kathambi Kinoti
Fuente: Notas de los Viernes de AWID, 20 de agosto de 2010. Traducción del inglés: Laura E. Asturias. Título original: ‘What is the State of Women’s Rights in Chipre?’.

Sí a la Diversidad Familiar!
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