diciembre 31, 2011

Los derechos conseguidos por las mujeres siempre están en riesgo

Tomado de  entrevista a Marcela Lagarde:



Miedo a utilizar un lenguaje no sexista

En relación a la oposición que la sociedad mantiene a utilizar un lenguaje no sexista, Marcela Lagarde opina : “El uso de un lenguaje incluyente ocasiona malestar político, porque si solo hay un sujeto y de repente viene otro sujeto que reclama su condición de ser, hay que hacerle espacio para que quepan dos. El monopolio de condición de sujeto genera un poder enorme y cuando las mujeres nos colocamos ahí, hay temor de que adquiramos esa condición del sujeto que domina. Cuando nosotras decimos no solo la “a” sino que queremos el poder, se imaginan que queremos el poder de dominar. Y entonces tenemos que explicar que queremos poderes democráticos. Hay muchos miedos sociales. Hay quien se molesta porque hablar en femenino en una cultura que se radicalizó en el uso de un lenguaje sexista implica hacer una reivindicación política. Estás haciendo un acto político de vindicación de eso que se niega, se rechaza”.

“Y hay mujeres que se avergüenzan de hablar en femenino porque han sido educadas en los parámetros del machismo en el lenguaje, luego hablar en femenino es como colocarse en el lado que pierde, en el lado interiorizado, oprimido, y muchas mujeres lo que quieren es estar en el otro lado. Es preciso recorrer un camino lingüístico, porque el lenguaje vindica nuestra existencia plena, reconocidas como mujeres y no subsumidas en lo masculino, en los hombres”.


La defensa de lo adquirido
Los derechos conseguidos de las mujeres –afirma Marcela Lagarde– siempre están en riesgo y se pueden perder. Por eso,  propone que hay que defender “con mucha conciencia y lucidez, todo lo que hemos ganado porque si perdemos esos derechos es la sociedad entera la que sale perjudicada. Es un daño a la convivencia pacífica: si se puede lesionar con esa impunidad a las mujeres, se está ejerciendo la violencia brutal a la luz pública contra ellas”.

Su propuesta es “que tengamos una conciencia profunda de que somos mujeres con el derecho a tener derechos, que somos humanas investidas de modernidad. Es desde la modernidad desde donde tenemos que defender esos derechos y ampliarlos y consolidarlos cada vez más”.

La crisis como freno del empoderamiento
“Esta defensa de los derechos y esa necesidad de organizarse hay que incrementarla aún más en momentos como los actuales, en los que se utiliza la crisis económica como una justificación para recortar o suprimir acciones que todavía eran muy incipientes para construir la equidad entre mujeres y hombres, y para lograr el apoyo a las mujeres con el fin de eliminar desigualdades, desventajas, obstáculos y brechas de género. Ya se aduce que hay que recortar y se recorta en programas que tenían como objeto promover el empleo de las mujeres o la salud y se van recortando muchas de estas políticas. Me parece muy importante que nosotras, con conciencia, nos dispongamos para evitar eso, si no nadie lo va a hacer por nosotras y cada una tiene un papel que jugar. Por ejemplo, defender lo que ya se había logrado y estar ahí, cuando se discuten los presupuestos. En México, este año la consigna del movimiento feminista fue ‘ni un peso menos para las mujeres’ y logramos incrementar el presupuesto, aunque las negociaciones iniciales eran difíciles. La eliminación del Ministerio de Igualdad no sólo les afecta a ustedes sino que va a repercutir en muchos países que estamos tratando de construir los mecanismos, los programas. El efecto que tiene una medida así es en cadena”.

El velo de la igualdad
Respecto a la percepción que las nuevas generaciones de mujeres tienen de que no hay desigualdad real y de que las mujeres hemos conseguido todos los derechos, Marcela Lagarde responde que ese fenómeno se ha producido siempre, en todas las generaciones. “Lo que ocurre es que ahora se dan condiciones mucho más favorables, se participa en un mundo bastante más mixto: educación, participación social, deportiva. Todo eso hace confundir la igualdad con mixtura. Pero el feminismo no se enseña en las escuelas. No se estudia la historia de la causa de las mujeres por la igualdad, es una causa borrada. Nos enseñan las batallas, las guerras, pero nunca cómo hemos ido generando derechos o cómo hemos ido planteando las cosas. En edades tempranas y en sociedades desarrolladas, con acceso a la educación y a la alimentación, hay mayores condiciones de igualdad estructurales entre mujeres y hombres pero es un poco más adelante cuando aparecen las desigualdades, no tanto en lo público como en lo privado. El tema es complejo, difícil, pero me parece que tenemos que encontrar los mecanismos de información para la ayuda a las adolescentes. Ellas y muchas de las mujeres tenemos un velo de la igualdad. Creen que están en igualdad y son retadoras y temerarias. ¿Con qué se elimina la temeridad y el reto? Con conciencia de género. Tenemos que extender un manto protector que sea la conciencia de género para todas esas niñas y adolescentes”.


Memoria de género
Para llegar a este punto, considera que es imprescindible tener memoria de género: “El tiempo largo de la historia tiene que estar en el tiempo corto de nuestras vidas. Si no descubrimos el pasado, ese pasado político de las mujeres, estaremos huérfanas, en el sentido que han dicho las clásicas feministas, la orfandad que nos produce a las mujeres ser parte de un género secundario pero que no tiene referentes porque han sido invisibilizados, borrados, omitidos, y nosotras todavía aprendemos una historia patriarcal. Por eso es necesario saber qué tiempo dedicaron otras mujeres a la política, cómo hicieron para participar, qué recursos destinaron a su transmisión a las demás personas para que las apoyaran y para que fueran solidarias”.

La solidaridad con las mujeres –agrega– es muy difícil. “Está bloqueada androcéntrica y patriarcalmente. Se da la solidaridad con pueblos, con grupos en desventaja o excluidos, pero la que cuesta más trabajo es la solidaridad con las mujeres. Un trabajo importante y un nuevo uso del tiempo es que las asociaciones y también las instituciones procuren construir solidaridad social hacia las mujeres, aceptación social, eliminación de androcentrismo y de machismo”.



Fuente: Heroínas

Sí a la Diversidad Familiar!
The Blood of Fish, Published in