La condena de los programas del corazón en las televisiones.
Esta semana pasada tuve que quedarme en casa alguna tarde por cuestiones de salud. Sé que, salvo honrosas excepciones, la programación televisiva a esas horas es pésima y me dediqué a hacer un poco de zapping para comprobar que, efectivamente, no había nada que ver.
Me llevé una sorpresa impresionante cuando paré unos minutos en un programa de bastante audiencia que presenta un señor que defiende a capa y espada su condición homosexual pero que no tiene ningún tapujo a la hora de mostrar públicamente su misoginia. Y me explico.
Tenía en el plató a las colaboradoras y colaboradores habituales. Entre toda esa saga de descalificadores profesionales, existe una, a la que algunas personas califican como la princesa del pueblo y que además amenaza con presentarse a las elecciones generales del próximo año. Pues bien, entre el presentador misógino y manipulador, la llamada princesa del pueblo se dedicaron, al menos durante los minutos que pude aguantar viendo el programa a justificar a un energúmeno televisivo, violento a quien una mujer joven acusaba de haber intentado abusar de ella.
El espectáculo de defensa del energúmeno cachas y violento y el cuestionamiento del argumento de esta mujer que intentaba ser escuchada por teléfono, fue tan bochornoso, reaccionario e incluso antidemocrático que inmediatamente apagué el televisor.
Y me pregunto ¿Cómo se puede defender a un hombre que se sabe que es violento, ante una presunta agresión sexual hacia una joven en un programa de máxima audiencia de tarde?. ¿Donde está la defensa de la víctima, en este caso una mujer anónima, a la cual en su afán de posesión este energúmeno intentó presuntamente agredirla?. ¿Dónde aparece el compromiso de las televisiones privadas en la defensa de las víctimas sobre cualquier tipo de violencia hacia las mujeres?, ¿Vale todo para mantener las audiencias?
Creo que en este caso el conductor del programa y su copresentadora, se pasaron al negarle la voz a la presunta víctima por no dejarla hablar apenas, pero además con su actitud de cuestionar los hechos que esta relataba, justificaban al presunto agresor violento. ¿Y con esta actitud de defensa del maltratador se va a presentar la llamada princesa despueblo a unas elecciones en donde lo que se pretende es la defensa de los derechos humanos, entre otras muchas cosas?.
Me da miedo pensar la democracia que estamos construyendo en donde un empresario de la construcción puede ser alcalde, un ex presidente de un club de fútbol quiere gestionar los intereses de un país como gestionó el club de fútbol, una ex dirigente del PP aparece semi desnuda en la campaña electoral y ahora una señora como la susodicha quiere llegar al Parlamento.
Y mientras, con actitudes como las mencionadas, a las mujeres nos siguen matando, nos siguen agrediendo física y psicológicamente y gente como la mencionada dirigiendo programas de televisión de máxima audiencia justificando y no condenando actitudes violentas.
Y todo ello en aras a la audiencia que les da de comer a todos y cada uno de estos fantoches televisivos que muestran sin pudor sus propias miserias personales.
¿Quiénes se han creído que son?, ¿Qué valores pretenden transmitir? ¿Y con ese bagaje pretenden llegar hasta un escaño del Congreso?
Me llevé una sorpresa impresionante cuando paré unos minutos en un programa de bastante audiencia que presenta un señor que defiende a capa y espada su condición homosexual pero que no tiene ningún tapujo a la hora de mostrar públicamente su misoginia. Y me explico.
Tenía en el plató a las colaboradoras y colaboradores habituales. Entre toda esa saga de descalificadores profesionales, existe una, a la que algunas personas califican como la princesa del pueblo y que además amenaza con presentarse a las elecciones generales del próximo año. Pues bien, entre el presentador misógino y manipulador, la llamada princesa del pueblo se dedicaron, al menos durante los minutos que pude aguantar viendo el programa a justificar a un energúmeno televisivo, violento a quien una mujer joven acusaba de haber intentado abusar de ella.
El espectáculo de defensa del energúmeno cachas y violento y el cuestionamiento del argumento de esta mujer que intentaba ser escuchada por teléfono, fue tan bochornoso, reaccionario e incluso antidemocrático que inmediatamente apagué el televisor.
Y me pregunto ¿Cómo se puede defender a un hombre que se sabe que es violento, ante una presunta agresión sexual hacia una joven en un programa de máxima audiencia de tarde?. ¿Donde está la defensa de la víctima, en este caso una mujer anónima, a la cual en su afán de posesión este energúmeno intentó presuntamente agredirla?. ¿Dónde aparece el compromiso de las televisiones privadas en la defensa de las víctimas sobre cualquier tipo de violencia hacia las mujeres?, ¿Vale todo para mantener las audiencias?
Creo que en este caso el conductor del programa y su copresentadora, se pasaron al negarle la voz a la presunta víctima por no dejarla hablar apenas, pero además con su actitud de cuestionar los hechos que esta relataba, justificaban al presunto agresor violento. ¿Y con esta actitud de defensa del maltratador se va a presentar la llamada princesa despueblo a unas elecciones en donde lo que se pretende es la defensa de los derechos humanos, entre otras muchas cosas?.
Me da miedo pensar la democracia que estamos construyendo en donde un empresario de la construcción puede ser alcalde, un ex presidente de un club de fútbol quiere gestionar los intereses de un país como gestionó el club de fútbol, una ex dirigente del PP aparece semi desnuda en la campaña electoral y ahora una señora como la susodicha quiere llegar al Parlamento.
Y mientras, con actitudes como las mencionadas, a las mujeres nos siguen matando, nos siguen agrediendo física y psicológicamente y gente como la mencionada dirigiendo programas de televisión de máxima audiencia justificando y no condenando actitudes violentas.
Y todo ello en aras a la audiencia que les da de comer a todos y cada uno de estos fantoches televisivos que muestran sin pudor sus propias miserias personales.
¿Quiénes se han creído que son?, ¿Qué valores pretenden transmitir? ¿Y con ese bagaje pretenden llegar hasta un escaño del Congreso?
De verdad que hay días en que cuesta creer que estamos en un Estado de Derecho en el que la justificación de la violencia hacía las mujeres y el ejercicio de la misoginia diaria es un deporte practicado por alguna de las cadenas privadas. Hoy, Día de la Constitución es uno de esos días.