octubre 12, 2010

La Marcha Mundial de las Mujeres y el cierre de la tercera acción internacional en RDC

La tercera acción internacional de la Marcha Mundial de las Mujeres (MMM) se inició el 8 de marzo de 2010. Desde entonces acciones nacionales se han llevado a cabo en 52 países movilizando directamente a más de 38.000 mujeres, las cuales han elaborado plataformas nacionales que recogen los cuatro campos de acción: autonomía económica de las mujeres; bien común y servicios públicos; violencia hacia las mujeres; paz y desmilitarización. En Pakistán, las mujeres salieron a las calles aún después de que los fundamentalistas hicieron explotar bombas para aterrorizar a la población. En Mali, las mujeres debatieron sobre la construcción de la paz y manifestaron en Gao, zona de conflicto armado. En Grecia, realizaron manifestaciones contra la manutención de gastos militares en un momento de crisis financiera, mientras se recortaban los demás gastos públicos, además de denunciar la ausencia de políticas públicas frente al aumento del desempleo, ya elevado entre las mujeres. En Brasil, más de 2.000 mujeres marcharon durante 10 días con el slogan: “Estaremos en marcha hasta que todas seamos libres”.

A lo largo del año 2010, realizamos tres acciones regionales que incluyeron foros de debate y manifestaciones públicas. En Asia, mujeres de 10 países se encontraron en Manila, Filipinas, y manifestaron contra la intervención, el control y la presencia militar de Estados Unidos en el Sudeste asiático. En Europa, mujeres de 23 países se encontraron en Estambul, Turquía y proclamaron en las calles sus demandas con el slogan “Mujeres, Paz y Libertad”. En Américas, la MMM se ha sumado al Movimiento Social de Mujeres contra la Guerra y por la Paz y otros movimientos populares para conocer y denunciar la realidad del conflicto colombiano y realizar una acción de protesta delante de la Base Militar de Palenquero, en Colombia, una de las siete bases donde Estados Unidos desean instalarse para tener un control geopolítico de la región.

El cierre de todos estos ricos procesos se realizará en Bukavu, República Democrática del Congo (RDC). Decidimos encontrarnos en este sitio por varias razones: para expresar nuestra solidaridad con las mujeres que resisten cotidianamente en un contexto de conflicto armado, en particular las mujeres de la región Este de RDC. Pero también estaremos en Bukavu para continuar nuestro trabajo de reflexión y denuncia de la creciente militarización del mundo como un mecanismo de sustentación del patriarcado en sus lazos con el capitalismo y el racismo[1] En el curso de nuestra acción encontramos muchos ejemplos de cómo estos lazos están tejidos. En Corea, las bases militares estadounidenses son cercadas por casas de prostitución, muchas con la presencia de mujeres emigradas de Filipinas o de la Rusia. Los cuerpos de las mujeres son utilizados para el placer de los “visitantes” que mantienen una relación jerárquica y controlada con la población local. En Colombia, los paramilitares o el ejército manipulan la ilusión de las adolescentes de sentirse protegidas por un amante con uniforme para extraer informaciones o tener quien les prepare la comida. En Turquía, nacionalistas consideran enemigos a los jóvenes que se niegan a prestar el servicio militar y amenazan con violar a sus madres. Reconocer la explotación económica y violencias racistas y sexistas que estos ejemplos ilustran y que marcan las vidas de millares de mujeres en el mundo, es un paso fundamental para desarrollar alternativas que vayan directamente al núcleo de los problemas.

En RDC existen muchas organizaciones de mujeres en el ámbito local. Pero la concertación entre ellas no es sencilla: el país es muy vasto, los encuentros presenciales son muy costosos, los problemas son muchos. Los conflictos armados repercuten de varias maneras en la sociedad y tienen como consecuencia tensiones y graves violaciones de derechos humanos. El movimiento de mujeres no está exento de todos estos abusos.

Las mujeres de RDC tienen propuestas para su país, propuestas que tienen raíces en sus experiencias cotidianas de lucha. Nuestro objetivo es fortalecerlas para que sus demandas sean conquistadas y aseguren una vida de justicia, de libertad, y de igualdad para las mujeres y todo el pueblo. Uno de los resultados del cierre de nuestra acción à Bukavu será el encuentro de mujeres de diferentes provincias de RDC para que lleguen a acuerdos entorno a una Plataforma de demandas nacionales. Las mujeres de RDC también se encontrarán para definir formas de trabajo común y construir una Coordinación Nacional de la MMM como un movimiento permanente.

