Feminismo para no Feministas. La Vane contra Patrix
Introducción. Las cosas “normales” que debemos al feminismo
El feminismo no quiere imponer un matriarcado basado en la violencia contra el hombre, como ha sido el patriarcado hasta ahora. No desea dejarlos sin voto, ni violarlos en las guerras, ni mutilar sus genitales en pro de una tradición cultural, ni confinarlos en el ámbito doméstico, ni quiere matarlos por adulterio. El feminismo no pretende que los hombres sean propiedad de sus
madres y luego de sus mujeres, ni desea que los hombres cobren salarios más reducidos, ni tampoco querría desterrarlos de las cúpulas de poder mediático, empresarial y político. No quiere traficar con cuerpos masculinos para el disfrute de los femeninos, ni desea que los niños varones estén desnutridos o abandonados en orfanatos, ni, por supuesto, promovería su marginación social o económica. Tampoco vetaría que los niños varones pudiesen ir a la escuela, ni les prohibirían el acceso a la sanidad y la Universidad. Comprendan que eso es una locura que no promueve el feminismo.
Coral Herrera Gómez
Si eres feminista, no necesitas leer este libro. Seguramente poco nuevo te voy a contar que tú ya no sepas. Por tanto, si este libro cae en tus manos, que no se te estanque: pasáselo a alguna conocida que reniegue de la causa o a alguna conocida que veas que necesita entrar al quirófano feminista por urgencias. No acumules este libro al lado de otras guías, panfletos y libros sobre el tema. Tú ya conoces esta historia, por tanto difúndela, no te la quedes.
Pero si eres una chica, una mujer, o incluso un hombre, que no tiene muy claro qué es el feminismo o que incluso lo mira con recelo, entonces este libro sí que puede aportarte algo. Puede entretenerte, por la novedad, y puede incluso llegar a sacarte de quicio.
De momento pasas del feminismo, de hecho te da algo de grima vernos a las feministas en las manifestaciones. Te parecemos paranoicas, ridículas, excesivas, cursis, pesadas, poco objetivas, feas, etc. Estás en tu derecho, el derecho a ser una inconsciente. Siento la claridad, no voy a andarme con rodeos. Te voy a poner un listado de cosas que hoy puedes hacer y que hasta hace muy poco no podías. Cosas normalillas, vaya, nada del otro mundo. Este oxígeno tan de andar por casa que hoy respiras sin darte cuenta, este oxígeno, se lo debes al feminismo. Ni más ni menos. Ahí va la lista, que no es mía, sino anónima:
Si eres mujer y...
- puedes votar, agradéceselo a una feminista.
- recibes igual salario al de un hombre por hacer el mismo trabajo, agradéceselo a una feminista.
- fuiste a la Universidad en lugar de dejar los estudios después del bachillerato para que tus hermanos pudieran estudiar pues “tú de todos modos simplemente vas a casarte”, agradéceselo a una feminista.
- puedes solicitar cualquier empleo, no sólo un “trabajo para mujeres”, agradéceselo a una feminista.
- puedes recibir y brindar información sobre control de la fertilidad sin ir a la cárcel por ello, agradéceselo a una feminista. eres médica, abogada, pastora 1, jueza o legisladora, agradéceselo a una feminista.
- practicas un deporte profesional, agradéceselo a una feminista.
- puedes usar pantalones sin ser excomulgada de tu iglesia o sacada del pueblo, agradéceselo a una feminista.
- a tu jefe le está prohibido presionarte a que te acuestes con él, agradéceselo a una feminista.
- eres violada pero el juicio no se trata sobre el largo de tu vestido o tus novios anteriores, agradéceselo a una feminista.
- inicias negocio y puedes obtener un préstamo usando sólo tu nombre y tus antecedentes de crédito, agradéceselo a una feminista.
- estás bajo juicio y se te permite testificar en tu propia defensa, agradéceselo a una feminista.
- posees propiedad que es únicamente tuya, agradéceselo a una feminista.
- tienes derecho a tu propio salario aun si estás casada o hay un hombre en tu familia, agradéceselo a una feminista.
- obtienes la custodia de tus hijas e hijos tras un divorcio o una separación, agradéceselo a una feminista.
- tienes voz en cómo criar y cuidar a tus hijas e hijos en lugar de que los controle completamente tu esposo o su padre, agradéceselo a una feminista.
- tu marido te golpea y esto es ilegal y la policía lo detiene en vez de sermonearte sobre cómo ser una mejor esposa, agradéceselo a una feminista.
- se te otorga un título después de ir a la Universidad, en lugar de un mero certificado de haber completado los estudios, agradéceselo a una feminista.
