agosto 03, 2011

Feminismo y Literatura: Una entrevista con Germaine Greer

Joan Fitzpatrick realizó una entrevista a Germaine Greer, docente de Inglés en la Universidad de Warwick, quien, además de haber fundado Stump Cross Books, que difunde el trabajo de mujeres escritoras, está trabajando en una edición de las obras completas de la poetiza del siglo XVII Anne Finch, Condesa de Winchilsea.

JF Comenzó su carrera académica siendo una shakesperiana (su doctorado fue sobre las comedias iniciales de Shakespeare), pero cambió de dirección. ¿Por qué se alejó del estudio de esta importante figura canónica?

GG No estoy segura de cuándo piensas que cambié de dirección y abandoné el trabajo sobre Shakespeare, probablemente no antes de 1984, cuando escribí el volumen de Shakespeare de la serie Past Masters[Maestros del Pasado] de la Oxford University Press, que ha sido traducido a muchas lenguas y que sigue publicándose. He enseñado Shakespeare en todos los lugares y en todos los momentos en los que he hecho clases de lo que fuera, y regularmente publico artículos acerca de Shakespeare, tanto en la prensa académica como en la popular. He presentado videos de obras de Shakespeare, he escrito notas de programa para producciones, he actuado como jurado en los Globe Awards por contribuciones al estudio de Shakespeare y soy la autora de la introducción biográfica a la reimpresión del libro de Peter Alexander. También dicto conferencias sobre Shakespeare en sixth-forms [1]; miles de universitarios que estudian a Shakespeare habrán asistido a una u otra de dichas conferencias. He elegido no convertir mi carrera en la de una shakesperiana en parte porque la vasta industria sobre Shakespeare es lo que interrumpe el descubrimiento del mismo por parte de los estudiantes, y la cual de por sí tiene un espíritu profundamente no-shakesperiano.

JF En la introducción a Kissing The Rod usted y el resto de los editores escriben que las poetizas presentadas “merecen menos tratamiento de sumario” que el que hasta la fecha se les ha dado y que su objetivo al publicar la antología es que las poetizas “tengan el interés y respeto que se merecen” (xvi). En Slip-shod Sibyls su posición parece ser que el esfuerzo de las poetizas mujeres no es digno de ser incluido en el canon, que la poesía no es realmente buena. Algunas personas verían esto como una contradicción, y me pregunto si usted acepta esto con una indiferencia postmoderna, si cambió su posición, o si, de hecho, estas afirmaciones no son en realidad contradictorias.

GG Las poetizas muertas difícilmente podrían merecerse menos atención de la que habían estado recibiendo antes de que las intelectuales feministas comenzaran a trabajar en ellas en los setenta, pues no estaban recibiendo atención alguna. Esto no quiere decir que deban estudiarse preferentemente por sobre los poetas que establecieron los géneros en los que escribieron y los cánones de gusto por los que se espera que sean juzgadas. Las intelectuales no pueden explicar de forma razonable a las poetizas si estudian su obra sin estudiar lo que ellas leían o sin confrontarlas al problema de la influencia, que es particularmente insidioso en el caso de las mujeres. Leer Urania de Lady Mary Wroth como si hubiera sido escrito independientemente del Arcadia sería absurdo, pero he tenido estudiantes que han propuesto hacer eso sencillamente. La literatura es una invención masculinista; la poesía en particular es una forma espectacular de despliegue masculino. Las mujeres tienen que adaptar un lenguaje que las cosifica absolutamente para convertirse en las hablantes, en las agresoras verbales; lo que hacen también frecuentemente es exhibirse a sí mismas dentro de una retórica inapropiada, solo para encontrarse mercantilizadas de la forma más degradante, hasta ser demasiado viejas como para ser ofrecidas como la musa encarnada que ceceó en números antes de alcanzar la comprensión suficiente para rehuir del uso que se estaba haciendo de ella. El “respeto y atención que se merecen” es simplemente eso, no menos de lo que históricamente ha sido el caso, pero tampoco más. Esa suerte de triunfalismo que ve a la desesperada carrera de Aphra Behn como una historia exitosa y que atribuye las ideas presentes en los textos que tradujo a invenciones suyas es injusto y, por cierto, académicamente indefendible.