No es posible resolver los conflictos en RDC sin considerar los países limítrofes. Creemos que el trabajo conjunto de las organizaciones de mujeres de los países de los Grandes Lagos Africanos crea una base sólida para el diálogo y la unidad de los pueblos en la región. En seguimiento de la acción internacional de la MMM en 2000, cinco coaliciones de asociaciones de mujeres de Burundi, RDC (Norte y Sur Kivu) y Ruanda decidieron trabajar juntas por la paz en la región de los Grandes Lagos, por medio de la participación de las mujeres. De este modo ha nacido COCAFEM-GL (Concertación de Colectivos de Asociaciones trabajando por la promoción de las mujeres en la región de los Grandes Lagos Africanos). En 2000, ellas elaboraron una plataforma común solicitando:

- “El reconocimiento de las mujeres como interlocutoras en la búsqueda de la paz en la subregión de los Grandes Lagos Africanos.
- El desarrollo de mecanismos de identificación de redes de comercialización de la venta de armas, y de prevención y de finalización de los conflictos que asolan la subregión de los Grandes Lagos Africanos.
- Decir ¡No! a los países que se esconden detrás de intereses económicos para poner a la subregión de los Grandes Lagos Africanos en sangre y fuego.
- El desarrollo de mecanismos adecuados para condenar y castigar los crímenes cometidos en la subregión de los Grandes Lagos Africanos.
- Adopción de medidas de anulación de la deuda en favor de programas de rehabilitación socio-económica de los países de la subregión de los Grandes Lagos Africanos sin condicionantes.
- Revisión de la legislación nacional y internacional y elaboración de mecanismos para su aplicación de modo a eliminar todas las desigualdades basadas en el sexo.
- Consideración de la lucha contra el SIDA como prioridad de prioridades en la subregión de los Grandes Lagos Africanos.”
Esta plataforma es un punto de partida y una referencia para las mujeres que vienen de otros países. Esperamos que el momento de nuestra acción sea una ocasión para el encuentro entre mujeres de RDC, Ruanda, Burundi, pero también de República Centroafricana, Uganda y Kenia, donde una nueva Coordinación Nacional de la MMM es muy activa y comprometida con las mujeres más pobres.

En Bukavu, también intercambiaremos con mujeres que viven en otros países y que resisten a diferentes formas de militarización. Este será también un momento propicio para profundizar los análisis que tienen como punto de partida las demandas y compromisos que acordamos en el VII Encuentro Internacional de la MMM para los cuatro campos de acción, particularmente sobre el tema paz y desmilitarización. (Ver anexo al final del texto).

El análisis que sigue es una mirada desde el exterior y al mismo tiempo, expresión de aprendizajes que nosotras, activistas de la MMM, estamos teniendo al compartir luchas y debates con nuestras compañeras congolesas. Este texto fue elaborado para animar a los debates en Bukavu y en otras partes, en especial en los países donde se preparan acciones de solidaridad simultáneas el 17 de Octubre de 2010.

El texto expresa la visión de la MMM a nivel internacional, y no sustituye la elaboración de una plataforma nacional en RDC ni la actualización de la plataforma de las mujeres de los Grandes Lagos Africanos. Está organizado alrededor de tres cuestiones claves: la prevención y el combate a la violencia hacia las mujeres; la retirada progresiva de la Monusco y el rol del ejército congolés; y la auto-determinación del pueblo congolés en la utilización de las riquezas de su territorio. Se complementa con el texto anexo del Comité por la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo (CADTM), organización aliada de la MMM, sobre el tema del término a de la deuda en RDC

La violencia hacia las mujeres

La violencia sexual está tan difundida en el conflicto en RDC que la violencia hacia las mujeres es considerada como una característica de esta guerra. Las violaciones colectivas y masivas de mujeres y jóvenes fueron reportadas en Sierra Leona, Ruanda, Liberia, Balcanes, Uganda y Sudán. Pero en RDC las violaciones colectivas son utilizadas como una arma de guerra de manera sistemática y por todos los actores armados.

Los casos de violencia sexual, como siempre, son bien difíciles de ser denunciados y los números son siempre subestimados. Naciones Unidas reportaran 27.000 casos de violaciones en 2006 en RDC. El International Rescue Committee ha registrado 40.000 casos de violaciones en la provincia de Sur Kivu entre 2003 y 2008. Más recientemente se ha notificado un ataque en el territorio de Walikale en Norte Kivu en la noche de 30 de julio pasado, donde se estima que 300 mujeres fueran violadas, algunas varias veces.