- puedes amamantar a tu bebé, eso sí, todavía discretamente, en un lugar público y no ser arrestada por ello, agradéceselo a una feminista.
- te casas y tus derechos humanos civiles no desaparecen dentro de los derechos de tu esposo, agradéceselo a una feminista.
- tienes el derecho a rehusar tener relaciones sexuales con tu esposo, agradéceselo a una feminista.
- tienes derecho a que tus registros médicos confidenciales no sean divulgados a los hombres de tu familia, agradéceselo a una feminista.
- tienes derecho a leer los libros que desees, agradéceselo a una feminista.
- puedes escoger ser madre o no cuando tú quieras y no según los dictados de un esposo o un violador, agradéceselo a una feminista.
- puedes esperar vivir hasta los 80 años en vez de morir entre los 20 y 30 a causa de embarazos ilimitados, agradéceselo a una feminista.
- puedes verte como una humana adulta plena, y no como una menor de edad que necesita ser controlada por un hombre, agradéceselo a una feminista.2
Después de esto no deberías necesitar leer el resto del libro, pero el machismo, la misoginia y el antifeminismo calan hasta lo más profundo, son miles de años de manipulación, así que supongo que necesitarás más argumentos, porque seguro estarás pensando que todos estos derechos de la lista son “cosas normales” y no son cosa del feminismo. Lo comprendo. Comprendo que no te consideres feminista y que pienses que todos estos derechos y libertades se deben a la normalidad, al cambio de la Historia, a cosas del progreso. Pero la Historia no es una señora que va pasando lanzando derechos como los Reyes Magos lanzan caramelos en la Cabalgata.
La Historia tampoco son unas élites, más o menos progresistas, que redactan leyes más o menos a nuestro favor según se les pasa por la cabeza. Porque eso parecen reflejar los libros de historia y los falaces telediarios. No, de no haber sido por la lucha de nuestras abuelas, madres y hermanas feministas ahora no podrías disfrutar de ninguna de esas obviedades, de ninguna de esas cosas tan normalitas como poder ir a la Universidad sin tener que disfrazarte de hombre. Los derechos se conquistan tras mucha batalla moral y corporal. Y las personas que se dedican desde hace siglos a conquistar más derechos para las mujeres se llaman feministas 3. Y hoy estás donde estás gracias a ellas. Por ser justas, también buena parte de esas conquistas se las debemos a mujeres valientes, que sin ser estrictamente feministas, demostraron tenacidad y lucidez en su vivir cotidiano. Son feministas difusas o instintivas. Por ejemplo, si tu abuela formó parte de la Asociación de Vecinos del barrio y era de las más responsables y de las que más trabajaba por el barrio, tu abuela, siendo un referente de activismo vecinal, fue un impulso importante para que hoy tu presencia en todo tipo de luchas colectivas sea vista con normalidad. Ya no te van a decir que te vayas a fregar a casa gracias a la lucha concreta feminista, por un lado, y al ejemplo de mujeres valientes y activas como tu abuela no específicamente feministas, por el otro. O si tu abuela, cuando una vecina se quedaba embarazada, lejos de criticarla por “ligera de cascos”, la defendía de las críticas de otras mujeres u otros hombres, tu abuela, sin saberlo, estaba haciendo feminismo. Si tu abuela se empeñó en que tu madre estudiara una carrera, porque no quería que le pasase como a ella, que toda la vida le gustaron los libros, pero que no pudo estudiar porque se invirtieron todos los esfuerzos en el hermano varón, tu abuela sin saberlo estaba haciendo feminismo. Un feminismo instintivo y cotidiano de incalculable valor. Y si tú no le ríes las gracias al jefe, que no para de comentar el escote y “las pintas” de una compañera, y además le paras los pies, estás haciendo feminismo. Estás siendo solidaria con una mujer, estás llevando a cabo un pequeño acto de “sororidad”4, de solidaridad entre mujeres. Mientras asumas éstos y otros muchos comportamientos como algo por completo inherente a tu vida, como algo de sentido común que no vas a discutir, mientras lo hagas y lo asumas, aunque reniegues de las feministas, me vale. Que asumas como “normal” cosas que en un día bastante cercano costaron sangre, sudor y lágrimas es un éxito feminista en plano material, un éxito feminista en el plano de los hechos concretos y cotidianos, pero es a la vez un fracaso nuestro en el terreno del marketing, del saber vender nuestro hermoso ideario. Hemos fracasado como proselitistas porque la palabra feminismo provoca rechazo pero nuestras conquistas se asumen de manera natural. Tampoco es grave, de momento. Mientras las mujeres que no se reconozcan a sí mismas como feministas tengan claro que no van a asumir ningún recorte de sus libertades, derechos y responsabilidades, mientras las mujeres no estén dispuestas a ir hacia atrás ni para coger impulso, da lo mismo que no les guste la palabra feminismo. Llámate como quieras, llámate percebe, andarica o rana, niégate a llamarte feminista, pero compórtate como tal. De momento, para esta introducción, con eso me conformo. De momento.
