Estrellas del cambio: L@s jóvenes de Camboya dan la pauta para vivir libres de violencia
Al principio, dejar las comodidades de la vida urbana no fue fácil para los jóvenes camboyanos Chhay Theara y Chea Samphors quienes, después de una intensa capacitación, fueron voluntariamente a vivir y a trabajar en las comunidades rurales para lograr un cambio en la conducta y en las actitudes en materia de violencia de género. Se enfrentaron a retos que habrían hecho desistir a muchos. Sin comprender plenamente el concepto del voluntariado, los miembros de la comunidad rural recibieron a Theara, de 26 años de edad, y a Samphors, de 25, con escepticismo. Como mujer, Samphors tuvo que enfrentarse a los prejuicios de género y probar al jefe de la aldea que era capaz de hacer lo mismo que un hombre. Theara y Samphors son dos de los 20 graduados universitarios que participan en una iniciativa de un año para trabajar como voluntarios en 19 distritos rurales de Camboya. Bajo la dirección de la organización no gubernamentalYouth Star de Camboya y con el respaldo financiero del Fondo Fiduciario de la ONU para poner fin a la violencia contra las mujeres, la iniciativa aprovecha el potencial que tienen los jóvenes de influenciar las actitudes. Esto es particularmente importante en países como Camboya, donde el 70 por ciento de la población tiene menos de 30 años de edad. Camboya es una sociedad en post conflicto donde la violencia contra las mujeres es muy común: 22 por ciento de las mujeres casadas han sido víctimas de abusos físicos por parte de sus maridos, pero esto es generalmente considerado un “asunto privado”. Las aldeas de Chaengdaeng y Brorvanh no eran una excepción, hasta que llegaron Theara y Samphors. Para el trabajo de Theara y Samphors en las aldeas fue esencial establecer clubes de jóvenes que sirviesen de centros para tener discusiones francas y alentar los cambios positivos, haciendo participar a los jóvenes en discusiones de temas como la violencia doméstica, las relaciones sanas y la importancia de permanecer escolarizado. Theara y Samphors también identificaron a jóvenes con tendencias naturales de líderes, alentándolos a ser los líderes del club y los mentores de los socios más jóvenes. Taing Im, de 18 años de edad, fue una de las participantes en el club de jóvenes de Theara en Chaengdaeng, en la provincia de Kampong Thom, a dos horas de Phnom Penh. Procedente de una familia donde había violencia, sufría como sufren muchos niños: sus notas en la escuela empeoraban y se estaba volviendo apática. En el club de jóvenes encontró las fuerzas para hacer frente al problema. Una obra de teatro sobre la violencia doméstica, escrita y actuada por los miembros del club, impresionó mucho a los padres de Taing Im, quienes, al ver el impacto que tiene esa lacra a través de los ojos de los niños, prometieron no recurrir más a la violencia. La obra de teatro marcó un hito al sacar el tema de la violencia doméstica de la arena privada y hacerlo público. La comunidad se unió para decir no a la violencia, redactando un contrato de rendición mutua de cuentas de no recurrir a la violencia doméstica. En la aldea aislada de Brorvanh en la frontera con Viet Nam, Samphors se ocupó de un huerto. Allí encontró a Savy, una mujer que vivía en una relación violenta. Samphors comenzó a visitarla en su casa, y a compartir con ella la pena que le causaba el haber crecido en un hogar disuelto. Esto alentó a Savy a hablar de su propia situación, que creía que era el resultado de su karma. Las charlas con Samphors ayudaron a Savy a cambiar su punto de vista. Era mucho más fácil para ella compartir su sufrimiento con alguien de afuera de la aldea que con los demás miembros de la aldea, de quienes Savy temía sus reacciones. Samphors también ganó la confianza del marido de Savy quien le confió el peso de su pasado, ya que creció como sobreviviente huérfano de los Jemeres Rojos. En estas visitas a la casa, Samphors terminó dando consejos a Savy y a su marido, y obtuvo resultados excepcionales. Comenzaron a trabajar en una relación no violenta y de colaboración. Como resultado, también lograron mejorar su nivel económico. Al empoderar a sus pares para que puedan realizar su potencial como miembros de la comunidad, Theara y Samphors crearon un espacio para el diálogo y dieron la fuerza a las comunidades para pasar a la acción en temas que hasta ahora eran tabú. Los jóvenes dicen que ahora han mejorado las relaciones, que hay un sentimiento de pertenecer y ser valorados dentro de sus comunidades, y hay además una mayor asistencia a la escuela. Los padres y los ancianos dicen que hay más reconocimiento y apoyo a la participación de los jóvenes en la vida de la comunidad. Cuando se le pregunta cuál es la clave del éxito de un líder jóven, Samphors dice, “Hay que hablar con el corazón en la mano y ser auténtico consigo mismo”. Administrado por ONU Mujeres en nombre del sistema de la ONU, el Fondo Fiduciario de la ONU para poner fin a la violencia contra las mujeres es la principal fuente de apoyo de proyectos innovadores que luchan contra uno de los problemas más acuciantes de nuestro tiempo. El Fondo depende de las contribuciones voluntarias y su donación es fundamental. Únase a nosotros en este trabajo vital —haga una donación al Fondo Fiduciario de la ONU.LIDERAZGO DE LOS JÓVENES EN FAVOR DE LA NO VIOLENCIA
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