Un estudio sobre las mujeres en tratamiento en el Hospital Panzi, en Bukavu, es un retrato de la violencia sexual en Sur Kivu.[2] Son mujeres de todas las edades, de todas las etnias, la mayoría campesinas. La mayor parte de las violaciones son perpetradas por hombres en uniforme, en situaciones de violación colectiva (gang rapes) en las proximidades o en el interior mismo de las casas de las víctimas, en la noche.

Los agresores llegan para saquear y violan a las mujeres para someter a sus comunidades, de manera que no reaccionen o no los denuncien. Las violaciones también sirven a desorganizar la vida comunitaria, empujar a los moradores a desplazarse o a aceptar trabajo en condiciones de esclavitud.

Las agresiones relatadas son dramáticas: la introducción de objetos en la vagina es una práctica común – como por ejemplo armas que son accionadas dentro del cuerpo de la mujer. Los padres son obligados a violar sus hijas, los hermanos sus hermanas. Mujeres jóvenes son secuestradas y utilizadas como esclavas sexuales hasta que la comunidad pague para la liberarlas.

Las mujeres llegan al Hospital Panzi después de haber tenido contacto con ONGs o grupos de mujeres. Entre las mujeres que llegan al hospital, 37,4% buscan apoyo tres años después de haber vivido la violencia. Muchas llegan porque necesitan cirurgías de reconstrucción de la vagina o de la región pélvica. La estigmatización de las mujeres violadas es muy fuerte, sea por la comunidad, sea por sus propios maridos, que les abandonan por temor a represalias.

El estudio apunta a un fuerte incremento de los casos de violación cometidos por civiles, lo que denota una banalización de la violencia hacia las mujeres.

Muchos grupos de mujeres y ONGs actúan en contra la violencia hacia las mujeres. La Comisión Provincial de Lucha contra las Violencias Sexuales (CPLVS) de Sur Kivu aglutina a 155 ONGs locales y más de 10 ONGs internacionales que apoyan su trabajo. Según el relato de una mujer que recibe su apoyo “los benefactores nos ayudan de muchas formas: aumentar la autoestima, facilitar una actividad económica cuando se vuelve a la comunidad, pagar los cuidados médicos de las mujeres violadas enfermas y hacer el seguimiento del caso jurídico de las victimas que presentaran una demanda.”[3] Pero sus esfuerzos son insuficientes frente a la dimensión del problema: en el Hospital Panzi, por ejemplo, hay 334 camas, 200 para casos de violencia sexual, y ellos solo tienen capacidad para acoger 10 a 12 nuevos casos por día frente a una demanda mucho mayor. Otros hospitales generales de referencia no tienen apoyo, pese que sean de más fácil acceso para las victimas y que les podrían ofrecer cuidados antes de 72 horas.

Es necesario aumentar significativamente los recursos en todos los niveles – desde el contacto con las mujeres en las comunidades hasta los cuidados especializados en centros de escucha y alerta (maisons d'écoute et d'alerte) y en los centros de salud. Hay que reforzar los servicios realizados por las organizaciones de mujeres de la región y de la RDC y el trabajo de las ONGs internacionales debe organizar-se a partir de la demanda de las organizaciones locales. Además es necesario crear o fortalecer los servicios del Estado Congolés, que pueden contar con la experiencia de los grupos de mujeres y su trabajo en el terreno.

El apoyo a las mujeres víctimas de violencia debe ser realizado de manera que las mujeres no sean enfocadas como objeto de ayuda sino que sean protagonistas de sus vidas. En la medida de lo posible, las mujeres no deben ser reducidas al rol de víctimas del conflicto armado sino agentes colectivos del cambio social, para que ellas todas puedan vivir libres de toda forma de violencia.

