mayo 07, 2013

“No es tierra para mujeres”: corresponsales extranjeras detallan sus desafíos en la cobertura de conflictos

“Nunca me consideré una mujer periodista, sino que pienso que soy una periodista y punto”, comenta la premiada periodista egipcia, Shahira Amin, en este nuevo libro que contó con el apoyo de ONU Mujeres y que habla sobre el trabajo de las mujeres corresponsales en primera línea.

“No Woman’s Land” (Tierra de ninguna mujer), publicado en la primavera por el Instituto Internacional de Seguridad en las Noticias, compilado por Hannah Storm y Helena Williams, presenta las historias de más de 30 mujeres periodistas que detallan episodios de horribles agresiones y de valentía edificante en situaciones que van desde los conflictos hasta los levantamientos civiles.

Estas historias fueron recogidas poco después de la violenta agresión sexual de la que fue víctima a manos de un grupo de hombres la corresponsal de CBS, Lara Logan, mientras informaba desde la Plaza Tahrir de El Cairo en febrero de 2011.

Logan, que escribió el prefacio del libro, es reconocida por manifestar las inquietudes de muchas reporteras que hasta ahora no habían hablado por miedo a perder su libertad profesional y su reputación. De este modo, se abre un nuevo capítulo en el debate sobre la seguridad de las mujeres periodistas dentro del panorama cambiante de la seguridad en los medios de comunicación.

Esta recopilación presenta las experiencias de las corresponsales en materia de acoso sexual y de multitudes hostiles, del tener que lidiar con el proteccionismo de los hombres editores, así como también de la conciencia que tienen de sus distintas vulnerabilidades en los puntos más problemáticos del mundo. Muchas hablan con toda naturalidad de estos problemas.

“Me sentí vulnerable”, dijo la periodista independiente Agnes Rajacic, que también fue abusada sexualmente por hombres activistas cuando cubría la Primavera Árabe en Egipto, “pero lo consideré como un mal inevitable al que uno podría enfrentarse en medio de una multitud en cualquier estadio de fútbol de Europa.”

Otras periodistas se han sentido frustradas por el énfasis manifiesto y específico al género en la amenaza de ser violadas. Tina Susman, ex jefa de la oficina del diario Los Angeles Times en Baghdad, expresa que ser violada es, desde hace mucho, la menor de sus preocupaciones, incluyendo durante las tres semanas que estuvo cautiva en Somalia.

“Quizá sea porque la violación no es una amenaza específica del trabajo, como lo son las bombas y los misiles (y los bichos enormes); no me preocupa tanto sobre el terreno como esos otros peligros”, escribe. “Al igual que para nuestros colegas hombres, nuestra principal preocupación es mantenernos con vida y que nuestro cerebro y nuestros miembros sigan intactos.”

El sentido común y la formación en materia de seguridad de la mayoría de las corresponsales sobre el terreno no están dirigidos a un género específico. Sin embargo, las normas culturales que restringen la movilidad de las mujeres en muchos países, pueden tanto ayudar como entorpecer su trabajo.

Como lo destacan muchas de ellas, en contextos muy conservadores pueden estar cubiertas por un velo y depender de sus colegas hombres, pero también son las únicas que tienen acceso a entornos exclusivos para las mujeres y, por lo tanto, pueden ofrecer una gama más amplia de historias y puntos de vista.

Ser subestimadas en el trabajo –que es una frustración importante– también ha sido usada por muchas reporteras a su favor. La periodista Nisha Roshita cuenta que se le asignó hacer una serie de difíciles e importantes entrevistas en Indonesia, específicamente a causa de su sexo. “En mi calidad de mujer, era más fácil hablar con las personas locales sin levantar sospechas”, cuenta.

Sin embargo, lo que emerge sobre todo de estas historias es la diversidad de las experiencias entre las mujeres reporteras y la necesidad de tener una estrategia que empodere su trabajo en vez de restringirlo.

“En lugar de cuestionar la sabiduría de enviar a las mujeres en misiones potencialmente peligrosas o de preocuparse por su seguridad, los editores y las organizaciones de noticias tienen que centrarse en preparar a las mujeres (y a los hombres) para el peligro de la violencia sexual y ayudarlos a evitarlo”, señala Susman. “Nunca oí a nadie decir: ‘son demasiado machos y siempre corren hacia la acción, por lo que quizá no tendríamos que enviar a los hombres a las zonas de guerra’.”

Fuente: Onumujeres

Sí a la Diversidad Familiar!
The Blood of Fish, Published in