Expresiones y realidades
Hay que reconocer que algunos de los nuevos términos utilizados por el recién estrenado gobierno de Rajoy tienen más bien un olor rancio.
Llamar al ministerio de Sanidad, SERVICIOS SOCIALES e Igualdad, huele a poca voluntad de llevar los temas de políticas sociales a la agenda política y dejarlo en un mero sistema asistencial y de caridad, sin más. Y con la que está cayendo!!
Pero además la titular de este departamento en una de sus primeras declaraciones como ministra se despacha con un “violencia en el ámbito familiar” que nos dejó a muchas y muchos con sensación de ¿Qué ha pasado?.
Obviamente el uso del término ni es casual ni carece de intención puesto que ya, de entrada, anuncia qué piensan del tema los actuales gobernantes. Pero han corrido ríos de tinta sobre este tema y voy a intentar no ser redundante en este aspecto.
Como todo el mundo sabe, lo que no se nombra no existe y por eso sigue siendo crucial nombrar correctamente lo que va ocurriendo a nuestro alrededor. Y quizás este sea un buen momento para hacer pedagogía en este sentido. Y me explico.
Interesadamente la flamante nueva ministra de sanidad, servicios sociales e igualdad hizo servir el término “violencia en el ámbito familiar” puesto que quienes ahora nos gobiernan conciben un único modelo de familia que es el tradicional. Pues bien al denominarlo de este modo, la ministra se olvida que el origen de la violencia de género está directamente ligado a la condición de ser mujer y a su situación de desigualdad social todavía existente en nuestra sociedad. Y esto, viene recogido en el primer párrafo de la exposición de motivos de la propia Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género. Una Ley que por cierto fue aprobada por unanimidad en el Parlamento y con el voto de la propia señora Mato.
Cuando las palabras son utilizadas incorrectamente casi nunca suele ser de una forma inocente. Más bien al contrario hay una clara intención en ello y por eso mismo voy a intentar definir qué se esconde detrás de estas expresiones interesadas.
La violencia doméstica es la que se ejerce dentro del ámbito doméstico a cualquier persona que allí esté y por cualquier causa. Pero el origen de esta violencia no está en la condición de ser mujer. Se puede maltratar a cualquier persona que en ese momento se encuentre dentro del espacio doméstico.
La violencia de pareja es, como su nombre indica, la que se ejerce contra la pareja. Pero parejas hay de muchos tipos: gays, lesbianas, bisexuales, transexuales, etc… Y volvemos a lo mismo que antes: El origen de esta violencia no está en ser mujer, está en ser pareja.
La violencia familiar o en el ámbito familiar es aquella que se ejerce contra cualquier familiar que pueden ser ascendentes, descendentes, hermanas y hermanos, etc… Y de nuevo observamos que el origen no es ser mujer.
Con todo y con eso, tampoco podemos perder de vista que el término de violencia de género es el utilizado en organismos internaciones como la ONU o las Instituciones Europeas que, además la definen y catalogan en sus diferentes modalidades y, además. siempre en sus definiciones dejan claro que es la mayor manifestación de desigualdad entre mujeres y hombres y que siempre se ejerce de hombres hacia las mujeres. Nos podrá gustar más o menos, pero la definición de la ONU no deja mucho espacio para las dudas:
“Todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para las mujeres, incluso las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de libertad, tanto si se produce en la vida pública o privada “.
Como puede verse, no es una utilización casual la de la señora Mato. Aún así y asumiendo el riesgo de ser tachada de pedante, por la ministra y por toda la corte de neomachistas que se amparan en este tipo de expresiones para intentar justificar que los agresores son víctimas y que las verdaderas víctimas, las mujeres, somos poco menos que privilegiadas, me voy a permitir el lujo de sugerirles alguna expresión que puede ser utilizada como sinónimo de la que tan poco les gusta.
De ese modo, expresiones como violencia machista puede utilizarse como sinónima de violencia de género, puesto que el sistema androcéntrico en el que vivimos permite que el machismo se siga viviendo como algo “normal” por la mayoría de las personas. Y el machismo, como vemos, sigue matando.
También podría utilizarse el término violencia sexista como sinónimo, puesto que, como sabemos, el sexismo es la teoría que sustenta la primacía del sexo masculino sobre el femenino, y ya vemos cómo nos va a las mujeres con la practica de esta teoría: Nos matan por ser mujeres.
Y ya para acabar con los sinónimos, creo que la expresión más adecuada sería la de violencia masculina ejercida contra las mujeres, puesto que define muy bien la esencia de este tipo de violencia.
A mi particularmente me gusta utilizar la de terrorismo machista, por cuestiones obvias, pero no espero que nadie del entorno de los neomachistas o de la propia ministra se atreva con esta expresión.
Espero que mi intención pedagógica no caiga en saco roto y que sepamos utilizar correctamente las expresiones para definir lo que, en este caso y en sólo los primeros ocho días que llevamos del año nuevo, se ha llevado ya la vida de cuatro mujeres, sólo por el hecho de ser mujeres.
Por Teresa Mollá Castells
La Ciudad de las Diosas