Organizaciones de regiones en conflicto – incluso la región de los Grandes Lagos – trabajan activamente en la promoción de la resolución 1325, adoptada por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas en 2000, que se refiere al rol de las mujeres en la prevención y resolución de conflictos y la consolidación de la paz[4]. La cláusula 10 exige a todas las partes implicadas en conflictos armados desarrollar acciones específicas para proteger a las mujeres y niñas contra los actos de violencia sexista, en particular la violación y otras formas de sevicias sexuales, así como todas las formas de violencia en situaciones de conflicto. Un colectivo de la MMM en Gaspésie, Quebec, propuso una campaña para que la aplicación de la cláusula 10 de la resolución 1325 sea vinculante y con compromiso en torno a fechas. [5]

Todo este trabajo es necesario e importante. Pero hay que considerar que el Consejo de Seguridad ha adoptado seis resoluciones (entre 2000 y 2009) relativas a la participación de las mujeres en la resolución de conflictos y la lucha contra las violencias de que ellas son víctimas (1325; 1612; 1674; 1820; 1882; 1888); mientras tanto los conflictos persisten, con grandes pérdidas de vidas humanas y tanto sufrimiento por parte de las poblaciones civiles, con violencia sexual contra las mujeres, que las lleva al empobrecimiento y al exilio.

Hay que evitar una interpretación que reduzca la participación de las mujeres en la resolución de conflictos al incremento del número de mujeres en las misiones militares de Naciones Unidas. Hoy las mujeres corresponden a 8% de los participantes en las operaciones de mantenimiento de la paz en la ONU y su objetivo es alcanzar 20% en 2014. La imagen de las mujeres de capacetes azules ilustra la actualización de informaciones sobre las resoluciones que se refieren a la participación de las mujeres en la resolución de conflictos en los sitios web de los organismos multilaterales.

Desafortunadamente no hay relación directa entre las resoluciones adoptadas por Naciones Unidas y la reducción de los conflictos o la pérdida de vidas humanas que estos provocan. A pesar de esto, no es raro escuchar que los actores armados secuestran o violan por desconocer los tratados y resoluciones de Naciones Unidas que definen estas acciones como crímenes graves.

En el ámbito intergubernamental, en los documentos, acuerdos y proyectos, hay un reconocimiento de la necesidad de recursos humanos y financieros (apoyo directo à las poblaciones) sobretodo en los momentos de ofensiva. Pero estos recursos son residuales, mucho menores que aquellos destinados a la acción militar para el desarme de los grupos rebeldes. Nuestro objetivo es la prevención de la violencia. ¿Cuáles son los sistemas de alerta, de inteligencia que deben ser establecidos para hacer el seguimiento de los desplazamientos de los grupos rebeldes, evitando su llegada inesperada a las comunidades? La población tiene sus propios sistemas, como dormir en los bosques en los momentos que el conflicto es más agudo. La experiencia de las ONGs y de grupos de mujeres que trabajan en el terreno y que están en contacto directo con las comunidades es esencial para construir este sistema de alerta.

Las experiencias de otros países son también útiles como referencia para lo que puede o no funcionar en la prevención de las violaciones masivas. En Colombia, por ejemplo, un Sistema de Alertas Tempranas ha sido creado para organizar informaciones a nivel local y para movilizar mejor respuestas preventivas rápidas y proteger las comunidades en situaciones de conflicto armado. Por un lado este mecanismo revela la importancia de la participación de las redes comunitarias y de las organizaciones locales en la prevención de la violencia. Por otro, la iniciativa pierde su sentido cuando las informaciones recibidas son utilizadas en una lógica estrictamente militar.

Desarme, soberanía y paz sostenible:
el rol de la Monusco y del ejército nacional (FADRC).


A partir de testimonios de las mujeres y de sus evaluaciones sobre los conflictos y los esfuerzos por la paz que implican sus propias vidas, definimos como uno de los objetivos de nuestra acción reexaminar con una visión crítica la presencia de las fuerzas de manutención de la paz de la ONU en las situaciones de conflicto. Esta crítica tiene en cuenta la ineficacia de esta presencia militar para llegar a la paz y resalta la impunidad que las fuerzas de Naciones Unidas gozan cuando ellas mismas cometen la violencia en contra las mujeres.

La MMM está presente en 9 países donde hay misiones de estabilización de Naciones Unidas (Haití, Sahara Occidental, Costa del Marfil, RDC, Sudán, Chipre, India/Pakistán, y más recién tenemos un grupo de contacto en Afganistán). Sobretodo nuestras compañeras de Haití tienen una reflexión de crítica permanente sobre la presencia de tropas de la ONU – la Minustah – que ellas identifican como una fuerza de ocupación.