Pero para no pecar de ingenuas es urgente denunciar que el listado de derechos sirve para unas pocas y desde hace muy poco. Suponiendo que seamos 6.000 millones de habitantes en el mundo, suponiendo que la mitad seamos mujeres, es decir, 3.000 millones, echando cálculos así un poco por lo alto, de esas 3.000 millones de mujeres tan sólo 500, y puede que me quede larga, disfrutan de esta lista de derechos. 500 millones de 3.000 millones. Sólamente. El resto de las mujeres del planeta son vapuleadas, ninguneadas, basureadas, vejadas, vilipendiadas, humilladas, maltratadas...
País por país, mujer por mujer y edad por edad, la lista de miserias es enorme 5. A fecha de hoy las cosas que ves tan normales como conducir, declarar en un juicio, entrar en una cafetería, estudiar, rechazar tener sexo con quien no quieres, tener dinero propio sin que sea de tu padre o marido, tener novia sin temor a que te linchen, controlar tu natalidad, ejercer como abogada o carpintera, etc., etc., a fecha de hoy, unas 2500 millones de mujeres del planeta siguen sin poder hacerlas. ¿Me seguirás diciendo que la lucha feminista es ridícula, que está todo conseguido? Si ni siquiera está conseguido todo en este país, pues de las leyes a la práctica cotidiana hay muchísimo trecho, cómo vamos a atrevernos a hablar del planeta entero.
Por nuestras leyes podemos parecer un país muy igualitario, pero la realidad sigue atascada en el machismo. Y ten además siempre en cuenta que la lucha feminista es una lucha internacional. Como se suele decir, hastaque no caiga la última cadena de la última mujer, ni tú ni yo seremos por completo libres. Ya sabes, éste es un mundo global.
Y porque además, pese a poder disfrutar de muchos derechos, sigue existiendo un malestar que nos sirve de radar y que nos avisa de que queda mucho por hacer. De dónde viene el malestar: del capitalismo (muy agradable para unos pocos y terrorífico para la mayoría), de la opresión del Estado (que es muy bueno hasta que deja de serlo con sus cargas policiales y sus guerras oportunistas), del consumismo, de las hambrunas de tiempo, de la industria farmacéutica que nos hace tragar medicaciones que lejos de sanarnos nos enferman más, de pasarnos la vida delante de pantallas viendo vidas ajenas, de la fealdad de nuestro entorno, de la Naturaleza acorralada, de vivir en una casa de 30 metros cuadrados, del asqueroso dinero que tanto se acumula y que mejor se pudría como las patatas, de pasarnos horas bajo tierra en los metros para ir a una oficina insalubre donde nos succionarán media vida, de ver cómo nos gobiernan unas élites obscenas y paletas, de ver cómo nos gobiernan, de ver que a una guerra se sigue otra, de la persecución a inmigrantes, de la centrales nucleares tan “limpias” ellas, de una ciencia sierva del poder que nos vende como progreso lo que no es más que robotización e intoxicación, de una tierra llena de cemento y auditorios de marca sólo por engordar más aún a los porcinos constructores, de la hipocresía católica y la ceguera progresista... Quedan muchas conquistas porque este mundo apesta, porque este mundo es un Patrix 6 del que más nos vale escapar y al que más nos vale hacer frente. Porque el mal existe y uno de sus más preciados hijos se llama machismo, misoginia y patriarcado. Y una de las formas de estar en el mundo con razón, justicia y libertad se llama feminismo. Y nos sigue haciendo mucha falta a escala global mientras sigan sufriendo lo que sufren las mujeres en otras partes del mundo y mientras sigan sufriendo lo que sufren las mujeres en esas partes del mundo tan cercanas y lejanas a la vez como son la casa del vecino maltratador o el prostíbulo, a apenas unos
kilómetros, donde varias chicas se prostituyen forzadamente.
