Por fin acaba el 2010
Creo que las mujeres no podemos decir que este año, el dos mil diez haya sido un buen año.
A fecha de hoy son más de setenta las mujeres asesinadas a manos de terroristas cegados por su afán de posesión de las vidas de seres humanos libres y con derechos propios que ellos arrebataron. Terroristas cobardes que se esconden detrás de pseudo-justificaciones para intentar legitimizar sus crímenes.
Pero no son sólo terroristas quienes matan a sus mujeres. También lo son quienes lo encubren, quienes los justifican o quienes aconsejan aguantar a toda costa este tipo de situaciones en aras de la “paz familiar”.
Asimismo hemos de recordar que antes de un asesinato de una mujer, hay un calvario que ha recorrido, casi siempre sola, en donde los silencios como castigo, los desmanes, los insultos, los empujones, los golpes, la infravaloración de sus capacidades en público y en privado, son claras señas de identidad de un proceso que puede acabar en un asesinato.
Llegan las navidades. Se dice que tiempo de paz y armonía y yo quiero recordar que también es un tiempo perverso en donde explotan muchas tensiones acumuladas. Un tiempo en que la convivencia forzada por las fiestas (al igual que ocurre en vacaciones) aumenta considerablemente el riesgo de estas mujeres que ahora mismo, mientras escribo esta denuncia pública, están siendo maltratadas con cualquier excusa.
Ha sido un año nefasto porque nos faltan sus voces, las de las más de setenta mujeres muertas y hay que recordarlas. Hay que recordar que murieron por haber nacido mujeres.
Es cierto que cada vez que lo pienso se me remueve el alma porque no encuentro ninguna justificación a este tipo de crímenes y que cada vez que leo o escucho que de alguna manera se buscan nuevas formas de justificar el maltrato el grado de tristeza aumenta.
Además, con la puñetera crisis económica que no hemos creado nosotras, se ha eliminado de un plumazo la constante visibilidad que este tipo de hechos tenía mientras existía el Ministerio de Igualdad. Otro mazazo a los derechos que las mujeres tenemos para poner en primera línea nuestras necesidades, casi siempre en segundo o tercer lugar. Y por supuesto la reaparición de energúmenos que andaban en el espacio de lo “políticamente correcto” para pasar desapercibidos y no causar mala imagen pública. Su resurgimiento ha sido inmediato y como muestra tenemos el caso Sostres o el del Sánchez Dragó, por no hablar de algún que otro académico de la lengua a quien hay que darle de comer aparte.
Pero no ha sido sólo la parte simbólica la que ha desaparecido con el Ministerio de Igualdad, que también. Hay más desapariciones, puesto que veremos qué recortes conlleva esta medida y, en la medida que haya recortes, la igualdad real entre mujeres y hombres se verá, de nuevo, retrasada. Porque hemos de recordar que esa, la REAL, la verdadera, la del día a día, sigue sin existir y a los datos me remito. Datos de población activa, de número de personas paradas, de uso de los tiempos, de número de contratos a tiempo parcial, de quienes siguen mandando en las empresas, en los Gobiernos… Y así un largo etcétera que es público y notorio. Para quienes tengan alguna curiosidad por averiguar datos relativos a este tipo de desigualdades sólo han de pasarse por los datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística y buscarlos que los encontrará.
Al parecer se ha vuelto a aplicar aquello de “primero solucionemos los problemas universales (entendiendo universal como sinónimo de varón) que después llegarán las soluciones de la Igualdad, como si esta, la Igualdad real no les concerniera a ellos también.
De nuevo, Igualdad, es sinónimo de retraso, de postergación, de espera, e incluso de prescindible, como así ha ocurrido por quienes mandan.
Como también son prescindibles, al parecer, las vidas de más de setenta mujeres asesinadas por quienes se consideraban que mandaban en sus casos.
Esperemos que el 2011, al menos nos permita seguir haciendo denuncia pública y formación preventiva de todo lo que significa ser iguales de forma real.
Teresa Mollá Castells
tmolla@teremolla.net
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La Ciudad de las Diosas