agosto 01, 2013

’¡Cuidado, resbala!’, un lúcido análisis de la crisis de los cuidados

España es el país de la Unión Europea con más empleadas del hogar, según datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). De las 747.000 personas dedicadas al trabajo doméstico en 2010, el 90 por ciento son mujeres, la mayoría extranjeras y principalmente latinoamericanas. Una realidad difícil de cuantificar teniendo en cuenta la cantidad de economía sumergida que registra el sector. El documental ¡Cuidado, resbala! pretende precisamente arrojar luz sobre esta situación en la que viven miles de mujeres en España.
 
El proyecto, de la asociación Círculo de Mujeres de Málaga, analiza la llamada “crisis de los cuidados” y la invisibilidad que los rodea a través del testimonio y el aporte de un grupo de expertas de diferentes ámbitos, junto a empleadas del hogar. “Existe una crisis de los cuidados en dos planos: el privado y el profesional. En el privado, estas actividades recaen siempre o casi siempre en las manos de las mujeres. A nivel profesional, las personas que se dedican a este trabajo, también mujeres en su mayoría, no cuentan con los mismos derechos que el resto de trabajadoras” explica Montserrat Clos Fabuel, una de las responsables del proyecto, en entrevista con AmecoPress.

De este modo, el documental, que se presentó en la pasada edición del Festival de Cine de Málaga y que abre el debate en numerosos cine forum que se están promoviendo en distintos ámbitos y organizaciones, señala la que parece ser la raíz de esta discriminación: el sistema heterocapitalista solo se puede mantener si invisibiliza estas tareas, porque no son “rentables”, pero sí básicas y necesarias para que el mundo funcione. “La mirada no está puesta en resolver lo fundamental que son los cuidados, sin cuidados, no hay vida”, denuncia Montserrat.

Legislación: discriminación latente

Hasta hace un par de años, las empleadas de hogar no formaban parte del Régimen General de la Seguridad Social. Estaban inscritas a un régimen especial en el que, entre otras cosas, no era obligatorio el contrato por escrito, no contemplaba una baja por accidente de trabajo, ni por enfermedad, hasta pasados 29 días; y los despidos solo tenían que comunicarse con 7 días de antelación.

Con su incorporación al régimen general ha habido grandes avances, como la obligatoriedad de un contrato por escrito si la relación laboral supera las cuatro semanas; dos pagas extraordinarias al año, con el mínimo que fija el salario mínimo interprofesional; la obligatoriedad de que sean 36 horas de descanso ininterrumpidas; o que haya baja por enfermedad desde cuarto día, como en el resto de empleos.

Pero aún quedan puntos pendientes. El más importante es el no reconocimiento de la prestación por desempleo. Ni en 1985 (cuando se redactó el régimen especial), ni ahora. Lo han dejado fuera de las negociaciones y es una de las reivindicaciones más importantes del colectivo de las trabajadoras domésticas. Además, está habiendo algunos retrocesos: si la empleada trabaja menos de 60 horas, no existe obligatoriedad para el empleador o empleadora de pagar la seguridad social, lo que suele traducirse en explotación.

Cadenas globales de los cuidados

El vídeo analiza también el impacto que las migraciones tienen en los núcleos familiares de esas mujeres que abandonan su hogar para mantener el de otra familia, en otro país. “Son las llamadas cadenas globales de cuidados. Las mujeres nos incorporamos al mercado de trabajo y alguien tiene que ocuparse de “cuidar”. Tal y como está organizado el mundo, nadie se responsabiliza, no existe tampoco una corresponsabilidad entre hombre y mujer, y lo que hacemos es lanzar la pelota a las mujeres inmigrantes, que salen de sus lugares de origen porque lo están pasando mal, precisamente porque existe explotación de sus recursos naturales. Sufren, por tanto, una doble explotación. Ni gobiernos, ni empresas, ni los hombres en general, se han organizado para incorporar en sus dinámicas habituales los cambios que ha supuesto este nuevo orden social”, comparte la guionista.

¡Cuidado, resbala! construye, a través de los testimonios de mujeres que viven la realidad del trabajo doméstico, un relato que incluye distintos argumentos: soledad, vulnerabilidad de no tener papeles, falta de información, abusos, discriminación. Las protagonistas, mujeres sin documentación a pesar de llevar años trabajando en España; otras que perdieron su trabajo por quedar embarazadas; las más, sin tiempo para sí mismas, sin vacaciones, recibiendo míseros sueldos con los que mantienen a familias completas en sus países de origen; muchas, aguantando gritos, insultos y el menosprecio permanente de quienes además de todo, creen que son sus dueños.

Prioridades: sin cuidados no hay vida

De este modo, compartiendo reflexiones y preguntas, este documental de poco más de 62 minutos de duración, y cuya intención no es sólo la de construir un discurso político y un debate público, sino también dar visibilidad a ese trabajo oculto que las mujeres llevan siglos haciendo, destacando la discriminación laboral a la que se ven sometidas, dibuja un “mapa de afectos, cercanías y lejanías” que llevan a cada persona a preguntarse sobre cuál es nuestro papel en este “juego” en el que todo puede ser una mercancía.

Y es que si hablamos de que los cuidados estén en el centro de la vida, de que las personas sean lo más importante, la sociedad debería también organizarse de manera diferente. Hombres, empresas, educación, economía, relaciones, todos los ámbitos deberían revisarse y hacerse corresponsables en esta labor que hoy recae fundamentalmente en las mujeres.
Fuente: AmecoPress
 

Sí a la Diversidad Familiar!
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