Mi papel en este libro es como el de una hermana mayor que coge a la hermana pequeña y díscola por las orejas y le dice: “agradécele a mama, a la abuela y a tus otras hermanas los juguetes con los que hoy juegas, ha sido por el esfuerzo de todas ellas por lo que hoy disfrutas con lo que disfrutas”. Pero tú sigues erre que erre negando a las hermanas feministas, a las madres, a las abuelas... sigues negando la lucha de las mujeres, pero sigues jugando con ese divertido juguete del derecho a la educación universitaria, del derecho a poder tener dinero a tu nombre o del derecho a que tu palabra en un juicio valga lo mismo que la de un hombre. Bonitos juguetes, ¿verdad? Disfrútalos, disfrútalos sin miedo, que cuando nuestras ancestras los fabricaron mucha
gente pensaba que eran juguetes que nos venían grande. Disfruta de esos derechos, agárralos, estíralos, riégalos, hazlos crecer en tu día a día. Con que seas una mujer libre, lista y alegre ya me basta. No te voy a pedir, de momento, en esta introducción, que te hagas feminista, pues el pensamiento crítico y el activismo presupone de sus practicantes una serie de características que no todo el mundo tiene. De momento.
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Por Rosario Hernández Catalán
Fuente Rebelión
Notas
1 Se refiere a sacerdotisa protestante. No está de más recordar que la Iglesia Católica no permite que haya sacerdotisas pues sigue considerando a las mujeres “esclavas del señor”, y con señor no se refieren tanto a Cristo como a los hombres en general
2 Autora desconocida, el texto original “Thank a feminist” fue enviado por Alda Facio de Costa Rica a la editora de la revista Tertulia. Laura Asturias fue quién lo tradujo y lo publicó en el numero de julio 16, de 2004.
3 Y tienes ciertos derechos laborales gracias al movimiento obrero. Y de ese movimiento obrero no está de más recordar a comunistas, socialistas y a anarquistas, por ejemplo. A comunistas no estalinistas, se entiende, y a socialistas de verdad y de base, se entiende. Y no está tampoco de más recordar que en ese movimiento obrero las mujeres nos batimos el cobre como el que más para en muchos casos recibir palmaditas en la espalda del tipo: “Tranquila, mujer, vuestra revolución llegará luego. Primero lo importante, lo vuestro puede esperar”. Este es un aviso a navegantas, a navegantas sobre todo del 15M.
4 “Sororidad” es una hermosa palabra de uso común entre las feministas. En vez de usar “fraternidad” de frates, “hermanos”, nos gusta usar “sororidad”, de sor, hermana 5 A pie de página, por no llenar el texto principal de sangre. Según las Naciones Unidas éstas son las diferentes formas de violencia que pueden sufrir a lo largo de su vida la mayoría de las mujeres del planeta: Antes de nacer: aborto forzado, embarazo forzado, violación durante la guerra. Primera infancia: Infanticidio femenino, malos tratos emocionales y físicos, menor acceso a los alimentos y a la atención médica. Infancia: mutilación genital, incesto y abuso sexual, menor acceso a los alimentos, a la atención médica y a la educación, prostitución infantil. Adolescencia: violencia en el noviazgo y el cortejo, relaciones sexuales bajo presión económica, abuso sexual en el lugar de trabajo, violación, acosos sexual, prostitución forzada. Etapa de procreación: malos tratos por parte de las parejas, violación en el matrimonio, malos tratos y asesinatos relacionados con la dote, homicidio cometido por el compañero, malos tratos psicológicos, abuso sexual en el lugar de trabajo, acosos sexual, violación, malos tratos a mujeres discapacitadas. Ancianidad: malos tratos a viudas, malos tratos a ancianos en general que afectan mayoritariamente a las mujeres.(Fuente: L.Heise, Violence Against women: The Hidden Health Burden, Washington, D.C, World Bank Discussion Paper, Banco Mundial, Citado en Miyares, Alicia, Democracia Feminista, Cátedra, 2003, p. 124.
6 Seguro que has visto la película Matrix y recuerdas que abordaba la lucha contra un sistema opresivo, a veces dulce, que estaba en todas partes. Pues bien, no es justo llamarlo Matrix, de matriz, de madre, vale más llamarlo Patrix, porque si hay algo que está en todo el planeta, que encontramos en la economía, en la religión, en el arte, en el lenguaje, en la política, la ciencia y los gestos, ese algo es el patriarcado, que no es sólo el sistema que rige la cultura gitana, sino también este mundo nuestro payo en el que la mujer ha sido siempre también el segundo sexo. Piensa en los asesinos de mujeres, en el sexismo del lenguaje (un ejemplo rápido: cojonudo: “estupendo”. Coñazo: “aburrido”), piensa en la desidia con que tratamos a las “marujas”, piensa en la violación de mujeres como arma de guerra, en la trata de blancas, en la la lapidación de las adúlteras, piensa en cómo las embarazadas y las madres son despreciadas en los trabajos, acostúmbrate a pensar en el larguísimo etcétera que constituye el patriarcado, el Patrix, algo que está en todos los países, bocas, mentes y conductas, porque algo que lleva funcionando desde hace más de cinco mil años no puede desaparecer de golpe. Nos va costar lo suyo. Y lo tuyo