Entrevista a Marcela Lagarde “Tenemos autonomía cuando podemos interactuar plenamente en la vida de un país, de una región, del mundo entero”
Marcela Lagarde de los Ríos es una mujer a la que deseas poner cara y cuerpo, para besar y abrazar, cuando lees sus libros. Si nos fijamos en su currículum nos daremos cuenta de que estamos ante una de las grandes. Es académica, antropóloga, feminista, y fue diputada en el Congreso mexicano, desde donde impulsó la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia y luchó para que el delito de feminicidio se entendiera y se introdujera en el Código Penal de México.
Está muy vinculada a España -tanto que se autodenomina “transatlántica”- y es socia de Entredós, una fundación de mujeres ubicada en pleno centro de Madrid. El pasado junio, Lagarde estuvo presente para acompañar a las amigas de la Librería de Mujeres de Madrid en su fiesta de verano. En el Teatro de la Puerta Estrecha, en pleno Lavapiés, espacio desconocido para muchas de las que estábamos pero altamente recomendable, Marcela Lagarde y Elena Simón (formadora feminista, analista de género y escritora) recordaron cómo se fueron fraguando los libros publicados por la antropóloga mexicana. Esos libros despiertan el deseo de conocer a una teórica que escribe para que todas le comprendamos y que da claves básicas de empoderamiento para entendernos y construirnos como feministas.
“Existe una discriminación que actúa para que las mujeres no podamos realizarnos en todos los campos, incluido en el académico, donde la perspectiva feminista todavía no es aceptada ni en los claustros ni en el currículum”
En ‘Para mis socias de la vida. Claves feministas para la autonomía de las mujeres, los liderazgos entrañables y las negociaciones en el amor’, Lagarde recopila los talleres impartidos en Nicaragua, teoriza y nos ofrece herramientas para ser mujeres felices y combativas. Por otra parte, ‘Claves feministas para la autoestima de las mujeres’ es un cuaderno de empoderamiento y se titula así porque, para la autora, el concepto de ‘autoestima’ no sirve si es “de recetas fáciles” y ella quiere que nos sirva. Finalmente, en ‘Los Cautiverios de las mujeres. Madresposas, putas, presas y locas’, su tesis doctoral, analiza el porqué de la opresión a las mujeres.
Hablamos con ella sobre la autonomía, el amor, la política y la vida.
Leí que tuvo unos años muy complicados: doble militancia, doctorado, cuidado de una niña con un padre muy ausente y una revolución en la vida cotidiana. Decía que esa complicación era lo que quería. ¿En eso consiste la autonomía de las mujeres? ¿En hacer lo que cada una quiere?
Para cada mujer, la autonomía como tal consiste en realizar anhelos, pero sobre todo en satisfacer sus necesidades fundamentales de manera independiente. En el ámbito de los movimientos de mujeres y feministas, la autonomía es muy importante. Se plantea la necesidad de que nos integremos de todas las maneras en las que podamos (a través de la realización de jornadas o de la creación de ONG o fundaciones, etc.), pero tenemos que hacerlo con autonomía de otras organizaciones civiles, de los partidos políticos y de las instituciones, interactuando, dialogando y ejerciendo nuestros derechos.
Tenemos autonomía cuando podemos interactuar plenamente en la vida de un país, de una región, del mundo entero. Por ahí va mi idea y mi práctica. Personalmente, abogo por posicionarme desde una perspectiva feminista, que siempre es muy crítica y que aporta alternativas.
Es usted feminista, académica, política… ¿Cómo ha sido sumar todas esas facetas?
Llevo maravillosamente la relación entre ellas. Es muy contradictorio y tiene muchas dificultades porque existe una discriminación que actúa para que las mujeres no podamos realizarnos en todos los campos. En cuanto accedes a la educación, te encuentras con dificultades académicas. Cuando accedes a la academia, te encuentras con una jerarquía rígida y muy masculina. Aunque haya cada vez más mujeres, la academia sigue siendo androcéntrica y profundamente patriarcal. A las académicas feministas nos ha costado mucho abrir espacios para impulsar la perspectiva feminista, que todavía no es aceptada ni en los claustros académicos ni en el currículum. No hemos podido hacer una transversalidad de género feminista en la Educación Superior.