En el caso de la República Democrática del Congo, en Octubre de 2009, durante el taller de preparación de nuestra acción à Bukavu, formulamos los objetivos de la MMM en relación al conflicto: que la República Democrática del Congo conozca una paz sostenible, lo que empieza por la desmilitarización del este de RDC y la salida progresiva y concertada de la Monusco (antes Monuc).

La Monuc (Misión de Naciones Unidas para el Congo) se estableció en el país en 2000. El conflicto en la región persiste, así como la violencia hacia las mujeres como arma de guerra. El presupuesto de la Monuc para el periodo de 1º de julio de 2009 a 30 de junio de 2010 fue de 1.350 millones de dólares americanos, casi lo mismo que el presupuesto del gobierno de RDC (que en 2009 estuve alrededor de 1.800 millones). La presencia de la Monuc también ha afectado a la economía local, en particular con la distorsión provocada por salarios en dólares y la degradación de las vías públicas dada la intensa circulación de grandes vehículos. Sin contar que grande parte de los gastos, como la compra de combustible, es hecha en Uganda, centro logístico de la Monuc, y sus fondos son guardados por instituciones financieras extranjeras.

El gobierno de la RDC ha solicitado que la salida de la Monuc se consolidara en el año de conmemoración del cincuentenario de la independencia del país. El resultado de la negociación es el acuerdo para la disminución de 2.000 soldados y la organización de una nueva misión, la Monusco – acrónimo que incluye la palabra “estabilización” – y que reconoce formalmente el rol del gobierno nacional y la soberanía nacional. El presupuesto anual no ha disminuido. El presupuesto aprobado para el periodo de 1º de Julio de 2010 a 30 de Junio de 2011 es de 1.369 millones de US dólares. La nueva misión debe tener un efectivo máximo de 17.745 personal militar, 760 observadores militares, 391 funcionarios de policía y 1050 miembros de unidades de policía entre civiles, judiciarios y penitenciarios.[6]

Nuestras compañeras de Congo consideran que la salida de las fuerzas de Naciones Unidas no debe realizarse sin que el ejército congolés sea reforzado. Esta es una cuestión compleja: con relación al rol de los ejércitos nacionales hay diferentes puntos de vista en los grupos participantes de la Marcha Mundial de las Mujeres. Nuestro texto común sobre la paz y la desmilitarización afirma que: “la institución militar que contribuye de diferentes maneras a formar hombres jóvenes con el fin de que ocupen el sitio dominante en la sociedad (en la jerarquía de relaciones sociales entre los sexos)”. Consideramos al ejército como una de las organizaciones más patriarcales en todas las sociedades, y una de las más reveladoras de las desigualdades que caracterizan la relación entre hombres y mujeres: la jerarquía, la dominación y el culto al poder del “jefe”, la obediencia, la violencia física, la ausencia de espíritu crítico, un circulo masculino cerrado, etc.

Sin embargo, grupos de mujeres de RDC analizan que es necesario que Congo finalice la integración de diferentes facciones militares existentes en un ejército nacional, profesionalizado y con los recursos necesarios para asegurar la integridad del territorio y la soberanía nacional. El problema que nos presentan las compañeras congolesas no es únicamente una particularidad de la situación política en RDC. Las cuestiones relativas a la creación, fortalecimiento o los problemas derivados de la hipótesis de disolución de un ejército nacional, se relacionan con los temas de territorio y soberanía.

En Haití, por ejemplo, hay grupos de mujeres que afirman que la disolución del ejército por el presidente Aristide fue una decisión problemática. En el cruce de intereses económicos y geopolíticos internacionales sobre el territorio, la presencia de tropas militares extranjeras persiste, y se justifica ante la opinión pública internacional también por la ausencia de un ejército nacional haitiano.

Entre nosotras activistas de la MMM el acuerdo es de apoyar la demanda de las congolesas por una mejor estructuración del ejército nacional – con el pago de salarios, transparencia, responsabilización y punición en casos de violencia cometidas, prevención/combate a la utilización de la violencia en contra las mujeres como arma de guerra y como práctica banalizada en la sociedad – así como la no militarización de la vida civil. En esta propuesta el ejército no se involucra en los servicios de educación, salud, asistencia social y humanitaria y la extracción de minería que deben ser realizados por civiles.

Los recursos destinados a gastos por la Monusco deben quedarse en el país, no solamente para equipar al ejército, pero para servicios públicos de educación, salud, para la creación de infraestructura, comunicación y transporte.