JF En The Obstacle Race se ocupa de las mujeres pintoras y se refiere a “las leyendas que han crecido en torno a figuras singulares”, siendo el objetivo establecido de su libro “mostrar a las artistas mujeres no como una serie de individuos sobrevalorados sino como miembros de un grupo que tienen mucho en común” (6). ¿Diría que lo mismo se aplica al trabajo que está realizando ahora con escritoras mujeres? ¿Son ellas un grupo?

GG La décima musa es siempre una que es como el fénix, y que siempre desplaza al resto de las aspirantes al título; ella es la excepción que prueba la regla de que las mujeres no tienen talento. No es extraño que sea o la musa de la poesía o la de la pintura; en ocasiones (como en el caso de Anne Killigrew) es representada como la décima musa en las dos artes hermanas, poesía y pintura. La pintura era un oficio respetable para una mujer siempre que se trabajara en un contexto familiar; lo mismo no es cierto para las poetizas, aunque tenemos el aislado y espectacular caso de un grupo como las Brontës. En Kissing the Rod pusimos especial atención a poemas que eran evidencia de comunicación entre mujeres, pero estábamos extendiéndonos en un punto. Katherine Philips, la incomparable Orinda, se dirigía mayoritariamente a mujeres en su poesía, pero solo hombres respondieron. La falta de comunicación entre, por ejemplo, Elizabeth Rowe y su contemporánea Anne Finch (Condesa de Winchilsea únicamente en sus últimos ocho años de vida) es sorprendente, incluso chocante, a la luz del hecho de que ambas gozaban de la protección de Viscount Weymouth y fueron invitadas en Longleat al mismo tiempo. Sin embargo, pienso que es importante desarrollar lo que las escritoras mujeres tienen en común; una de estas cosas es una tendencia a estar alienadas de sus pares.

JF En Kissing the Rod usted y los otros editores escriben “Estamos también preocupados… de proveer materiales para la discusión acerca de si hay o no un lenguaje femenino y una prosodia femenina” (9). ¿En dónde sitúan esta cuestión? ¿Cree que es posible, o deseable, identificar un lenguaje o una prosodia específicamente femeninos?

GG Están aquellos que piensan que el análisis computacional de la poesía proveerá evidencia incontrovertible sobre la autoría a través de la identificación de patrones individuales de verbalización. No soy una de ellos. Las mujeres a menudo escriben algo que llamo cadena de sintaxis, en donde cada oración tiene igual valor que la anterior y que la siguiente. La puntuación podría ir en cualquier lugar, o en ninguno. No estoy segura de si este hábito sintáctico está mediado por el género; puede ser una mera consecuencia de la ignorancia. Pocas mujeres tenían suficiente base en gramática, como las cartas de Orinda a Poliarchus evidencian terriblemente. Pope y Johnson habrían llamado insípido al resultado, pero tiene fortalezas –e ironías –en sí mismo. La cadena de sintaxis vincula a poetizas tan dispares y distantes como Aphra Behn y Elizabeth Barret Browning. Pero no es el punto que elijo para trabajar. Todas las poetizas están adaptando un lenguaje pre-existente y trabajando al interior de un marco al que poco pueden hacer para reformar. Las intelectuales tienen que ser capaces de estimar cuánto de lo que hacen es homenaje a sus modelos masculinos y cuánto es comentario e ironización de dichos modelos. El estilo femenino es en sí mismo una invención masculina. La escritura masculina acerca de las mujeres es preceptiva más que descriptiva, pero las mujeres no tienen más opción que capitular.

