“Invisibles”, niñas migrantes centroamericanas en Chiapas
El estado de Chiapas es lugar de destino y
tránsito de niñas y niños migrantes centroamericanos. Entre 2006 y 2008 la
estación migratoria de Tapachula, municipio fronterizo con Guatemala, reportó
que fueron deportados 18 mil niños, niñas y adolescentes originarios de
Guatemala, Honduras, El Salvador y en menor medida de Nicaragua.
La invisibilidad en
la que se encuentran las niñas y los niños migrantes centroamericanos es
notoria, pues no existen cifras en cuanto a sexo se refiere, es decir no se
sabe cuántas niñas y niños son deportados; los números del Instituto Nacional
de Migración (INM) son globales.
Cada año México
deporta entre 5 y 8 mil niñas y niños de Centroamérica que viajan acompañados y
solos, cuyo objetivo era llegar a Estados Unidos o encontrar un empleo que les
permitiera subsistir y a la vez esta cerca de su país de origen, según cifras
del INM.
De acuerdo con
Carolina Rivera Farfán, investigadora del Centro de Investigaciones y Estudios
Superiores en Antropología Social (CIESAS), las niñas, niños y adolescentes
migrantes enfrentan escenarios de riesgo y mayor vulnerabilidad al viajar solos
o acompañados de manera eventual.
La situación se
complica por su edad, su género, la escasez de recursos y porque el contexto de
migración es de racismo, discriminación y explotación laboral, explicó la
académica.
En Chiapas no hay
registros de la migración laboral de la niñez y adolescencia centroamericana,
ni en encuestas, tampoco algún registro de internamiento del INM.
La niñez migrante
por cuestiones laborales, dijo Rivera Farfán, se emplea en el sector agrícola
de la región del Soconusco, con bajos salarios y una situación de
vulnerabilidad por ser niñas, niños, indígenas y pobres de otro país.
Las y los niños y
los adolescentes migrantes trabajadores de Centroamérica ingresan a México con
balsas por el Río Suchiate entre Tecún Umán (Guatemala) y Ciudad Hidalgo
(Chiapas).
Las niñas y las
adolescentes suelen emplearse en el hogar, haciendo la limpieza o cuidando a
otros niños y niñas, así como a personas mayores.
La tercera parte de
la niñez migrante centroamericana tiene origen indígena; si viajan solos es
porque ya han tenido experiencias migratorias con sus padres, o porque van
encargados con algún vecino, familiar o “enganchador laboral”.
Las niñas se
emplean en el hogar y los niños en el campo o en empleos informales como
boleros o vendedores de dulces y cigarros en las calles.
Trabajan jornadas
de más de 12 horas diarias y su salario mensual puede ir desde los 180 hasta
los 500 pesos, precisó Carolina Rivera, especialista en el tema de migración
infantil y adolescente en la frontera sur de México.
Por Patricia Chandomí, corresponsal
Fuente: Cimac Noticias