agosto 23, 2010

En homenaje a la compañera Magdalena González – Psicóloga e investigadora feminista

A lo largo de la vida nuestros caminos se cruzan con una infinidad de personas. Algunas nos acompañan durante un trecho y con el paso de los años su recuerdo se desvanece. Otras comparten nuestro camino brevemente pero, a pesar de la brevedad del encuentro, dejan una huella imborrable. Este es el caso de Magdalena González, licenciada en psicología por la Universidad Nacional de Buenos Aires, investigadora, psicoanalista y, sobre todo, feminista, especializada en el tema de la prostitución y sus consecuencias psíquicas sobre las mujeres prostituidas.

La primera vez que escuché a Magdalena fue en el año 2005, durante la “Jornada de Trabajo: Tráfico Internacional de Mujeres con fines de explotación sexual”, celebrada en el Centro Cultural Conde Duque, de Madrid. Más tarde tuve la oportunidad de volver a escuchar sus interesantes aportaciones en las Jornadas Internacionales sobre la Demanda de Prostitución – “Los clientes con comillas”, celebradas en el Círculo de Bellas Artes. No pensé que un par de años más tarde coincidiríamos en el II Congreso Feminista Internacional – 100 Años de historia social y de las mujeres, celebrado en Buenos Aires, el pasado mes de mayo.

Durante las relatorías de aquel congreso, Magdalena compartió mesa con una representante de las nuevas generaciones de activistas feministas, la joven Silvina Bergmann, del colectivo “Sin Cautivas” de Neuquén. Magdalena a su vez, habló en nombre de la Campaña Nacional "Ni una víctima más de las redes de prostitución". Durante una de las pausas pudimos charlar distendidamente en la cafetería del hotel, junto a Sarita Torres, directora de la Coalición Contra del Tráfico de Mujeres (CATW – Región Mercosur). La simpatía y sencillez de Magdalena me cautivaron de inmediato, así como su cercanía, su sonrisa afable y su optimismo, a pesar de trabajar un tema tan descarnado cómo la situación de las mujeres prostituidas.

Durante años, Magdalena se dedicó a investigar el fenómeno de la prostitución y formó parte activa de la Campaña autónoma y autogestionada “Ni una mujer más víctima de las redes de prostitución”, de Argentina, país donde cada año desaparecen alrededor de 500 chicas. Magdalena conocía bien el tema, como bien explicaba en una entrevista allá por el año 2006: “En once años de trabajo de campo, no conocí a ninguna mujer que haya elegido libremente ser prostituta”.... “... no conocí a ninguna mujer, ni siquiera las llamadas de alto nivel que haya hecho una lección libre. La mujer cae en la prostitución porque la engañaron, la sedujeron y cuando quiso salir fue muy difícil, porque ya está vulnerada por la práctica de la prostitución que es totalmente enajenante” (Entrevista en Radio Universidad).

Siendo aún una joven estudiante de secundaria, Magdalena tuvo la oportunidad de conocer de cerca a muchas mujeres que habían sufrido y seguían sufriendo las secuelas psicológicas al haber sido utilizadas como objetos por los hombres. En el hospicio de mujeres de Lomas de Zamora, pudo escuchar sus historias en primera persona y en un artículo comenta: “En ese momento fui testigo del costo de esa forma de vida. Lo innegable era la destrucción que para estas mujeres había significado. También me pareció innegable su padecimiento. Fue a partir de tal circunstancia que se me impuso un interrogante: ¿Qué acontecimientos pudieron producir un daño tan profundo como extenso? (Ver artículo “Consumo de mujer” en el blog de la campaña).

Sus siguientes años los dedicó a investigar este sufrimiento y ya como psicóloga fue profundizando en las desigualdades de género, sobre todo en la apropiación masculina del cuerpo de las mujeres. En un mundo donde cada año unos cuatro millones de mujeres y niñas son captadas para ejercer la prostitución, se ha ido implantado un nefasto imaginario social prostituidor que justifica la apropiación del cuerpo de las mujeres. Muchos defensores de la prostitución se escudan sobre la supuesta “necesidad masculina apremiante e inaplazable” y el mito de que las “mujeres eligen prostituirse libremente”, o la antigua idea de que hay clientes “buenos” y “malos”. En algunos de sus artículos y ponencias, Magdalena denuncia, que todos los “clientes”, someten a las mujeres, y que aunque sean concientes de su encierro, raramente lo denuncia. El mensaje distorsionador que recibe la sociedad es el de que la prostitución es nada más que otra alternativa que tienen las mujeres para ganar dinero, sin detenerse en el daño que produce sobre su psique.

En un excelente articulo titulado “La otra tortura” (ver enlace al final de este articulo) Magdalena afirma que “estas personas, cuyos cuerpos son invadidos permanentemente, a través de los años sufren consecuencias de tal gravedad que sólo son comparables a las de quienes han sufrido tortura física y psicológica”. Recomiendo a todos a y a todas que lean algunos de los textos que Magdalena nos ha dejado y que podemos encontrar en internet; textos que no sólo nos hablan del sufrimiento de las mujeres en manos de hombres que las cosifican para alimentar su egos, sino que también nos muestra las razones por la que algunos hombres se convierten en prostituyentes.

Recomiendo leerla ya que no podremos volver a escuchar sus ilustradoras y conmovedoras ponencias, porque Magdalena nos ha dejado de forma repentina. La noticia de su inesperado fallecimiento me entristeció. En mayo se la veía en perfecto estado, sonriente y con ganas de seguir luchando. Tal vez la mejor manera de honrar su memoria es leer sus artículos y continuar la lucha junto a las compañeras que por todo el mundo seguimos trabajando para erradicar la peor forma de violencia hacia las mujeres – la prostitución. Sé que muchas personas estaremos de acuerdo en que Magdalena será recordada con afecto y respeto, porque como bien decía Bertol Brech:

“Hay personas que luchan un día
y son buenas,
Hay personas que luchan un año
y son mejores
Hay quienes luchan muchos años
y son muy buenos
Pero los hay que luchan toda la vida:
esos son los imprescindibles”.

Magdalena González era imprescindible, y las personas que quedamos debemos seguir su ejemplo para que todo su trabajo no haya sido en vano. Aprendamos de su sabiduría y honrémosla con nuestra lucha. La batalla aún continúa.

Algunos enlaces para leer a Magdalena González

“Consumo de mujer: Las mujeres en situación de prostitución”:



Por Silvia Cuevas-Morales
Vindicación Feminista
La Ciudad de las Diosas

Sí a la Diversidad Familiar!
The Blood of Fish, Published in