septiembre 13, 2014

Guía básica de empatía con las mujeres


Lista abierta de propuestas cordiales para fomentar relaciones igualitarias en la escena musical. Vale también para no indies.

Guitarrista en concierto durante un festival Ladyfest /

¿Soy machista? Ésta es una pregunta que no tiene una respuesta evidente y, por lo tanto, conviene planteársela a menudo. El machismo es una línea continua y variable entre la agresión flagrante y comportamientos cotidianos más sutiles e invisibles, pero no inofensivos, conocidos como “micromachismos” (un término del psiquiatra Luis Bonino). Estas actitudes de “dominación suave”, reiterativas e insidiosas, están tan arraigadas que resultan difíciles de identificar y de evitar. Nadie puede decir de un día para el otro: “Se acabó, mañana ya no soy sexista”

Y entonces, ¿qué hacer?

Lo primero es asumir las propias contradicciones. Así se vive más relajada. Todas estamos en construcción y disfrutar de lo cuestionable no te hace necesariamente mala persona (pero no te duermas). También ayuda tener amigas feministas (varias y diversas). Imprescindible escucharlas. Y, tercero, cuestionar el propio comportamiento; no debe olvidarse que el varón bonito es el que cuestiona sus privilegios.

Por ejemplo, en relación con la presencia de mujeres en el ámbito musical (artistas y profesionales en sellos, conciertos, medios, listas del año, espacios diversos), quien tiene capacidad de decisión debería preguntarse: ¿Cuántas mujeres hay? Si son pocas, ¿por qué?

Los productos musicales (canciones, textos, vídeos) se pueden analizar con una serie de tests de sexismo. Como garantía de una mínima representación femenina, puede ser útil adaptar el test de Bechdel, utilizado normalmente en el análisis cinematográfico, según el cual en una película debe haber al menos dos personajes femeninos de los que se conoce el nombre y que hablan entre sí sobre algo más que un hombre. En la música no suele haber diálogos, pero alguna mujer que haga algo que no sea ser la pareja de un hombre es una buena señal. Como método de análisis crítico de textos de canciones resulta muy ilustrativa la técnica de la crítica musical Ellen Willis: invertir el sexo de los personajes y analizar la verosimilitud de la historia.

¿Y más allá de estos mínimos? Vamos bien cuando los textos cuestionan estereotipos femeninos y masculinos y ofrecen una visión positiva de roles de género y sexualidades no hegemónicas (en caso de dificultades de identificación, consultar a las amigas feministas). Un bonus sería tematizar la igualdad de género como una cuestión de justicia (en este caso, es imprescindible que el intento suene sincero).

Pero el machismo va más allá de los textos musicales en sí y se extiende a las actitudes personales en espacios físicos y virtuales (conciertos, salas, locales, foros), que son el terreno principal de reproducción de los micromachismos por parte de artistas, profesionales y público (aquí no se salva nadie). De nuevo cabría preguntarse lo que a nadie se le ocurre preguntar: ¿Es éste un espacio en el que las mujeres se pueden sentir cómodas? ¿Por qué? (en caso de dificultades para imaginarlo, consultar de nuevo a las amigas feministas).

Por último, se recomienda pasar del autoanálisis a la acción empática con las mujeres y la promoción de su inclusión. Algunas ideas: no imaginar que te diriges sólo a hombres cuando escribes tocas u organizas un concierto (en el público hay mujeres y son diversas); preguntar a las mujeres, darles la voz y escucharlas; no presuponer que tú sabes más que ellas y reconocer lo que las mujeres saben; no decirle a una mujer lo que tiene que hacer; reapropiarse de lo machista (por ejemplo, reinterpretando canciones con nuevas versiones que cambien el sentido); no presuponer que una masculinidad hegemónica hace a un hombre más atractivo... y utilizar un lenguaje inclusivo (no sexista), como el que usamos en esta breve guía.

Chuleta de réplicas frecuentes

1. “No te lo tomes así. Estoy siendo irónico”. La ironía puede ser útil para cuestionarse, pero no es excusa para desresponsabilizarse. Para dejar clara la ironía, se propone combinarla con textos sinceros que permitan contextualizar.
2. “Soy así / Soy un tío sensible que escribe desde el corazón. / ¿Qué pasa, que no puedo ser yo mismo en lo que escribo?”. Ok, pero prepárate para ser cuestionado.
3. “Muy bonito, pero el mundo es cruel y la realidad es X”. No asumas que tu experiencia y tu interpretación del mundo son universales.
4. “Esto no es sexista, a mi amiga X le parece bien” / “¿Quién eres tú para decir lo que es sexista y lo que no?”. Las fronteras entre lo sexista y lo no sexista pueden ser difíciles de definir, pero la decisión no es tuya. Tiene que ser pública y colectiva.

Estrategias de supervivencia para mujeres cansadas

1. Sororidad: Intenta no quedarte sola. Cuando dudas de ti misma o estás cansada, coméntalo con otras mujeres.
2. Ponte objetivos abarcables. No intentes empezar por convencer al más cazurro.
3. Mujer bonita es la que lucha, pero no todo depende de ti todo el rato. Si no puedes más, suspende un rato el juicio.

Después de bailar, será más fácil continuar al día siguiente.

Fuente: Periodico Diagonal

Sí a la Diversidad Familiar!
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