La vía de negociación, integración y reconciliación debe estar siempre abierta, sobre todo con los países vecinos. En las fronteras, diferentes pueblos están en permanente intercambio cultural, económico, y mismo afectivo. El diálogo, la existencia de condiciones materiales para una vida digna y la justicia son la base de una seguridad estable.

La naturaleza, bien común de los pueblos

El Congo es un país muy rico. Hay, por ejemplo, reservas de oro, diamante, cobre, cobalto y coltán, que es la combinación entre columbita y tantalita. El coltán refinado es un eficiente conductor de electricidad utilizado en teléfonos celulares, computadoras portátiles, y otros equipos electrónicos. El Congo posee 64% de las reservas mundiales de coltán y las minas se concentran en la región de Kivu.

La RDC tiene 58,9% de su territorio recubierto por la segunda selva tropical del mundo, la selva de la Cuenca del Congo. El Estado es propietario de 80% de la selva, que es la principal fuente de subsistencia (alimento, energía, abrigo, medicamentos) para más de 60% de la población. El Congo es también rico en agua potable.

El ingreso por las ventas de petróleo representa 8% de las entradas totales del presupuesto de 2009. En el primer semestre de 2010, el volumen de ingreso del petróleo ya ha sobrepasado el total del año de 2009 con el incremento del precio del barril. En la explotación de minerías y de hidrocarburos, los ingresos por medio de bonos y participaciones sumaron 10% del total. Las donaciones de proyectos corresponden a un 18%.

La prensa extranjera y local evoca la codicia de todos los demás países por las riquezas del Congo como fuente de conflictos y sufrimientos para el pueblo congolés que vive en condiciones de mucha pobreza. La codicia ha marcado la historia de la colonización belga y las relaciones con Estados Unidos durante la guerra fría. En el cincuentenario de la independencia la deuda es una nueva forma de colonialismo.

El acuerdo entre RDC y la China concluido en 2008 prevé el intercambio entre la concesión de minas de cobre y cobalto y la inversión de los recursos necesarios a las minas y en obras de infraestructura por un total de 9 millones de dólares americanos. El FMI ha hecho demasiada presión sobre el gobierno de RDC para la revisión de este acuerdo, afirmando que el mismo aumentaría la situación de endeudamiento del país. La intervención pretendía aparentemente controlar los riesgos para los acreedores del norte: nada se habló sobre los derechos del pueblo a servicios públicos que son sacrificados por el pago de la deuda. La RDC ha pagado en 2009, cuando la crisis económica asolaba el mundo, 170 millones de dólares en intereses de una deuda ilegítima contratada por el antiguo dictador Mobutu. La revisión del acuerdo de 2009 ha disminuido el aporte de la China en cuanto a inversión, pero mantuvo la concesión para la extracción de 10 millones de toneladas de cobre y 600.000 toneladas de cobalto, como inicialmente previsto.

Es justamente en el momento de estas negociaciones que gobiernos y empresas de Europa (en especial Alemania e Inglaterra), de Estados Unidos y organismos multilaterales como la OCDE, intensificaran los debates e iniciativas relativas a la transparencia en la exploración y comercio de recursos naturales.

Estas iniciativas han tomado la forma de mecanismos que pretenden trazar el origen de los minerales y certificarlos en cuanto a la no implicación de grupos armados, y a garantías sobre las condiciones de trabajo e impacto sobre el medio ambiente. El control de la cadena de la minería es una de las principales fuentes de financiación de los grupos armados, con la explotación directa de minas, cobro de porcentaje de trabajadores y mineros artesanales, así como transporte y peaje informal en rutas controladas por las armas. Estimaciones demuestran que los grupos armados recolectaron más de 180 millones de US$ en 2009 debido al comercio de minerales. En 2008 en RDC, por cada 5.000 Kg. de oro producido, apenas 122,5 Kg. fueron exportados legalmente.

Las iniciativas de países y empresas del norte se desarrollan en mayor o menor relación con el gobierno de RDC o con la Conferencia Internacional sobre la Región de los Grandes Lagos (CIRGL)[7] que funciona de manera permanente como un organismo de integración y de promoción de la paz en la región, en parcería con Naciones Unidas, la Unión Africana y otros Estados.

En Estados Unidos, ONGs de corte liberal como el Centro por el Progreso Americano y su Campaña Enough Project, o la feminista V-Day, han hecho mucha presión para obtener una reglamentación de la producción de minerales “libres de conflicto”.