JF En su página, el objetivo declarado de Stump Cross Books es “hacer más conocidas a las poetizas del siglo XVII y XVIII” (http://www.sxbxsx.com/books.htm). Me pregunto si podría esbozar cómo han escogido a las poetizas y los trabajos que quieren llevar a una mayor atención por parte del público. Me parece que se podría argumentar i) que en tanto mujeres tienen experiencias importantes que expresar, o ii) que por algún criterio poético objetivo son merecedoras de divulgación. Pareciera que el impulso de Kissing the Rod apoya la primera razón, y que Slip-shop Sibyls arguye en favor de la aplicación de la segunda.

GG Es mucho más simple que eso. Estoy interesada en las mujeres, es decir, estoy interesada en sus fracasos y en sus éxitos. Las experiencias que eligen para expresar son simplemente eso; en la mayoría de los casos tienen menos que hacer con su vida con que la literatura. Las primeras mujeres modernas en soportar desastres en partos los describen en términos bíblicos, no viscerales. Sus relaciones con sus maridos son ejemplares (casi siempre porque sus esposos publican sus memorias como ejemplo) y evidencia que dé cuenta de resistencia o incluso resentimiento es difícil de encontrar. Las mujeres son las heroínas de las ficciones de los hombres, que son las que se deben leer. ¿Qué pasa cuando la heroína toma la pluma? El tema en ambos casos fue y es hacerlo bien. La evidencia concreta muestra que Katherine Philips fue ambiciosa al punto de la vanagloria, pero su reputación de modesta fue usada para humillar a una generación de escritoras mujeres profesionales. Uno de los objetivos es introducir a estudiantes a la complejidad histórica genuina y a lo contradictorio de la posición de las mujeres escritoras en ese tiempo y en el nuestro.

JF ¿Consideraría a Stump Cross Books como un positivo acto de reversión –luego de 300 años –de la falta de acceso de las mujeres a los medios de comunicación escritos? ¿Hay una diferencia entre recuperar trabajados perdidos como documentos históricos, dándonos un panorama de la época, e imprimir obras de mujeres que deberían haber sido difundidas más ampliamente en su tiempo? Quizá usted no vea una distinción entre estas actividades.

GG La noción de que las mujeres padecieron una “falta de acceso a los medios de comunicación escritos” es un muy buen ejemplo de una falsa certeza. Los varones padecieron exactamente las mismas restricciones que las damas; no puede decirse que hayan dado acceso a sus reflexiones privadas o a sus privilegiadas comunicaciones a alguien por fuera de sus círculos, y mucho menos a alguien que pudiera subir el precio de un folletín o un periódico. Las mujeres padecieron en igual o mayor medida el precoz acceso a la publicación (testigo de esto son las carreras de Catherine Trotther o Elizabeth Rowe) así como la falta de acceso, en una época en la que la publicación de manuscritos estaba a un nivel de relevancia mucho mayor para la cultura literaria que la mera actividad comercial de los vendedores de libros. Las escritoras más publicadas, incluyendo a Margaret Cavendish y Aphra Behn, no tienen un manuscrito publicado. Respecto a lo de que su trabajo merece más amplia difusión, basta con decir que los poemas de Ephelia fueron reeditados, porque la publicación original en 1679 no se vendió; los Miscellany Poems de 1713 de Anne Finch han sido reeditados dos veces; la edición de Colman and Thornton de Poems by Eminent Ladies también se quedó en sus manos y fue reeditado. Otras poetizas fueron best-sellers en su tiempo e incluso hicieron mucho dinero (por ejemplo, Hannah More), pero jamás ha sido leída desde entonces, y Felicia Hemans fue la poetiza más vendida del siglo XIX.

JF Profesora Greer, muchas gracias.

Por Martín Álvarez C.
Fuente: Ballotage

Fitzpatrick, Joan. “An Interview with Germaine Greer.” Early Modern Literary Studies 6.3 (January, 2001): 12 http://purl.oclc.org/emls/06-3/greeinte.htm.

Nota al pie:

  • [1] N. del T.: Los sixth-form son los dos últimos años opcionales de educación secundaria en Inglaterra, destinados a estudiantes de 16 a 18 años, y durante los cuales se prepara un examen que otorga títulos adicionales.

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