En su etapa como diputada, impulsó junto con otras políticas la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia y la Ley de Igualdad de Mujeres y Hombres. “Lo más bonito fue que hicimos política plural feminista siendo de distintos partidos”
Por otra parte, he militado toda mi vida en partidos políticos de izquierda y he tratado de actuar con autonomía, al grado de que hubo una época que durante diez años no estuve en la militancia de base, entre otras cosas por el machismo imperante, por el sectarismo y porque estaban anquilosados. No integraban las visiones de las feministas y de otros grupos sobre diversidad sexual, por ejemplo. Me retiré, pero seguí pidiendo el voto para el mismo partido.
¿Y cómo fue la vuelta a la política activa, al ser elegida congresista en México?
Me llamaron del PRD (Partido de la Revolución Democrática) para que fuera candidata externa, con mucho cariño y porque era por la aplicación de una cuota de una acción afirmativa por la que habíamos trabajado años atrás militantes de ese partido. Acepté y salí elegida. Me encantó ser diputada. Nos unimos muchas feministas en el Congreso y logramos impulsar varias leyes, como la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, y acuñamos la teoría del feminicidio. Lo más bonito fue que las poquitas feministas que éramos nos unimos e hicimos política plural feminista siendo de distintos partidos. Junto a las senadoras conseguimos sacar adelante la Ley de Igualdad de Mujeres y Hombres y crear un centro de investigaciones legislativas para la igualdad de mujeres y hombres y para el empoderamiento de las mujeres.
Fue una experiencia buena en la que hicimos muchas cosas. Sentí el poder que tenía siendo diputada aunque, desde luego, salí agotada porque tenía que ser bilingüe: hablar lenguaje feminista y, al mismo tiempo, el lenguaje normativo patriarcal. Eso sí, saben que eres feminista, que nunca pretendes engañarles.
¿La relación con el feminismo empezó de chiquita?
Recibí una educación igualitaria, laica y libre. La educación familiar fue abierta, de ámbito universitario, y luego yo elegí ser militante de izquierda. Me dieron la píldora con 12 años y tuve libertad sexual. Agradezco muchísimo a mi madre y a mi padre es visión del mundo.
¿Y algún hito en el que ya saliera la palabra ‘feminismo’?
Me inicié en el movimiento feminista en el año 1978, aunque tenía varios años formando parte de grupos de autoconciencia feminista sin haber hecho ninguna aparición pública. Es un grupo que yo mantengo hasta ahora, muy a la usanza de la época, que se basa en el estudio y la conciencia personal que tan bien nos viene a las feministas.
Aquel año creamos el Frente Nacional por la Liberación de las Mujeres, que considero uno de los hitos que marcan esa ola del feminismo que se ha mantenido durante muchas décadas, en el feminismo contemporáneo de Latinoamérica y también en España.
“El amor ha sido un espacio cargado de afectividad, pero también de ideología, de norma conservadora, en donde las mujeres, objeto del amor, nunca sujeto, hemos sido atrapadas en relaciones patriarcales muy fuertes”
Habla sobre el amor, la autonomía, el empoderamiento. ¿Qué considera que aporta la antropología a estos aspectos fundamentales para el feminismo?
Soy una académica contemporánea que trabaja sobre la complejidad, desde la interdisciplina y la multidisciplina. La antropología que yo practico está en relación con la psicología, la psicoterapia, la filosofía y la ética, la ciencia política, la economía, la geografía. Me encanta tomar todas estas disciplinas que surgieron separadas pero que las hemos ido integrando gracias al pensamiento crítico.
Con respecto al amor, el tercer libro de ‘Para mis Socias de la Vida’ me ha servido en todos mis periodos de ruptura.