El Dodd-Frank Wall Street Reform and Consumer Protection Act, firmado por el presidente Barack Obama en el 21 de Julio de 2010 contiene una cláusula sobre los conflictos en Congo y los minerales. A partir de 2011, las empresas deben decir si utilizan minerales del conflicto – si es el caso, y si los minerales provienen de RDC deben precisar qué medidas desarrollan para asegurar que estos son producidos en condiciones legales, sin la interferencia de grupos armados. USAID es responsable de desarrollar en este sentido una estrategia para abordar la relación entre grupos armados, minerales de conflicto y derechos humanos.

La capacidad de respuesta del Estado Congolés a estas iniciativas y presiones, y su necesidad de afirmar la integridad del territorio está en el centro del problema. El 13 de Septiembre de 2010, luego del pronunciamiento del Presidente Kabila en visita à Goma, el Ministro de la Minería anunció la suspensión de las concesiones para toda la actividad de minería en Norte Kivu, Sur Kivu y Maniema.

Las ONGs piden a las empresas nuevos pasos: el trace-audit-certify, lo que significa que las empresas deben ser capaces de trazar el origen y el curso de los minerales que utilizan y certificar que hay una verificación independiente y creíble para que los consumidores tengan acceso a aparatos electrónicos libres de conflicto.

Pero el hecho de que un sistema de verificación sea externo no quiere necesariamente decir que sea preciso y confiable. USAID es conocida como un instrumento del imperialismo de Estados Unidos alrededor del mundo. Las transnacionales de la minería que se ocupan de esta verificación en el terreno no son tampoco ejemplos de transparencia o de respecto a los derechos humanos. El pueblo congolés, en particular las mujeres que soportan las más duras consecuencias de la guerra y de las violencias, agravadas por la exploración de las riquezas naturales, son mucho más capaces de evaluar lo que se pasa en la producción de minerales en RDC. Son ellas quienes deben hablar sobre los retos en la presencia de grupos armados y de empresas extranjeras en esta actividad y medir el impacto ambiental y social. Pero sus experiencias y proposiciones no caben en formularios de contabilidad de grandes empresas.

La certificación es también un desafío interpuesto para el acceso de los pueblos de RDC a las selvas, una vez que proyectos de instauración de “mecanismos de REDD” (Reducción de las Emisiones por Degradación y Deforestación) estén en curso. Estos mecanismos se basan en la idea absurda que el comercio del “derecho a contaminar” podría compensar el modelo de consumo y desperdicio de los países del Norte. Así si inicialmente se supone que los proyectos sean financiados con recursos públicos y el Banco Mundial, una estructura financiera es creada para futuros mercados de carbono basados en la transformación de las selvas en mercancía. El objetivo de esta política no es resolver los problemas de cambios climáticos sino gestionar el desastre ambiental de manera a optimizar las ganancias de los inversores internacionales.

Además los proyectos de reservas forestales privadas pueden agravar desplazamientos forzados, violaciones de derechos de pueblos autóctonos y la prohibición de acceso de los pueblos a los bosques. Los pueblos pigmeo de Ituri, en nordeste de Congo, por ejemplo, es hoy un pueblo en lucha contra el desplazamiento por la explotación de madera y la plantación de cacao en los territorios en donde siempre habitaron. Las selvas donde los pueblos tradicionales desarrollaron su vida, su conocimiento, están en riesgo de tornarse además commodities ambientales, en un mercado internacional alimentado por las políticas de REDD.

El acaparamiento de tierras por parte de inversores extranjeros aumenta gracias a los grandes proyectos de plantación de palma africana para la producción de agro combustible. Empresas chinas e italianas ya anunciaron planes para enormes plantaciones entre 70.000 y 1 millón de hectáreas.

Para continuar el debate

La realidad de la República Democrática del Congo es mucho más compleja que lo que se presenta en un texto escrito por mujeres que viven en otros países. Pero creemos que una mirada desde afuera también es útil, además está impregnada por nuestras experiencias de vida y de lucha que tienen muchas similitudes con las de nuestras compañeras de Congo – pues el patriarcado, el capitalismo y el racismo son todavía sistemas hegemónicos en el mundo.

Es necesario actuar sobre las causas de la violencia hacia las mujeres, y creemos que esto pasa por la resolución del conflicto armado y por la utilización de las riquezas naturales del país por parte del pueblo.

Los grupos de mujeres de RDC, las asociaciones, ONGs y grupos de base, trabajan activamente para apoyar a las mujeres víctimas de violencia y luchar contra la impunidad. Ellas tienen propuestas para su país, como lo muestran los varios movimientos sociales activos en Congo. Queremos que nuestro pasaje por Bukavu esté marcado por la solidaridad con las mujeres y con todos aquellos y aquellas que luchan para liberar cada territorio y cada persona de la opresión y de la violencia afín de asegurar la justicia y la paz.








Documentos:





Anexo:



Demandas y compromisos de la MMM en relación a la paz y la desmilitarización.

Frente a la lucha contra la militarización pedimos:

· La reducción del los gastos militares, o sea, del presupuesto público utilizado para la compra de armas, la instalación de bases militares, la manutención de ejércitos y sus infraestructuras. El fin de incentivos pa


ra la fabricación y comercio de armas;

· El fin inmediato de acuerdos sobre bases militares extranjeras;

· La retirada de tropas presentes en países donde el conflicto ha terminado o donde los acuerdos militares caducaron;

· El fin de la criminalización de la protesta y de los movimientos sociales, la pobreza y las migraciones, que se basa en la manipulación ideológica de la lucha contra el terrorismo y a favor de la seguridad nacional para legitimar el uso de la guerra y del propio terror para controlar a las mujeres, pueblos y recursos naturales;

· El castigo de los perpetradores de la violencia hacia las mujeres en situaciones de conflictos (sean gobiernos, fuerzas paramilitares, grupos de guerrillas, cascos azules de la ONU, como también por parte de sus maridos o parientes);

· La participación de las mujeres (con igual importancia que los hombres) en los procesos de prevención y gestión de conflictos así como de manutención de la paz y de procesos de construcción post conflictos.

Y nos comprometemos a:

· Denunciar el papel de la industria de armas en el mantenimiento de los conflictos, la militarización y en la manipulación de las políticas gubernamentales para este fin, así como de gobiernos y empresas transnacionales que aprovechan económicamente el conflicto (control de recursos naturales – petróleo, agua, minerales, entre otros) en su propio territorio o el de otros.

· Realizar amplio proceso de educación popular para preparar a las mujeres en torno a temas como acuerdos sobre bases militares, los recursos naturales de los territorios / países, motivos económicos y políticos de los conflictos, la participación de los países que apoyan o producen guerras, la industria de armas, etc. También para preparar las mujeres para que contribuyan a quebrar el código de silencio en relación a la violencia sexual y otras formas de violencia en zonas de conflictos.

· Difundir la realidad de los países y regiones en conflicto, incluyendo los conflictos “ocultos” en todo el mundo, y la doble violencia extrema (violación y rechazo) sufrida por las mujeres en esta situación, mediante la difusión de informaciones textuales y audiovisuales (como películas, fotos y audios), con el objetivo de la MMM actuar como una Red de Alerta capaz de profundizar la reflexión y motivar a la acción urgente frente y en apoyo a los actores involucrados en un conflicto;

· Reexaminar críticamente la presencia de las fuerzas de “mantenimiento de paz” de la ONU en situaciones de conflicto – con base en testimonio de mujeres víctimas y protagonistas de la paz – en vistas de su pasividad, ineficiencia para conseguir la paz y la impunidad de la que gozan como perpetradores de violencia contra las mujeres.

Octubre de 2010

[1] Más informaciones están disponibles en el sitio web de la Marcha Mundial de las Mujeres: htpp://www.marchemondiale.org/themes/paix/es
[2] Harvard Humanitarian Initiative et Oxfam International: “Now the world is without me”. An Investigation of Sexual Violence in Eastern Democratic Republic of Congo. Mimeo, Abril 2010.
[3] Thadée Hyawe-Hinyi: Sud-Kivu: les femmes violées rapportent gros aux Ong. Grands Lacs Agence de Presse http://www.syfia-grands-lacs.info/
[4] http://www.un.org/events/res_1325e.pdf.
[5] "Bâtir un monde de paix" disponible en francés en www.femmesgim.qc.ca
[6] Información disponible en http://www.un.org/french/documents/view_doc.asp?symbol=A/C.5/64/19)
[7] Angola, Burundi, Republica Centroafricana, Congo, Republica Democrática del Congo, Kenya, Rwanda, Sudán, Uganda, Tanzania y Zambia son los países miembros de la CIRGL

Sí a la Diversidad Familiar!
The Blood of Fish, Published in