Para volver a afirmarte…
Justamente. ¿Ha leído la última publicación de la antropóloga vasca Mari Luz Esteban, ‘Crítica del Pensamiento Amoroso’?
Lo compré ayer en la Librería de Mujeres. Mari Luz Esteban es una compañera a la que respeto mucho. Las dos estudiamos el amor, como buenas feministas.
El amor ha sido estudiado desde todos los feminismos, que han propuesto cambios fundamentales al respecto. Las feministas que lo han hecho han experimentado, han indagado en sus vidas, han roto con el amor para toda la vida, han analizado el amor romántico y todos los tipos de amor. Y es normal, porque el amor ha sido un espacio cargado de afectividad, pero también de ideología, de norma conservadora, en donde las mujeres, objeto del amor, nunca sujeto, hemos sido atrapadas en relaciones patriarcales muy fuertes.
Poder analizar esto nos ha ayudado mucho, aunque luego nos haya costado ponerlo en práctica. Cada generación ha sufrido una actualización del amor patriarcal. En la actualidad, las mujeres creen que viven en igualdad y que a ellas nos les afecta, pero la enajenación y la opresión siguen. El amor tiene su actualización contemporánea y postmoderna con el contenido de que las mujeres lo vivamos como entrega, de manera circular, a toda costa y en relaciones desiguales. Necesitamos todas y todos hacer más análisis personal sobre esto.
“La aplicación de las leyes es lenta, implica cambios radicales en la sociedad. No se vale decir, como he escuchado aquí, “pero siguen matando mujeres”. No puedes aplicarle un indicador, el más extremo de todos, a la eficacia de una ley”
Como hemos mencionado, en México consiguieron aprobar la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia e incluir en el Código Penal el delito de feminicidio. ¿Considera que estos cambios ya han tenido su efecto?
Claro que sí, aunque para comprobar el impacto completo nos tendremos que tardar cien años. Todavía hoy no gozamos de igualdad, ni ustedes en Europa, ni nosotras en América, ni en ningún país del mundo. Desde el s. XVIII en que se hizo esta proclama y que llevó a la guillotina a las feministas que lo plantearon, como Olympe de Gouges, nosotras seguimos siendo sufragistas, herederas de un proceso que aún no ha concluido.
La aplicación de las leyes es lenta. No se vale decir, como he escuchado aquí, “pero siguen matando mujeres”. No puedes aplicarle un indicador, el más extremo de todos, a la eficacia de una ley. Ni a la de ustedes, ni a la brasileña, ni a la nuestra. La aplicación de estas leyes implica la consecución de la igualdad, la transformación del Estado, cambios radicales en las instituciones, en los medios de comunicación, en los partidos. Por eso digo que en México se ha aplicado, en lo posible.
En mi país, que es una República Federal, ya es un logro el hecho de que se hayan aprobado 32 leyes que armonizan la Ley General de Igualdad con las leyes autónomas de los Estados, que en México son soberanos. El último mes se aprobó, por fin, después de un gran esfuerzo legislativo, que el delito de feminicidio esté incluido en el Código Penal Federal y trabajaremos para que se apruebe en los códigos penales de todo el país.
¿Y qué opina de las últimas elecciones en México? [La entrevista se realizó en plena campaña electoral]
Me parece que las elecciones han sido una oportunidad para la izquierda, que está movilizada. Las feministas de izquierda, de las organizaciones y de los movimientos estamos tratando de unificarnos y de estar juntas. Eso también ha sido muy bonito, una pedagogía política en la que las feministas tejemos alianzas y hacemos pactos.
¿En qué está trabajando ahora?
Soy asesora de ONU Mujeres, junto a otras once mujeres de América Latina. Yo antes no estaba muy de acuerdo con lo institucional, pero ahora estoy aquí y creo que haciendo cosas útiles. Además, continuamos trabajando para la aplicación de la Ley aprobada, para su ratificación en los distintos ordenamientos jurídicos de los Estados de México y para que se conozca y se enseñe.
Fuente: Pikara Magazine